Capítulo 42

Cuando Bella llegó a casa no podía estarse quieta. Después de haber escrito en su diario durante una hora, se puso unos vaqueros, una camiseta y su parka. Afuera, la nevisca caía de forma desorganizada, haciendo girar los remolinos de aire frío.

Cerrando la cremallera de la parka, anduvo sobre la alta hierba y desigual del prado.

Zsadist. No podía cerrar los ojos y no verlo estar de espaldas en aquel cuarto de baño.

Destrozado. No roto.

Se paró y miró la nieve.

La había dado su palabra de que no lo volvería a molestar, pero no quería mantener la promesa. Dios la ayudara, quería intentarlo otra vez con él…

En la distancia notó que alguien andaba en los alrededores de la casa de Mary. Bella se puso rígida por el miedo, pero entonces vio una melena oscura, por lo que no era un lesser.

Obviamente Vishous estaba trabajando en la instalación del sistema de seguridad. Lo saludó con la mano y fue hacia allí.

Después de haber hablado con V en la fiesta, le había gustado tremendamente. Tenía la clase de capacidad mental que por lo general aspiraba hacia las habilidades sociales de un vampiro, pero con aquel guerrero, tenías el paquete entero. Era atractivo, omnisciente, poderoso, la clase de hombre que te hacía pensar en bebés solo para guardar su ADN en el fondo genético.

Ella se preguntó por que llevaba aquel guante de cuero negro. Y sobre los tatuajes que tenía en el lado de su cara. Tal vez le preguntaría sobre ellos, si le parecía bien.

– Pensaba que no tendrías que terminarlo ahora. -Le dijo cuando pasó por la terraza. – Que pasa con Mary…

La figura de cabello oscuro que iba hacia ella de frente no era Vishous. Y esto no estaba vivo.

– ¿Jennifer? -Le dijo el lesser maravillado.

Durante una fracción de segundo Bella se congeló. Entonces ella se dio la vuelta y corrió, moviéndose rápidamente sobre la tierra. No tropezó; no vaciló. Era rápida y estaba segura mientras cruzaba el prado, aun cuando estaba aterrorizada. Si pudiera llegar a casa, podría encerrarse y dejar fuera al lesser. Cuando él entrara por la ventana, ella ya estarías en el sótano donde nadie podía llegar. Llamaría a Rehvenge y cogería el túnel subterráneo que llevaba al otro lado de la propiedad.

El lesser estaba detrás suyo- podía escuchar el sonido de sus largos pasos y el crujido de la ropa – pero no había terminado cuando se precipitó al otro lado del césped crujiente, helado. Guió sus ojos hacia las alegres luces de su casa, provocando a sus músculos para correr más.

El primer dolor la golpeó en el muslo. El segundo en medio de la espalda, en la parka.

Sus piernas se endentecieron y sus pies parecían aletas de gran tamaño. Entonces la distancia que tenía que recorrer era mayor, se extendía infinitamente, pero continuó de todos modos. Cuando se dirigió a la puerta trasera, serpenteaba. De alguna forma, entró dentro, pero luchó contra la cerradura con los dedos que tenía sin fuerza.

Cuando se giró y se fue tambaleándose hacia el sótano, el sonido de de que las puertas de la ventana estaban siendo golpeadas era da alguna manera extrañamente tranquilas, como si estuviera pasando en algún lugar lejano, muy lejano.

Una mano le atrapó el hombro.

El impulso bélico fue fuerte en ella y se armó de valor, pegándole al lesser con el puño cerrado. Momentáneamente él se quedó atontado y luego él la golpeó en la espalda, enviándola al suelo. La giró y la golpeó otra vez, la palma abierta sobre su pómulo, golpeando su cabeza sobre el suelo.

Ella no sintió nada. Ni la bofetada, ni el golpe en la cabeza. Lo cual fue bueno por que no la distrajo cuando le mordió el brazo.

Agitándose juntos, golpearon la mesa de la cocina, dispersando las sillas. Se liberó cogiendo una de las cosas y lo golpeó en el pecho con el Disorientated, jadeante, avanzó lentamente distanciándose.

Su cuerpo se agotó al pie de la escalera del sótano.

