Séptima Parte

Batir los brazos puede ser volar.

robert K. hall


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HA PASADO EL TIEMPO. De siete a ocho, por el tamaño del vientre de Sissy.

Es medianoche en los relojes. Una medianoche de junio, lo bastante cálida para dormir en el nivel superior de la cueva. Sissy y Delores sueñan y, aunque sea muy extraño, pues han ido distanciándose en las últimas semanas, comparten un sueño similar.

Delores le ha dicho a Sissy que quiere irse. No se irá hasta que llegue el niño, hasta que Sissy esté bien y pueda valerse; ama a Sissy, después de todo; pero no se siente plena con ella. Es sobre plenitud lo que ahora sueña Delores: sobre los dos opuestos del Uno que, en equilibrio, le capacitan para que ambos existan y vivan. Una mujer sin su opuesto, o un hombre sin el suyo, pueden existir, pero no vivir. La existencia puede ser hermosa, pero jamás completa. Bajo la almohada de Delores está la carta, la sota de corazones.

La hinchazón del vientre de Sissy la obliga a dormir bocarriba, posición ideal para atraer el sueño. También Sissy sueña con el opuesto que pueda completarla, al que ella pueda completar. Al tener una habilidad especial con las aves, Sissy sabe muy bien que el espíritu no puede remontarse sólo con un ala. Del Chink aprendió que es el opuesto de una cosa lo que la mantiene integrada. En el sueño de Sissy hay un hombre que no se niega a sí mismo como Julián, sino que es él mismo hasta el límite pleno de sí mismo, como ha sido ella.

Las dos mujeres están inquietas. Delores se agita y culebrea como postal de dirección ilegible. Sissy maulla como gatito con vodka en el plato de leche. Sus labios tiemblan pero no se abren. En la cueva duerme una tercera persona. Como nacimiento es fin además de principio, quizás esa persona también sueñe verse completada. Despierta y da un buen golpe a Sissy. No con el pie sino con el… En la vida embrionaria, los dedos se forman como lomas radiantes sobre las superficies laterales de la mano y los segmentos del pie. Dado que esas lomas crecen más deprisa que los cuerpos de sus segmentos, pronto se proyectan más allá del margen como dedos definitivos. Sissy sabe desde hace tiempo que la criatura tiene sus características. Vendrá al mundo siendo medio japonesa, siwash en una treintaydosava parte y toda pulgares. Así sea. El dedo en movimiento escribe, y tras escribir sigue moviéndose. El pulgar en movimiento hace señas, y tras hacerlas, nos mueve con él.

El feto hace señales de autoestop al cuello del útero de Sissy, a su región lumbar. A su vejiga. Ni siquiera esto la despierta. Lo que por fin hace que abandone su sueño no es un gesto sino un ruido.

Un ruido extraño, sonoro aunque lejano. Los generales de su cerebro consideran los posibles orígenes del ruido. Era un ruido retumbante. ¿Será quizás uno de los terremotos tanto tiempo esperados, que quebrará los bordes del continente y lanzará al Pueblo Reloj a la Eternidad del Gozo? Podría haber sido el primer petardo nuclear de esa guerra que está en el pensamiento de todos: la situación internacional es desesperada. Sissy considera la posibilidad de despertar a Delores y trasladarse al nivel inferior de la cueva.

Vuelve a oír el ruido. Esta vez suena más cerca y su retumbar es menos apocalíptico. Viene, en realidad, seguido de un sonido más fuerte, más orgánico. ¿Vuelven las grullas chilladoras?, se pregunta. ¿O es alguna vaquera cazada en otro embrollo de vaqueros?

El ruido se acerca más…

Quizá sean los relojes, marcando un ritmo totalmente nuevo, midiendo acontecimientos inesperados en el continuo… por ejemplo, un ataque de risa del inconsciente colectivo, o súbitas vibraciones cósmicas que desafían los instrumentos de medición más refinados de la ciencia por ser tiernas y obscenas.

El ruido se aproxima aún más…

Sissy se incorpora en su lecho portátil. También Delores está despierta ahora.

Y fuera, en la Senda Siwash, siguiendo con luz de linterna un mapa dibujado con minucioso detalle por la única persona que podría haberlo dibujado (¡El Chink!) viene tambaleándose, tropezando, cayendo, maldiciendo y riendo entre dientes, el doctor Robbins, vuestro autor.

Tras haber reunido todo el material de este libro, el doctor Robbins no espera siquiera la luz del día, sino que se lanza, bigote primero, a la peligrosa obscuridad de Dakota para llegar a la Cueva Siwash. ¿Con qué propósito?

¿Creé realmente el doctor Robbins que se unirá a Sissy, que su semilla será la próxima que encienda el huevo de ésta, que será a él a quien llame papi la profetizada progenie de niños de grandes pulgares? ¿Cree él que compartirá la mayordomía pagana del Cerro Siwash… y que él es el agente del destino especial de Sissy Hankshaw?

El doctor Robbins no dirá lo que cree. Sólo:

Creo en todo; nada es sagrado / No creo en nada; todo es sagrado.

Ja ja jo jo y ji ji.


Parábola Especial de Propina

EN UN LUGAR solitario, junto a bosques y prados, hay una jarra de vinagre: el símbolo de la vida.

Confucio se acerca a la jarra, mete en ella un dedo y prueba el brevaje,

– Amargo -dice-. Aun así, creo que podría ser muy útil para aliñar ciertas comidas.

Buda se acerca a la jarra de vinagre, mete el dedo en ella y prueba.

– Amargo -comenta-. Puede mortificar el paladar. Y puesto que el sufrimiento ha de evitarse, debe tirarse esta substancia de inmediato.

El siguiente en meter el dedo en el vinagre es Jesucristo.

– Puf -dice Jesús-. Es ácido y amargo. No sirve para beber. Para que ningún otro tenga que beberlo, yo lo beberé todo.

Pero ahora se acercan a la jarra dos personas, juntas, desnudas, cogidas de la mano. El hombre tiene barba y patas peludas de cabrito. Su larga lengua está algo hinchada de unos poemas que ha estado recitando. La mujer tiene sombrero de vaquera, collar de plumas y cutis rosado. Su vientre y sus pezones muestran las señales de la maternidad; lleva un cesto de hongos y yerbas. Primero el hombre y luego la mujer, meten un dedo en el vinagre. Ella lame el pulgar de él y él el de ella. Al principio, hacen una mueca; pero casi inmediatamente abren amplias sonrisas.

– Es dulce -canturrean.

– ¡Dul-ce!

Esta obra, publicada por EDICIONES GRIJALBO, S. A.,

terminóse de imprimir en los talleres de Novagrafik, de

Barcelona, el día 26 de junio de 1978

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