Butch no se lo hubiera creído si no lo hubiera visto por sí mismo. Mary había convertido a aquella bestia furiosa en un animal doméstico.
Jesús, aquella mujer conocía el camino para llegar hasta él. Y coraje, también. Después de ver aquel repugnante trabajo mirando como se comía a aquellos asesinos ante ella, se había colocado delante de la maldita cosa y lo había tocado. Él no habría tenido ese tipo de cojones.
Mary levantó la vista del cuerpo de Rhage. -¿Algunos de vosotros vais a ayudarme a meterlo en el coche?
Butch fue directo a coger las piernas de Rhage mientras V y Zsadist lo cogían por los brazos. Lo llevaron hasta el Mercedes y lo introdujeron en el asiento de atrás.
– No puedo llevarlo a casa. -Dijo Mary. -No conozco el camino.
V se dirigió a la puerta del conductor. -Os llevaré chicos. Poli, volveré en veinte.
– Cuídalos. -Murmuró Butch. Cuando se dio la vuelta, Phury y Tohr lo miraban con una expectativa a la que no estaba acostumbrado.
Sin darse cuenta si quiera, volvió a ser el detective de homicidios de la región y asumió el mando.
– Dejadme que os diga lo que se hasta ahora. -Los condujo a los dos hasta la parte posterior de la casa de Mary y señaló unas huellas negras sobre la tierra. -¿Veis estas huellas de quemaduras en el césped? A Bella se la llevó un lesser y traída a campo traviesa desde su casa hasta aquí. Estaba sangrando y cuando el solo salió el rastro de la sangre se quemó y dejó estas huellas sobre el suelo. ¿Y por qué la tuvo que traer a través del prado? Creo que el asesino vino buscando a Mary y de algún modo salió corriendo tras Bella atravesando la propiedad. Bella corrió hacia su casa y él tuvo que volver a traerla, probablemente por que había aparcado aquí el coche. Seguidme, chicos.
Él rodeó la casa y bajó por la calle dónde había un Ford Explorador aparcado en la cuneta.
– Bella fue, para ellos, un error afortunado y regresaron esta noche para terminar el trabajo llevándose a Mary. Quiero que V controle las matrículas de estos coches, ¿de acuerdo? – Butch miró hacia el cielo. Ligeras ráfagas de nieve caían. – Con esta mierda cayendo, la integridad de los escenarios exteriores se desintegra, pero creo que sabemos todo lo que podemos de los exteriores. Dejadme examinar el SUV mientras vosotros, muchachos limpiáis los cuerpos de aquellos lessers. No tengo que deciros que cojáis todo lo que podáis de ellos, carteras, BlacBerrys, móviles. Dádselo todo a V cuando vuelva de manera que se lleve el material al Pit. Y no os metáis en las casas antes de que yo despeje las escenas.
Mientras los hermanos se pusieron al trabajo, Butch examinó el Explorer con un fino peine. Cuando hubo terminado, los vampiros habían terminado con los lessers…
– El Suv está limpio como un silbido, pero este está registrado por un tipo llamado Ustead. – Le dio el carné de identidad a Phury. -Probablemente es una identidad falsa, pero de todos modos uno de vosotros comprobará la dirección. Me dirigiré a casa de Bella para terminar allí.
Tohr miró su reloj. -Comprobaremos a este tal Ustead, luego iremos a hacer nuestros barridos de los civiles. A no ser que necesites ayuda.
– No, es mejor si lo hago solo.
El hermano se paró. -¿Qué sobre la cobertura, poli? Porque los lessers podrían aparecer otra vez. Ninguno de los de aquí se escapó, pero cuando los muchachos no fichen, algunos de sus compinches podrían venir a echar un vistazo.
– Puedo arreglármelas. -Sacó su arma y la comprobó. -Pero gasté mi cargador. ¿Puedo coger otro prestado?
Phury le ofreció una Beretta. -Coge esta y empieza de nuevo.
Y Tohr no se marcharía hasta que Butch aceptara una de las suyas también.
Butch metió un arma en su pistolera, la otra la dejó en su mano y salió corriendo para atravesar el prado. Su cuerpo preparado y musculoso, cubrió la distancia en poco tiempo, apenas sudando. Mientras corría, su mente era aguda como el aire de la noche, pensando en una lista de cosas que tendría que llevar a cabo y teorías de lugares a dónde podían haber llevado a Bella.
Mientras corría de regreso a la granja, observó un destello moviéndose dentro de la casa. Se apoyó contra la pared al lado de la puerta de la ventana rota y le quitó el seguro a la Beretta. Desde dentro de la cocina se escuchaba el sonido de cristal pisado, como las palomitas sobre una estufa. Alguien estaba en los alrededores. Alguien grande.
