Sobre los nombres propios
Los nombres islandeses son, en su gran mayoría, significativos, y los autores juegan a menudo con sus significados, fácilmente reconocibles por cualquier lector.
En esta novela vale la pena tener presentes tres de ellos:
Grafarhoít significa «colina de la tumba»; el título original islandés es Grafarþögn, «silencio sepulcral» o «silencio de la tumba».
Para el lector islandés, Grímur, nombre de orígenes mitológicos, remite a dos palabras: una significa «máscaras», otra es el adjetivo grimmur, «cruel, feroz».
Finalmente, Erlendur es «forastero».