Capítulo 35

O levantó la cubierta de red del tubo de alcantarilla y enfocó la linterna hacia el agujero. El joven hombre que había dentro era el que habían cogido la noche anterior con el camión. La cosa estaba viva, habiendo sobrevivido al día. El lugar de almacenaje había funcionado maravillosamente.

La puerta del centro se abrió de golpe. El Sr. X caminó, las botas golpeando y los ojos avizores. -¿Está vivo?

O asintió y colocó la cubierta de red en su lugar. -Sí.

– Bien.

– Iba a sacarlo otra vez.

– No ahora mismo. Quiero que visites a estos miembros. -El Sr. X le entregó una hoja de papel con siete direcciones en ella. -Los registros de correo electrónico son eficientes, pero las confirmaciones no eran fiables. Consigo las confirmaciones de estos Betas, pero cuando me dirijo a sus escuadrillas, escucho informes de que nadie los ha visto durante días o más tiempo.

El instinto le dijo a O que fuera con cuidado. ¿El Sr. X lo estaba acusando de matar Betas en el parque y ahora el Fore-lesser quería que lo comprobara?

– ¿Hay algún problema Sr. O?

– No. Ningún problema.

– Y otra cosa. Tengo tres nuevos reclutas. Los he traído. Sus iniciaciones ocurrirán a lo largo de la próxima semana y media. ¿Quiere venir? Ver las líneas de la banda proporciona un verdadero espectáculo.

O negó con la cabeza. -Más vale que me concentre aquí.

El Sr. X sonrió. -¿Preocupado de que Omega se distraiga con sus encantos?

– Omega no se distrae con nada.

– Usted está muy equivocado. No puede dejar de hablar de usted.

O sabía que había una buena posibilidad de que el Sr. X le jodiera con su cabeza, pero su cuerpo no tenía la misma confianza. Se le aflojaron las rodillas y un sudor frío apareció.

– Comenzaré con la lista ahora. -Dijo él yendo a por su chaqueta y llaves.

Los ojos de X brillaron. -Hágalo, hijo, vaya directamente. Voy a jugar con nuestro visitante un poco.

– Todo lo que guste. Sensei.


****

– Entonces esta es ahora mi casa. -Mary murmuró cuando Rhage cerró la puerta del dormitorio.

Ella sintió sus brazos de él alrededor de su cintura, y la apretó cuando su cuerpo. Cuando ella miró el reloj, comprendió que solo hacía una hora y media desde que habían abandonado la casa de Bella, pero toda su vida había cambiado.

– Sí, esta es tu casa. Nuestra casa.

Las tres cajas alienadas contra la pared estaban llenas con su ropa, sus libros favoritos, algunos DVD, unas fotos. Con Vishous, Butch y Fritz que la habían ayudado, no le había costado mucho tiempo el recoger algunas cosas, utilizando el Escalade de V y siendo conducidos de vuelta la mansión. Más tarde ella y Rhage regresarían para finalizar el trabajo. Y por la mañana llamaría a la oficina de abogados y los dejaría. También buscaría un agente inmobiliario y vendería la granja.

Dios, realmente se había ido y lo había hecho. Yéndose con Rhage y desistiendo de su antigua vida.

– Debería desempaquetar.

Rhage le cogió las manos y la llevó en dirección de la cama. -Quiero que descanses. Pareces demasiado cansada para estar de pie.

Mientras ella se estiraba, él se quitó la trinchera y se quitó su arnés de dagas y el arma de su cinturón. Él se echó a su lado, creando una pendiente en el colchón que hizo que se cayera contra él. Todas las lámparas se apagaron, la habitación se hundió en la oscuridad.

– ¿Estás seguro de que estás preparado para todo esto? -Dijo ella cuando sus ojos se acostumbraron al brillo ambiental de las ventanas. – ¿Por todas mis…cosas?

No hagas que utilice la palabra j-otra vez.

Ella se rió. -No voy a hacerlo. Es solo que…

– Mary, te amo. Estoy más que listo para todas tus cosas.

Ella puso su mano sobre su cara y se quedaron tranquilos un rato, solo respirando juntos.

Ella estaba a punto de dormirse cuando él dijo-Mary, sobre las disposiciones de mi alimentación. Mientras nosotros estábamos en tu casa, llamé a la Elegida. Ahora que has regresado, tendré que utilizarlas.

