11

De súbito, se vio entrando por la puerta de una ciudad en la que nunca había estado. Inmediatamente pensó que no llevaba encima ni un céntimo y tampoco veía ningún modo rápido de conseguirlo, pues allí no conocía a nadie. Si hubiese salido a pasear llevándose el burro, el problema económico estaría resuelto, ya que un animal como el suyo valía su peso en oro, como cualquier comprador admitiría. Les preguntó a dos hombres que pasaban cuál era el nombre de la ciudad, y uno de ellos respondió, A esto de aquí se le llama tierra de uz. El tono natural, sin muestra de impaciencia, animó a caín a lanzar otra pregunta, Y dónde puedo encontrar trabajo, añadiendo, como si necesitara justificarse, Es que acabo de llegar, no conozco a nadie. Los hombres lo miraron de arriba abajo, no le encontraron pinta de mendigo o de vagabundo, sólo se detuvieron un instante mirándole la señal de la frente, y el segundo dijo, El propietario más rico de estos lugares y de todo oriente se llama Job, ve a pedirle que te dé trabajo, tal vez tengas suerte, Y dónde lo podré encontrar, preguntó caín, Ven con nosotros, te llevaremos hasta allí, él tiene tantos servidores que uno más o menos no lo notará, Tan rico es, Es inmensamente rico, imagínate lo que es ser dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas burras, Los pobres tienen mucha imaginación, dijo caín, incluso podría decirse que no tienen otra cosa, pero confieso que a tanto no llego. Se hizo un silencio y después uno de los hombres dijo, como por casualidad, Nosotros ya nos conocemos, También yo tengo esa vaga idea, dijo caín, con cierto reparo, Te llamas caín y estabas en sodoma cuando la ciudad fue destruida, tenemos buena memoria, Sí, es verdad, ahora me acuerdo, Ya sabes, mi colega y yo somos ángeles del señor, Y quién soy yo para que dos ángeles del señor hayan querido acudirme en esta dificultad, Fuiste bueno con abraham, nos ayudaste para que no nos sucediera nada malo en casa de lot y eso merece una recompensa, No sé cómo agradecerlo, Somos ángeles, si nosotros no hacemos el bien, quién lo hará, preguntó uno de ellos. Para armarse de valor caín respiró hondo tres veces antes de hablar, Si vuestro encargo en sodoma era destruir la ciudad, cuál es la misión que os trae aquí ahora, No podemos revelársela a nadie, avisó uno, Bueno, no es secreto, dijo el otro, y para todos dejará de serlo en cuanto las cosas sucedan, además, este que está con nosotros ya ha demostrado ser de confianza, Asumes la responsabilidad de la confidencia, imagínate que decide salir corriendo a contárselo a Job, Lo más probable es que no lo creyera, Bien, haz lo que quieras, en esto me lavo las manos. Caín se detuvo y dijo, No merece la pena que discutáis por mi causa, contádmelo si queréis, si no queréis no me contéis nada, yo ni obligo ni pido. Ante tanto desprendimiento hasta el ángel reticente se rindió, Cuéntaselo, le dijo al otro, y luego, dirigiéndole a caín una mirada severa, le ordenó, Y tú, jura que no le dirás a nadie lo que vas a oír, Lo juro, dijo caín, levantando la mano derecha. Entonces el otro ángel comenzó, Hace unos días, como sucede de vez en cuando, se reunieron los seres celestes ante el señor y también estaba presente satán, y dios le preguntó, De dónde vienes ahora, y satán respondió, He estado dando una vuelta por la tierra, y el señor le hizo otra pregunta, Te fijaste en mi siervo Job, no hay otro como él en el mundo, es un hombre bueno y honesto, muy religioso, y no hace nada mal. Satán, que oía con una sonrisa irónica, desdeñosa, le preguntó a dios, Crees que sus sentimientos son desinteresados, no es verdad que, como si lo cercaras con una muralla, tú lo proteges de todo mal, a él, a su familia y a todo lo que le pertenece. Hizo una pausa y continuó, Pero prueba a levantar una mano contra lo que es suyo y verás si él no te maldice. Entonces el señor le dijo a satán, Todo