NOTA DEL AUTOR

Mientras me encontraba sentado en un café en la Höjbro Plads, decidí que mi protagonista tenía que vivir en Copenhague. Es realmente una de las grandes ciudades del mundo. De modo que Cotton Malone, librero, se convirtió en un elemento más de esa concurrida plaza. Pasé también algún tiempo en el sur de Francia descubriendo buena parte de la historia y muchos de los escenarios que acabaron incluidos en este relato. La mayor parte del argumento se me ocurrió mientras viajaba, lo que resulta comprensible dadas las cualidades inspiradoras de Dinamarca, Rennes-le-Château y el Languedoc. Pero ya es hora de saber dónde se traza la línea divisoria entre la realidad y la ficción.

La crucifixión de Jacques de Molay, tal como se describe en el prólogo, y la posibilidad de que su imagen sea la que aparece en la Sábana Santa de Turín (capítulo xlvi) son las conclusiones de Chistopher Knight y Robert Lomas. Yo me sentí intrigado cuando descubrí la idea en su obra El segundo Mesías: los templarios, la Sábana Santa de Turín y el gran secreto de la masonería, de manera que introduje su innovadora idea en la narración. Mucho de lo que Knight y Lomas dicen -tal como lo relata Mark Nelle en el capítulo xlvi- tiene sentido y es también coherente con todas las pruebas científicas de datación efectuadas sobre el sudario durante los últimos veinte años.

La Abadía des Fontaines es ficticia, pero en gran parte es un compendio de muchos retiros pirenaicos. Los escenarios de Dinamarca existen todos. La catedral de Roskilde y la cripta de Chistian iv (capítulo v) son realmente magníficas, y la vista desde la Torre Redonda de Copenhague (capítulo v) nos traslada a otro siglo.

Lars Nelle es una combinación de muchos hombres y mujeres que han dedicado su vida a escribir sobre Rennes-le-Château. He leído muchas fuentes, algunas que bordean lo insólito, otras el ridículo. Pero cada una a su manera ofrecía una visión única de ese misterioso lugar. En este sentido, hay que hacer algunos comentarios:

El libro Pierres Gravées du Languedoc, de Eugène Stüblein (mencionado por primera vez en el capítulo iv), formaba parte del folclore de Rennes, aunque nadie ha visto nunca un ejemplar. Tal como se indica en el capítulo xiv, el libro aparece catalogado en la Bibliothèque Nationale de París, pero el volumen no se encuentra.

La lápida mortuoria original de Marie d’Hautpoul de Blanchefort ha desaparecido, seguramente destruida por el propio Saunière. Pero probablemente se realizó un boceto de ella, el 25 de junio de 1905, por parte de una sociedad científica, y el dibujo fue finalmente publicado en 1906. Pero existen al menos dos versiones de ese supuesto boceto, de manera que resulta difícil saber con seguridad cuál es el original.

Todos los hechos que se refieren a la familia D’Hautpoul y su relación con los Caballeros del Temple son verdaderos. Tal como se detalla en el capítulo xx, el abate Bigou era el confesor de Marie, y encargó su lápida sepulcral diez años después de su muerte. Bigou probablemente huyó de Rennes en 1793 y nunca regresó. Si realmente dejó mensajes secretos es una conjetura (todo esto forma parte del atractivo de Rennes), pero esa posibilidad sirve para crear una historia de intriga.

El asesinato del cura Antoine Gélis tuvo lugar, y de la manera como se describe en el capítulo xxvi. Gélis estuvo relacionado con Saunière, y algunos han especulado que Saunière pudo haber estado implicado en su muerte. Pero no existe prueba alguna de semejante vínculo, y el crimen sigue, hasta el día de hoy, sin resolver.

Si hay una cripta o no debajo de la iglesia de Rennes nunca se sabrá. Como se indica en los capítulos xxxii y xxxix, los funcionarios locales no permiten ninguna exploración. Pero los señores de Rennes tienen que haber sido enterrados en alguna parte, y, hasta la fecha, su cripta no ha sido localizada. Las referencias a la cripta, supuestamente halladas en el archivo parroquial, tal como se menciona en el capítulo xxxii, son auténticas.

La columna visigoda mencionada en el capítulo xxxix existe y se exhibe en Rennes. Saunière realmente invirtió la columna y cinceló palabras en ella. La relación entre 1891 (1681, cuando se invierte) con la lápida mortuoria de Marie d’Hautpoul de Blanchefort (y las referencias a 1681 que aparecen allí) superan lo que podría considerarse una coincidencia, pero todo eso existe. De manera que tal vez hay un mensaje ahí, en alguna parte.