Ella se puso tensa. Pero infiernos, si ella iba a estar con un vampiro y él no podía vivir de su sangre, iban a tener que tratar con el problema de algún modo.

– ¿Cuándo vas a hacerlo?

– Una mujer se supone que vendrá esta noche y como te dije antes, me gustaría que estuvieras conmigo. Si estuvieras cómoda con ello.

¿Cómo sería verlo? Se preguntó ella. ¿Sostendría él a la mujer en sus brazos y bebería de su cuello? Dios, aunque no tuviera sexo con ella, Mary no estaba muy segura de poder mirarlo.

Él besó su mano. -Confía en mí. Este será el mejor camino.

– Sí lo haré, ah, si no puedo manejarlo…

– No te obligaré a mirar. Es solo…que hay una intimidad inevitable en ello y creo que ambos estaremos más cómodos si estuvieras allí. De esa manera sabrás exactamente lo que implica. No hay nada oculto o sombrío en ello.

Ella asintió. -Bien.

Él suspiró. -Esta es una verdad de la vida que no puedo cambiar.

Mary colocó su mano sobre su pecho. -Sabes, aun que sea un poco espantoso, desearía ser yo.

– Oh, Mary, yo también.


****

John comprobó su reloj. Tohrment vendría a por él en cinco minutos, por lo que era hora de dirigirse abajo. Cogió su chaqueta con ambas manos y fue hacia la puerta. Rezó por no encontrarse con el hombre pálido en el camino o mientras esperaba, por que quería encontrarse con Tohrment fuera. Se sentía más como un igual, de algún modo.

Cuando se acercó al bordillo, miró hacia las dos ventanas que había estado mirando fijamente durante tantas horas. Abandonaba el colchón y el juego de mancuernas atrás, así como su depósito de seguridad y el alquiler del pasado mes para romper su contrato de arrendamiento. Tendría que regresar a por su bici después de que Tohrment llegara, aunque por otra parte, era libre de ese lugar.

Miró calle abajo, preguntándose por qué dirección llegaría. Y que tipo de coche conduciría. Y dónde viviría. Y con quien estaba casado.

Temblando de frío, John comprobó de nuevo su reloj. Las nueve en punto.

Una sola luz llameó a su derecha. Él estaba bastante seguro de que Tohrment no utilizaría una moto para recogerlo. Pero la fantasía del rugido en la noche era bueno.

Cuando la Harley rugió alejándose, miró a través de la calle hacia las oficinas del Teléfono Directo de Prevención del Suicidio. Mary había desaparecido el viernes y el sábado por la noche también, y esperaba que ella solo se hubiera tomado unas vacaciones. En cuanto estuviera colocado, volvería otra vez y se aseguraría de que estuviera bien.

Excepto que…wow, no tenía ninguna pista de ha dónde iba. Estaba asumiendo que se quedaría en el área, ¿pero quien sabía? Tal vez se iba lejos. Solo imagínate, marchándose.

Caldwell. Dios, le gustaría tener un principio fresco. Y siempre encontraría un modo de encontrar a Mary, incluso si tenía que coger un autobús.

Dos coches más y un camión pasaron.

Había sido tan fácil salir de su patética existencia. Nadie en Moe se preocupó por que los dejara sin avisar ya que los ayudantes de camareros había a montones. Y esto era sin decir que nadie en el edificio lo echaría de menos. De la misma manera, su libro de direcciones estaba tan limpio como un silbido, ningún amigo, ningún familiar al que llamar.

En realidad, no tenía un libro de direcciones. ¿Y cuán pobre era eso?

John se echó un vistazo, pensando en como de lamentable se debía ver. Sus zapatillas de lona estaban sucias, las partes blancas eran tirando a grises. Su ropa estaba limpia, pero los vaqueros tenían dos años y la camisa, que era la mejor que tenía, parecía un deshecho de La Buena Voluntad. Incluso no tenía una chaqueta ya que le habían robado su parka la semana anterior en Moe e iba a tener que ahorrar antes de poderse comprar otra.

Desearía verse mejor.

Las luces se balanceaban rápidamente alrededor de Trade Street y luego fue hacia arriba, como si el conductor apretara con fuerza el acelerador. Lo cual no era bueno. En este vecindario, quien fuera a pasar por lo general corría delante de los polis o algo peor.

