Capítulo Ocho

Cuando Lily consiguió recuperar el ritmo respiratorio normal, abrió los ojos y se encontró tumbada boca arriba en el suelo de su salón.

Estaba desnuda, húmeda y pegada a otro cuerpo, un cuerpo maravilloso que hacía que se le acelerara el corazón.

Logan la besó en el cuello y sonrió de manera sensual.

Lily sonrió también.

Logan deslizó una mano por su pecho y se puso a juguetear con su pezón, que al instante se endureció.

– ¿Quieres comer algo? -le preguntó Lily.

– No, gracias.

– Pues yo, sí.

Logan observó en silencio cómo Lily se ponía en pie y comenzaba a recoger la ropa.

– ¿Estás bien?

Lily se rió en señal de que estaba estupendamente. Se había puesto en pie porque estaba muerta de hambre, no porque estuviera intentando disimular desesperadamente que no quería mirarse en aquellos increíbles ojos, que quería esconder la verdad.

Tenía miedo.

Tenía miedo porque lo que acababa de compartir con aquel hombre no era lo de siempre y tenía la sensación de que, aunque siguiera acostándose con él las tres noches que le quedaban allí, seguiría sintiendo lo mismo.

– ¿Qué te pasa? -le preguntó Logan poniéndose también en pie.

– Ya te lo he dicho. Tengo hambre -contestó Lily girándose para ir hacia la cocina.

Pero Logan la agarró del brazo y la giró hacia él.

– ¿Qué te pasa? -insistió.

Lily sintió que se le formaba un nudo en la garganta y que las lágrimas amenazaban con salirse de sus ojos, pero ella nunca lloraba y, menos, por un nombre.

Logan le retiró un mechón de pelo de la cara y sonrió con ternura.

– ¿Me he acercado demasiado a tu corazón mientras hacíamos el amor? ¿Es eso?

– No digas tonterías -contestó Lily apartándose-. ¿Palomitas de maíz o tostadas? La verdad es que no tengo mucho para ofrecer porque normalmente, cuando tengo hambre, me voy a la cafetería.

– Lo que tú quieras.

– Palomitas -decidió Lily girándose hacía la pequeña cocina.

Logan se quedó mirándola, pero ella prefirió ignorar aquellos ojos hambrientos que evidenciaban el deseo de aquel hombre por ella.

Lily metió la bolsa de palomitas en el microondas y se quedó mirándola atentamente mientras se hinchaba. Cuando el aparato le indicó que estaban hechas, sacó la bolsa, la abrió y se puso a comerse el maíz.

– Ven aquí a sentarte conmigo -le indicó Logan desde el sofá.

Lily se sentó a su lado, dejando una distancia prudencial, pero Logan se acercó rápidamente, tomándola entre sus brazos. A Lily no le pareció una sensación desagradable en absoluto.

– ¿Qué haces cuando no trabajas? -le preguntó Logan metiéndose unas cuantas palomitas en la boca.

Lily abrió la boca y la volvió a cerrar. Se rió.

– ¿Qué pasa? -quiso saber Logan acariciándole el hombro y el cuello.

– Quieres hablar y hacerme mimitos.

– Por supuesto.

Lily lo miró y vio que hablaba en serio.

Aquel hombre guapo, apasionado y sensual hablaba en serio. Ya se habían acostado. Entonces, ¿por qué no había salido corriendo?

– Casi siempre estoy trabajando -contestó Lily.

– ¿Y cuando termina la temporada de esquí?

– Viene la de senderismo y bicicleta de montaña.

Logan hizo una mueca de disgusto.

– Entonces, supongo que te pasarás todo el año rescatando gente.

– Sí, pero no siempre he trabajado a este ritmo. Sólo ha sido este último año, desde que murió mi abuela y me tuve que hacer cargo del hotel. Antes, era la directora de la patrulla de esquí y durante las demás temporadas dirigía las actividades.

– No puedes seguir a este ritmo, Lily. No puedes hacerlo todo tú sola.

Lily sonrió con tristeza.

– La verdad es que no me costaría tanto olvidarme de las actividades al aire libre si me gustara el trabajo burocrático.

– ¿Sales de la estación de vez en cuando?

– Bueno, de vez en cuando quedo con amigos en el pueblo y hacemos algo, pero no muy a menudo. ¿Y tú? ¿Tú qué haces cuando no estás trabajando?

– Llevaba años sin tomarme unas vacaciones -contestó Logan acariciándole la nuca, haciendo que Lily sintiera deseos de recostarse contra él y de ronronear como una gatita-. Lo cierto es que hacía años que no hacía lo que estoy haciendo ahora.

– ¿Llevabas años sin acostarte con una mujer?

– No, llevaba años sin tener vacaciones -rió Logan-. Aunque, para ser sincero, es cierto que llevaba años sin compartir con una mujer una sesión de sexo como la que acabo de compartir contigo.

– Lo mismo digo -sonrió Lily sintiéndose especial-. ¿Y por qué llevabas tanto tiempo sin irte de vacaciones? -quiso saber.

Logan se encogió de hombros.

– Me encanta lo que hago y no suelo sentir la necesidad de dejar de trabajar.

Ya.

