Nota del editor

No me resisto a dar por concluida la edición de esta novela de Félix Palma sin añadir una nota de advertencia: hará bien el lector en recordar que esta obra fue escrita en 1996. Antes de El club de la lucha (1999) de David Fincher, con la que tiene en común el desdoblamiento del protagonista. Antes de Amélie (2001) de Jean-Pierre Jeunet, cuya protagonista va por la vida pintando de colores inventados su villa de París (y sus fotomatones), como el héroe de Palma hace con Sevilla (y sus fotomatones). Y antes de cualquiera de las películas de Michel Gondry, notablemente La ciencia del sueño (2006), cuyo personaje principal tiene diagnosticado el mismo mal de inmadurez que Alejandro y aplica el mismo remedio: una imaginación desbordante que rompe las barreras entre lo real y lo ilusorio.

Entonces, más que como una novela sobre la generación de Peter Panes que ahora frisa los cuarenta, mas que como una oportunidad de enamorarse (varias veces), más que como un relato emocionante e hilarante, más que como un reprocesamiento de material biográfico para diversión del respetable, quizá la mejor forma de definir esta novela sea justamente por esa capacidad de anticiparse a grandes fenómenos estéticos de la década siguiente…

Sí, los lectores sin duda lo han visto antes; pero Palma lo contó aquí primero.

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