AGUAS VENENOSAS. Una antigua enciclopedia médica de la Dinastía Chin contiene, posiblemente, la primera referencia escrita al terrible virus del dengue. El tratado fue elaborado entre los años 265 y 420 a.C., editado formalmente en el año 610 a.C. bajo la Dinastía Tang y reeditado en 992 d.C. durante la Dinastía Tsong del Norte. La enfermedad fue denominada «agua venenosa» y se relacionaba con los insectos voladores que pululaban sobre las aguas afectadas. El dengue es una aguda enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, que se cría en el agua acumulada en recipientes y objetos en desuso o en aguas estancadas. Una variedad grave es el dengue hemorrágico (DH), que cursa con pérdida de líquido y sangre por trastornos de la coagulación, pudiendo desembocar, en cuestión de cuatro a ocho horas, en el shock (SSD) y la muerte.
ALQUIMIA. El término jindanshu, ‘técnicas del oro y del cinabrio’, es el más empleado para denominar la alquimia taoísta externa o waidan. Las primeras técnicas alquímicas se mencionan en obras como el Huainanzi con el término huangbaishu, ‘técnicas del amarillo y del blanco’, colores que designan el oro y la plata o sus sustitutos. El cinabrio también adquiere gran importancia en la fabricación de píldoras o elixires de larga vida. Esta operación se denomina liandanshu, ‘técnica de refinamiento del cinabrio’, o xiandanshu, ‘técnicas del cinabrio de la inmortalidad’. En la aplicación de estos procedimientos, fueron muchos los descubrimientos de productos químicos y botánicos que tuvieron finalidad terapéutica. Durante la Dinastía Han, los alquimistas taoístas que investigaban sobre un elixir para la inmortalidad provocaron numerosos incendios mientras experimentaban con azufre y salitre (nitrato de potasio). Uno de esos alquimistas, Wei Boyang, escribió un texto alquímico titulado Libro del parentesco de los tres, que advertía sobre las propiedades explosivas de las mezclas de ciertos materiales. Muchas de las primeras mezclas de pólvora china contenían sustancias tóxicas tales como mercurio y arsénico combinados, pudiendo ser consideradas como una forma primitiva de guerra química. A partir de la Dinastía Tsong, el término dandingpai, ‘cinabrio y crisol’, se emplea igualmente para designar a la alquimia en general.
CÁMARA DE CONSERVACIÓN. También llamada Tong Bing Jian o caja de hielo de bronce, la cámara de conservación consistía en una arqueta de ese metal compartimentada en la que se depositaba hielo fresco junto a los alimentos, los helados o las bebidas que se pretendían conservar. Uno de los primeros refrigeradores de los que se tiene constancia fue hallado en la provincia de Hubei. Su antigüedad fue datada sobre el año 300 a.C.
CASTIGOS. El lingchi, o la muerte de los mil cortes, era el castigo más horrible contemplado en el código penal. Sin embargo, no era el único. Entre los más frecuentes se encontraban las series de bastonazos propinados con varas de bambú lisas, sin nudos, cuya longitud, grosor y peso estaban perfectamente estipulados y categorizados. El jia, denominado impropiamente cangue, consistía en una pieza de madera seca, cuadrada, similar al tablero de una mesa, separable en dos partes y provista de un agujero en su centro por el que se introducía la cabeza del reo. Las manillas, o esposas, fabricadas en madera seca se empleaban sólo en hombres. Los grillos eran de metal y apresaban los pies limitando su movimiento.
CLEPSIDRA. Los relojes de agua o clepsidras fueron empleados por los chinos mil años antes del nacimiento de Jesucristo. En 1086, el científico chino Song Su inventó un reloj astronómico accionado por agua, sobrepasando la precisión de medida de los relojes mecánicos europeos de la misma época. Este reloj, una torre de seis metros de altura, utilizaba un depósito de donde fluía un chorro de agua sobre las paletas de una rueda. Ésta accionaba diversos mecanismos que hacían aparecer distintas figuras que señalaban las horas, que, acompañadas de toques de gong y de tambores, movían una esfera celeste con la representación de estrellas y de constelaciones. La desviación diaria de este reloj era inferior a los dos minutos.
