—No es como si fuera tu novia, Henry. Dios sabe que es terrible perderla de esa manera, pero fue tuya durante cincuenta años, Henry; cincuenta años, el tipo de matrimonio que la mayoría de la gente apenas se atreve a soñar que tendrá, y si bien ella se ha ido, conténtate con haber tenido por lo menos esos cincuenta años.
—Pero hubiera querido que nos estrelláramos juntos.
—No seas infantil. Tienes —¿cuántos?— ¿ochenta y cinco, ochenta y siete años? Te quedan quince o veinte años saludables y productivos por delante. Más, si tienes suerte. La gente alcanza a tener edades fantásticas hoy. Quizá vivas ciento diez o ciento quince.
—Sin Edith, ¿para qué vale eso?