Romance.

D. FADRIQUE BAZÁN

¡Oh. si llegara por este

Puesto de los españoles

Enrique. qué alegre día

Fuera a nuestras iniciaciones!

D. VICENTE PIMENTEL

No somos tan venturosos

Que esa dicha, señor, logre.

ALONSO LADRÓN. capitán

Yo apostaré que va a dar

Allá con esos flinflones.

Con quien se entienda mejor.

Que dicen, cuando nos oyen

«¡Santiago! ¡Cierra. España!»,

Que aunque a Santiago conocen

Y saben que es patrón nuestro

Y un apóstol de los doce,

El Cierra España es el diablo;

Y que llamamos conformes

A los diablos y a los santos,

Y que todos nos socorren.

D. FRANCISCO DE MEDINA

Si en el camino de Amberes

Viene marchando, se pone

Frente de los italianos.

D. FADRIQUE: (Tocan al arma)

Ya parece que se rompen

Los campos.

ALONSO

¡Cuerpo de Cristo!

¡Que de aquesta ocasión gocen

Los italianos y estemos

Viéndolo los españoles

Sin pelear!

D. FADRIQUE.

¡No digáis

Tal cosa! Dejad que os nombre

Al maestre de la Daga

Con algunos españoles.

Que en mitadde la ocasión

juegan recio del estoque.

D. GONZALO FDZ. DE CÓRDOBA:

¿Desobedecen?

D. FADRIQUE:

¡No tal!

Que vense en el trance donde

El hombre que no usa acero

Deja de llamarse hombre

Y español más…

D. GONZALO:

La obediencia

Es la que en la guerra pone

Mayor prisión a un soldado:

Más alabanza y más nombre

Que conquistar animoso

Le da el resistirse dócil.

D. FADRIQUE:

Pues. si no fuera más gloria

La obediencia. ¿qué prisiones

Bastaran a detenernos?

ALONSO:

Con todo eso, no me enojen

Estos señores flamencos:

Que. si los tercios se rompen.

Tengo de pelear hoy,

Aunque mañana me ahorquen.

D. VICENTE: (Tocan cajas)

¡Qué igualmente que se ofenden!

D. FADRIQUE: (Tocan cajas)

¡Y qué bien suenan las voces

De las cajas y trompetas

A los compases del bronce!

D. FCO. DE MEDINA:

¡Viven los cielos. que han roto

El cuartel de los valones!

D. FADRIQUE: (Tocan cajas)

¡Ya llega a los italianos!

ALONSO:

¡Oh, los malditos flinflones.

Que cuando cierran con ellos

No aguantan sus escuadrones!

D. GONZALO:

Mirad allí al de la Daga…

ALONSO: (Aparte)

(Jiñalasoga en malnombre)

D. GONZALO:

… Cómo sucumbe soberbio

Con sus fieros españoles.

Hasta el final resistiendo.

D. FADRIQUE: (Tocan cajas)

¡Que a tanto me obligue el orden

De la obediencia que esté,

Cuando tal rumor se oye.

Con el acero en la vaina!

¡Que digan que estando un hombre,

Quedo. más que peleando.

Cumple sus obligaciones!

D. VICENTE:

Ya roto y desbaratado

El cuartel se ve. ¿No oyes

Las voces? ¡Por Dios que pienso,

Que entre en la villa esta noche!

ALONSO:

¿Cómo en la villa?

D. FADRIQUE:

¿En la villa?

La obediencia me perdone.

Que no ha de entrar.

D. VICENTE:

Embistamos,

Que se enoje o no se enoje

El general.

D. GONZALO:

Caballeros.

Piérdase todo, y el orden

No se rompa.

D. FADRIQUE:

No se falta

A nuestras obligaciones,

Que en ocasiones forzosas

No se rompe, aunque se rompe.

D. VICENTE:

Pero, atentos a la acción

Que intenta atrevido un hombre,

Mudo el viento se detiene

Y el sol se ha quedado inmóvil.

¿No véis al mayor sargento

Italiano, que se opone

Al ejército de Enrique

Y, animando con sus voces

Toda la gente. detiene

El paso a los escuadrones

Del enemigo? Esta acción

Ha de darle eterno nombre.