CULI. Trabajador o sirviente de clase baja; peón sin cualificación. Aunque el uso del término culi se generaliza en Occidente para denominar peyorativamente a la mano de obra asiática que emigra durante el siglo XIX a las Américas, asociándolo a la palabra inglesa coolie (‘estibador’), su origen se remonta al antiquísimo término chino gu lí o ku lì, que literalmente significa ‘el amargo uso de la fuerza bruta’, encontrándose también acepciones similares como el kuli bengalí o el qu li hindi.
CUMPLEAÑOS. Los chinos no contabilizan la edad de las personas del mismo modo que los occidentales. En Occidente, una persona cumple años el día del aniversario de su nacimiento, pero en China todos sus habitantes cumplen años el mismo día, coincidiendo con la entrada del año nuevo que se celebra en la primera luna del mes de febrero. Así pues, un niño chino nacido en noviembre cumpliría un año al comenzar febrero y, sin embargo, sólo habrían transcurrido tres meses desde su alumbramiento. Ésta es la razón por la que la fecha de nacimiento únicamente era recordada para el cálculo del horóscopo, pero no para el control de la edad.
GORRO BIALAR. Los hombres siempre llevaban la cabeza cubierta con un gorro, birrete, bonete o casquete que cubría un pequeño moño. Los más humildes se liaban una tira raída de tela en la cabeza. La ropa, y sobre todo el gorro, era un espejo de la posición social. Si el gorro tenía alas, éstas, dobles, podían volar sobre las orejas de forma horizontal, parcialmente gachas o caídas, en función del rango de su poseedor.
HANFU. El hanfu es la ropa tradicional usada por la etnia Han, la población mayoritaria durante la historia de China. Consiste en una bata holgada de mangas anchas que se cruza sobre el pecho y se anuda en la cintura. Los hombres usan bajo ella pantalones, no así las mujeres. Los indigentes vestían polvorientas chaquetas de cáñamo y desastrados pantalones y turbantes. Las damas y caballeros usaban gorras de seda negra y túnicas de mangas largas de seda color turquesa, bermellón o púrpura, ceñidas con cinturones de hebillas de jade, oro y cuerno de rinoceronte. Los atuendos estaban regulados por las leyes suntuarias, unas disposiciones que restringían las prendas más lujosas -así como los muebles y las mansiones- para uso de las clases altas. En la práctica, tales leyes eran inefectivas. Las modas imperiales eran imitadas con descaro por advenedizos mercaderes, propiciando que en nueve de cada diez casos no se respetara la ley. El hanfu influyó en la ropa tradicional de otros países, como en el kimono en Japón, el hanbok en Corea o el áo tú thân en Vietnam.
JIN, YURCHEN. Los Jin, también conocidos como yurchen o yurchenes, fueron un pueblo asiático que habitó la región en torno al río Amur, en la actual frontera oriental entre Rusia y China. Antecesores de los manchúes, en el año 1127 saquearon con éxito la por entonces capital china Kaifeng, haciendo abdicar al emperador de la Dinastía Tsong del Norte. Tras huir de la capital, una nueva dinastía china surgió en el sur, enclavando su capital en Lin’an. Los Tsong del Sur continuaron la lucha durante más de una década contra el poderío Jin hasta firmar un tratado de paz que cedía a los invasores todo el norte de China. Pese a los numerosos intentos, los Tsong del Sur jamás llegaron a recuperar los territorios perdidos.
LI.Milla china. Medida de longitud equivalente a unos 560 metros. Los destierros con los que se penaban algunos delitos variaban entre los 2.000 y 3.000 li de distancia, es decir, entre los 1.000 y 1.500 kilómetros aproximadamente.
LIN’AN (ACTUAL HANGZHOU). Capital de la Dinastía Tsong del Sur. Tras la invasión de los Jin, los Tsong se replegaron al sur de China estableciendo su capital en Hangzhou, ciudad a la que rebautizaron como Lin’an. Posteriormente, la ciudad recuperó su antigua denominación.
MOXIBUSTIÓN. Terapia de la medicina oriental que utiliza la raíz prensada de la planta artemisa a la que se le da forma de cigarro puro o moxa. Una vez encendido, se aplica sobre la piel del paciente provocando pequeñas quemaduras controladas, o bien se coloca en el extremo romo de las agujas empleadas en acupuntura para transmitir así el calor.
MU.Medida de extensión de tierra, equivalente a 666 metros cuadrados.
