Volábamos de Nueva York para Chicago, rumbo a un congreso literario. De repente, un joven se pone de pié en el pasillo del avión. "Preciso doce voluntarios" dice. Cada uno deberá llevar una rosa, cuando aterricemos".
Varias personas levantaron la mano. Yo también. Más no fui escogido. Pero resolví acompañar al grupo. Descendimos, el joven apuntó a una muchacha en el pasillo del aeropuerto de O´Hare. Uno a uno, los pasajeros fueron entregando sus rosas a ella. Al final, el muchacho le pidió casamiento enfrente de todos, y ella aceptó.
Un comisario de abordo comentó conmigo: "desde que trabajo aquí, fue la cosa más romántica que pasó en este aeropuerto".