Agradecimientos

Para escribir una novela situada en una era tan despiadada de la industria editorial, he tenido la suerte de que detrás de este proyecto estén unas profesionales del sector editorial tan generosas como mi agente literaria, Suzanne Gluck -inagotablemente dedicada y diestra-; mi editora, Jennifer Hershey -perspicaz, creativa y provocadora-, y una campeona de la perseverancia en la persona de Gina Centrello. He tenido la suerte de beneficiarme de las aportaciones y la orientación de Stuart Williams, de Harvill Secker. Muchas otras personas me ofrecieron su apoyo y su imaginación: en Random House, Avideh Bashirrad, Lea Beresford, Sanyu Dillon, Benjamin Dreyer, Richard Elman, Laura Ford, Jennifer Huwer, Vincent La Scala, Sally Marvin, Libby McGuire, Annette Melvin, Courtney Moran, Gene Mydlowski, Jack Perry, Tom Perry Carol Schneider, Judy Sternlight, Beck Stvan y Jane von Mehren, además de Amy Metsch, de Random House Audio; en Harvill Secker, Matt Broughton, Liz Foley, Lily Richards; en la agencia William Morris, Sarah Ceglarski, Georgia Cool, Raffaella de Angelis, Michelle Feehan, Tracy Fisher, Eugenie Furniss, Evan Goldfried, Alicia Gordon, Erin Malone, Elizabeth Reed, Francés Roe, Cathryn Summerhayes y Liz Tingue.

En busca de opinión e ideas he confiado en mi soberbio círculo de lectores, compuesto una vez más por Benjamin Cavell, Joseph Gangemi, Cynthia Posillico e Ian Pearl, quienes han demostrado ser inmarchitables ante los molestos prestatarios de su genio, y a los que esta vez se han unido los brillantes talentos adicionales de Louis Bayard y Eric Dean Bennett. Gabriella Gage aportó una inestimable ayuda en un momento crucial de la compleja investigación, reforzando el proyecto con su persistencia, recursos y paciencia. Susan y Warren Pearl, Marsha Wiggins, Scott Weinger y Gustavo Turner estuvieron presentes todo el tiempo para impulsar tanto el trabajo como el descanso. Y mi gratitud a Tobey Pearl, que me ayudó a cruzar todos los valles y las colinas del proceso de la primera a la última palabra.

Me descubro ante más de un siglo de estudios sobre Charles Dickens y El misterio de Edwin Drood, en particular ante todo lo que ha sido publicado por las revistas Dickensian y Dickens Studies Annual, y los escritos de Arthur Adrian, Sydney Moss, Fred Kaplan, Don Richard Cox, Robert Patten y Duane Devries, con la aportación extraordinaria por parte de estos tres últimos eruditos de respuestas a través de la correspondencia privada. He tenido el privilegio de poder consultar los fondos de la Biblioteca de la Universidad de Harvard, la Biblioteca Pública de Boston, la Bostonian Society, la Philadelphia Free Library y el Museo Dickens de Londres.

Esta novela está dedicada a todos los profesores de inglés que he tenido.

Загрузка...