Ahora vuelvo a ser yo mismo y, sin embargo, imaginarme todavía más que era sobre mí me hizo sentirte más cerca.
¡Qué lindo es viajar a verte y estar con vos cada vez que quiero!
¡Qué lindo es amarte! ¡Qué lindo es que existas!
Claudette:
Tus preguntas no tienen fin. ¿Querés saber que opino sobre la teoría psicoanalítica de la neurosis?
Me parece un trabajo intelectual excelente y que, indudablemente echa luz sobre la comprensión de lo que podría ser el proceso de gestión y de instauración del trastorno neurótico. Sin embargo, no quiero dejar de decirte que, en mi opinión, no se necesita un conocimiento sobre el curso de los electrones o sobre las teorías de Alexander Volta para cambiar una bombita o arreglar una plancha.
Para estas y otras cosas, en general, alcanza con el sentido común, la observación y el aprendizaje empírico. Un neurótico es un tipo que no disfruta de su vida. Es alguien a quien le pasan las cosas.
Es un disconforme permanente.
Es un manejador de los otros y de sí MiSMO.
Un neurótico es alguien que se pasa la mitad de su vida poniéndose trampas y la otra mitad cayendo en ellas.
Esta última frase me encanta; me parece clara y completa.
Preguntarás: ¿cómo se manifiestan estas trampas…? Fundamentalmente, en un individuo neurótico aparecen cuatro cosas:
1 – Inmadurez
2 – Anhedonía (¡Qué palabra!)
3 – Interrupción
4 – Falta de límite entre afuera y adentro
1 -Inmadurez: Es la falta de maduración. Entendiendo por maduración un proceso de crecimiento continuo, que consiste en traspasar el apoyo ambiental al autoapoyo.
Proceso significa tiempo y cambio. Crecimiento significa expansión del Yo.
Continuo significa que no tiene principio ni final durante la vida del individuo.
Respecto del apoyo ambiental y el autoapoyo, quedate por ahora con el sentido obvio de estos conceptos y dejemos para otra carta más aportes sobre este punto.
2 – Anhedonía: Es la ausencia de placer. La incapacidad para obtener bienestar de lo que se hace.
No importa cuánto esfuerzo haga, cuán importante sea su logro, cuán adecuada sea su conducta. El neurótico no se permite el placer, por lo menos no el placer pleno, el que satisface, el placer sano.
3 – Interrupción: Es el mecanismo por el cual el neurótico impide que un proceso se desarrolle naturalmente y concluya.
Interrumpir, etimológicamente significa: "romper un vínculo o contacto entre dos cosas, personas o situaciones", Si para pasar de A a B me interrumpo infinitas veces, nunca llegaré.
El mejor ejemplo es el del proceso de confusión. Cuando algo me confunde, tengo dos posibilidades:
a) tratar de salir de la confusión;
b) dejame estar en ella. Quizás, en el primer caso es el de la interrupción.
Quizá en apariencia se obtenga una sensación de tranquilidad, pero esa tranquilidad es por "superar el miedo a estar confuso", y no por aclarar qué me confunde. Sólo la confusión es un proceso normal del darse cuenta, a partir de ella surge el contacto con mi (des-cubrir) la realidad. Cuando no me interrumpo, dejo que el proceso se complete y se agote. El salir de la confusión es, muchas veces, la consecuencia de dejarme estar en ella.
La certeza es, en general, la consecuencia de la duda y, por lo tanto, es una apertura y el más positivo de los caminos hacia la realidad.
Interrumpir es como negarme a mantener dentro de mí mismo una situación inconclusa, que dejará paso a nuevas interrupciones.
4 – Falta de límite entre afuera y adentro: Esta es quizás la más clara manifestación de los trastornos neuróticos. Darme cuenta de que el límite de mi piel separa un afuera de mí, de un adentro de mí; parece una perogrullada y sin embargo es la dificultad que da origen, en gran medida, a las otras tres.
Cuando interactúo con el otro y él me dice lo que le molesta, lo que le gusta, lo que le duele… sólo teniendo claro que él está afuera de mí puedo contactarme conmigo y así, hacerme cargo únicamente de lo mío. Porque "sólo soy perchero de mi propio sombrero".
Te acordarás de lo afecto que soy a decir "asunto tuyo"… o "asunto de él"… Estas frases son, para mí, como la profundización de mi conciencia del afuera y el adentro. Creo firmemente que si todos pudiésemos darnos cuenta de esta diferencia, de este límite que impone nuestra piel, gran parte de las broncas, de las frustraciones, de las expectativas y de los sacrificios que padecemos, morirían de muerte natural.
A partir de todo esto es que tratamos de ayudar a nuestros pacientes.
Si conseguimos que tan solo uno de ellos comprenda qué cosas son adentro y qué cosas son afuera; si conseguimos que no se interrumpa; que disfrute de sus cosas y que se apoye sobre sí mismo responsabilizándose de sus actos, entonces nosotros perderemos un cliente y él ganará una nueva vida.