Todos los edificios y todo lo que Saunière forjó relativo a la iglesia de Rennes es real. Decenas de miles de visitantes cada año acuden al dominio de Saunière. La relación 7/9 es invención mía, basada en observaciones que realicé mientras estudiaba la columna visigoda, las estaciones del Vía Crucis y otros diversos detalles dentro y en torno a la iglesia de Rennes. Que yo sepa, nadie ha escrito nada sobre esta relación 7/9, por lo que quizás ésta será mi contribución a la saga de Rennes.

Noël Corbu vivió en Rennes, y su papel en la forja de buena parte de la ficción que circula sobre este lugar es verdadero (capítulo xxix). Un libro excelente, The Treasure of Rennes-le-Château: A Mistery Solved, de Bill Putnam y John Edwin Wood, trata de las invenciones de Corbu. Éste compró el dominio de Saunière a la anciana amante del sacerdote. La mayoría está de acuerdo en que si Saunière sabía alguna cosa, bien podía habérsela contado a su amante. Una parte de la leyenda (probablemente otra mentira de Corbu) es que la amante le contó a Corbu la verdad antes de morir en 1953. Pero nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que Corbu se aprovechó de la ficción de Rennes, y él fue la fuente, en 1956, de las primeras noticias periodísticas publicadas sobre el supuesto tesoro. Como se cuenta en el capítulo xxix, Corbu confeccionó un manuscrito sobre Rennes, pero las páginas desaparecieron después de su muerte en 1968.

Finalmente, la leyenda de Rennes fue conmemorada en un libro de 1967, El oro de Rennes, de Gérard de Sède, que está reconocido como el primer libro sobre el tema. Mucha ficción está contenida ahí, la mayor parte de la cual es una reproducción maquinal de la historia original de 1956 de Corbu. Por último, Henry Lincoln, un cineasta británico, tropezó con la leyenda, y a él se le atribuye la popularización de Rennes.

El cuadro Leyendo las reglas de la caridad, de Juan de Valdés Leal, actualmente cuelga de la iglesia capitular española de la Santa Caridad. Yo lo cambié de sitio, ubicándolo en Francia, ya que su simbolismo era irresistible. Consecuentemente, su inclusión en la historia de Rennes es invención mía (capítulo xxxiv). El palacio papal de Aviñón está adecuadamente descrito, excepto por lo que se refiere a los archivos, que yo inventé.

Los criptogramas sí forman parte verdaderamente de la leyenda de Rennes. Los aquí mencionados, sin embargo, son fruto de mi imaginación.

La obra de reconstrucción del castillo de Givors se basa en un proyecto real que actualmente está en marcha en Guédelon, Francia, donde unos artesanos están construyendo un castillo del siglo xiii utilizando las herramientas y materiales de aquella época. La empresa tardará décadas en realizarse, y el lugar está abierto al público.

Los templarios, naturalmente, existieron y su historia está adecuadamente reflejada. Su regla es igualmente citada con exactitud. El poema del capítulo 10 es auténtico, aunque de autor desconocido. Todo lo que la orden llevó a cabo, tal como se detalla en el libro, es cierto y se presenta como un testamento de una organización que estaba evidentemente adelantada a su tiempo. En cuanto a la riqueza y el conocimiento perdidos de los templarios, no se ha encontrado nada desde la purga de 1307, aunque Felipe iv buscó denodadamente en vano. La historia de los carros que se dirigían a los Pirineos (capítulo xlviii) se basa en antiguas referencias históricas, pero no se puede dar nada por seguro.

Desgraciadamente, no existen crónicas de la orden. Pero tal vez esos documentos estén esperando a algún aventurero que algún día encuentre el perdido escondrijo templario. La ceremonia de iniciación del capítulo li se reproduce con exactitud utilizando las palabras de la regla. Pero la ceremonia del entierro, tal como aparece detallada en el capítulo xix, es falsa, aunque los judíos del siglo i enterraban realmente a sus muertos de una manera parecida.

El Evangelio de Simón es creación mía. Pero el concepto alternativo de cómo Cristo pudo haber sido «resucitado» procede de un excelente libro, La resurrección, mito o realidad, de John Shelby Spong.

Las tradiciones entre los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento relativas a la resurrección (capítulo xlvi), han puesto a prueba a los eruditos durante siglos. El hecho de que sólo se hayan hallado los restos de un único reo de crucifixión (capítulo l) suscita algunas cuestiones, al igual que muchos comentarios y afirmaciones que se han hecho a lo largo de la historia. Uno en particular, atribuido al papa León x (1513-1521), me llamó la atención. León era un Médici, un hombre poderoso apoyado por poderosos aliados, que dirigía una iglesia que, en aquel tiempo, ejercía un poder supremo. Su comentario es corto, sencillo y extraño para un Sumo Pontífice de la Iglesia católica.

De hecho, fue la chispa que dio origen a esta novela:

«Nos ha sido útil, este mito de Cristo.»

Загрузка...