¿Cómo define la palabra buena? Esta es una palabra que usamos mucho. Hablamos de buena comida, buen tiempo y buen informe. Decimos: «Qué pase un buen día»; «Hizo un buen trabajo»; «Hay una buena distancia desde aquí hasta allá». La palabra se usa en muchas maneras diferentes. Cuando era un adolescente, mis padres acostumbraban decir: «Diviértete y sé bueno.» Seguro que sus padres también se lo decían a usted. Siempre pensé que esta declaración era una contradicción. ¿Cómo podía divertirme y al mismo tiempo ser bueno?
Busqué la palabra bueno en el diccionario y encontré diecisiete categorías diferentes para la palabra con tres o cuatro usos diferentes o ilustraciones bajo cada categoría. De igual forma, las palabras en griego y en hebreo para «bueno» y «bondadoso» que se usan en la Biblia son variadas y están llenas de significado. La Biblia tiene mucho que decir acerca de la bondad. En efecto, las palabras bueno o bondad se usan seiscientos diecinueve veces en la Biblia.
Una de las frases que oímos mucho es «la buena vida». En la parte del país en la que vivo oigo: «¡Viva la buena vida en el sur de California!» Pero, ¿qué es la buena vida?
¿Qué es «la buena vida»?
Para algunas personas la buena vida significa verse bien. En América, verse bien es un negocio serio. Salones para broncearse, coordinación de colores, peinados, succión de grasa, no importa lo que sea, tenemos que vernos bien. Valoramos mucho la belleza y el vernos bien. ¿Sabe cuál es el problema con vernos bien? No hay normas universales. Lo que para mí se ve bien tal vez a usted no le guste. ¿Alguna vez discutió con sus hijos qué ropa ellos deben usar? El verse bien tiene diferentes significados para diferentes personas.
Algunas personas piensan que la buena vida significa sentirse bien. No importa lo que exija, tienen que sentirse bien. Esto puede ser sentarse en una bañera con agua caliente, ir a Disneylandia, o tomar drogas. Tienen que perseguir el placer a toda costa. Su norma de vida se convirtió en «si lo hace sentir bien, hágalo».
Algunas personas creen que la buena vida significa tener posesiones. Se las arreglan para conseguir cosas, y cuando las obtienen, entonces piensan que tienen una buena vida. Es como la etiqueta engomada para los carros que vi hace poco: «Gana el que tenga más juguetes al final de la vida.» Para esta gente el mayor objetivo en la vida es ganar dinero y gastarlo en bienes.
La Biblia presenta un cuadro radicalmente diferente de la buena vida. En su Palabra, Dios dice que la buena vida no se basa en verse bien, sentirse bien, o tener muchos bienes. Él dice que la buena vida es una vida llena de bondad.
Ahora bien, ¿qué es la bondad? La bondad es ser y hacer lo bueno. Y cuando usted es bueno y hace lo bueno, va a sentirse bien, y hasta va a comenzar a verse bien, o por lo menos verse mejor. ¿Pero qué exactamente es la bondad?
Génesis 1 narra la creación del universo, y nos recuerda que cuando Dios vio todo lo que había creado dijo que era bueno. ¿Por qué? Porque se cumplió el propósito para el que fue creado. «Bondad» significa cumplir un propósito. Es ser lo que Dios quiere que sea.
Dios lo creó con un propósito. Cuando viva de la manera prevista por Dios, se sentirá bien. Su vida tendrá significado. Se sentirá bien porque está cumpliendo el propósito para el que fue creado. Ahora bien, ¿qué es eso bueno para lo cual Dios lo hizo?
Efesios 2:10 dice: «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» (énfasis del autor). No somos salvos por las buenas obras; somos salvos para las buenas obras. El estilo de vida del cristiano es uno de bondad. Esa es la verdad principal que quiero que aprenda de este capítulo.
Pero, ¿por qué usted debe ser bueno? ¿Cómo se beneficiará de un estilo de vida de bondad? El pago es una autoestima saludable. Cuando hace lo bueno y es bueno, se sentirá bien consigo mismo porque está cumpliendo la obra para la cual Dios lo creó. Esto es un sentido de satisfacción más profundo que la satisfacción egoísta de los que buscan placer. La autoestima saludable y perdurable no viene de verse bien pues la apariencia se desvanece. No viene de sentirse bien pues no va a sentirse bien todo el tiempo, no importa lo que haga. Ni tampoco viene de los bienes porque las posesiones materiales hoy están y mañana desaparecen. Una autoestima perdurable viene de hacer el bien y ser bueno. Ese es el propósito para el cual Dios lo creó.
