EPÍLOGO

Echaron abajo la puerta del chalé de Ian Knott, una casita tranquila de las afueras, en presencia de los vecinos curiosos, y encontraron a Samantha Rebus. Estaba muy asustada, atada a una cama y amordazada, rodeada de fotos de las niñas asesinadas. Mientras conducían a Samantha, llorosa, fuera de la casa, realizaron su trabajo. Comprobaron que el camino de entrada quedaba oculto de las miradas de los vecinos por un seto alto. Nadie había visto las idas y venidas de Reeve. Era un vecino tranquilo, dijeron. Hacía siete años que vivía en aquella casa, desde que empezó a trabajar en la biblioteca.

Jim Stevens sintió una gran alegría, porque el desenlace de aquel caso le proporcionaba material para los artículos de toda la semana. ¿Cómo podía haberse equivocado de aquel modo respecto a John Rebus? Aquella crónica quedaba descartada. Pero pudo completar su historia sobre el tráfico de drogas, y Michael Rebus iría a la cárcel. Eso era seguro.

La prensa de Londres acudió a documentar su propia versión del caso. Stevens conoció a un periodista en el bar del hotel Caledonian, un individuo que quería comprar la historia de Samantha y que se dio unas palmaditas en el bolsillo, asegurándole que llevaba un talonario del editor. A Stevens le pareció que aquello formaba parte de una epidemia generalizada. Los medios de comunicación ya no se limitaban a crear la realidad para manipularla después a su gusto, sino que ahora añadían algo nuevo a la habitual basura, vileza y chapuza, algo todavía más turbio. Y eso no le gustaba nada. Habló con el periodista londinense de conceptos vagos, como justicia, verdad y objetividad. Estuvieron horas charlando y bebiendo whisky y cerveza, pero no llegaron a ninguna conclusión. Un Edimburgo desconocido, agazapado en las sombras de la mole del Castillo, como si se escondiera de algo, se había revelado ante Jim Stevens. Los turistas sólo veían las sombras de la historia, pero la ciudad era un ente muy distinto. Y a Jim no le gustaba; no le gustaba el trabajo que hacía. Tampoco le gustaba el horario. Había recibido varias ofertas de Londres, y aprovechó la oportunidad que le brindaba el sur.

Загрузка...