lo que le pertenece está a tu disposición, pero a él no lo puedes tocar. Satán lo oyó y se fue, y nosotros aquí estamos, Para qué, preguntó caín, Para que satán no se exceda, para que no vaya más allá de los límites que el señor le marcó. Entonces caín dijo, Si he entendido bien, el señor y satán han hecho una apuesta, pero Job no puede saber que ha sido objeto de un juego entre dios y el diablo, Exactamente, exclamaron los ángeles a coro, A mí no me parece muy limpio por parte del señor, dijo caín, si lo que he oído es verdad, Job, pese a ser rico, es un hombre bueno, honesto, y para colmo muy religioso, no ha cometido ningún crimen, pero va a ser castigado sin motivo alguno con la pérdida de sus bienes, tal vez, como tanta gente dice, el señor es justo, pero a mí no me lo parece, esto me hace recordar lo que le sucedió a abraham, al que dios, para ponerlo a prueba, ordenó que matara a su hijo isaac, en mi opinión, si el señor no se fía de las personas que creen en él, no veo por qué esas personas tienen que fiarse del señor, Los designios de dios son inescrutables, ni nosotros, ángeles, podemos penetrar en su pensamiento, Estoy cansado de esa cháchara de que los designios del señor con inescrutables, respondió caín, dios debería ser transparente y límpido como cristal en lugar de este continuo pavor, de este continuo miedo, en fin, dios no nos ama, Él fue quien te dio la vida, La vida me la dieron mi padre y mi madre, juntaron carne con carne y yo nací, no consta que dios estuviese presente en el acto, Dios está en todas partes, Sobre todo cuando manda matar, un solo niño de los que murieron abrasados en sodoma bastaría para condenarlo sin remisión, pero la justicia, para dios, es un palabra vana, ahora hará sufrir a Job por una apuesta y nadie le pedirá cuentas, Cuidado, caín, hablas demasiado, el señor está oyéndote y tarde o temprano te castigará, El señor no oye, el señor es sordo, por todas partes se le alzan súplicas, son los pobres, los infelices, los desgraciados, todos implorándole el remedio que el mundo les niega, y el señor les da la espalda, comenzó haciendo una alianza con los hebreos y ahora hace un pacto con el diablo, para esto no merece la pena que haya dios. Los ángeles protestaron indignados, amenazaron con dejarlo allí, sin empleo, con lo que el debate teológico terminó y las paces fueron más o menos restablecidas. Uno de los ángeles llegó incluso a decir, Creo que el señor apreciaría discutir contigo sobre estos asuntos, Tal vez algún día, respondió caín. Estaban ante la puerta de la gran casa de job, uno de los ángeles solicitó hablar con el intendente, que no vino en persona, pero mandó a un representante para saber qué pretendían, Trabajo, dijo el ángel, no para nosotros, que somos de otros lugares, sino para este amigo nuestro que acaba de llegar y quiere fundar una nueva vida en la tierra de uz, Tú qué sabes hacer, preguntó el delegado del intendente, Entiendo un poco de burros, he sido ayudante de albéitar en el ejército de josué, Muy bien, es una buena recomendación, voy a mandar a un esclavo para que te acompañe y te incorporarás ahora mismo, sólo necesito que me digas tu nombre, Soy caín, Y de dónde vienes, De las tierras de nod, Nunca las he oído nombrar, No eres el primero que no lo sabe, quien dice tierras de nod, dice tierras de nada. Entonces uno de los ángeles le dijo a caín, Estás en buenas manos, ya tienes trabajo, Mientras dure, respondió caín con una sonrisa apagada, No te pongas en lo peor, intervino el delegado del intendente, quien tiene la suerte de entrar un día en esta casa encuentra trabajo para toda la vida, no hay un hombre mejor que job. Los ángeles se despidieron de caín con un abrazo y regresaron a su tarea de fiscales del cumplimiento de las órdenes del señor, quién sabe si todo esto, al final, no acabará teniendo un desenlace mejor que aquel que parece prometido.