NEOCONFUCIANISMO. Durante la Dinastía Tsong coexistieron pacíficamente tres doctrinas filosóficas: el confucianismo, el taoísmo y el budismo. Sin embargo, dentro de la élite burocrática, cobró fuerza una corriente denominada neoconfucianismo, un renacimiento confuciano que preservó los estándares morales y políticos tradicionales, amalgamándolos con elementos conceptuales taoístas y budistas en los que cabían algunas de las ideas extraídas de El libro de las mutaciones (I Ching), además de las teorías del yin y el yang asociadas al símbolo Taiji. Un típico motivo neoconfuciano son las pinturas de Confucio, Buda y Laozi bebiendo de la misma jarra de vinagre con el título Los tres maestros son uno. No obstante, muchos neoconfucianos se declaraban abiertamente contrarios a estas corrientes, rechazando el budismo como fe y condenando la adoración de Buda. A pesar de esto, los textos neoconfucianos adaptaron pensamientos y creencias budistas a los intereses confucianos. En China, el neoconfucianismo fue credo oficialmente reconocido desde su desarrollo con la Dinastía Tsong hasta principios del siglo XX. Entre otras muchas regulaciones, el neoconfucianismo condenaba la apertura de cuerpos, si bien permitía el examen de aquellos que, ya fuera por la causa de la muerte o a consecuencia de ésta, estuvieran ya abiertos. Asimismo, consideraba la homosexualidad una conducta libidinosa reprobable.
PALANQUÍN. Especie de silla o litera de manos, generalmente cerrada y cubierta, usada en Oriente para transportar en ella a las personas importantes.
PREFECTURA. Durante la Dinastía Tsong del Sur, China se dividía administrativamente en dieciséis circuitos o provincias (lu o tao), de un tamaño similar al de Irlanda, cuyo responsable era el intendente judicial. Cada circuito estaba dividido en prefecturas (entre diez y veinte por circuito), unidades de administración local gobernadas por un número determinado de oficiales y ayudantes que se ocupaban de las distintas áreas administrativas. Por último, cada prefectura estaba a su vez dividida en varias subprefecturas o distritos (hsien), entre dos y veinte por prefectura, generalmente regidos por dos o tres oficiales: el subprefecto (chih-hsien o hsien-ling) hacía las veces de jefe judicial y magistrado de su área, además de llevar otras facetas de la administración. Bajo sus órdenes estaban un registrador (chupu) que se ocupaba de la recaudación de impuestos y un alguacil o jefe de policía (hsien-wei), encargado de la ley y del orden.
QIÁN. El qián era la principal unidad de cambio en China. Se trataba de una delgadísima moneda de cobre perforada en su centro para poder ser ensartada con un cordel que luego se ataba a la cintura. De ahí el nombre de sartas, empleado para denominar indistintamente a los cordeles de cien o de mil qián. Una sarta de mil qián pesaba alrededor de cinco kilos y equivalía a un tael (aproximadamente cuarenta gramos de plata pura). Durante la Dinastía Tsong, los qián coexistieron con el papel moneda. Al principio, este papel consistió en billetes similares a certificados de crédito avalados por cantidades de dinero depositadas en casas de grandes comerciantes, pero, con posterioridad, el Estado participó en la producción de actas de crédito y luego emitió una moneda regular de papel. Para disuadir a los falsificadores, se decretó para ellos pena de muerte al tiempo que se ofrecían valiosas recompensas a los delatores, imprimiéndose ambas advertencias en los propios billetes, junto con el dibujo de un falsificador ahorcado o despedazado para que lo entendieran los analfabetos. El papel también mostraba el dibujo de diez cuerdas de cien monedas para que los iletrados conociesen su valor.
RITOS Y PIEDAD FILIAL. Los ritos son las reglas que organizan la sociedad, estructurada según una jerarquía rígida: el hombre no se define por su personalidad, sino a través de la observancia de los ritos, es decir, a través del comportamiento pautado que se considera el justo respecto a su posición en la sociedad. Al igual que hacia sus padres biológicos, los súbditos deben respetar la piedad filial hacia su «padre emperador», un ser virtuoso, dotado además con la cualidad de la benevolencia, que tiene el derecho y el deber de gobernar. En la cultura tradicional china, la especialización en ceremonias fue una constante entre los miembros de la Corte y de las familias aristocráticas, sobre todo en el periodo confucianista. Tanto en el Li Ji como en el Bohutong (Libros de los ritos) se establece que la muerte de uno de los padres merece tres años de luto y que la manera más ortodoxa de llevarlo es retirándose de la vida pública, vistiendo ropa hecha de arpillera y viviendo en una choza cerca de la tumba. La gente humilde que no podía permitirse dejar de trabajar se contentaba con ausentarse de las fiestas, no casarse durante los tres años que duraba el luto y abstenerse de toda actividad sexual.
