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Lunes, 8 de febrero. A primera bora de la tarde


En la cárcel municipal, Alsop seguía dormitando sobre el escritorio. Jake y Noah se hallaban sentados a una mesa, esperando. En las celdas había tres prisioneros. Garrit Ellis Pockets no era uno de ellos. Jake podría haberlo llevado ante el tribunal por su intento de robo en la taberna de Ned, pero había juzgado oportuno dejarlo libre esta vez, en premio a la información que le había facilitado. Conociendo a Pockets y sus hábiles dedos, Jake podía estar seguro de que regresaría.

Había sido una mañana ajetreada. Después de que Peter hubiera emprendido la persecución de George y de la visita a Abigail Willard, Jake no tenía nada que hacer, aparte de la ronda habitual.

Mientras el alguacil del distrito, Thomas Dick, vigilaba la casa de Willard, Gutschenritter había seguido al lacayo hasta la mansión de Maurice Jamison, donde había entregado algo que parecía una carta. Pero Gutschenritter solía equivocarse, de modo que Jake albergaba ciertas dudas respecto a ese episodio.

Noah sirvió café en los tazones, que Jake acabó de llenar con el brandy de la botella que había en la mesa entre ambos. Bebieron. El alguacil mayor sacó entonces su pitillera de cuero del bolsillo interior, seleccionó un par de cigarros, ofreció uno a Noah, y ambos lo encendieron con la vela que descansaba sobre la mesa. La otra luz en la estancia provenía de la lámpara del escritorio del sargento. Dieron la primera calada al cigarro, saboreándolo.

– ¿Son de los que empapa en brandy? -preguntó Noah al cabo de un rato.

Jake asintió.

– ¿Te gusta?

– No está mal.

– Resumamos -propuso Jake escupiendo tabaco.

– ¿Para qué? Lo mire por donde lo mire, Ned Winship es el hombre que busca. Sus amenazas a Quintin Krock así lo indican. Tiene esta ciudad en el bolsillo, extorsionando y sobornando a la gente.

Jake emitió una especie de gruñido y asintió con expresión sombría.

– De acuerdo. Winship mató a Quintin. O mandó que lo mataran.

– Y mató a Brown, o mandó a Charlie Wright matarlo, tanto por lo que contenía la caja como por esa tal Aubergine.

Jake reflexionó.

– ¿Crees que su otro amante era Ned?

– ¿Qué quiere decir con «otro»? Esa mujer tenía quinientos amantes. Era su oficio.

– Me refiero a su amante especial.

– Si era tan especial, no se habría acostado con una puta.

Jake arqueó sus espesas y negras cejas, y bebió un sorbo de café.

– Charlie podría ser el amante.

Noah negó con la cabeza.

– Ese hombre no conoce el amor, ni siquiera el carnal. Es un animal. Peor, es el arma con que se mata.

En aquellos momentos la puerta de la cárcel municipal se abrió de par en par. Ante ellos apareció Peter Tonneman, con el rostro y la ropa goteando sangre y agua. Se tambaleaba bajo el peso del cuerpo inerte de Simone Aubergine.



POR ORDEN DEL HONORABLE SEÑOR DON MATURIN LIVINGSTON, JUEZ MUNICIPAL DE LA CIUDAD DE NUEVA YORK: POR LA PRESENTE SE NOTIFICA A TODOS LOS ACREEDORES DE PETER BRANNON, DEUDOR INSOLVENTE DE LA CIUDAD DE NUEVA YORK, QUE ADUZCAN ARGUMENTOS CONVINCENTES, SI LOS TIENEN, ANTE DICHO JUEZ, EN SU OFICINA DE LIBERTY STREET DE LA CIUDAD DE NUEVA YORK, EL DÍA 8 DEL PRÓXIMO MES DE MARZO A LA UNA DE LA TARDE, SOBRE POR QUÉ NO DEBE REALIZARSE UNA CESIÓN DE LOS BIENES DE DICHO INSOLVENTE Y ANULAR LA ORDEN JUDICIAL, DE ACUERDO CON EL ACTA TITULADA «ACTA DE AYUDA EN CASO DE INSOLVENCIA»,

APROBADA EL 3 DE ABRIL DE 1801.

FECHADO EL 22 DE FEBRERO DE 1808.

LINDSEY &ANDERSON, ABOGADOS.

New-York Evening Post

Febrero de 1808

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