Desgraciadamente, fue peor que todo lo que podría imaginarse. Pertrechado con la carta de plenos poderes que le había sido concedida, satán atacó al mismo tiempo en todos los frentes. Un día en que los hijos e hijas de Job, siete ellos, tres ellas, estaban a la mesa bebiendo vino en casa del hermano mayor, un mensajero, precisamente nuestro conocido caín, que, como sabemos, trabajaba con los asnos, llegó a casa de Job y le dijo, Los bueyes labraban y las jumentas pastaban cerca cuando, de repente, aparecieron los sábeos y lo robaron todo y pasaron a cuchillo a los criados, sólo escapé yo para traerte la noticia. Todavía estaba hablando caín cuando llegó otro mensajero y dijo, El fuego de dios cayó del cielo, quemó y redujo a cenizas a las ovejas y a los esclavos, sólo escapé yo para traerte la noticia. Éste aún no se había callado y llegó otro, Los caldeos, dijo, divididos en tres cuadrillas, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron después de haber pasado a los criados por el filo de la espada, sólo he escapado yo para traerte la noticia. Seguía éste hablando cuando he aquí que entró otro y dijo, Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa del hermano mayor cuando de repente un huracán se levantó del otro lado del desierto y sacudió los cuatro pilares de la casa, que se derrumbó sobre ellos y los mató a todos, sólo conseguí escapar yo para traerte la noticia. Entonces job se levantó, se rasgó el manto y se afeitó la cabeza, hecho lo cual, postrado en tierra, dijo, Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo he de volver al seno de la tierra, el señor me lo dio, el señor me lo quitó, bendito sea el nombre del señor. El desastre de esta infeliz familia no se va a quedar aquí, pero, antes de proseguir, permítasenos unas cuantas observaciones. La primera, para manifestar extrañeza ante el hecho de que satán pueda disponer a su antojo, y para servicio de sus intereses particulares, de los sábeos y de los caldeos, la segunda, para expresar una extrañeza todavía mayor ante el hecho de que satán haya sido autorizado a usar un fenómeno natural, como es el caso del huracán, y, lo que todavía es peor, y además inexplicable, a utilizar el propio fuego de dios para quemar las ovejas y a los esclavos que las guardaban. Por tanto, o satán puede mucho más de lo que pensábamos, o estamos ante una gravísima situación de complicidad tácita, por lo menos tácita, entre el lado maligno y el lado benigno del mundo. El luto cayó como una losa funeraria sobre las tierras de uz, pues los muertos habían nacido todos en la ciudad, ahora condenada, no sabemos hasta cuándo, a una miseria general en la que el menos pobre no era ciertamente job. Pocos días después de estos infaustos acontecimientos se celebró en el cielo una nueva asamblea de seres celestes y satán estaba otra vez entre ellos. Entonces el señor le dijo, De dónde vienes tú, y satán respondió, Vengo de dar otra vuelta por el mundo y recorrerlo todo, Reparaste en mi siervo job, preguntó el señor, no hay nadie como él en la tierra, hombre íntegro, recto, temeroso de dios y apartado del mal, y que persevera siempre en su virtud, pese a que me incitaste contra él para que yo lo atribulase sin que lo mereciera, y satán respondió, Lo hice con tu acuerdo, si job lo merecía o no lo merecía no era asunto mío, ni la idea de atormentarlo fue mía, y prosiguió, Un hombre es capaz de dar todo lo que tiene y hasta su propia piel para salvar la vida, pero prueba a levantar tu mano contra él, haz que sufra enfermedades en sus huesos y en su cuerpo y verás si él no te maldice cara a cara. Dijo el señor, Ahí lo tienes a tu disposición, pero con la condición de que no le quites la vida, Eso me basta, respondió satán, y se fue de allí hasta donde estaba job, al que, en menos tiempo de lo que se tarda en contarlo, cubrió de horribles llagas desde la planta de los pies hasta la cabeza. Había que ver al infeliz sentado en el polvo del camino mientras se iba raspando el pus de las piernas con un cascote de teja, como el último de los últimos. La mujer de job, de la que hasta ahora no habíamos oído una sola palabra, ni siquiera para llorar la muerte de sus diez hijos, pensó que ya era hora de desahogarse y le preguntó al marido, Todavía te mantienes firme en tu rectitud, yo, en tu caso, si estuviera en tu lugar, maldeciría a dios aunque por ahí me llegara la muerte, a lo que job respondió, Estás hablando como una ignorante, si recibimos el bien de manos de dios, por qué no recibiríamos