Capítulo Cuatro.

¡Cielos!, Esta Autora ni siquiera puede comenzar a enumerar la cantidad de gente que acabó poco elegantemente tumbada sobre la nieve o el hielo durante la reunión de patinaje de Lord y Lady Moreland ayer por la tarde.

Parece que los miembros de la Temporada no son tan competentes en el arte y el deporte del patinaje sobre hielo como les gusta creer.


Revista de Sociedad de Lady Whistledown,

4 de febrero de 1814


Según su reloj de bolsillo, que David sabía que era absolutamente exacto, eran con precisión las doce y cuarenta y seis minutos, y David sabía perfectamente que el día era el jueves, la fecha tres de febrero y el año mil ochocientos catorce.

Y precisamente en aquel momento -a las 12:46 del jueves, 3 de febrero de 1814, David Mann-Formsby, Conde de Renminster, fue consciente de tres indiscutibles verdades.

La primera era, si uno quería ser preciso sobre ello, más una opinión que un hecho. Y esta era que la reunión de patinaje era un desastre. Lord y Lady Moreland habían instruido a sus pobres y temblorosos criados para que circularan por el hielo con carros llenos de emparedados y Madeira, lo que podría haber sido un toque encantador, salvo que ninguno de los criados tenía la menor idea de cómo maniobrar sobre el hielo, el cual donde no estaba resbaladizo, era traidoramente desigual debido al barrido constante del viento durante el proceso de congelación.

Como consecuencia, una multitud más bien repugnante de palomas se había reunido cerca del embarcadero para atiborrarse de los emparedados que se habían derramado de un carro volcado, y el pobre y desdichado lacayo obligado a empujar el susodicho carro se sentaba ahora sobre la orilla, presionando apremiantemente pañuelos sobre su cara donde las palomas lo habían picoteado hasta que pudo huir del escenario.

La segunda verdad que David constató era un poco menos aceptable. Y era que Lord y Lady Moreland habían decidido celebrar la reunión con el expreso objetivo de encontrar una esposa para el imbécil de su hijo Donald, y habían decidido que Susannah sería una buena candidata. A tal efecto, la habían arrebatado de su lado, forzándola a entablar conversación con Donald durante diez minutos completos antes de que Susannah lograra fugarse. (Momento en el cual se dirigieron hacia la señorita Caroline Starling, pero David decidió que éste no era su problema, y Caroline tendría que arreglárselas para desenredarse ella sola.)

La tercera verdad lo hizo rechinar los dientes, hasta casi convertirlos en polvo. Y era que Susannah Ballister, quién tan dulcemente había declarado no saber patinar, era una pequeña mentirosa.

Debería haberlo adivinado en el minuto en que ella había sacado sus patines de su bolso. No se parecían en nada a todos los que los demás habían atado con correa a sus pies. Los propios patines de David, que eran considerados de los más novedosos, consistían en largas cuchillas en forma de lámina sujetas a una plataforma de madera, que él ató sobre sus botas. Las cuchillas de Susannah eran un poco más cortas que el promedio, pero lo más importante era que estaban fijadas directamente a unas botas, lo que requería que se cambiara de calzado.

"Nunca he visto unos patines así," comentó él, mirando con interés como ella desataba sus botas.

"Er, son los que usamos en Sussex," dijo, y David no estaba seguro de si el rosado de sus mejillas era un rubor o simplemente una consecuencia del viento helado. "Así uno no tiene que preocuparse de que los patines se suelten de las botas. "

"Sí," dijo él, " ya veo lo ventajoso que es, sobre todo si uno no es un patinador muy aventajado.”

"Er, sí," masculló ella. Y después tosió. Entonces alzó la vista hacia él y sonrió, aunque con honestidad, se parecía más a una mueca.

Ella se cambió la otra bota, sus dedos moviéndose con agilidad mientras desataban los cordones, a pesar de estar encerrado en guantes. David la observaba silenciosamente, y tras un momento no pudo por menos que comentar, "y las cuchillas son más cortas. "

"¿Lo son? " murmuró ella, sin alzar la vista a él.