John dio un paso colocándose detrás de un buzón abollado, intentando aparecer desapercibido, pero el Range Rover negro patinó frenando delante de él. Las ventanas oscurecidas. Los acabados de cromo. Y G-Unit sonaba en el interior, la música golpeaba lo suficiente para que se oyera en todo el bloque.

John agarró su maleta y se dirigió hacia su edificio. Incluso si corría por el hombre pálido, estaría más a salvo dentro del vestíbulo que en cualquier parte cerca del traficante de droga que llevaba ese Rover. Iba hacia la puerta cuando la música cesó.

– ¿Estás listo, hijo?

John se dio la vuelta hacia el sonido de la voz de Tohrment. El hombre daba la vuelta por el capó del coche, y en las sombras parecía toda una amenaza, una gran y fuerte figura de la que la gente sana se alejaría.

– ¿Hijo? ¿Estás listo para marcharnos?

Cuando Tohrment dio un paso hacia la débil luz de las farolas de la calle, los ojos de John examinaron la cara del hombre. Dios, había olvidado como asustaba ver al tipo con ese corte de pelo militar y aquella dura mandíbula.

Tal vez era una mala idea, pensó John. Una opción hecha del miedo de una cosa que solo lo echaría más profundamente en otra clase de problemas. No sabía a dónde iba. Y los niños como él podían acabar en el río después de que hubieran entrado en un coche así. Con hombre así.

Como si sintiera la indecisión de John, Tohrment se apoyó contra el Rover y cruzó sus pies sobre sus tobillos.

– No quiero que te sientas forzado, hijo. Pero te diré que mi shellan ha estado cocinando buena comida y tengo hambre. Por lo que si vienes, comerás con nosotros, ves la casa. Puedes probarnos. E incluso dejar tus cosas aquí. ¿Qué tal suena?

Incluso la voz era tranquila. Ninguna amenaza. ¿Pero el tipo realmente sacaría al malo si quería meter a John en el coche?

Un teléfono móvil sonó. Tohrment se lo sacó de la chaqueta de cuero y lo abrió.

– Sí. Hey, no, ahora mismo estoy con él. -Una pequeña sonrisa rompió la línea de los labios del hombre. -Lo meditamos. Sí, se lo diré. Uh-huh. Bien. Ya voy. Sí, haré esto también. Wellsie, yo…lo se. Mira, no significa dejarlo fuera-no lo haré otra vez. Te lo prometo. No…Sí, yo realmente…Uh-huh. Lo siento, leelan.

Era la esposa, pensó John. Y ella parecía estar riñendo a este tipo duro. Y el hombre lo aceptaba.

– Bien. Te amo.! Adiós! -Tohrment cerró el móvil y se lo metió en el bolsillo. Cuando se concentró en John otra vez, claramente respetó lo suficiente a su esposa como para no hacer rodar los ojos y hacerse el macho, haciendo sucios comentarios sobre las mujeres. -Wellsie dice que tiene realmente ganas de conocerte. Ella espera que te quedes con nosotros.

Bien…de acuerdo.

Escuchando a sus instintos, estos le decían que Tohrment era la seguridad e independencia que representaba independientemente de lo que se veía, John llevó a cuestas el equipaje hasta el coche.

– ¿Esto es todo lo que tienes?

John enrojeció y asintió.

– No debes avergonzarte de nada, hijo. -Dijo Tohrment suavemente. -No cuando estés conmigo.

El hombre extendió la mano y tomó la maleta como si no le pesara nada, meciéndola casualmente en el asiento trasero.

Cuando Tohrment fue hacia el lado del conductor, John comprendió que se había olvidado de su bici. Dio un toque sobre el Rover para conseguir la atención del hombre; entonces indicó el edificio y sostuvo su índice.

– ¿Necesitas un minuto?

John asintió y fue disparado hacia su apartamento. Tenía su bici y dejó las llaves sobre el contador, cuando él hizo una pausa y miró a su alrededor. La realidad de alejarse del estudio le hizo reconocer la miseria del lugar. Pero de todos modos, esto había sido durante un tiempo, lo mejor que podía permitirse con lo poco que tenía. Sintiendo un impulso, cogió la pluma de su bolsillo trasero, abriendo uno de los débiles gabinetes y escribió su nombre y la fecha sobre la pared interior.

Entonces condujo su bici por el pasillo, cerró la puerta y moviéndose rápidamente bajó por el hueco de la escalera.

Загрузка...