XVI

Ve, come alegremente tu pan y bebe tu vino con alegre corazón, pues que se agrada Dios en tus buenas obras. Vístete en todo tiempo de blancas vestiduras y no falte el ungüento sobre tu cabeza. Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la fugaz vida que Dios te da bajo el sol. Pero el caso es que me pongo a pensar y divertido, lo que se dice divertido, no te he visto en la vida, Mario, ni en el viaje de novios siquiera, que ya es decir. Según Valen, la noche esa es un trago y yo la doy la razón, lógico, no voy a decirla que diste media vuelta, pero, en cambio, de día, todo el mundo lo pasa en grande menos nosotros, que yo recuerdo en Madrid, "¿nos sentamos en este café?", "como quieras", "¿nos vamos al teatro?", "como quieras", pero ¿es que no sabías decir otra cosa, tonto del higo? Una mujer es un ser indefenso, Mario, necesita que la dirijan, calamidad, por eso me hubiera horrorizado casarme con un hombre bajito, que la autoridad debe manifestarse inclusive en la estatura, fíjate, que te parecerá una bobada. Pero a ti todo te daba de lado; los escaparates, ni mirarlos; la animación, ni caso; el cine, ¡bah!; los toros no te gustaban. Sinceramente, Mario, ¿crees que eso es un viaje de novios? ¡Y si solo fuera eso!, pero, por si no bastara, siempre con cara de ciprés, como pensando en otra cosa, que es lo mismo que cuando regresaste de la guerra, hijo, no se me olvidará mientras viva, mira que todo el mundo andaba loco por aquellos entonces, pues tú, no señor, y eso que la habías ganado, que si la llegas a perder… No hay quien te entienda, Mario, cariño, y me hace sufrir lo que nadie quiere ver que no eres normal, que la vida no te digo que no tenga contrariedades, ojalá, pero hay que sobreponerse, hay que disfrutarla creo yo, ya ves mamá, a todas horas, “nena, sólo se vive una vez”, que lo oyes así y parece que no, que es una tontería, pero te paras a pensar y en esa frase hay mucha filosofía, tiene mucha miga, Mario, más de lo que parece, bueno, pues tú, no señor, lo primero, los defectos. Y no es que yo vaya a decir que no haya injusticias, ni corrupción, ni cosas de ésas que tú dices, pero siempre las ha habido, ¿no?, como siempre hubo pobres y ricos, Mario, que es ley de vida, desengáñate. Yo me troncho contigo, cariño, “nuestra obligación es denunciarlas”, así, lo dijo Blas, punto redondo, pero, ¿quién te ha encomendado a ti esa obligación, si puede saberse? Tu obligación es enseñar, Mario, que para eso te hiciste catedrático, que para denunciar la injusticia ya están los jueces y para remediar las penas, la beneficencia, que os ponéis insoportables con tantas ínfulas, dichoso don Nicolás, que yo no sé cómo la gente lee “El Correo”, si se cae de las manos, hijo, no trae más que miserias y calamidades, que si miles de niños sin escuelas, que si hace frío en las cárceles, que si los peones se mueren de hambre, que si los paletos viven en condiciones infrahumanas, pero, ¿puede saberse qué es lo que pretendéis? ¡Si hablarais claro de una vez! Porque si a los paletos les ponen ascensor y calefacción, dejarían de ser paletos, ¿no?, vamos me parece a mí, que yo de eso no entiendo, pero es como lo de los pobres, pues siempre tendrá que haberlos, digo yo, porque así es la vida, y si la vida es así no hay por qué poner cara de palo, que ocurrente, lo que se dice ocurrente, no te he visto más que cuando te bebes dos copas, que hay que ver el sofocón que me hiciste pasar la otra noche en casa de Valentina disparando los corchos del champán contra las farolas. Y te advierto que me lo olí, ¿eh?, te lo juro, nada más entrar, en cuanto vi a Fito Solórzano y a Oyarzun, me dije: “Mario se apoquina en un rincón o da