Casi Escolares

PIECECITOS

A doña Isaura Dinator.

Piececitos de niño,

azulosos de frío,

¡cómo os ven y no os cubren,

Dios mío!

¡Piececitos heridos

por los guijarros todos,

ultrajados de nieves

y lodos!

El hombre ciego ignora

que por donde pasáis,

una flor de luz viva

dejáis;

que allí donde ponéis

la plantita sangrante,

el nardo nace más

fragante.

Sed, puesto que marcháis

por los caminos rectos,

heroicos como sois

perfectos.

Piececitos de niño,

dos joyitas sufrientes,

¡cómo pasan sin veros

las gentes!

MANITAS

Manitas de los niños,

manitas pedigueñas,

de los valles del mundo

sois dueñas.

Manitas de los niños

que al grano se tienden,

por vosotros las frutas

se encienden.

Y los panales llenos

de su carga se ofenden.

¡Y los hombres que pasan

no entienden!

Manitas blancas, hechas

corno de suave harina,

la espiga por tocaros

se inclina.

Manitas extendidas,

piñón, caracolitos,

bendito quien os colme,

¡bendito!

Benditos los que oyendo

que parecéis un grito,

os devuelven el mundo:

¡benditos!

MIENTRAS BAJA LA NIEVE

Ha bajado la nieve, divina criatura,

el valle a conocer.

Ha bajado la ni eve, mejor que las estrellas.

¡Mirémosla caer!

Viene calla-callando, cae y cae a las puertas

y llama sin llamar.

Así llega la Virgen, y así llegan los sueños.

¡Mirémosla llegar!

Ella deshace el nido grande que está en los cielos

y ella lo hace volar.

Plumas caen al valle, plumas a la llanada,

plumas al olivar.

Tal vez rompió, cayendo y cayendo, el mensaje

de Dios Nuestro Señor.

Tal vez era su manto, tal vez era su imagen,

tal vez no más su amor.

CARICIA

Madre, madre, tú me besas

pero yo te beso más

y el enjambre de mis besos

no te deja ni mirar…

Si la abeja se entra al lirio,

no se siente su aletear.

Cuando escondes a tu hijito

ni se le oye respirar…

Yo te miro, yo te miro

sin cansarme de mirar,

y qué lindo niño veo

a tus ojos asomar…

El estanque copia todo

lo que tú mirando estás;

pero tú en las niñas tienes

a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste

me los tengo de gastar

en seguirte por los valles,

por el cielo y por el mar…

OBRERITO

Madre, cuando sea grande

¡ay, qué mozo el que tendrás!

Te levantaré en mis brazos,

como el zonda [8] al herbazal.

O te acostaré en las parvas

o te cargaré hasta el mar

o te subiré las cuestas

o te dejaré al umbral.

Y ¡qué casa ha de hacerte

tu niñito, tu titán,

y qué sombra tan amante

sus aleros van a dar!

Yo te regaré una huerta

y tu falda he de cansar

con las frutas y las frutas

que son mil y que son más.

O mejor te haré tapices

con la juncia de trenzar;

o mejor tendré un molino

que te hable haciendo el pan.

Cuenta, cuenta las ventanas

y las puertas del casal;

cuenta, cuenta maravillas

si las puedes tú contar…

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