Los chinos ofrecían sacrificios a sus muertos durante los ritos fúnebres -taoístas, budistas, confucianistas o una combinación de ellos-. Sin embargo, el término «sacrificio» no posee el significado occidental de ‘degollar a un ser humano o a un animal como ofrenda a un Dios’, sino que en realidad se refiere a un sacrificio propio, es decir, a ‘renunciar a algo para conseguir otra cosa’. Por ejemplo, si alguien ofrecía como sacrificio a sus difuntos una cesta de frutas, ésta suponía un sacrificio para el oferente, ya que éste dejaba de comerlas para que las disfrutaran sus familiares fallecidos.
Los funerales se efectuaban en forma de cremaciones o entierros; si la persona era enterrada, después de que hubieran transcurrido unos siete años los huesos eran sacados ritualmente, limpiados y vueltos a enterrar.
SAMPÁN. El sampán es una embarcación plana, sin quilla, de entre 3,5 y 4,5 metros de eslora, usada para el transporte de viajeros o mercancías, para la pesca e incluso como vivienda. Literalmente, sam pan significa ‘tres tablas’, en referencia a lo básico de su construcción, ya que en ella únicamente se emplea una tabla para el suelo y dos más para los laterales. Por extensión, también se denomina sampán al junco chino, quizá el velero tradicional más antiguo que se conoce y que ha conservado la forma original desde su aparición en el año 600 d.C.
TIEMPO. Mientras que en Occidente el año 1 de nuestra era se establece coincidiendo con el nacimiento de Jesucristo, o en los países musulmanes armonizándolo con el día en que Mahoma huyó de La Meca en el año 622 d.C., en la China imperial no existía un único año de inicio, sino que comenzaba cada vez que un nuevo emperador ocupaba el trono, sucediendo además que, según su arbitrio y los designios zodiacales, se establecían diversas eras dentro de un mismo reinado. Así, durante su reinado (1194-1224), el emperador Ningzong estableció cuatro eras. La primera, de 1195 a 1200, la denominó Qingyuan. La segunda, de 1201 a 1204, Jiatai. La tercera, de 1205 a 1207, Kaixi. Y la cuarta, de 1208 hasta su muerte a los cincuenta y seis años de edad, Jiading.
Respecto a los meses, cada año estaba dividido en doce, comenzando en febrero (mes de la primera luna) y concluyendo en enero (mes de la duodécima luna). Igualmente, cada año se separaba en veinticuatro periodos climáticos.
El día se fraccionaba en doce intervalos de dos horas cada uno denominados shichen. (Una hora china equivale a dos horas occidentales). Cada shichen se divide en ocho ke (quince minutos), el cual tiene quince fen, por lo que un fen equivale a un minuto. Una hora se llama tschuco, y un jike es un cuarto de hora.
Esta diferencia es especialmente relevante para comprender el establecimiento de los plazos de la muerte. La ley determinaba que no podían transcurrir más de cuatro horas desde la denuncia de un crimen hasta el momento en que el juez responsable examinara el cadáver. Como quiera que para propiciar una lectura más fácil en la novela he preferido emplear el término occidental de «hora» en lugar de su correspondiente chino shichen, el tiempo máximo permitido para comenzar el examen de un cadáver sería en realidad cuatro shichen, es decir, ocho horas occidentales. Al no contabilizarse las horas nocturnas, en la práctica el plazo para iniciar la investigación in situ se extendía a unas dieciséis horas occidentales.