No somos buenos por naturaleza
Pero hay un problema, nuestra naturaleza no es ser bueno. Todos nacimos con una inclinación natural hacia el egoísmo. Hace poco, mientras estaba cambiando canales en la TV, escuché a un hombre decir: «Mi religión es la creencia en la bondad total e intrínseca del hombre.» Cuando lo escuché, comencé a reírme. ¿Dónde estuvo viviendo durante el siglo pasado, en el Polo Norte? Yo no compro la idea de la bondad intrínseca del hombre por nada. No tiene sentido por cuatro razones.
Primero, la Biblia dice que el bien inherente del hombre es una falacia. Isaías 53:6 nos dice que cada uno quiere hacer sus propias cosas, caminar a su manera, y ser su propio dios. Pero nadie es perfecto. Solo Dios es naturalmente bueno (Marcos 10:18). El resto de nosotros peca y está privado de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Así que la Biblia dice que el hombre no es intrínsecamente bueno en todo lo que hace.
Segundo, sabemos que el hombre no puede ser inherentemente bueno pues tenemos los hechos de la historia. La historia es un largo informe de la inhumanidad del hombre hacia el hombre. A pesar de ser la generación más educada y sofisticada de todas, todavía tenemos guerras, crímenes, violencia y perjuicio. Esto es porque la raíz del problema todavía está presente en nosotros. Seguimos buscando de forma egoísta nuestros caminos. La historia simplemente refleja los resultados de nuestras acciones.
La tercera razón por la cual no creo que el hombre es intrínsecamente bueno es porque soy padre. Si es un padre o una madre, sabe que la idea de que el hombre es bueno por naturaleza es una idea tonta. No tuve que enseñarles a mis hijos a mentir. ¿Y usted? Claro que no. Esto viene por naturaleza. No tuve que enseñarles a mis hijos a ser egoístas. ¿Y usted? No. El hombre tiene una tendencia natural para hacer el mal. La Biblia lo dice, la historia lo prueba y los padres lo saben.
La razón número cuatro para refutar la bondad del hombre es el conocimiento de mi propio corazón. Puede que lo sorprenda, pero la verdad es que muchas veces no quiero ser bueno. En efecto, muchas veces ¡me gusta pecar! Algunas veces prefiero no amar, en lugar de amar; responder de forma impulsiva en vez de ser paciente. Y a veces, sencillamente soy egoísta. No me gusta hacer lo que es bueno, aunque sé que es lo que debo hacer. Por el contrario, quiero ser haragán. Y aun cuando mi deseo es correcto, y cuando quiero hacer el bien, en realidad lucho por llevarlo a la práctica.
¿Le cuesta trabajo hacer el bien, aunque quiere hacerlo? Dios dice que esta lucha es normal. «¿Puede el etíope cambiar de piel, o el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, acostumbrados como están a hacer el mal!» (Jeremías 13:23.) Él está diciendo que se requiere más que fuerza de voluntad para cambiar su naturaleza. Usted no solo hace un chasquido con los dedos y se convierte en una buena persona.
El apóstol Pablo comprobó en su vida que eso era cierto. Quizá usted se identifique con él. Yo me identifico. En Romanos 7, él dice que no importa a dónde vaya, no puede obligarse a hacer el bien. Él quiere hacerlo, pero no puede. Cuando quiere hacer lo bueno, no lo hace, y cuando trata de no hacer el mal, lo hace de todas formas. ¿Se puede identificar con eso? Cuando reconocemos que no somos perfectos, tratamos de consolarnos con comparaciones: «Bueno, tal vez no sea lo que debo ser, pero soy mejor que fulano o zutano.» Seguro oyó a alguien decir esto. Quizá usted mismo lo dijo. El único problema con esto es que Dios no lo califica de acuerdo al promedio. Él no nos juzga de acuerdo a cuán buenos son los demás. Jesucristo es su norma de medida y él es perfecto. Eso quiere decir que cuando nos comparamos con Cristo, no alcanzamos esa medida para nada. Todos nos quedamos cortos.
Es como el niño que corre a su mamá y dice:
– Mamá, mido ocho pies de altura.
– ¿Ocho pies? -le contesta ella.
– Sí -insiste él-. Mido ocho pies.
Su mamá le pregunta qué usó para medirse y él saca una regla de seis pulgadas.
Debemos evaluarnos de acuerdo a la medida perfecta de la bondad de Dios, que es Jesucristo. Cuando hacemos esto, nos damos cuenta de la verdad: nadie es bueno.
