La Reforma protestante del siglo XVI fue iniciada por Martín Lutero en Alemania. Uno de sus simpatizantes, el teólogo francés Juan Calvino, desarrolló su magisterio en Ginebra, donde formó predicadores de acuerdo con sus creencias, basadas en una vida piadosa y disciplinada, así como en el culto a Dios sin necesidad de sacerdotes como intermediarios. Aquellos predicadores se repartieron por Francia, divulgando la «Verdad», nombre con el que se conocían las enseñanzas calvinistas. Rápidamente convirtieron a muchos habitantes de las ciudades y a miembros de la nobleza francesa.
Necesitaron más tiempo para penetrar en remotas regiones rurales como las Cevenas, una zona montañosa del sur de Francia. Una vez que los predicadores llegaron allí, muchos campesinos se convirtieron a la Verdad y empezaron a practicar el calvinismo en secreto, en los graneros y en el bosque, hasta que estuvieron en condiciones de expulsar a los sacerdotes católicos y ocupar sus iglesias. En diferentes pueblos de las Cevenas los calvinistas se apoderaron de las iglesias en 1560 y 1561, y los hugonotes (como se llegó a conocer a los protestantes franceses) alcanzaron primacía en la región.
En 1572 se asesinó a miles de hugonotes reunidos para una boda regia. La Noche de San Bartolomé provocó sucesivas persecuciones que se extendieron a toda Francia, y obligaron a emigrar a muchos hugonotes. La paz se restableció en parte gracias al Edicto de Nantes, que protegía los derechos de los protestantes, si bien surgieron de nuevo problemas a raíz de que Luis XIV lo revocara en 1685, dispersando a los hugonotes por Europa. A comienzos del siglo XVIII, grupos de hugonotes de las Cevenas se alzaron contra el gobierno francés en lo que se conoce como la rebelión de los Camisards, pero el fracaso de aquel movimiento les obligó, una vez más, a practicar clandestinamente su religión.