Si a alguien se le ocurre comprobar el tiempo que hizo durante el mes de noviembre de 1981, descubrirá que aquél fue un invierno inusualmente suave. Yo me he tomado la libertad de bajar la temperatura unos grados.
Por lo demás, todo lo que cuenta el libro es cierto, aunque ocurriera de otra manera.
Quiero también mostrar mi agradecimiento a algunas personas.
Eva Månsson, Michael Rübsahmen, Kristoffer Sjögren y Emma Bengtsson leyeron la primera versión y me hicieron comentarios muy valiosos.
Jan-Olof Wesström la leyó y no hizo ningún comentario. Pero es mi mejor amigo.
Aron Haglund la leyó, y le gustó tanto el relato que me atreví a enviarlo. Gracias por ello.
Gracias también al personal de la biblioteca de Vingåker que con paciencia y amabilidad buscaron y pidieron libros poco habituales que yo necesitaba para escribir este libro. Una pequeña biblioteca con un gran corazón.
Y naturalmente: gracias a Mia, mi mujer, que me ha escuchado leyendo el texto en voz alta a medida que iba creciendo, persuadiéndome para que cambiara lo que era malo y desarrollara lo que estaba bien. No me atrevo ni a mencionar las escenas que hubieran estado en el libro si no hubiera sido por ella.
Gracias a todos.