Mi intención en esta serie era relatar, de la forma más completa posible, la historia y el desarrollo de las revistas de ciencia ficción, mostrando cómo editores y autores trabajaron al unísono para elevar el nivel del género desde sus sencillos comienzos hasta convertirlo en una rama compleja y madura de la literatura. Pero todos los escritores y editores actuaron para su bien. He tratado de mostrar todos los estratos de la ciencia ficción. Inútil negar que la mayor parte de ella no vale nada, quedando así incluida en la ley general de Theodore Sturgeon según la cual el noventa por cien de todo es pura basura.
No obstante, lo bueno acaba siempre por imponerse, y la ciencia ficción se acepta ya como un verdadero género literario. La generación de autores que logró abrir brecha tiene sus raíces en las revistas de la década que cubre este volumen, de 1956 a 1965. Harlan Ellison, Robert Silverberg, Roger Zelazny, Thomas M. Disch, Brian Aldiss, J. G. Ballard… Todos ellos se incluyen en esa década turbulenta y problemática que vio el amanecer de la era espacial. Por aquella época, muchos escritores ajenos al tema dijeron: «Ahora que el hombre ha salido al espacio, ¿de qué van a escribir los autores de ciencia ficción?. Aun ahora, tan absurda pregunta la repiten constantemente personas engreídas, incapaces de comprender y leer uno solo de los libros de ciencia ficción actuales. ¿Alguna vez la resolución de un crimen impidió que se siguieran escribiendo novelas policíacas?
La prueba está aquí. La ciencia ficción no se detuvo cuando el Sputnik 1 fue lanzado al espacio. Todo lo más, el hecho sirvió para revitalizar el género. Puso fin a una época y dio vida a una perspectiva totalmente nueva.
Mientras escribo esto, el mundillo de las revistas de ciencia ficción ha entrado de nuevo en efervescencia. Desaparecen publicaciones, mientras que otras se adentran llenas de optimismo en este campo. La historia continúa en marcha.
El lector puede explorar a voluntad las interminables sorpresas de la cuarta década de las revistas de ciencia ficción, leyendo los diez relatos representativos que he seleccionado.
Febrero de 1976
Mike Ashley