Soneto

Lo que en Troya pudieron las traiciones,

Sinón y Ulises y el caballo duro,

Pudo de Ostende en el soberbio muro

Tu espada, acaudillando tus legiones.

Cayó, al aparecer tus escuadrones,

Frisa y Bredá por tierra, y, mal seguro,

Debajo de tus armas vio el perjuro

Sin blasón su muralla y sus pendones.

Todo el Palatinado sujetaste

Al monarca español, y tu presencia

Al furor del hereje fue contraste.

En Flandes dijo tu valor tu ausencia,

En Italia tu muerte, y nos dejaste,

Spínola, dolor sin resistencia.


DEL CABALLERO DEL JUBóN AMARILLO

A ÍÑIGO BALBOA, EN SU VEJEZ

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