el espectáculo”. Si te conoceré, querido, no en balde llevo más de veinte años a tu lado. Lo mismo que con Encarna en Madrid, cuando ganaste las oposiciones, seguro que bebiste, ¡a que sí!; me apuesto lo que quieras a que la celebración no terminó con la cerveza y las gambas. ¿Dónde fuisteis después? Lo que yo daría por saberlo, Mario, no te puedes ni imaginar, que seguro que por aquellos entonces te reirías más que ahora, fijo, que eso es lo que más rabia me da, que para los de fuera tengas una cara y otra distinta para tu mujer. Dime tú, a ver si no es para mosquearse, que eso no se te ha pegado de don Nicolás, ya ves, sólo lo malo, que torcido será un rato largo, seq Figure \* Arabic \r0 \h0seq Figure \* Arabic \r0 \h0pero se le ve venir, ésta es la ventaja. Él se ríe de su sombra, pero se le ve venir, anda que si se le ve venir, por más que a mí, te lo prometo, con sus chismes no me hace maldita la gracia, ya ves la otra noche, con lo de cuando estuvo preso, durante la guerra. ¿Te crees tú una palabra de la historia esa del tipo aquel que les puso en filas y le dijo al cabo: "Respondo de 367, cuenta, si hay 366 sal a la calle y agarra al primero que pase, y si hay 368 coge el último de esta fila y fusílale". Cuentos chinos. Naturalmente, el último de la fila era él, si no la cosa no tendría chiste, pero ¿te crees tú una palabra de todo eso? A mucho conceder, el tipo aquel lo diría en broma, por guasearse, para pasar el rato, a ver, que tampoco debe ser plato de gusto estarse las horas muertas, mano sobre mano, encerrado con más de trescientos rojos, sin poder hablar con nadie, ni nada. Yo no puedo con él, créeme, es algo superior a mis fuerzas, que tendrá facilidad de palabra y escribirá todo lo bien que quieras, que no lo discuto, pero es un embrollón y una mala persona, que ya no sabe lo que inventar para ponerlo en el periódico y dar guerra. Ahora te lo puedo decir, Mario, nunca he tenido mayor alegría que el día que puso aquella nota "El Correo" diciendo que se marchaba, cuando nombraron subdirector a su hermano, a Benjamín, ¿recuerdas?, y le dijeron, "si su hermano Nicolás se desmanda, usted se va a su casa", que me parece muy requetebién, a ver, legítima defensa, que don Nicolás, por él, nada, natural, para eso tiene el riñón cubierto, pero por su hermano ya pondría un poquito más de cuidado. Y en resumidas cuentas, nada entre dos platos, que ahí sigue el muy ladino, bajo cuerda lo mismo que antes, un poco de prudencia al principio y, luego, ídem de lienzo, la de siempre. Es curioso los humos que ha echado el bueno de don Nicolás, papá le recuerda, un hombre de origen humildísimo, que no te lo creerás, su madre lavandera o algo peor, que lo que me extraña es que la gente bien le haga caso, porque por listo que sea, ¿qué puede dar de sí el hijo de una lavandera, intelectualmente me refiero, Mario, me lo quieres decir? Papá, siempre lo está diciendo, cada vez que ve a un tipo de éstos que suben como la espuma, dice, "para lograr una cabeza discreta se necesitan al menos cuatro generaciones". Y no me vengas ahora, Mario, que papá podrá caerte mejor o peor, pero no es un cualquiera, tú lo sabes, en el ABC desde el año catapum, que no es de hoy. Y tú mismo viste qué Memoria Pedagógica te hizo cuando las oposiciones, de primor, vamos, que, luego, bien poco te acordaste de él, que al pobre se le veía dolido, aunque, bueno es, no dijera una palabra. ¡Pobre! No puedes hacerte idea de las horas que echó en tu Memoria, hijo, si hasta habló dos veces con don Lucas Sarmiento, el Decano, que estuvo en casa, yo no podía parar, me acuerdo como si fuera hoy, como el rabo de una lagartija, que todo el tiempo "¿sabrán