Butch esperó hasta que se estuvo más cerca; entonces saltó hacia la entrada, apuntando el arma a nivel del pecho.
– Soy yo, poli. -Refunfuñó Z.
Butch balanceó el cañón hacia el techo. -Cristo, podría haberte pegado un tiro.
Pero Z no pareció preocuparse de que casi lo hubiera le hubiera pegado un tiro. Solo se agachó y pescó algunos trozos del plato roto con la yema del dedo.
Butch se quitó el abrigo y se enrolló las mangas. No le iba a pedir a Zsadist que se marchara. No había ningún argumento para hacerle entrar en razón y además, el hermano estaba actuando de una manera extraña, como si estuviera atontado. La mortal calma en él era infernalmente misteriosa.
Z recogió algo del suelo.
– ¿Qué es eso? -Le preguntó Butch.
– Nada.
– Intenta no remover la escena ¿vale?
Cuando Butch miró a su alrededor, se maldijo. Quería a su viejo compañero de la Fuerza, José. Quería al equipo completo de Homicidios. Quería a su gente tras un laboratorio del CSI.
Se permitió un par de segundos de negra frustración y luego regresó al trabajo. Comenzando por las puertas de las ventanas rotas, estaba preparado para examinar cada pulgada de la casa, incluso si tenía que hacerlo hasta el alba.
Mary sacó otra ronda de Alka- Seltzer del cuarto de baño. Rhage estaba sobre su cama, respirando despacio, pero un poco verde.
Después de haberse bebido el material, levantó la vista hacia ella. Su cara estaba tensa y sus ojos eran suspicaces, preocupados.
– Mary…desearía que no hubieras visto nada de todo esto.
– Shh. Solo descansa un ratito ¿vale? Ya habrá tiempo de hablar más tarde.
Se desnudó deslizándose a su lado. En el momento en que estuvo debajo de las sábanas, él se acurrucó a su alrededor, su gran cuerpo era como una manta viva.
Estando a su lado, fuera de peligro y segura, la hizo pensar en Bella.
El pecho de Mary se apretó y cerró con fuerza los ojos. Si creyera que había un Dios absoluto, estaría rezando ahora mismo. En cambio solo podía esperar a que ella pudiese.
Eventualmente el sueño le llegó. Hasta horas más tarde, cuando Rhage comenzó a gritar.
– ¡Mary!!Mary, corre!
Él comenzó a agitar sus brazos. De un golpe, ella se zambulló entre ellos, apretándose contra su pecho, dirigiéndose a él. Cuando sus manos aún se movían, ella las capturó y puso sus palmas sobre su cara.
– Estoy bien. Estoy aquí.
– Oh, gracias a Dios…Mary. – Él le acarició las mejillas. -No puedo ver muy bien.
A la luz de las velas, ella lo miró a los desorientados ojos.
– ¿Cuánto te cuesta recuperarte? -Le preguntó ella.
– Un día o dos. -Él frunció el ceño y luego estiró las piernas. – En realidad, no estoy tan tenso como generalmente suelo estar. Tengo un nudo en el estómago, pero no me duele tanto. Después del cambio…
Él se detuvo, la mandíbula se veía rígida. Entonces aflojó el abrazo como si no quisiera que se sintiera atrapada.
– No te preocupes. -Murmuró ella. -No te tengo miedo mientras se que eres tú.
– Infiernos, Mary…no quería que lo vieras. -Él negó con la cabeza. -Es tan horrible. Todo esto es tan horrible.
– No estoy muy segura de eso. En realidad fui directamente hacia ello. La bestia. Yo estaba tan cerca como lo estoy ahora de ti.
Rhage cerró los ojos. -Mierda, Mary, no deberías haberlo hecho.
– Sí, bien, o lo hacía o la criatura se habría comido a V y a Zsadist. Literalmente. Pero no te preocupes, tu bestia y yo nos entendimos muy bien.
– No vuelvas a hacerlo.
– El infierno que lo volveré ha hacer. No puedes controlarlo, los hermanos no pueden controlarlo. Pero a mi esa cosa me escucha. Te guste él o no, los dos me necesitáis.
– ¿Pero no es…feo?
– No. No para mí.- Ella presionó un beso sobre su pecho. – Es temible y aterrador y poderoso e imponente. Y si alguien intentara cogerme esa cosa borraría una vecindad. ¿Cómo una chica no va estar encantada? Además, después de ver a esos lessers en acción, le estoy agradecida. Me siento a salvo. Entre tú y el dragón, no tengo por qué preocuparme.
Cuando ella levantó la mirada con una sonrisa, Rhage parpadeó rápidamente.