La denominación de las horas y su clasificación era como sigue:
Zi: Hora de la rata, 23 h – 01 h
Chou: Hora del búfalo, 01 h – 03 h
Yin: Hora del tigre, 03 h – 05 h
Mao: Hora del conejo, 05 h – 07 h
Chén: Hora del dragón, 07 h – 09 h
Sì: Hora de la serpiente, 09 h – 11 h
Wu: Hora del caballo, 11 h – 13 h
Wèi: Hora de la oveja, 13 h – 15 h
Shen: Hora del mono, 15 h – 17 h
You: Hora del gallo, 17 h – 19 h
Xu: Hora del perro, 19 h – 21 h
Hài: Hora del cerdo, 21 h – 23 h
Denominación de los meses:
Febrero: Primer mes
Marzo: Mes del albaricoque
Abril: Mes del melocotón
Mayo: Mes de la ciruela
Junio: Mes de la granada
Julio: Mes del loto
Agosto: Mes de la orquídea
Septiembre: Mes del olivo oloroso
Octubre: Mes del crisantemo
Noviembre: Buen mes
Diciembre: Mes del invierno
Enero: Último mes
Desde la introducción del budismo en China, cada año es nombrado con un signo del zodiaco que se repite cíclicamente cada doce años. Los signos del zodiaco chino coinciden con los de las horas. Los meses se agrupan en tres grupos: Meng (primero), Zhong (medio) y Ji (último); y en cuatro estaciones: Chun (primavera), Xia (verano), Qiu (otoño) y Dong (invierno). El nombre de los meses se forma combinando sendos conceptos, por ejemplo kitsin es el último mes del otoño.
Los meses también se pueden denominar como las horas y como los años, y están compuestos por tres semanas de diez días cada una.
UNIVERSIDAD. Al igual que los gobernantes de las dinastías que les precedieron, los Tsong preconizaron que los cargos públicos fueran ocupados por los ciudadanos más virtuosos y capaces, independientemente de su extracción económica o social. Esta idea devino en lo se conoció como «sistema de exámenes para el servicio civil», un procedimiento por el que cualquier ciudadano podía presentarse a las dificilísimas pruebas de acceso y, en función de la puntuación obtenida, comenzar una carrera funcionarial que podía culminar en el puesto de primer ministro de la nación.
Los Tsong crearon escuelas elementales en todas las capitales de condado y escuelas superiores en todas las poblaciones prefectorales. Incluso las aldeas rurales contaban con colegios sencillos, lo que, unido al abaratamiento de los libros por la difusión de la imprenta, hizo que prácticamente desapareciese el analfabetismo.
En la capital, Lin’an, la proximidad de la universidad a la Corte hizo que muchos alumnos se interesaran y se involucraran en actividades políticas que fueron criticadas por los altos oficiales del gobierno, quienes no dudaron en boicotear las clases. La situación llegó a ser tan alarmante que incluso el notorio consejero jefe del emperador Li-tsung (1225-1264), Chia Su-tao, tuvo que infiltrar estudiantes espías en la universidad.
Las academias privadas, denominadas shu-yüan, se revelaron como la única forma de enseñanza superior para temas específicos, como la medicina (Academia Hanlin, Bailudong, Yuelu, Chongshan, Shigu y Yintianfu). A diferencia de las escuelas estatales, los maestros de las academias no sólo transmitían el conocimiento de los clásicos. Sus métodos de enseñanza incluían también la investigación, de modo que solían insertar en sus clases los resultados de sus propias averiguaciones y profundizaban de esta manera en la comprensión de éstos. A los sabios adjuntos a una academia se les podía asignar una habitación y un estipendio, y muchas academias disponían de alojamiento para estudiantes. Estas instituciones eran financiadas por altos cargos, ricos comerciantes y, a veces, también por el Estado.
La academia más elitista e influyente, Hanlin, fue fundada para formar a altos funcionarios de la corte y archiveros. Las clases pudientes disfrutaban de un acceso más fácil a la formación y el número de mujeres cultivadas entre la alta sociedad indica que no era raro que las niñas de estas familias recibiesen una esmerada educación.
VIOLENCIA. La violencia física como castigo era algo consustancial a la sociedad medieval china. De hecho, la inmensa mayoría de los delitos contemplados en el código penal se castigaban con bastonazos. Esto era debido, por un lado, al eficaz efecto disuasorio del dolor y, por otro, a la incapacidad de afrontar el pago de multas por la mayoría de la población. La pena de cárcel sólo se aplicaba si llevaba aparejada los trabajos forzados en las minas de sal o en el ejército. El castigo físico era, por tanto, el medio habitual y extendido para reprobar cualquier tipo de conducta mala, incluidos los ámbitos privado o familiar.