"Sí," dijo, moviéndose de modo que su patín se alineara al lado del de ella. "Mire esto. Las mías son al menos cinco centímetros más largas. "

"Bien, usted es una persona mucho más alta," contestó ella, sonriéndole, sentada aún sobre el banco.

"Una teoría interesante," dijo él, "salvo que las mías parecen realmente ser de un tamaño estándar. " Señaló con su mano hacia el río, donde innumerables damas y caballeros se deslizaban a través del hielo… o se caían sobre su trasero. "Los patines de todo el mundo son como los míos. "

Ella se encogió de hombros mientras permitía que él la ayudara a ponerse de pie. "No sé que decirle," dijo ella, "salvo que los patines como los míos son bastante comunes en Sussex. "

David echó un vistazo hacia el pobre y desdichado Donald Spencer, que en ese momento estaba siendo empujado en la espalda por su madre, Lady Moreland. Los Moreland, estaba bastante seguro, procedían de Sussex, y sus patines no se parecían en nada a los de Susannah.

David y Susannah anduvieron con dificultad hasta el borde del hielo – realmente, ¿quién sabía andar con patines por la tierra? – y luego él le ayudó a entrar en el río congelado. "Vigile su equilibrio," la instruyó él, disfrutando de la forma en que ella agarraba su brazo. "Recuerde, el secreto está en las rodillas. "

"Gracias," murmuró ella. "Lo haré. "

Se introdujeron en la pista helada y David los condujo a un área menos transitada donde no tendría que preocuparse tanto de que algún bufón chocara contra ellos. Susannah parecía tener una aptitud natural para ello, perfectamente equilibrada y completamente integrada en el ritmo del patinaje.

David entrecerró los ojos con sospecha. Era difícil imaginar a alguien pillándole el truco al patinaje tan rápidamente, y mucho menos a una pequeña muchacha. "Usted ha patinado antes," dijo él.

"Unas pocas veces," confesó ella.

Solamente para ver lo que pasaba, él efectuó una rápida parada. Ella lo siguió admirablemente, sin ni siquiera un tropezón. "¿Más que unas pocas, quizás? " preguntó él.

Ella se atrapó el labio inferior entre los dientes.

"¿Tal vez más de una docena de veces? " preguntó él, cruzándose de brazos.

"Er, tal vez. "

"¿Por qué me dijo que no sabía patinar? "

"Bien," dijo ella, cruzando sus brazos en una perfecta imitación de él, "pudo ser porque buscaba una excusa para no venir. "

Él retrocedió, al principio sorprendido por su muestra de sinceridad, pero después más bien impresionado por ello.

Había muchas, muchas cosas magníficas en el hecho de ser un conde, y ricos y poderoso además. Pero la honestidad de los conocidos de uno no era una de ellas. David no podía contar el número de veces en que había deseado que alguien simplemente lo mirara a los ojos y le dijera lo que realmente pensaba. La gente tenía mucho cuidado en decir lo que ellos pensaban que él quería oír, lo cual, lamentablemente, raramente coincidía con la verdad.

Susannah, por otra parte, era lo bastante valiente para decirle precisamente lo que pensaba. David estaba asombrado de lo refrescante que esto era, aún cuando significara que ella estaba, en realidad, insultándolo.

Y entonces simplemente sonrió. "¿Y ha cambiado de opinión? "

"¿Sobre la reunión de patinaje? "

"Sobre mí," dijo él suavemente.

Sus labios se entreabrieron de sorpresa por su pregunta. "Yo" comenzó ella, y él pudo ver que no sabía como responder. Comenzó a decir algo, para salvarla del incomodo momento que él había provocado, pero entonces ella lo sorprendió al levantar los ojos, mirarlo directamente a los suyos, y decir sencillamente, con esa franqueza que él había encontrado tan atractiva, “Estoy decidiéndolo todavía. "

Él se rió entre dientes. "Supongo que eso significa que tendré que aguzar mis poderes de persuasión. "

Ella se sonrojó, y él supo que pensaba en su beso.

Esto lo complació, ya que él había sido incapaz de pensar en otra cosa durante los pocos días pasados. Hizo su tortura un poco más soportable, saber que ella sentía lo mismo.

