Amor

Yo era adulta y había alcanzado cierta posición cuando lo sentí por primera vez. Durante unos segundos cruzó mi soledad universal, nuestras almas se unieron de una forma tan real como nunca antes había sentido. Es interesante haberlo experimentado, no digo nada más, y desde entonces he experimentado esta sensación varias veces. Luego, la mayoría de mis impresiones se pueden resumir como indiferentes y algo agotadoras. Lo digo sin acritud o desilusión, sólo como una constatación. Sólo ahora, estos últimos años, he comenzado a dudar de mis ideas preconcebidas. La mujer que he encontrado y he empezado a querer quizá consiga que todo sea diferente.

Pero en mi interior sé que no es así. El amor es banal. Te embarga con una borrachera química parecida a un triunfo deseado o con una vertiginosa experiencia relacionada con la velocidad. La conciencia queda cegada para todo lo que no sea el propio placer, falsea la realidad y crea un estado de expectativas y felicidad. A pesar del cambio de objeto, la magia nunca ha sido duradera. A la larga no produce otra cosa que cansancio y repugnancia.

El amor maravilloso es siempre imposible. Debe morir mientras vive, como una rosa; su único destino es ser destrozado cuando está en pleno apogeo. Una planta seca o conservada puede otorgar alegría durante muchos años. Un amor que se destruye rápidamente en la cumbre de su pasión tiene la capacidad de hechizar a las personas durante siglos.

El mito del amor es un cuento, tan irreal y falso como un continuo orgasmo.

El amor no debe confundirse con un sincero afecto. Es algo completamente distinto. El amor no «madura», sólo se marchita y, en el mejor de los casos, es reemplazado por el calor y la tolerancia, la mayoría de las veces por exigencias sin pronunciar y por amargura. Esto es así en todos los tipos de amor, tanto entre sexos como entre generaciones y lugares de trabajo. ¿Cuántas veces me habré encontrado con esposas amargadas con los dedos destrozados de lavar y hombres sexualmente frustrados? ¿O con padres sentimentalmente inmaduros y niños abandonados? ¿O con jefes incomprendidos que hace tiempo dejaron de alegrarse de sus trabajos fijos y han pasado exclusivamente a exigir?

Uno puede amar realmente su trabajo. Ese amor para mí siempre ha sido más auténtico que el que hay entre los hombres. La auténtica satisfacción de conseguir algo que me he propuesto excede cualquier otra cosa que haya experimentado. Para mí está claro que la dedicación a la tarea puede ser tan intensa como la que se da a una persona que no se lo merece.

Pensar que mi amada quizá no lo merezca me llena de terror e inseguridad.

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