Agradecimientos

Ésta es una novela. Cualquier parecido entre sus personajes y personas reales es pura coincidencia.

El periódico Kvallspressen no existe. Tiene parecido con muchas de las publicaciones existentes pero es producto de la imaginación de la escritora.

Todos los lugares que los personajes literarios visitan están descritos como realmente son o hubieran sido. Eso incluye el estadio y la villa olímpica.


Por último, quisiera dar las gracias a todas las personas que con su amabilidad y conocimiento han hecho posible esta novela. Son:

· Arne Rosenlund, del proyecto Stockholm 2004, que me explicó la organización de unos Juegos Olímpicos.

· Per-Axel Bergman, director del proyecto Hammarby Sjóstad, que me describió el estadio y la villa olímpicos.

· Bosse Daniels, dinamitero de Frólanders Jarn AB de Breds-Skálby, en las afueras de Enkóping, por mostrarme pruebas explosivas y las distintas clases de explosivos, detonadores, cables, espoletas, etc.

· Gunnar Gustafsson, director auxiliar de Comviq, por describirme las señales de los teléfonos móviles.

· Lotta Wahlbäck, dentro de poco ingeniero, por los conocimientos sobre la situación de la mujer, estudios y jerarquía en la construcción.

· Lotta Byqvist, por la descripción de los análisis de tirada de un periódico de la tarde.

· Lotta Snickare, jefa de programas en Svenska Kommunforbundet, que me introdujo en su forma de trabajo.

· Stefan Wahlberg, productor del programa de TV Efterlyst, que me contó todo sobre la radio policial y su lenguaje.

· Robert Braunerhielm, director de MTG Publishing y Annika Rydman, del sindicato del Expressen, por sus conocimientos y estrategias sobre las reglas del mercado de trabajo y las indemnizaciones por despido.

· Thomas Hagblom, adjunto al jefe de producción de Stockholm Klara, por las explicaciones y demostraciones de la terminal y sus prácticas habituales.

· Conny Lagersted, por sus conocimientos del cultivo ecológico de los tomates.

· Johanne Hildebrandt, por las interminables conversaciones telefónicas que mantuvimos y por sus palabras de aliento.

· Sigge Sigfridsson por supuesto, mi editor, que creyó en el proyecto desde el primer momento.

· Y, sobre todo, a Tove Alesterdal, que ha leído cada párrafo por e-mail, comentando, escuchando, matizando y analizando, dándome siempre algún consejo formidable.


¡Gracias a todos!

Los posibles errores que hayan podido colarse se deben exclusivamente a mí.

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