Este libro no habría sido posible sin la generosa ayuda técnica y espiritual de Einstein y el Diácono. Representan el mejor ejemplo de policías de Miami, y me han enseñado parte de lo que implica desarrollar este trabajo, duro de por sí, en un entorno aún más duro.
También deseo dar las gracias a un buen número de personas que han aportado sugerencias interesantes, sobre todo a mi esposa, los Barclay, Julio S., el doctor y la señora A. L. Freundlich, Pookie, Bear y Tinky.
Siempre estaré en deuda con Jason Kaufman por sus conocimientos e inspiración a la hora de estructurar el libro.
Gracias también a Doris, la Dama de la Ultima Risa.
Y mi más sincera gratitud a Nick Ellison, que es todo lo que un agente debería ser pero casi nunca es.