Nuestra bondad es un don de Dios
Dios no nos salvó a causa de nuestra bondad sino por su bondad y misericordia. Gracias a la obra redentora de Cristo Jesús nuestro Salvador, Dios puede declararnos buenos. Nuestra bondad es un don de Dios. No podemos trabajar para lograrla. No podemos ganarla. No la merecemos.
La Biblia llama a esto justificación. Esa es una gran palabra que significa que Dios dice que usted «está bien» gracias a lo que Jesús hizo por usted. Cuando pone su confianza en Cristo, Dios le da una nueva naturaleza. (Es como empezar de nuevo, por eso es que se llama «nacer de nuevo».) Entonces Dios no solo le da el deseo de hacer el bien, sino que también le da el poder para hacerlo. Filipenses 2:13 dice: «Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad» (énfasis del autor). Él le da el querer y el poder para hacer lo correcto. Esa es una de las maneras en la que sabe que usted es cristiano.
Por la gracia y el poder de Dios, somos recreados como buenas personas, y luego se nos da la habilidad para hacer buenas obras. Dios obra de adentro hacia afuera, no de afuera hacia adentro. Él dice: «Déjame cambiarte el interior y el exterior caerá en su lugar.» Ahora, ¿qué significa eso? ¿Que un cristiano nunca peca? Desde luego que no. Todos cometemos faltas. Todos pecamos. Lo que significa es que ahora que soy cristiano tengo un nuevo poder y un nuevo deseo de hacer lo que es correcto. Dios resolvió el problema de mi vieja naturaleza egoísta dándome una nueva naturaleza semejante a Cristo.
Dios hizo la obra de cambiar mi naturaleza. Ahora necesito cooperar con su esfuerzo y obra permitiendo que su bondad me llene. Tito 3:4 dice que debemos aprender a hacer el bien. Aquí hay cinco sugerencias sencillas para aprender a hacerlo.
Domine su Biblia
Primero, hágase un estudiante de la Palabra de Dios. Lea la Biblia, estúdiela y memorícela. Llene con ella su mente y su vida. Usted solo tiene dos fuentes para desarrollar sus valores: el mundo o la Palabra. La elección es suya.
Una vez me regalaron una Biblia nueva, y la persona que me la regaló escribió en el frente de esta: Este libro te apartará del pecado, o el pecado te apartará de este libro. Eso es cierto. En 2 Timoteo 3:16 Pablo escribe: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia.» Por lo tanto, domine la Biblia si quiere hacer el bien. Llene su vida con ella.
No basta con poseer una Biblia, debe usarla. Una Biblia en la mano vale por dos en el estante. Si le preguntara si cree en la Biblia de tapa a tapa, es posible que me diga que sí. Usted cree la Biblia de tapa a tapa, pero ¿la leyó de tapa a tapa? ¿Cómo sabe que cree en ella si ni siquiera sabe lo que dice?
Algunos cristianos son más fieles a Ann Landers (consejera en una columna de periódico) que lo que son a la Palabra de Dios. Son más fieles a las páginas de deportes. No creen en ir a la cama sin antes leer el informe de la bolsa. Devoran el periódico a diario, pero pasan día tras día sin molestarse en abrir la Biblia. Y la Biblia es la que nos enseña la diferencia entre lo bueno y lo malo.
Tal vez esté diciendo: «Bueno, Rick, no entiendo la Biblia.» La solución es simple. Consiga una versión moderna. Hay muchas buenas. Consiga la Biblia Buenas Nuevas o la Biblia al Día. Consiga una buena Biblia de estudio como la Biblia de Estudio de la Nueva Versión Internacional. Cuando alguien dice: «No entiendo la Biblia», me recuerda a Mark Twain, quien dijo: «Lo que me molesta no son las partes de la Biblia que no entiendo, sino la parte que sí entiendo.» ¿Es ese su problema?
Cuando veo una persona cuya Biblia está desbaratada, normalmente descubro que la persona no lo está. Domine la Biblia.
Proteja su mente
Segundo, si quiere hacer el bien, debe controlar los pensamientos que tiene. Reconozco que digo esto muchas veces en este libro, pero es esencial pues el hombre es lo que piensa en su corazón. El pecado siempre comienza en la mente. Satanás planta las ideas -llamadas tentaciones- en su cabeza. Si cultiva estas tentaciones en su mente, se harán visibles en su vida. El pecado siempre comienza en su mente, así que proteja su mente.
