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[La mar estaba inmaculada, pensaba Lily Briscoe, todavía allí, vigilando la bahía. La mar se extendía como si fuera seda sobre la bahía. La distancia tenía un gran poder; se los había tragado, pensaba, se habían ido para siempre, se habían convertido en parte de la naturaleza de las cosas. Hasta el vapor había desaparecido, pero el gran bucle de humo aún flotaba en el aire, y, amado como una bandera, parecía una despedida triste.]

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