Durante un viaje, recibí un fax de mi secretaria.
"Esta faltando un ladrillo de vidrio para la reforma de la cocina" – decía ella. "Le envío el proyecto original, es un proyecto que el albañil usará para recompensar la falta".
Por un lado, había deseado que mi mujer lo hiciera: filas armoniosas de ladrillos de vidrio, con una abertura para la ventilación. Del otro lado, el proyecto que resolvía la falta de un ladrillo.: un verdadero rompecabezas, donde los cuadrados de vidrio se mezclaban sin cualquier estética.
"Compren el ladrillo que falta", escribió mi mujer. Así se hizo. Y el diseño original fue mantenido.
Aquella tarde, me quede pensando mucho tiempo en lo ocurrido, cuantas veces, por la falta de un simple ladrillo, desfiguramos totalmente el proyecto original de nuestras vidas.