Otra razón por la que Lily sentía aquella urgencia inexplicable de agarrarse a él y no dejarlo partir jamás. Aquel hombre amaba su vida, su trabajo, todo lo que tenía, sí, todo lo que tenía… a cientos de millas de distancia.

– A mis hermanos les encantaría este sitio.

– ¿Les gusta esquiar?

– Sí, aunque no tienen muchas oportunidades de hacerlo. Los dos son militares y están muy ocupados. Ahora mismo, Tom está en el Atlántico y Paul en el Golfo de México.

– ¿Os veis mucho?

– Si me hubieras preguntado esto hace unos años, cuando todavía vivíamos todos juntos, te habría dicho que demasiado. Mi padre también era militar y trabajaba mucho y, como no teníamos madre, yo tuve que hacer de mamá, de papá, de hermano mayor y de responsable máximo -sonrió Logan-. Me alegro de que esa época haya terminado.

Lily lo miró y se dio cuenta de que algo dentro de ella se había derretido. Acababa de bajar la guardia.

– Así que estás acostumbrado a que la gente te necesite, estás acostumbrado a llevar el peso de la responsabilidad. Me sorprende que no estés casado. ¿No tienes novia?

– Es difícil compaginar una relación estable con mi trabajo. Aunque muchas mujeres dicen que no les importa tener a su lado a un hombre que arriesga su vida constantemente, no es cierto. Es mucho pedir y yo no se lo he pedido a ninguna.

Así que Logan veía el amor como una obligación, algo que Lily entendía perfectamente. El amor era una obligación.

– ¿Y a ti qué te impide tener pareja? ¿Es por esa independencia que defiendes con uñas y dientes o por esa barrera que levantas a tu alrededor cuando alguien intenta acercarse demasiado?

– La verdad es que nada me impide tener pareja.

– Ya, se me había olvidado que tú no le tienes miedo a nada -contestó Logan con una sonrisa.

De alguna manera, Lily se había acurrucado contra su cuerpo, apoyando la cabeza en su hombro y dejando descansar la mano sobre su vientre, así que no le costó mucho deslizar la mano y llegar a su sexo.

Sonrió encantada cuando se endureció y, sin pensárselo dos veces, se sentó a horcajadas sobre Logan.

– ¿Otra vez? -rió él.

– Sí, otra vez.

Logan se despertó al sentir un cachete en el trasero.

Al abrir los ojos, se encontró con Lily completamente vestida y, por un instante, tuvo el instinto de ponerse en pie a toda velocidad y vestirse para irse a trabajar, pero pronto recordó que estaba de vacaciones.

– No te levantes -le dijo Lily-. Yo me tengo que ir, pero tú te puedes quedar. No quería dejarte una notita.

– Gracias -contestó Logan sinceramente agradecido.

Después de la maravillosa noche que habían compartido, no le habría hecho ninguna gracia despedirse de ella a través de una nota.

– Lo de esta noche ha…

Logan sonrió.

– Ha estado bien -concluyó Lily.

– ¿Bien? -se indignó Logan enarcando las cejas.

– Bueno, ha sido increíblemente increíble -admitió Lily.

– Ah, bueno…

– Sí, ha sido eso y mucho más, pero no sé si debemos repetirlo.

– ¿Por qué no?

A Logan le pareció ver un brillo especial en los ojos de Lily.

¿Incomodidad? ¿Miedo? ¿Qué demonios le pasaba a aquella mujer? Y, de repente, lo comprendió. Lily estaba asustaba porque no sabía si iba a ser capaz de que lo suyo fuera algo sin importancia, de no querer pasar a mayores con él.

– Mira, se suponía que todo esto era para que nos lo pasemos bien, sin buscar nada serio -le dijo Lily-. Yo sigo pensando que es una buena idea. En cualquier caso, es lo único que te puedo ofrecer.

– ¿Y qué te hace pensar que yo quiero más? A lo mejor, yo lo único que quiero también es pasármelo bien.

– ¿Es así?

No, no era así, no era suficiente.

– Sí -mintió Logan.

– ¿Me lo prometes? -murmuró Lily.

– ¿Le preguntas esto a todos los hombres con los que te acuestas?

Lily suspiró.

– ¿Se lo preguntas?

– No.

A Logan, todo aquello le pareció fascinante. Aquella mujer era fascinante. La tomó entre sus brazos y acarició su fascinante trasero, metiendo la cabeza entre sus fascinantes pechos.

– Nos vemos luego.

– ¿Me lo prometes Logan?

– Sí, te prometo que nos vemos luego -sonrió Logan.

– Logan.

– Está bien, te prometo que solamente eres un entretenimiento para pasármelo bien.

– Muy bien -dijo Lily dando un paso atrás, despidiéndose y marchándose.

Una vez a solas, Logan se dejó caer sobre la cama y se quedó mirando el techo. Aquella mujer era especial. No intentaba engañar ni jugar con él, decía lo que de verdad quería decir.

Maravilloso sexo.

Nada más.

Cualquier hombre apasionado como él estaría dando brincos de alegría, pero había algo en su interior que se apenaba al pensar que en unos días volvería a su vida normal, a su mundo.

Sin Lily.

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