Pero éste no era ni momento ni lugar para la seducción, así que decidió, en cambio, averiguar hasta que punto ella había mentido sobre sus habilidades de patinadora. "¿Cómo de bien patina? " le preguntó, tomándola del brazo y dándole un pequeño impulso. "La verdad, si no le importa. "

Ella no vaciló ni un segundo, simplemente se alejó patinando y luego volvió hacia él haciendo una parada increíblemente rápida. "Soy bastante buena, de hecho," contestó ella.

"¿Cuánto? "

Ella sonrió. Más bien maliciosamente. " Mucho. "

El cruzó los brazos. "¿Cuánto es mucho? "

Ella echó un vistazo alrededor, calibrando la posición de las personas alrededor de ellos, entonces tomó impulso y se dirigió directamente -y muy rápidamente-en su dirección.

Y cuando él estaba convencido de que ella chocaría con él, haciéndolos caer a ambos, ella ejecutó un impecable giro y lo rodeó, volviendo a quedar donde había comenzado, justo delante de él.

"Impresionante," murmuró él.

Ella soltó una risita.

"Sobre todo para alguien que no patina. "

Ella no dejó de reír bajito, pero sus ojos parecieron un poco avergonzados.

"¿Alguna otra broma? " preguntó él.

Ella pareció indecisa, así que David añadió, "Continúe. Lúzcase. Le doy permiso. "

Ella se rió. "Oh. Bien, en ese caso… " Ella dio unos cuantos pasos alejándose, se detuvo y le lanzó una mirada que era pura travesura. "Yo no soñaría nunca con hacer esto sin su permiso. "

"Desde luego que no," murmuró él con los labios ligeramente contraídos.

Ella miró alrededor, obviamente asegurándose que tenía espacio para sus maniobras.

"Nadie esta mirando en nuestra dirección," dijo él. "El hielo es todo suyo. "

Con una mirada de intensa concentración, ella patinó unos metros hasta que hubo tomado un poco de velocidad, y luego, para completa sorpresa de David, empezó a girar sobre si misma.

Como una peonza. Él nunca había visto algo semejante antes.

Sus pies nunca abandonaban el hielo, pero de alguna manera ella giraba sobre si misma, una vez, dos veces, tres veces…

¡Cielos!, ella hizo siete giros completos antes de pararse, completamente encendida de alegría.

"¡Lo hice! " gritó ella, riéndose mientras lo decía.

"Ha sido asombroso," dijo él, patinando a su lado. "¿Cómo lo hizo? "

"No sé. Nunca había conseguido hacer siete giros antes. Siempre doy tres, tal vez cuatro si soy afortunada, y la mitad de las veces acabo cayéndome. " Susannah hablaba rápidamente, atrapada en su propia excitación.

"Recuérdeme que no la crea la próxima vez que me diga que no puede hacer algo. "

Por la razón que fuera, sus palabras la hicieron sonreír. Una amplia sonrisa que brotaba de lo más profundo de su corazón y su alma. Ella había pasado los últimos meses sintiéndose como un fracaso, como un hazmerreír, recordándose constantemente todas las cosas que ella no podía o no debía hacer.

Y ahora aquí estaba este hombre -este maravilloso, apuesto e inteligente hombre-que le decía que podía hacer cualquier cosa.

Y en la magia del momento, ella casi lo creyó.

Esta noche regresaría a la realidad, volvería a recordar que David era también un conde e incluso peor- un Mann-Formsby, y que probablemente ella iba a lamentar su asociación con él. Pero por el momento, mientras el sol brillaba como un diamante sobre la nieve y el hielo, mientras el viento frío la hacía sentir como si finalmente despertara de un largo y profundo sueño, ella iba, simplemente, a divertirse.

Y se rió. Justo allí, entonces, sin importarle quien pudiera verla u oírla, ni siquiera si todos la miraban como si fuera una lunática. Ella se rió.