WU-TSO. Antes de que se generalizara la especialización de jueces ordinarios en forenses o lectores de cadáveres, éstos se auxiliaban de los wu-tso, asistentes poco cultivados que se encargaban de las tareas más desagradables, como limpiar, abrir los cuerpos, extraer los órganos y examinarlos, mientras el juez encargado de la investigación tomaba notas, alejado. Por lo general, los wu-tso simultaneaban su oficio con el de curanderos, carniceros o matarifes.
XILOGRAFÍA. Primitivo sistema de impresión mediante bloques de madera sobre los que se tallaban tanto los textos como las ilustraciones. El contenido que había que imprimir se tallaba a mano, en relieve e invertido, y se entintaba con pintura de agua. Un fuerte frotamiento trasladaba la tinta al papel, previamente colocado sobre el bloque de madera. El primer libro que se imprimió fue el Sutra de diamante, estampado por Wang Chieh el 11 de mayo del año 868, en China. La primera imprenta de tipos móviles a base de complejas piezas de porcelana fue fabricada en China por Bi Sheng entre los años 1041 y 1049.
Agradecimientos
«Por último, lo primero»
Tras años de intenso trabajo, tras decenas de borradores descartados, tras jornadas agotadoras en las que la palabra descanso perdió su significado, cuando por fin volteas la última página y miras el manuscrito concluido, suspiras un momento antes de que se apodere de ti una dolorosa incertidumbre. Te sientes satisfecho porque has dado lo mejor de ti mismo, pero en tu interior te dices que quizá no haya sido suficiente. Te habría gustado estudiar más, repasar más, hacer tu texto aún más vibrante y sorprendente. Por un momento, piensas que quizá tanto esfuerzo no se vea recompensado con el aliento de sus lectores: el mismo que te falta si fracasas o el que te impulsa cuando disfrutan con tu novela. Entonces, en ese instante, recuerdas a todos cuantos te han ayudado por el camino. Recuerdas las llamadas de tus padres, insistentes y cariñosas, preguntándote: «Hijo, ¿cómo estás? ¿Y la novela…?». Recuerdas a tus hermanos, las mejores personas del mundo… Recuerdas a tu hija…
Recuerdas a amigos viejos y nuevos. Los que siempre te han acompañado y los que has tenido la fortuna de conocer. Amigos como Santiago Morata, Fernando Marías, Antonio Penadés, Alejandro Noguera, Lucía Bartolomé, Manuel Valente, Anika Lillo o Carlos Aimeur. Amigos a los que agradecer su ayuda, su cercanía y su cariño. Recuerdas a los editores nacionales e internacionales que confiaron y apostaron por ti. Recuerdas a Ramón Conesa, tu agente de Carmen Balcells, siempre presto a ayudar con un consejo sabio…
Todos ellos han compartido espacio en mi memoria junto a la remembranza de mis lectores: aquellos que me escribieron para aplaudirme o criticarme; aquéllos a quienes por unos días logré hacer un poco más felices; e incluso aquellos que aún no me han leído. Porque ellos son los que me empujan cada día. Por ellos luchas y, por ellos, escribir merece la pena.
Mi especial recuerdo para Zhuang Lixiao, consejera cultural de la Embajada de China en España, por sus desinteresadas gestiones para ponerme en contacto con los directores del Museo Nacional de China de Beijing, el Museo de Arquitectura Antigua de Beijing, el Museo Huqing Yutang de Medicina China de Hangzhou, el Museo Provincial de Zhejiang, el Museo de la Historia de Hangzhou y el Mausoleo del general Yue Fei. No puedo olvidar al doctor Phil A. R. Hill, librero en White City, de Londres, quien me asesoró sobre diversos textos y bibliografía, del mismo modo que he de recordar al ya mencionado forense doctor Devaraj Mandal y al prestigioso sinólogo Jacques Gernet, sin cuya sabiduría me habría resultado imposible dotar a esta novela de la credibilidad que precisaba.
Tengo la fortuna de no tener que recordar expresamente a mi esposa Maite, porque, gracias a Dios, disfruto de su presencia cada día. Ella es mi faro en los buenos y en los malos momentos. Ella es el mejor regalo de mi vida.
Finalmente, quisiera dedicar mis últimas palabras a alguien a quien añoramos todos cuantos le conocimos. Una persona que hablaba poco, pero de la que aprendí mucho. Con sus actos, con su humildad y su honestidad, me enseñó cosas que no están en los libros.
Para él y en su memoria.
Gracias, Eugenio.