La segunda legión, al igual que todas las legiones Romanas, constaba de unos cinco mil quinientos hombres. La unidad básica era la centuria de ochenta hombres dirigida por un centurión, auxiliado por un optio, segundo al mando. La centuria se dividía en secciones de ocho hombres que compartían un cuarto en los barracones, o una tienda si estaban en campaña. Seis centurias componían una cohorte, y diez cohortes, una legión; la primera cohorte era doble. A cada legión la acompañaba una unidad de caballería de ciento veinte hombres, repartida en cuatro escuadrones, que hacían las funciones de exploradores o mensajeros. En orden descendente, éstos eran los rangos principales:
El legado era un hombre de ascendencia aristocrática. Solía tener unos treinta años y dirigía la legión durante un máximo de cinco años. Su propósito era hacerse un buen nombre a fin de mejorar su posterior carrera política.
El prefecto` del campamento era un veterano de edad avanzada que había sido centurión jefe de la legión y se encontraba en la cúspide de la carrera militar. Era una persona experta e íntegra y a él pasaba el mando de la legión cuando el legado se ausentaba o quedaba fuera de combate.
Seis tribunos ejercían de oficiales de Estado Mayor. Eran hombres jóvenes de unos veinte años que servían por primera vez en el ejército para adquirir experiencia en el ámbito administrativo, antes de asumir el cargo de oficial subalterno en la administración civil. El tribuno superior, en cambio, estaba destinado a altos cargos políticos y al posible mando de una legión.
Sesenta centuriones se encargaban de la disciplina e instrucción de la legión. Eran celosamente escogidos por su capacidad de mando y por su buena disposición para luchar hasta la muerte. No es de extrañar, así, que el índice de bajas entre éstos superara con mucho el de otros puestos. El centurión de mayor categoría dirigía la primera centuria de la primera cohorte, y solía ser una persona respetada y laureada.
Los cuatro decuriones de la legión tenían bajo su mando a los escuadrones de caballería y aspiraban a ascender a comandantes de las unidades auxiliares de caballería.
A cada centurión le ayudaba un optio, que desempeñaba la función de ordenanza con servicios de mando menores.
Los optios aspiraban a ocupar una vacante en el cargo de centurión.
Por debajo de los optios estaban los legionarios, hombres que se habían alistado para un período de veinticinco años. En principio, sólo se reclutaban ciudadanos Romanos, pero, cada vez más, se aceptaba a hombres de otras poblaciones, a los que se les otorgaba la ciudadanía Romana al unirse a las legiones.
Los integrantes de las cohortes auxiliares eran de una categoría inferior a la de los legionarios. Procedían de otras provincias Romanas y aportaban al Imperio la caballería, la infantería ligera y otras técnicas especializadas. Se les concedía la ciudadanía Romana una vez cumplidos veinticinco años de servicio.