"Dígame," dijo David, patinando a su lado. "¿Qué es tan gracioso? "

"Nada," dijo ella, aguantando su respiración. "No lo sé. Solamente soy feliz, eso es todo. "

Algo cambió en sus ojos entonces. Él la había mirado fijamente antes con pasión, incluso con lujuria, pero ahora ella vio algo más profundo. Era como si él la hubiera descubierto de repente y no quisiera dejar de mirarla jamás. Y tal vez ésta era una mirada experta, y él la había usado sobre miles de mujeres antes, pero Susannah no quiso pensar en ello.

Hacía tanto tiempo que no se sentía especial.

'Tome mi brazo," dijo él, y ella lo hizo, y pronto ambos se deslizaban silenciosamente a través del hielo, moviéndose despacio pero fluidamente mientras esquivaban a los otros patinadores.

Entonces él le preguntó algo que ella nunca había esperado. Su voz era suave, y casi cuidadosamente casual, pero su intensidad era evidente en la forma en que su mano apretaba el brazo de ella. "¿Qué vio usted en Clive? " le preguntó.

Susannah consiguió no tropezar, y de alguna manera no resbalar tampoco, y hasta se las arregló para que su voz sonara tranquila, e incluso serena cuando contestó, "Casi lo hace sonar como si no sintiera cariño por su hermano. "

"Tonterías," contestó David. "Yo daría mi vida por Clive. "

"Bueno, sí," dijo Susannah, ya que ella no había dudado de ello ni un momento. "¿Pero le gusta él? "

Pasaron varios segundos, y sus cuchillas se deslizaron por el hielo hasta ocho veces antes de que David finalmente dijera, "Sí. A todo el mundo le gusta Clive

Susannah giro la cabeza bruscamente, con la intención de reprenderlo por su evasiva respuesta hasta que vio en su cara que él tenía la intención de continuar hablando.

"Amo a mi hermano," dijo David, lentamente, como si calibrara cada una de sus palabras antes de dejarlas salir finalmente. "Pero soy consciente de sus defectos. Tengo la esperanza, sin embargo, de que su matrimonio con Harriet le ayudará a convertirse en una persona más responsable y madura. "

Hacía una semana Susannah habría tomado sus palabras como un insulto, pero ahora las reconoció como lo que eran, la simple declaración de un hecho. Y le pareció justo contestarle con la misma honestidad que él le había demostrado.

"Me gustaba Clive," dijo ella, retrocediendo en su memoria, "porque ¡ah!, no sé, supongo que era porque él siempre parecía tan feliz y libre. Era contagioso. " Ella se encogió de hombros desvalidamente, justo cuando giraban en la esquina del embarcadero, reduciendo la velocidad instintivamente cuando se acercaron al resto de los patinadores. "No creo que yo fuera la única que se sentía de aquella forma," prosiguió ella. "A todo el mundo le gustaba estar cerca de Clive. De alguna manera… " Ella sonrió tristemente, y con pesar. Los recuerdos de Clive eran agridulces

"De alguna manera," terminó suavemente, "todo el mundo parecía sonreír cerca de él. Sobre todo yo. " Ella volvió a encogerse de hombros, casi como disculpándose. "Era emocionante estar a su lado. "

Miró a David, que la observaba con una expresión intensa. Pero no había cólera, ni recriminación. Solamente un palpable sentimiento de curiosidad, y de la necesidad de entender.

Susannah dejo escapar un pequeño aliento, no exactamente un suspiro, pero casi. Era difícil poner en palabras algo que nunca se había obligado a analizar. "Cuando uno está con Clive," dijo finalmente, "todo parece… "

Le llevó varios segundos encontrar la palabra adecuada, pero David no la apresuró.

"…más brillante," terminó finalmente. "¿Tiene esto sentido? Es casi como si él brillara, y todo lo que entra en contacto con él parece de alguna manera mejor de lo que realmente es. Todos parecen más hermosos, la comida sabe mejor, el olor de las flores más dulce. " Se giró hacia David con una expresión seria. "¿Entiende lo qué quiero decir? "

David asintió.

"Pero al mismo tiempo," dijo Susannah, "me he dado cuenta de que él era tan deslumbrante- todo era tan deslumbrante, de hecho- que no note otras cosas. " Las comisuras de su boca se fruncieron pensativamente mientras trataba de encontrar las palabras para expresar lo que sentía. "No noté cosas que yo debería haber advertido. "

"¿Qué quiere decir? " preguntó él, y cuando lo miró a los ojos, supo que no se burlaba de ella. Que verdaderamente le interesaba su respuesta.