La mayoría de las personas son muy descuidadas sobre lo que permiten entrar a sus mentes. Estoy sorprendido con lo que algunos cristianos ven en la televisión. Ellos dicen: «A mí no me molesta ver ese tipo de cosas.» ¡Mentiras! Mire lo que dice Jesús en Mateo 6:22: «El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz.» El próximo versículo dice: «Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad.» Los siquiatras, sicólogos y otros expertos ahora dicen que usted en realidad nunca olvida nada. Quizá no lo recuerde todo de forma consciente, pero todo lo que vio u oyó está en su subconsciente. Todo se mezcla en su mente, y es por eso que tiene esos sueños locos. Así que proteja su mente. Discierna. No permita que cualquier cosa entre en su mente.
Cuando sea bombardeado con basura en la televisión, tiene alternativas. Puede cambiar el canal, o mejor aún, puede apagarlo y emplear un tiempo en la Palabra de Dios. Si quiere hacer el bien, piense en cosas buenas, positivas, y que lo eleven; cosas que son verdaderas, respetables, puras y que merezcan elogio (Filipenses 4:8). No permita que entre material venenoso en su mente. Si quiere hacer el bien, debe ser más cuidadoso con las cosas a las cuales le presta atención. Proteja su mente.
Desarrolle convicciones
Tercero, si quiere aprender a hacer el bien, debe desarrollar algunas convicciones. ¿Qué defiende? Se dijo que si no defiende algo, caerá ante cualquier cosa. Esto es especialmente cierto en la sociedad pluralista americana donde la tolerancia a los puntos de vista opuestos es una virtud muy valorada. Nos encanta parecer que tenemos mentes abiertas. ¡El problema es que algunas personas tienen las mentes tan abiertas que se les cae el cerebro! No defienden nada.
¿Usted sabe la diferencia entre una opinión y una convicción? Una opinión es algo que usted sostiene, una convicción es algo que lo sostiene a usted. Una opinión es algo por lo que discutirá. Una convicción es algo por lo que sufrirá y, si es necesario, hasta morirá.
¿Se da cuenta que los cristianos deben odiar algunas cosas? Romanos 12:9 dice: «Aborrezcan el mal; aférrense al bien.» Eso está bien claro. Debemos aborrecer el mal. ¿Por qué? Una de las razones es por lo que el mal hace a la persona. El mal hiere a la gente. Destruye a las personas. Cuando mira a Jesús de cerca, se da cuenta que la bondad significa defender lo que es correcto y oponerse a lo que es incorrecto. Él odia el pecado pero ama al pecador. Tenemos la tendencia de hacer lo opuesto. Odiamos a los pecadores y amamos el pecado. Pero Dios quiere que tengamos compasión por la gente y también convicción contra el pecado.
La bondad demanda algunas convicciones borrascosas, como el tomar posición en contra de asuntos como: abuso infantil, aborto, pornografía y corrupción. Recientemente oí en la radio que en América una de cada cuatro niñitas será maltratada antes de cumplir dieciocho años. ¡Tenemos que tomar medidas en contra de males como estos! Los cristianos también necesitan protestar cuando se toma el nombre de Jesús en vano. Tener alguna convicción. Cuando oiga hablar de alguna actividad deshonesta, proteste contra ella. Edmund Burke una vez dijo: «Todo lo que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada.» Desarrolle algunas convicciones.
Necesita reconocer, desde luego, que si desarrolla algunas convicciones, no será popular con todo el mundo. Algunas personas lo llamarán fanático o loco religioso. Cuando eso pase, recuerde que Pedro dijo que es mejor sufrir por hacer algo bueno que por hacer algo malo (1 Pedro 2:19-20). Jesús nos advirtió que mientras más nos identifiquemos con él, mayor será la hostilidad con la que responderá el mundo que nos rodea.
Si defiende sus convicciones, esté seguro que tendrá oposición. Algunas personas estarán en desacuerdo con usted. La Biblia dice que en los últimos días habrá personas que odiarán el bien (2 Timoteo 3:3). Recuerde que Cristo Jesús vivió una vida perfecta, sin embargo, fue criticado, burlado, mal entendido, y finalmente murió en una cruz. Entonces, ¿qué le hace pensar que la vida será más fácil para usted, o para mí? Esto me lleva al cuarto paso.
Reúna el valor para ser diferente
Si va a aprender a hacer el bien, debe tener el valor para ser culturalmente diferente. Esto asusta pues nuestra sociedad ejerce presión a que nos ajustemos, para seguir la corriente. Si va a una fiesta de la oficina, se espera que actúe de la misma forma que los demás. Se nos motiva para actuar igual, hablar igual, vestir igual y oler igual solo para ser aceptados. Pero a veces la bondad significa estar dispuesto a pararse a solas. Atreverse a ser diferente. Como dice 3 Juan 11: «No imites lo malo sino lo bueno.»