también el mal, ésta fue la pregunta, pero la mujer respondió airada, Para el mal ya está satán, que el señor aparezca ahora como su competidor es algo que nunca se me había pasado por la cabeza, No puede haber sido dios el que me ha puesto en este estado, sino satán, Con el acuerdo del señor, dijo ella, y añadió, Siempre he oído decir a los antiguos que las mañas del diablo nada pueden contra la voluntad de dios, pero ahora dudo de que las cosas sean tan simples, lo más seguro es que satán no sea nada más que un instrumento del señor, el encargado de llevar a cabo los trabajos sucios que dios no puede firmar con su nombre. Entonces job, en el culmen del sufrimiento, tal vez, sin confesarlo, animado por la mujer, rompió el dique del temor de dios que le sellaba los labios y exclamó, Perezca el día en que nací y la noche en que fue dicho, Ha sido concebido un varón, conviértase ese día en tinieblas, que dios desde lo alto no le preste atención ni la luz resplandezca sobre él, que de él se apoderen las tinieblas y la oscuridad, que las nubes lo envuelvan y los eclipses lo aterren, que no se mencione ese día entre los días del año, ni se cuente entre los meses, que sea estéril tal noche y no se haga oír en ella ningún grito de alegría, oscurézcanse las estrellas de su crepúsculo, en vano se espere la luz y no se abran los párpados de la aurora por no haberme cerrado la salida del vientre de mi madre, impidiendo que llegara a ver tanta miseria, y así se fue quejando job de su suerte, páginas y páginas de imprecaciones y lamentos, mientras tres amigos suyos, elifaz de teman, bildad de súaj y sofar de naamat, le iban haciendo discursos sobre la resignación en general y el deber de todo creyente de acatar con la cabeza baja la voluntad del señor, sea ella la que sea. Caín había conseguido un trabajo, poca cosa, cuidador de los burros de un pequeño propietario al que tuvo que repetir mil veces, a él y a sus parientes, cómo fue el ataque de los sábeos y el robo de las burras. Suponía que los ángeles todavía estarían por allí recogiendo informaciones de la desgracia de job para llevárselas al señor, que estaría impaciente, pero, contra sus expectativas, fueron ellos quienes se le aparecieron para felicitarlo por haber escapado de la crueldad de los nómadas sábeos, Un milagro, dijeron. Caín lo agradeció como era su deber, pero el privilegio no podía hacerle olvidar los agravios de dios, que iban en aumento, Supongo que el señor estará contento, les dijo a los ángeles, ha ganado la apuesta contra satán porque, a pesar de todo lo que está sufriendo, job no ha renegado de él, Todos sabíamos que no lo haría, También el señor, imagino, El señor el primero de todos, Quiere decir eso que él apostó porque tenía la certeza de que iba a ganar, En cierto modo, sí, Por tanto, todo está como estaba, en este momento no sabe más de job de lo que sabía ya antes, Así es, Entonces, si es así, explicadme por qué job está cubierto de lepra, cubierto de llagas purulentas, sin hijos, arruinado, El señor encontrará la manera de compensarlo, Resucitará a sus diez hijos, levantará las paredes, hará regresar a los animales que no mataron, preguntó caín, Eso no lo sabemos, Y qué le hará el señor a satán, que tan mal uso, por lo visto, parece haber hecho de la autorización que le fue dada, Probablemente nada, Cómo nada, preguntó caín en tono escandalizado, incluso aunque los esclavos no cuenten para las estadísticas, hay mucha más gente muerta, y oigo que probablemente el señor no va a hacer nada, En el cielo las cosas siempre han sido así, no es culpa nuestra, Sí, cuando en una asamblea de seres celestes está presente satán hay algo que el simple mortal no entiende. La conversación se quedó en ese punto, los ángeles se fueron y caín comenzó a pensar que tendría que encontrar un camino más respetable para su vida, No me voy a quedar aquí el resto del tiempo cuidando burros, pensó. El propósito era digno de consideración y alabanza, pero las alternativas eran nulas, salvo si regresaba a las tierras de nod y ocupaba su lugar en el palacio y en la cama de lilith. Engordaría, le haría dos o tres hijos más o también, ahora se le ocurría la idea, podría ir a ver cómo estaban sus padres, si seguían vivos, si estaban bien. Se disfrazaría para que no lo reconociesen, pero esa alegría nadie se la podría quitar, Alegría, se preguntó a sí mismo, para caín nunca habrá alegría, caín es el que mató a su hermano, caín es el que nació para ver lo inenarrable, caín es el que odia a dios.


