Delta Draconis

—¿Cómo era Saul Ben-Abraham?—preguntó Cristal.

Keith miró la simulación del bosque, pensando en todas las maneras de describir al hombre que había sido su mejor amigo. Alto. Bullicioso. Carcajadas que se podían oír a un kilómetro de distancia. Alguien que podía identificar cualquier canción a partir de tres notas. Un hombre que podía beber más cerveza que nadie que Keith hubiera conocido; debía tener una vejiga del tamaño de Islandia. Finalmente, Keith se decidió por:

—Peludo.

—¿Perdón?—dijo Cristal.

—Saul tenía una enorme barba —dijo Keith—. Le cubría casi toda la cara. Y tenía una sola ceja enorme, como un chimpancé que se hubiera puesto el antebrazo en la cabeza. La primera vez que lo vi en pantalones cortos quedé asombrado. El hombre parecía un sasquatch.

—¿Sasquatch?

—Un primate mítico de mi zona de la Tierra. Aún recuerdo verle en pantalones cortos por primera vez y decir «Vaya, Saul, sí que tienes las piernas peludas». Soltó una de esas risotadas suyas y dijo «Sí, ¡como un hombre!» Yo dije que era más bien como diez hombres. —Keith hizo una pausa—. Dios, cómo lo echo de menos. Amigos así, que significan tanto para uno, aparecen quizá una vez en la vida.

Cristal no dijo nada durante unos momentos.

—Sí —dijo por fin—. Supongo que eso es cierto.

—Por supuesto —dijo Keith—, Saul era mas que una espesa capa de pelo. Era brillante. La única persona que he conocido que podría ser más inteligente que él es Rissa. Saul era astrónomo. Descubrió el atajo de Tau Ceti a partir de su huella en el hiperespacio. Debería haber ganado un Nobel por ello… Pero no los otorgan póstumamente.

—Comprendo tu pérdida —dijo Cristal—. Es como si… Oh, perdóname. Mi analizador dice que he recibido un paquete mental. ¿Me disculpas un momento?

Keith asintió. Cristal dio un paso curioso, como hacia un lado, y desapareció. Sin duda se había ido por una puerta oculta por la simulación del bosque que llenaba el hangar, la única prueba visual directa que tenía Keith de que no estaba realmente en la Tierra. Bien, si había una puerta, Keith quería encontrarla. Palmeó el aire en el punto por el que había desaparecido Cristal, pero no había nada.

Sin embargo, tenía que haber una pared por algún lado. El hangar no era tan grande. Keith empezó a caminar, suponiendo que tendría que acabar topando con una pared. Siguió durante quizá unos quinientos metros sin encontrar ningún obstáculo. Por supuesto si su (empezó pensando «captor» de nuevo, pero lo acabó sustituyendo por «anfitrión»), si su anfitrión estaba siendo listo, podía haber manipulado las imágenes para hacer pensar a Keith que estaba caminando en línea recta cuando realmente estaba yendo en círculos.

Keith decidió descansar. Por mucho que intentara encontrar tiempo para entrenar en el gimnasio terrestre de Starplex, que tenía la gravedad a una g estándar, había perdido tono muscular por todo el tiempo que pasaba en la gravedad Wald-estándar más ligera que se usaba en las zonas comunes de la nave. Realmente debería aceptar la oferta de Thor Magnor de ir a jugar con él al balonmano; Keith y Saul habían jugado a menudo, pero lo había dejado al morir Saul.

Keith se sentó de nuevo en el suelo que, en este sitio, estaba cubierto de tréboles. Keith lo encontró muy cómodo para sentarse. Pasó la mano por los tréboles, deleitándose en la sensación contra su piel, y miró alrededor. Era una simulación espectacular, pensó. Tan relajante, tan hermosa. Miró a unos pájaros arriba en el cielo, pero estaban demasiado altos para identificar la especie.

Keith arrancó un trébol y lo miró. Quizá éste era su día de suerte. Quizá encontraría un trébol de cuatro hojas.

¡Qué suerte! ¡Lo encontró!

Arrancó algunos más, y quedó boquiabierto.

Miró a ras de suelo, y examinó planta tras planta.

Eran todos tréboles de cuatro hojas.

Miró uno de cerca, sosteniéndolo entre índice y pulgar, y lo examinó cuidadosamente. Parecía trébol normal en casi todos los aspectos. Incluso dejó escapar un poco de jugo verde del tallo cortado. Pero cada uno de los tréboles tenía cuatro hojas. Keith recordaba de su curso de botánica en la universidad que el género de los tréboles era Trifolium, tres hojas. Por definición, los tréboles tenían tres hojas, excepto algún individuo mutante. Pero estas plantas tenían todas claramente cuatro hojas ovaladas.

Keith miró las flores rosas y blancas que brotaban de algunas de las plantas. Sin duda era trébol, pero trébol de cuatro hojas. Movió la cabeza. ¿Cómo podía Cristal haber acertado con todos los detalles, pero cometer un error como éste? No tenía sentido.

Miró alrededor de nuevo, buscando otras discrepancias. La mayor parte de los árboles de hoja caduca parecían ser realmente arces; arces azucareros, de hecho, si no se equivocaba. Y esas coníferas eran pino jack, y el grande un poco más lejos era una picea azul. Y…

¿Y qué clase de pájaro era ése? ¿El que estaba posado en el asiago azul? Seguro que no era un cardenal ni un arrendajo. Oh, tenía la cresta en la cabeza, pero era verde esmeralda, y tenía el pico plano y espatulado, diferente al de todos los pájaros cantores.

Era la Tierra; no cabía duda. Ésa era la luna de la Tierra, aún alta sobre el cielo diurno. Y sin embargo, no era del todo la Tierra; algunos de los detalles no estaban bien.

Keith se mordió el labio inferior, confuso.

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