DEL CUENTO

Un amigo mío, Bruno Saint-Cast, trabajaba en una planta de alta tecnología en Europa. Cierta noche se sintió forzado a escribir un texto sobre un viejo amigo de la adolescencia, que había encontrado en Tahití. Aún sabiendo que tendría que despertarse temprano al día siguiente, se sentó en la computadora a las 8 de la noche, y solo consiguió levantarse a las tres de la mañana – después de haber escrito una historia donde ese amigo, John Salmon, hacía un largo viaje desde la Patagonia a Australia. Mientras escribía, tenía una sensación de libertad era muy grande, como si la inspiración brotase sin ninguna interferencia.

A la mañana siguiente, recibió una llamada telefónica de su madre: ella acababa de enterarse que John Salmon había muerto.

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