"En el baile de los Worth, por ejemplo," dijo ella. "Me salvé de lo que, seguramente, habría sido un desagradable episodio gracias a Penelope Featherington. "

David frunció el entrecejo. "No estoy seguro de conocerla. "

"Eso es exactamente lo que quería decir. No le dediqué ni un solo pensamiento el pasado verano. No confunda mis palabras," le aseguró ella. "No es que fuera cruel con ella. Solamente…indiferente, supongo. No presté atención a nadie fuera de mi pequeño círculo social. El círculo de Clive, en realidad. "

Él asintió demostrando que la entendía.

"Y resulta que, en realidad, es una persona muy agradable. " Susannah alzó la vista y lo miró muy seria. "Letitia y yo le hicimos una visita la semana pasada. Es, también, muy inteligente,, pero me molesté en conocerla y averiguarlo. Desearía… " Hizo una pausa, mordiéndose el labio inferior. "Pensaba que yo era mejor persona de lo que soy, eso es todo. "

"Yo creo que lo es," dijo él suavemente.

Ella asintió, mirando fijamente en la distancia como si pudiera encontrar las respuestas que necesitaba en el horizonte. "Tal vez lo soy. Supongo que no debería reprobarme a mi misma por mis acciones del verano pasado. Era muy divertido, y Clive era muy agradable, y era muy emocionante estar con él. " Ella sonrió tristemente. "Es difícil resistirse a eso – a ser constantemente el centro de atención, a sentirse tan querido y admirado. "

"¿Por Clive? " David preguntó suavemente.

"Por todos. "

Sus patines surcaron el hielo una vez, dos veces, antes de que él contestara, "Entonces no era tanto el hombre en si mismo, sino la forma en que él la hacía sentir lo que usted amaba. "

"¿Hay alguna diferencia? " preguntó Susannah.

David consideró profundamente su pregunta antes de contestar finalmente, "Sí. Sí, creo que la hay. "

Susannah entreabrió los labios, sorprendida, cuando sus palabras la obligaron a reflexionar sobre Clive más profunda y largamente de lo que lo había hecho en bastante tiempo. Se tomó su tiempo y después abrió la boca para contestar, pero entonces-

¡BAM!

Algo chocó de golpe contra ella, robándole el aliento, y enviándola a través del hielo hasta que aterrizo con fuerza en un banco de nieve.

"¡Susannah! " gritó David, patinando rápidamente hasta su lado. "¿Se encuentra bien? "

Susannah parpadeó y jadeó, tratando de quitarse la nieve de la cara, y las pestañas, y el pelo, y, bueno, pues de todas partes. Había aterrizado sobre su trasero, casi en una posición reclinada, y estaba casi sepultada en la nieve.

Balbució algo, probablemente una pregunta -no estaba segura de si había dicho quién, qué, o cómo, y luego se las arregló para quitar la suficiente nieve de sus ojos y ver a una mujer con un abrigo de terciopelo verde que patinaba furiosamente alejándose.

Susannah bizqueó. Era Anne Bishop. ¡Susana la conocía bastante bien de la Temporada anterior! No podía creer que Anne la hubiera derribado y luego huyera de la escena.

"¿Por qué esa pequeña…? "

"¿Está herida? " le preguntó David, interrumpiéndola eficazmente cuando se acuclilló a su lado.

"No," se quejó Susannah, "aunque no me puedo creer que se haya alejado sin preguntar siquiera si estoy bien. "

David echó un vistazo por encima de su hombro. "No hay ni rastro de ella ahora, me temo. "

"Bien, espero que tenga una buena excusa," refunfuñó Susannah. "Nada, excepto una muerte inminente será aceptable. "

David pareció esforzarse por no sonreír. "Bien, no parece herida, y su capacidad mental evidentemente funciona así que, ¿ me permite ayudarla? "

"Por favor," dijo Susannah, agradecida, aceptando su mano.