– Oh, Rhage…está bien. No estés…
– Pensaba que si sabías a que se parecía -dijo él con voz ronca -no serías capaz de volverme a mirar. Todo lo que recordarías es a ese horrible monstruo.
Ella lo besó y le limpió una lágrima de la cara. -Es parte de ti, no todo o todo lo que eres. Y te amo. Con o sin ello.
Se le acercó y metió la cabeza en su cuello. Cuando él soltó un profundo suspiro, ella le dijo -¿Naciste con ello?
– No. Es un castigo.
– ¿Por qué?
– Maté un pájaro.
Mary le echó un vistazo, pensando en que parecía algo exagerado.
Rhage le echó el pelo hacia atrás. -Hice algo más que eso, pero matar un pájaro fue lo que desequilibró la balanza.
– ¿Me lo vas a contar?
Él hizo una pausa durante largo rato. -Cuando yo era joven, justo después de mi transición, yo era…incontrolable. Tenía toda esa fuerza y energía y era estúpido cuando la utilizaba. No malo, solo…tonto. Peleas. Y yo, ah, dormía con muchas mujeres, mujeres que no debería haber tomado por que ellas eran las shellans de otros hombres. Nunca lo hice por jorobar a sus hellrens, pero tomé lo que me ofrecían. Tomé…todo lo que me ofrecieron. Bebí, fumé opio, caí en el láudano…Me alegra que no me conocieras entonces.
– Esto duró veinte, treinta años. Yo era un desastre esperando en la línea de la costa y me encontré con una mujer. La quería, pero ella era reservada y contra más me provocaba más determinado estaba a tenerla. No fue hasta que fui alistado por la Hermandad que ella cambió. Las armas la ponían. Los guerreros la ponían. Sólo quería estar con los hermanos. Una noche la llevé al bosque y le mostré mis dagas y mis armas. Ella jugaba con mi rifle. Dios, puedo recordar la imagen del rifle en sus manos, era uno de aquellos flinlock que se hacían a principios de 1800.
¿De 1800? Buen Dios ¿Cuántos años tenía? Mary se preguntó.
– De todas formas, se le cayó de las manos y escuché que algo golpeaba sobre el suelo. Era un búho. Uno de aquellos búhos blancos de granero tan graciosos. Todavía puedo ver la mancha roja de su sangre rezumando sobre sus plumas. Cuando recogí el pájaro y sentí su ligero peso sobre mis manos, comprendí que el descuido era una forma de crueldad. Mira, yo siempre me decía que porque no quería hacer daño, nada de lo que pasara era culpa mía. En aquel momento, supe que estaba equivocado. Si no le hubiera mi arma a la mujer, al pájaro no le habría pegado un tiro. Yo era responsable aún cuando no apreté el gatillo.
Se aclaró la garganta. -El búho era una cosa inocente. Tan frágil y pequeño comparado conmigo que se desangró y murió. Me sentí…desgraciado y pensé en dónde enterrarlo, cuando la Scribe Virgin llegó. Estaba lívida. Lívida. Para empezar le gustan los pájaros y el búho de granero es un símbolo sagrado, pero desde luego la muerte era solo parte de ello. Tomó el cuerpo de mis manos y le devolvió la vida al pájaro, enviándolo hacia el cielo nocturno. El alivio que sentí cuando aquel pájaro voló fue enorme. Sentí como si la pizarra hubiera sido limpiada. Pero entonces la Scribe Virgin se giró hacia mí. Me maldijo y desde entonces, cuando me descontrolo, la bestia sale. Por una parte, es el castigo perfecto. Me ha enseñado a regular mi energía, mis caprichos. Me ha enseñado a respetar las consecuencias de todas mis acciones. Me ayuda a entender el poder de mi cuerpo de un modo que no lo hubiera tenido si no.
Él se rió un poco. – La Scribe Virgin me odia, pero ella me hizo un favor infernal. Do todos modos…es horrible por ello. Maté un pájaro y conseguí una bestia. Simple y complicado sucesivamente ¿verdad?
El pecho de Rhage se amplió cuando hizo una gran respiración. Ella podía sentir su remordimiento tan claramente como si fuera suyo propio.
– Sucesivamente. De verdad. -Murmuró ella, acariciándole el hombro.
– Las buenas noticias son que cuando hayan pasado noventa y un años o así, se habrá terminado. – Él frunció el ceño, como si considerara la perspectiva.-la bestia desaparecerá.
Gracioso, él se veía un poco preocupado.
– ¿No lo echarás de menos, verdad? -Dijo ella.
– No. No, yo…Será un alivio. De verdad.
Pero el ceño fruncido se quedó en su lugar.