AGRADECIMIENTOS

Como de costumbre, son muchas las personas a las que debo expresar mi gratitud. Pero, como siempre también, le doy las gracias en primer lugar a Micke y a mis hijos, Wille y Meja.

Mientras he estado trabajando en este libro, he recibido la ayuda de Joñas Lindgren, del Instituto Forense de Gotemburgo, y de los policías de la comisaría de Tanumshede, entre los que merecen mención aparte Folke Asberg y Petra Widén, así como Martin Melin, de la policía de Estocolmo.

Leyeron y comentaron el manuscrito Zoltan Szabo-Läckberg, Anders Torevi y Kart-Axel Wikstróm, jefe del Área de Cultura del ayuntamiento de Tanum. Muchas gracias por tomaros el tiempo necesario para revisar los detalles.

Karin Linge Nordh, de la editorial Forum, también esgrimió en esta ocasión su afilado bolígrafo rojo para elevar y mejorar el contenido y la redacción del libro. Y gracias, ¿cómo no?, a todos los demás editores de Forum: ¡siempre es un placer trabajar con vosotros!

Una aportación indispensable para el trabajo sois quienes habéis hecho de canguros a todas horas: la abuela Gunnel Läckberg, los abuelos Mona y Hasse Eriksson, así como Gabriella y Jórgen Gullbrandson y Charlotte Eliasson. Sin vosotros jamás habría conseguido componer el rompecabezas de la vida cotidiana.

A Bengt Nordin y Maria Enberg, de Nordin Agency, quisiera expresar desde aquí un agradecimiento especial: gracias a vosotros llego a toda Suecia, y al mundo.

«Chicas», vosotras sabéis quiénes sois… Gracias por vuestro apoyo, vuestro ánimo y por nuestras conversaciones cuando menos divertidísimas. ¿Qué hacía yo antes de conoceros?

Una aportación totalmente inesperada pero muy positiva ha sido la recibida de los lectores del blog. También en su caso, el apoyo ha sido el protagonista. Y lo mismo os digo a todos aquellos que os habéis comunicado conmigo por correo electrónico a lo largo del año. ¡Ah, y gracias también por las propuestas de nombres que me han llegado a través del blog! Sin embargo, lo más importante han sido los textos sobre Ulle que Finn, en un gesto de enorme generosidad, me ha permitido compartir. La echamos de menos.

Finalmente, quiero darles las gracias a mis amigos, que me han esperado pacientemente mientras yo me «refugiaba en la cueva» para escribir.

Todos los errores son obra de la autora y los personajes de la novela, producto de mi imaginación. Salvo «Leif el de la basura», que me había confesado su preocupación por que le pusiera un cadáver en el camión. Ni que decir tiene que fue una tentación demasiado atractiva para no caer en ella…


Camilla Läckberg

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