Salvo que la capacidad mental de David no debía estar en funcionamiento, porque él aún estaba acuclillado a su lado cuando le ofreció la mano, sin darse cuenta de que no tenía la posición más adecuada para tirar de ella y ponerla en pie, y tras un precario segundo, durante el cual ambos parecieron quedar suspendidos a medio de camino entre el hielo y una posición erguida, los patines de Susana resbalaron, y ambos aterrizaron de espaldas en el banco de nieve que rodeaba el embarcadero

Susannah se rió. No podía evitarlo. Había algo tan maravillosamente incongruente en el altivo conde de Renminster sepultado en la nieve. En realidad, estaba bastante atractivo, con copos de nieve sobre sus pestañas.

"¿Se atreve a reírse de mí? "fingió rugir él, después de haber escupido la nieve de su boca.

"Oh, nunca," contestó ella, mordiéndose el labio para evitar una risita. "No soñaría con burlarme de usted, Milord Snowman. " [2]

David apretó los labios en una expresión que pretendía ser de enojo, pero que en realidad ocultaba su diversión. "No", le advirtió él, "me llame así. "

"¿Milord Snowman? "repitió ella, sorprendida por su reacción.

Él hizo una pausa, contemplando su cara con una expresión de suave sorpresa. "¿Entonces no se ha enterado? "

Ella negó con la cabeza, en la medida que podía con ella enterrada en la nieve. "¿Enterarme de qué? "

"Los parientes de Harriet estaban sumamente apenados con la pérdida de su apellido. Harriet es la última de los Snowe, ya sabe. "

"Lo que significa… " Los labios de Susannah se entreabrieron deliciosamente horrorizada. "¡Oh no me diga…! "

"En efecto," contestó David, con aspecto de querer echarse a reír pero sabiendo que no debería. "El nombre correcto de mi hermano ahora es Clive Snowe-Mann-Formsby. " [3]

"Ah, soy malvada," dijo Susannah, riéndose con tanta fuerza que el montón de nieve tembló. "Soy verdaderamente una mala persona. Pero no puedo… No puedo evitarlo… yo… "

"Adelante, ríase," le dijo David. "Le aseguro que yo lo hice. "

"¡Clive debió sentirse furioso! "

"Bueno, yo no diría que llegó a tanto," dijo David, ", más bien avergonzado. "

"Un apellido triple con doble guión ya es lo suficientemente horrible," dijo Susannah. "No me gustaría tener que presentarme como Susannah Ballister-Bates – " Ella buscó un tercer apellido apropiadamente horroroso. "¡Bismark!" terminó triunfalmente.

"No," murmuró él, con sequedad, "ya veo que no. "

"Pero esto – " Susana se detuvo, ignorando sus suaves palabras. "Esto va más allá de… oh Dios!. No sé de qué va más allá. De mi comprensión, supongo.

"Él quiso cambiarlo a Snowe-Formsby," dijo David, "pero le dije que nuestros antepasados Mann se sentirian definitivamente disgustados. "

"Perdóneme por indicarlo," contestó Susannah, "pero sus antepasados Mann están definitivamente fallecidos. Más bien creo que carecen de capacidad para sentir disgusto."

"No si dejaron constatado en un codicilo testamentario que todo aquel que renunciara al apellido Mann quedaría excluido de la herencia monetaria. "

"¡No harían eso! " jadeó Susana horrorizada.

David simplemente sonrió.

"¡No lo hicieron! " dijo de nuevo, pero esta vez su tono era bastante diferente. "No hicieron semejante cosa. Usted sólo lo dijo para torturar al pobre Clive. "

"Oh, así que es el “pobre Clive” ahora," bromeó él.

"¡Es penoso alguien que debe responder al nombre de Snowe-Mann! "

"Es Snowe-Mann-Formsby, muchas gracias. " El le lanzó una atrevida sonrisa. "Mis antepasados Formsby podían sentirse discriminados. "

"¿Y supongo que ellos también excluirían de la herencia a cualquiera que renunciara a su apellido? " preguntó Susannah sarcásticamente.