Carlos Roma, y dignamente

Mereces que el Rey te honre

Con cargos. con encomiendas,

Con puestos y con blasones.

Con la espada y la rodela

Furiosos los campos rompe.

Y a su Imitación se animan

Los italianos. ¡Que gocen

Ellos la gloria y nosotros

Lo veamos! Aquí es noble

La envidia. y aun la alabanza;

Que España, que en más acciones

Se ha mirado victoriosa.

No es razón que quite el nombre

A Italia de la victoria.

Si ellos son los vencedores.

D. FCO. DE MEDINA:

También victoria se llama

Y de triunfo gana el nombre

Librar la propia bandera

De cautiverio y baldones.

Así lo han hecho esos pocos

Valerosos españoles

Que escoltaban al maestre

De la Daga y que feroces

A los ingleses frenaron

Con bien concertados golpes.

D. GONZALO:

¿Quién era el que los guiaba.

Fiero Marte y Héctor noble?

ALONSO

Diego Alatriste y Tenorio.

Capitán por sobrenombre.

Muy dignamenteganado

Entre el bramar de los bronces.

D. GONZALO

Pues en tan alta jornada

Sea Alatriste en renombre

Segundo tras Carlos Roma,

A quien el Rey.galardone

Con sus soldados. que hoy quedan

En Terheyden triunfadores.

D. FADRIQUE:

Desbaratados y rotos,

Miden los vientos veloces

Los flamencos, y ya queda

Por suyo el honor: coronen

Su frente altivos laureles.

Y en mil láminas de bronce

Eternos vivan. Tocando

Hoy los extremos del orbe.


Háse de notar que los versos que aquí van de cursiva se toman de la versión manuscrita original. por no hallarse impresos en la Primera Parte de Comedias de don Pedro Calderón de la Barca, recogidas por don Joseph. su hermano, que vio la luz en Madrid. año de 1636. sin que se haya alcanzado la causa por la que el poeta los suprimió después.


1 Papeles del alférez Balboa. Manuscrito de 478 páginas, Madrid, sin fecha. Vendido por la casa de subastas Claymore de Londres, el 25 de noviembre de 1951. Actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional. (N. del E.)

2 Resulta extraordinaria la desaparición a posterior¡de las dos referencias más documentadas que se conocen hasta ahora sobre el capitán Diego Alatriste y Tenorio. Mientras que el testimonio de íñigo Balboa y el estudio del lienzo La rendición de Breda de Velázquez prueban que la imagen del capitán fue borrada del lienzo, por causas desconocidas, en alguna fecha posterior al invierno de 1634, existe una primera versión de la comedia de Pedro Calderón de la Barca El sitio de Bredá donde también se aprecian huellas de manipulación posterior. Esta primera versión completa, contemporánea a la fecha del estreno de la comedia en Madrid -que fue escrita hacia 1626- y coincidente en líneas generales con la copia manuscrita del original hecha por Diego López de Mora en 1632, contiene unos cuarenta versos que fueron suprimidos en la versión definitiva. En ellos se hace referencia explícita a la muerte del maestre don Pedro de la Daga y a la defensa del reducto de Terheyden llevada a cabo por Diego Alatriste, cuyo nombre aparece citado en dos ocasiones en el texto. El fragmento original, descubierto por el profesor Klaus Oldenbarnevelt, del Instituto de Estudios Hispánicos de la universidad de Utrecht, se conserva en el archivo y biblioteca de los Duques del Nuevo Extremo, en Sevilla, y lo reproducimos en apéndice al final de este volumen gracias a la gentileza de doña Macarena Bruner de Lebrija, duquesa del Nuevo Extremo. Lo extraño es que esos cuarenta versos desaparecen en la versión canónica de la obra, publicada en 1636 en Madrid por José Calderón, hermano del autor, en la Primera parte de Comedias de don Pedro Calderón de la Barca. La causa de la desaparición de Alatriste en la comedia sobre el sitio de Breda, como la de su retrato en el cuadro de Velázquez, sigue siendo inexplicable. A menos que se trate de una orden expresa, atribuible tal vez al rey Felipe IV o más probablemente al conde duque de Olivares, en cuyo desfavor podría haber incurrido Diego Alatriste, por causas aún no esclarecidas, entre 1634 y 1636.

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