16. Bocadillo

– Así que, ¿nada por ahora?

– No, señor. Nada de nada -dijo Williams.

Dakar agitó la cabeza y se levantó. Pensó en sí mismo, pensó en cómo lo vería Bunyan, y metió la tripa hasta que llegó adonde la ventana, y apoyó la espalda en ella.

– Sólo es un colchón, por el amor de Dios. El Departamento del Támesis dice que un objeto tan grande como ese no flota río abajo, así que lo debieron de tirar cerca del embarcadero de Chelsea. Ni siquiera están seguros de que cruzara el río, o sea que lo tuvieron que dejar en esa misma orilla. Alguien debió de ver algo.

– Estoy seguro de ello -dijo Williams entre bocado y bocado-, pero no quieren decirlo o no se dieron cuenta de que era algo sospechoso.

Bunyan se sentó recta, con la cintura apoyada en borde de la mesa, ciñéndole la camisa. Williams observó que Dakar intentaba no mirarla.

– Sí -dijo ella-, si tiraron el colchón a las cuatro de la madrugada, es posible que no hubiera nadie por la calle. Quizá no los vio nadie.

– Puede -añadió Dakar-. Es muy posible. El marido es la única pista que tenemos, ¿no?

Bunyan asintió.

– Aunque no podemos asegurar que estuviera en Londres hasta que hablemos con él.

Williams se reclinó en la silla y se acordó de su casa. Tendrían que ir a Glasgow a interrogar al marido. No había vuelto a Escocia desde hacía mucho tiempo, desde el funeral de su padre.

– … Glasgow -acabó de decir Dakar y miró expectante a Williams.

Bunyan también lo estaba mirando.

– Tenemos que ir a Glasgow -dijo ella.

– De acuerdo -dijo Williams-. Es obvio.

Dakar lo señaló.

– Hablaré con Liaison para poner un anuncio en el Crime-watch. Era madre de cuatro hijos, por Dios. Alguien debió de ver algo.

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