"De hecho, lo hicieron," dijo David. "¿De dónde piensa que saqué la idea? "

"Es usted incorregible," dijo ella, pero fue incapaz de mantener un tono apropiadamente horrorizado. La verdad era que, más bien, admiraba su sentido del humor. El hecho que la broma fuera a costa de Clive era simplemente la guinda del pastel.

"Supongo, entonces, que tendré que llamarle Milord Snowflake [4]," dijo ella.

"Apenas es un poco más digno," dijo él.

"O heroico," agregó ella, ", pero como ve, todavía estoy atrapada aquí en el montón de nieve. "

"Como yo. "

"Vestido de blanco," dijo Susannah.

Él la miró.

"Debería vestir así más a menudo. "

"Parece bastante insolente para ser una mujer atrapada en la nieve. "

Ella sonrió ampliamente. "Mi coraje nace de su posición, atrapado también en un montón de nieve. "

Él gruñó y después asintió resignadamente con la cabeza. "En realidad no es demasiado incómodo. "

"Excepto por la falta de dignidad," estuvo de acuerdo Susannah.

"Y el frío. "

"Y el frío. No puedo sentir mi… er… "

"¿Trasero? " sugirió él amablemente.

Ella se aclaró la garganta, como si de alguna manera esto pudiera hacer desaparecer su rubor. "Sí".

Sus ojos verdes centellearon ante su vergüenza y entonces se puso serio – o al menos más serio de lo que había estado antes- y dijo, "Bien, supongo que debería rescatarla, entonces. No quisiera que su – no se preocupe, no lo diré," indicó ante su ahogado grito de horror. "Pero no me gustaría verlo descender. "

"David," exclamó ella.

"¿Era esto lo qué hacía falta para conseguir que usara mi nombre? " se preguntó. "¿Un comentario ligeramente inadecuado pero, se lo aseguro, totalmente respetuoso? "

"¿Quién es usted? " preguntó de repente ella. "¿Y qué ha hecho con el conde? "

"¿Renminster, quiere decir? " preguntó él, inclinándose hacia ella hasta que quedaron casi nariz con nariz.

Su pregunta era tan extraña que ella no pudo contestar, tan solo asentir levemente.

"Quizás nunca lo conoció," sugirió él. "Quizás sólo pensó que lo hizo, pero nunca vio más allá de la superficie. "

"Quizás no lo hice," susurró ella.

Él sonrió, luego tomó sus manos en las suyas. "Esto es lo que vamos a hacer. Voy a ponerme de pie, y cuando lo consiga, tiraré de usted. ¿Está lista? "

"No estoy segura – "

"Allá vamos," refunfuñó él, tratando de levantarse, lo que no era tarea fácil dado que sus pies se apoyaban sobre patines, y los patines sobre el hielo.

"David, usted – "

Pero no sirvió de nada. Él se comportaba de forma predeciblemente masculina, lo que significaba que no atendía a razones (no cuando estas podían interferir con una oportunidad de mostrar un despliegue de fuerza bruta). Susannah podría haberle dicho – y de hecho, lo intentó- que el ángulo de palanca era inadecuado y que sus pies resbalarían y ambos iban a caerse de nuevo.

Que es exactamente lo que hicieron.

Pero esta vez David no se comportó de manera típicamente masculina, enojándose y buscando excusas. En cambio, simplemente la miró directamente a los ojos y se echó a reír.

Susannah se rió con él, su cuerpo estremeciéndose de pura y simple alegría. Nunca había sido así con Clive. Con Clive, aunque se había reído, se sentía siempre como si estuviera haciendo una demostración, como si todo el mundo contemplara su risa, preguntándose cual era la broma, porque uno no podía realmente ser parte del círculo más exclusivo y a la moda a menos que estuviera al corriente de todas las bromas privadas.

Con Clive, conocía todas las bromas privadas, pero no siempre las encontraba graciosas.

Aunque las había reído todas, esperando que nadie notara la incomprensión en sus ojos.

Esto era diferente. Era especial. Era…

No, pensó enérgicamente. No era amor. Pero si quizás sus inicios. Y tal vez

crecería. Y tal vez-

"¿Qué tenemos aquí? "

Susannah alzó la vista, pero ya había reconocido la voz.

El temor invadió su vientre.

Clive.

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