hacérsela?", imagina lo que nos iba en ello. Y te pones a ver y papá no tenía ninguna obligación que, al fin y al cabo, fue un despiste tuyo, como de costumbre, que parece que vives en la luna. ¡Mira que después de tanto tiempo presentarte sin la Memoria que era un requisito indispensable! Es que no cabe en cabeza humana, vamos, y todavía, dale, que creías que era un trabajo de investigación, y para eso seis meses de archivo en archivo, una pérdida de tiempo, tú me dirás, que eres un caso, hijo, lo mismo que cuando dijiste adiós al desarrapado aquel, junto a la botica de Arronde, que de buena gana te hubiera dado un cachete, que la pones a una en evidencia. Pues el pobre papá te sacó del apuro, pero una vez que pasó, si te he visto no me acuerdo, una cartita de cumplido y para de contar. ¡Pobre papá! Yo creo que en ocho días no durmió, palabra, que recuerdo que decía, "no soy un historiador, pero lo intentaré, lo intentaré", ni levantar cabeza, te lo juro, en una semana sin levantar cabeza. Claro que el hombre que vale, vale, y, no es porque yo lo diga, pero te hizo un trabajo de libro, Mario, que la mínima atención que debiste tener con él, y no me digas que no te lo advertí, fue editárselo en la Casa de la Cultura, que a él le hubiese hecho feliz, fíjate, que el pobrecillo, no es porque sea su hija, con bien poco se conforma. Pero tú nunca tuviste detalles, ésta es la verdad, Mario, la cartita de cumplido y sanseacabó. Y no es que yo vaya a decir ahora que la Memoria de papá fuera una cosa extensa ni complicada, que eso no, de acuerdo, pero estaba muy bien escrita, no me digas, que yo, aunque no me da por ahí, como era cosa tuya, me la leí, ¡tres veces, date cuenta!, y me encantó, que no te lo creerás, todo eso del método regresivo, o como se llame, eso de estudiar la Historia para atrás, como los cangrejos, porque las guerras y esas cosas no suceden en balde, son por algo, y como decía papá, que en la cómoda tengo todavía un ejemplar, ya ves, con esa facilidad que él tiene para escribir, "te remontas de las consecuencias a las causas". Yo estoy segurísima, ya ves, de que si aprobaste fue por papá, que nunca se sabe pero en este caso concreto, fue una suerte que te despistaras, porque tú serás muy minucioso y todo lo que quieras, pero nunca hubieras hecho un trabajo tan bonito como el de papá, porque papá es buenísimo, Mario, que me estoy diciendo bueno hasta mañana y todavía no he empezado a decir todo lo bueno que es, y ten por seguro que hubiera venido ayer de no estar tan viejecito, que el pobre ya no está para nada, ésa es la pura verdad, que Julia dice que ni sale de casa, figúrate en Madrid con tanto tráfico, natural, pero menudo telegrama ha puesto, Mario, el más sentido, y luego tan bien redactado, me hizo llorar, yo que me estaba haciendo la valiente, no me pude contener, fíjate, que menudo disgusto tendrá el pobre. En cuanto a Constantino, mejor que se quede en casa, que, te pones a ver, y ni te conocía. Y, por otra parte, no me gusta un pelo que se roce con Mario, que será una suspicacia si quieres, pero yo no puedo mirar a ese chico como a un sobrino corriente, no lo puedo remediar, me parece como que llevara escrito en la cara que es hijo del pecado, ya ves. ¡Qué vergüenza, Mario, cómo los encontré, si vieras! Fue el mismo día que se tomó Santander, no se me olvidará en la vida, abrazados, revolcándose en la alfombra, ¡qué espanto, no lo quiero ni pensar!! Y el carota de él, todavía, que "jugábamos, bambina", sinvergüenza, que casi me da un patatús, es que no faltó ni el canto de un duro. Y el caso es que yo hubiera jurado que a Galli le gustaba yo, pero si Julia le dio pie, él, a ver, no es tonto, sabía adonde