¿Recuerda la historia de los tres jóvenes israelitas que no se arrodillaron ante la estatua del rey Nabucodonosor y fueron tirados en un horno ardiendo? Si es una persona íntegra, pasará por el fuego. Puede darlo por hecho.
Hablando de calor, déjeme preguntarle: ¿Es un termostato o un termómetro? Usted o es uno o el otro. ¿Qué hace un termómetro? Registra la temperatura. Es un reflejo de su ambiente, sea caliente o frío. Por otro lado, el termostato controla la temperatura. Influye en su ambiente. Establece las normas. ¿Cuál es usted, un termómetro o un termostato?
Uno de mis versículos favoritos en la Biblia es 1 Pedro 3:17. El autor escribe acerca de sufrir «por hacer el bien». La bondad significa algo más que solo evitar el mal. La bondad también significa ser entusiastas por lo que es correcto. Debemos promover lo que es positivo y bueno.
En Romanos 15, Pablo elogia a los cristianos en Roma. Él dice: «ustedes… rebosan de bondad» (v. 14). En esa época, Roma era la capital del pecado en el mundo antiguo. Las Vegas parecería un picnic de Escuela Dominical. En Roma ocurría todo tipo de corrupción e inmoralidad en el que pueda pensar. Y estando en Roma, ¿qué se esperaba que usted hiciera? ¡Se esperaba que hiciera lo mismo que los romanos! Pero cierto grupo de personas se negó a satisfacer dicha conducta pecaminosa. Ellos tenían integridad. Y Pablo les escribe y les dice que en medio de la fosa, ellos rebosan de bondad. ¡Qué testimonio! ¡Qué reputación! ¿Le gustaría tener esa clase de reputación?
Reúnase con otros creyentes
Por último, si quiere hacer el bien, debe desarrollar el hábito de reunirse con otros creyentes. Un secreto de la bondad de los creyentes romanos es que juntos eran buenos. Se reunían con regularidad para retarse, motivarse y apoyarse unos a otros en su vida cristiana. El autor de Hebreos nos dice: «A fin de estimularnos al amor y a las buenas obras.» Entonces agrega este importante ingrediente: «No dejemos de congregarnos… sino animémonos unos a otros» (Hebreos 10:24-25).
Nuestro compañerismo con otros creyentes se creó para motivarnos a vivir buenas vidas en un mundo inicuo. Como cristianos no debemos imitar al mundo, pero tampoco debemos vivir aislados de él. Ambos extremos están equivocados. En cambio, debemos aprender a vivir en el mundo sin ser del mundo. Esa fue la oración de Jesús por sus seguidores en Juan 17. Él también oró: «No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno» (v. 15). La respuesta no es imitar ni aislarse, sino protegerse. Dios nos protegerá del maligno, y una de las herramientas más poderosas que usará para hacer esto es la iglesia.
Usted no encuentra soldados que van por su cuenta a pelear con las fuerzas del enemigo. Van en grupo llamados compañías, pelotones o batallones. Ellos saben que se necesitan unos a otros. Entonces, ¿por qué tantos cristianos piensan que pueden ir solos por la vida? ¿Es que no reconocen que están en una batalla con las fuerzas espirituales del maligno? (Efesios 6) ¿No reconocen los peligros? Con sinceridad pienso que muchos cristianos ni siquiera saben que hay una guerra. Están tan fuera de la realidad espiritual que no reconocen que están en medio de una batalla.
Pero los cristianos que saben lo que está pasando, reconocen que se necesitan unos a otros. Disfrutan las reuniones de la iglesia como el recreo y descanso para las líneas del frente de batalla. Ven el servicio de adoración como una gasolinera espiritual, donde ellos pueden llenar el tanque, afinarse y prepararse para volver a la batalla.
La vida cristiana no es fácil, pero vale la pena en términos eternos. Y hacer el bien no siempre es fácil, pero hay un premio. Gálatas 6:9 dice: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.» ¿Cómo combate usted el cansancio? ¿Cómo se mantiene para no darse por vencido? Debe dominar la Biblia, proteger su mente, desarrollar convicciones, tener el valor de ser diferente y reunirse regularmente con otros cristianos para tener apoyo y motivación.
¿Y qué de usted? ¿Está satisfecho con ser un termómetro, solo registrando la frialdad espiritual del ambiente que lo rodea? ¿O desea ser el termostato de Dios en su esquina del mundo? ¡Esta semana use la influencia que tiene para Dios y para el bien en su mundo!