Le faltaba un burro que lo llevase. En un primer momento todavía pensó en dejarse de burros e ir a pie, pero, si el paso de un presente a otro tardaba, no le quedaría otro remedio que andar errante por esos desiertos guiándose por las estrellas cuando fuera noche y esperando que volvieran a aparecer cuando fuese día. Además, no tendría con quién hablar. Al contrario de lo que generalmente se piensa, el burro es un gran conversador, basta reparar en las diversas maneras que tiene de roznar y de rebuznar y en la variedad de movimientos de las orejas, no todas las personas que montan burros conocen su lenguaje, de ahí que se repitan situaciones aparentemente inexplicables como la de clavarse el animal en medio del camino, inmóvil, y no salir de ahí ni aunque lo muelan a palos. Se dice entonces que el asno es tan cabezota como un burro, cuando al fin y al cabo de lo que se trata es de un problema de comunicación, como tantas veces sucede entre los humanos. La idea de ir a pie no duró mucho en la cabeza de caín. Necesitaba un burro, aunque tuviese que robarlo, pero nosotros, que lo vamos conociendo cada vez mejor, sabemos que no lo hará. Aunque asesino, caín es un hombre intrínsecamente honesto, los disolutos días vividos en contubernio con lilith, censurables desde el punto de vista de los prejuicios burgueses, no fueron suficientes para pervertir un innato sentido moral de la existencia, véase la valiente confrontación que viene manteniendo con dios, aunque, es obligatorio decirlo, de tal cosa el señor no se haya percatado aún, salvo si se recuerda la discusión que ambos mantuvieron ante el cadáver todavía caliente de abel. En este ir y venir de pensamientos se le ocurrió a caín la salvadora idea de comprar uno de los burros que estaban a su cuidado, recibiendo en dinero contante sólo la mitad del sueldo y dejando la otra mitad en manos del propietario como pago anticipado. Un inconveniente iba a ser la lentitud del proceso de liquidación, pero caín no tiene prisas, no hay en el mundo nadie que lo espere, ni siquiera lilith, por más vueltas que su cuerpo, nervioso e impaciente, dé en la cama. El dueño de los burros, que no era mala persona, hizo las cuentas a su manera, de forma que beneficie los intereses de caín, al que tal cosa ni se le pasa por la cabeza, sobre todo porque las matemáticas nunca se le dieron bien. No fueron necesarias muchas semanas para que caín se viese, por fin, investido con la posesión de su jumento. Podría partir cuando quisiera. En la víspera de la salida decidió ir a ver cómo estaba su antiguo patrón, si ya se le habían curado las llagas, pero tuvo que verlo sentado en el suelo, ante la puerta de casa, raspándose las heridas de las piernas con un cascote de teja, tal como el día en que la maldición le cayó encima, que maldición, y de las peores, fue que dios lo abandonara en manos de satán. A gran nave, gran tormenta, dice el pueblo, y la historia de job lo viene demostrando hasta la saciedad. Discreto, como le conviene a un forajido, caín no se aproximó para desearle mejoría en su salud, en resumidas cuentas este patrón y este empleado ni habían llegado a conocerse, es lo malo que tiene la división de clases, cada uno en su lugar, a ser posible donde nació, así no habrá ninguna manera de que hagan amistad oriundos de diversos mundos. Montado sobre el burro que ya le pertenecía por derecho, caín volvió a su lugar de trabajo para preparar el equipaje. En comparación con el jumento que se quedó en los establos del palacio de lilith, aquella magnífica estampa de burro que hizo despertar la codicia del albéitar en jericó, la nueva montura es más una especie de rocinante jubilado que un ejemplar para desfiles. Sin embargo, incluso el menos exigente de los juicios independientes tendrá que reconocer que es sólido de patas, aunque las tenga delgadas y algo desgarbadas. En conjunto, como está pensando el antiguo dueño, que ha venido a despedirse a la puerta, caín no irá mal servido cuando al día siguiente, por la mañana temprano, se ponga en camino.

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