iba, conmigo podía haberlo intentado, que me dio una rabia espantosa, pero no dije ni pío, por vergüenza, a ver, que mamá ni se enteró hasta que Julia empezó a abultarse y entonces la llevó a Burgos y luego a Madrid. Pero imagina lo que fue aquello para mamá, que en paz descanse, un golpe de muerte, ella tan correcta, tan bien relacionada, porque lo de Julia fue la comidilla, que tú en la luna, hijo, que no me explico, que se enteraron hasta las ratas, que esas cosas por mucho que se quiera no se pueden ocultar. ¡Pobrecita mamá, lo que ella pasó! Con decirte que hasta escribió a Roma está dicho todo, que ella pretendía deshacer el primer matrimonio de Galli, ¿comprendes?, pero él, por lo visto, tenía dos hijos con la otra y eso es lo malo, los hijos para estas cosas, según dicen, fatal, es dificilísimo. Y en medio de todo, papá se ponía gracioso: "Y que este tipejo me haya hecho a mí saludar con el brazo en alto", imagina, con lo monárquico que es, estaba furioso, bueno, furioso es poco, que se comprende, si coge a Galli en aquellos momentos yo creo que le estrangula. Yo, te lo confieso, estaba deseando casarme para contarte todo, ¿te acuerdas que tú me preguntabas de novios por Julia y yo te decía, bien, en Madrid, en Bellas Artes? ¿Te acuerdas? Pues era por eso, que en cuanto acabó la guerra, ella se fue allí con el niño y ya no volvió, y cuando mamá, que en paz descanse, murió, papá se fue con ella, la perdonó, te advierto, porque llevaba siete años lo menos sin hablarla. Y mamá, casi peor, con lo golosa que era, dejó de comer dulces, fíjate, pero para siempre, que menudo sacrificio. Pero yo, antes de casarnos, pensaba en la cara que pondrías cuando te lo dijera, que no veía el momento de las ganas, y en el tren, te lo planté, ¿recuerdas?, que no quieras saber el coraje que me dio, tú tan terne, que debes de tener sangre de horchata, hijo mío, "Dios es misericordioso; las guerras trastornan muchas cosas", que qué tendrán que ver las guerras con la vergüenza, que te hubiera matado, porque si por algo me compensaba lo de Julia, bueno, compensarme no, ya me entiendes, era por contártelo, que yo me decía "se va a quedar helado", y, luego, ni caso, lo mismo que cuando me vine a todo correr a decirte lo de Maximino Conde para una novela, es que ni mirarme, "bastante desgracia tiene", ya ves qué salida. Y lo que me indigna es que si eso para ti no tiene importancia, no me hayas agradecido el que yo sea de otra manera, porque, por si lo quieres saber, yo con Evaristo, o con Paco, o con mi ahijado el legionario, o con el mismo Galli, o con el lucero del alba, pude hacer lo propio, cuando me hubiera dado la gana, fíjate, y si no lo hice es por respeto a unos principios, pero hoy parece como si eso de los principios fuese una ridiculez, que yo no sé dónde vamos a parar, y que si una es buena y honesta es por pura casualidad. Porque dime una cosa, Mario, ¿te hubiera gustado a ti casarte conmigo después de acostarme con Galli Constantino? No, ¿verdad? Pues, entonces, botarate, ¿a qué ton tanta indulgencia con mi hermana? Hay que ser imparciales, cariño, y Julia, hablando en plata, fue una sinvergüenza, ¡qué guerra ni qué ocho cuartos!, que vosotros por meteros con la guerra sois capaces hasta de negar la luz del día, ni más ni menos, que lo de Galli lo disculpas y luego tú, cuando podías, que ésa es otra, que ya estábamos con la bendición y todo, media vuelta y hasta mañana, que eso es algo, fíjate bien, que no podré olvidar por mil años que viva, excuso decirte, un desprecio así, que ni a Valen me atrevo a contárselo, date cuenta, con la confianza que yo tengo con Valen.

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