Estando tendida allí, estaba consciente, pero incapaz de moverse. Tenía un vago pensamiento sobre que algo le goteaba sobre los ojos. Probablemente su propia sangre, tal vez un poco de la del lesser.

El alcance de su visión giraba a su alrededor mientras estaba tendida.

Examinó la cara del lesser. Cabello negro, ojos marrones pálidos.

Buen Dios.

El asesino estaba llorando cuando la levantó del suelo y la acunó entre sus brazos. La última cosa de la que fue consciente, fue la vista de sus lágrimas cayéndole sobre la cara.

Ella no sintió absolutamente nada.

O sacó con cuidado a la mujer en la cabina del camión. Deseaba por todos los infiernos no haber estado de acuerdo en dejar su lugar de esa manera podría vivir en el centro de persuasión. Habría preferido mantenerla lejos de los otros lessers, pero hombres otra vez, si estaba aquí sería capaz de asegurarse de que no escapaba. Y si cualquier otro asesino se acercaba a…bien, utilizaría los cuchillos.

Mientras pasaba a la mujer por la puerta, le miró la cara. Se parecía a su Jennifer. Ojos de diferente color, pero la cara en forma de corazón. La espesa cabellera oscura. El delgado cuerpo, perfectamente proporcionado.

En realidad, ella era más hermosa que lo que había sido Jennifer. Y golpeaba con más dureza también.

Puso a la mujer sobre la mesa y tocó la magulladura de su mejilla, la herida del labio, las señales sobre su garganta. La lucha había sido tremenda: por todos los medios, sin ahorrar nada, ninguna parada hasta que él ganó y sostuvo su cuerpo entre sus brazos.

Mirando fijamente a la vampira, recordó el pasado. Siempre había tenido miedo de ser el que mataría a Jennifer, que alguna noche todos esos golpes cruzarían la línea. En cambio había terminado por asesinar al conductor que le había clavado el coche de frente. El bastardo había estado bebido sobre las cinco de la tarde y ella solo volvía a casa del trabajo.

Llevarse a su asesino había sido fácil. Había encontrado donde vivía el tipo y había esperado que llegara a casa en busca de mierda. Entonces le había golpeado la cabeza al hombre con el hierro de los neumáticos y lo había empujado por las escaleras. Con el cuerpo enfriándose, O había conducido hacia el norte y al este, todo el camino atravesando el país.

Donde había caído en la Sociedad.

Un coche paró fuera. Rápidamente recogió a la mujer y la llevó a uno de los agujeros. Después de colocar el dogal alrededor de su pecho, abrió la tapa de uno de ellos y la dejó caer en su interior.

– ¿Conseguiste otro? – Le preguntó U cuando entro dentro.

– Sí. -O hizo un alarde al examinar el otro agujero, con el hombre que el Sr. X había estado trabajando la noche anterior. El civil estaba cambiando de posición en le tubo, pareciendo un poco asustado, maullando ruidos.

– Entonces vamos a poder trabajar sobre la captura fresca. -Dijo U.

O puso la bota sobre la cubierta de la mujer. -Este es mío. Alguien la toca y les arranco la piel con los dientes.

– ¿Ella? Excelente Sensei estará contento.

– Usted no dirá nada sobre esto. ¿Nos entendemos?

U frunció el ceño, luego se encogió de hombros. -Claro. Lo que sea, hombre. Pero usted sabe que él lo averiguará tarde o temprano. Cuando lo haga, solo piense que no vino de mí.

O podía ver que U mantendría el secreto y con un impulso le dio la dirección al asesino de la granja en al que había estado. Un pequeño favor a cambio de la integridad del lesser.

– El nombre de la mujer que vive allí es Mary Luce. Fue vista con un hermano. Vaya a por ella, hombre.

U asintió. – Lo haré, pero está cerca el alba y necesito dormir. He estado levantado durante dos noches demasiado tiempo y me estoy debilitando.

– Entonces mañana. Ahora déjenos.

U ladeó la cabeza y echó un vistazo al tubo del agujero. -¿Nosotros?

– Joder, salga de aquí, U.

U salió y O escuchó como el sonido del coche del lesser se desvanecía.

Satisfecho, miró hacia la cubierta de red. Y no pudo dejar de sonreír.

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