RECUERDA QUE SIEMPRE TE QUERRE

Introducción a “Recuerda que siempre te querré”

A esta historia le estuve dando vueltas durante muchísimo tiempo. Hace varios años una amiga mía me contó una situación en la que un hombre había hecho una declaración de amor a su esposa en el «lecho de muerte» que, en el contexto, daba la impresión de no tener nada que ver con el amor. Mi reacción inicial al escuchar aquel breve relato fue pensar que aquello era un ultraje. La segunda reacción fue de ira. Pero la tercera reacción fue la típica de cualquier persona que haya nacido para escribir: pensé en lo útil que me sería para una narración.

La parte más difícil fue decidir qué circunstancias en la vida de ese matrimonio habrían hecho que la historia culminase en aquella última declaración de amor del hombre hacia su esposa, por no hablar de la situación en la que se había producido tal declaración. Pensé en casi todo. Hice una excursión a pie por Cinque Terre, en Italia, y me rondó por la cabeza la idea de situar allí el relato. También pensé en ubicarlo en los lagos italianos, y consideré muy en serio la Isola de Pescatores como el lugar perfecto para ambientarlo. El problema al que me enfrentaba era que no se me ocurría nada aparte de esos potenciales ambientes. Y no se puede escribir una historia si no se tiene nada más que la ambientación.

Finalmente llegué, durante una conversación con mi novio, al meollo de esta historia, que es el motivo por el que el marido muere. Y una vez conseguido eso comprendí que me hallaba en el buen camino. Envié a mi ayudante a la biblioteca para buscar información y lo hice investigar también en Internet. Y mientras ella bacía eso, empecé a crear los personajes que poblarían el mundo de Eric y Charlotte Lawton. Pronto me di cuenta de que no necesitaba ninguna ambientación exótica para este relato. En realidad comprendí que la historia estaría bien si la ambientaba aquí mismo, en el sur de California, en el jardín trasero de mi propia casa.

Cuando acabé mi undécima novela tuve tiempo por fin para escribirla. De modo que aquí está, es mi respuesta a por qué ese hombre desconocido que aparecía en una historia que me contó una amiga le dijo a su esposa justo antes de morir: «Recuerda que siempre te querré».

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