Quiero empezar por dar las gracias a mi editor, Charlie Spicer, de la editorial St. Martin's Press, por sus consejos expertos, su orientación y su fe en este libro desde el momento en el que llegó a su mesa. Su ayudante, Joe Cleemann, también fue de gran ayuda en muchos aspectos. Gaby Monet, de HBO, fue un amigo insustituible que me ayudó enormemente a entender las grandes complicaciones de este relato. Muchas gracias a mi leal amigo y confidente Mike Kostrewa, por toda la orientación que me prestó con sus conocimientos sobre Jersey City y sobre la gente de origen polaco y su cultura. También quiero dar las gracias a la prisión estatal de Trenton, por haberme permitido que me entrevistara con Richard Kuklinski en el centro. También quiero dar las gracias a Anna Bierhouse, por sus sugerencias, y a toda la buena gente de Sanford Greenburger, que es la mejor agencia literaria del mundo: siguen tratando a los escritores como a artistas sensibles, cosa rara en nuestros tiempos. Sería un desagradecido si no diera las gracias a mis padres, Dante y Nina Carlo, por su apoyo incansable. Mi agradecimiento a Crystal Proenza, por la paciencia y buen ánimo que tuvo para convertir mis gruesos borradores escritos a mano en manuscritos impecables. También quiero dar las gracias a Bárbara, Merrick, Chris y Dwayne Kuklinski, por la amabilidad con la que me facilitaron datos y me manifestaron sus sinceras impresiones.