Capítulo 15

Habían transcurrido doce meses, de acuerdo con los cálculos de Snook, la mañana en que recibió el mensaje sin palabras de que los avernianos habían confirmado la existencia de otros mundos en su sistema planetario.

Sus primeras experiencias en Averno le habían demostrado que su habilidad para la comunicación telepática no era mucho mayor que cuando vivía en la Tierra y ocasionalmente desdeñaba los pensamientos de otros hombres. Irónicamente, había logrado una plena congruencia de identidad con Felleth sólo cuando ambos habitaban universos diferentes y habían podido unir los cerebros en el mismo volumen espacial. Durante las regulares visitas de Felleth a la isla, Snook había intentado ampliar su capacidad para recibir información, pero el progreso había sido incierto o nulo.

En este día especial, sin embargo, no pudo dejar de percibir el estado de ánimo del Pueblo. Las emociones de júbilo y de triunfo, amplificadas millones de veces, se propagaron a través de las islas como el oro de los crepúsculos que nunca veían.

— No está mal — dijo Snook en voz alta, alzando los ojos desde su vivienda—. De la ignorancia completa del cielo a una radioastronomía plenamente evolucionada en un año. No está mal.

Volvió la atención al trabajo que realizaba, pero siguió escudriñando el mar con la esperanza de que Felleth le hiciera una visita especial para traerle detalles de su nuevo conocimiento. Las masas y elementos orbitales de los otros mundos determinarían a que distancia de Averno pasaría el Planeta de Thornton en su próxima trayectoria, y Snook sintió un interés de propietario por esa información. Era incapaz de entender lo relevantes conjuntos de ecuaciones, pero le habían afectado el curso de la vida y quería saber si Averno estaba condenado a otro desastre, de mayores o menores proporciones, o si había sido absuelto por completo. Además, pensaba que tal vez el Pueblo tolerara más su presencia en su mundo si recuperaba la certidumbre respecto del futuro.

En tal caso, solicitaría el derecho a viajar con tanta libertad como antes lo había hecho en la Tierra. Felleth le había dicho que había masas de tierra más grandes al oeste y al este, y explorarlas, tal vez circunnavegar aquel globo acuoso, daría a su vida una apariencia de sentido.

Ninguna nave se le acercó ese día, pero al caer la noche vio una profusión de luces multicolores en las otras islas que le indicaron que todos estaban celebrando el acontecimiento. Observó las motas móviles y centelleantes durante varias horas antes de acostarse, preguntándose si también era una ley universal que en los momentos de felicidad y victoria las criaturas inteligentes expresaran sus sentimientos con elementos pirotécnicos, símbolos del nacimiento cósmico.


La mañana siguiente una flota de cuatro embarcaciones pasó frente a la isla a gran velocidad, rumbo al nordeste. Snook, que no recordaba haber visto ninguna nave avanzando en esa dirección, las observó con cierta perplejidad. Eran naves impulsadas por baterías sofisticadas en las que el mar hacía las veces de electrolito y por lo tanto actuaban con un radio ilimitado, pero él no tenía noticias de que hubiera tierra en aquel sector.

Cuando la pequeña flota pasó cerca de él, una figura arropada de blanco saludó a Snook desde la nave capitana. Él devolvió el saludo, satisfecho por el momento con ese sencillo acto de comunicación, y luego empezó a preguntarse si la figura anónima no habría sido Felleth, y por qué iría rumbo a un océano desierto. Minutos después las cuatro embarcaciones se habían perdido de vista en las aguas chatas y grises.

A pesar de varios chaparrones, Snook permaneció afuera todo el día, pero no vio regresar las embarcaciones. Al día siguiente ya casi había olvidado el incidente y permaneció dentro de la casa, concentrado en la tarea de levantar un horno de alfarero con la arcilla de la isla. Los avernianos no sólo eran estrictamente vegetarianos, sino que ingerían todos los alimentos en estado natural, y Felleth no se había sentido obligado a proveer a Snook de elementos de cocina. Se había adaptado razonablemente bien a alimentarse de comida cruda, pero últimamente le obsesionaba la idea de prepararse sopas calientes. Otra de sus ambiciones más tenaces era la de moler cereales, hornearlos para hacer pan y comerlo con mermelada de frutas. Estaba moldeando la estructura del horno sobre un armazón de ramas secas cuando oyó el gemido de un motor funcionando a baja velocidad.

Fue hasta la puerta y vio una embarcación averniana que se arrimaba al muelle, con Felleth de pie en la proa. Otras tres embarcaciones rodaban sobre las aguas tersas y grises, alejándose de la isla en dirección sur. Snook caminó al encuentro de Felleth y notó que el averniano parecía traer en la mano un objeto verde y blanco. Miró fijamente a Felleth proyectando el saludo protocolario y recibió una imagen fugaz de la eterna corriente ondulatoria.

— Esperaba que vinieras — dijo cuando el averniano descendió a las planchas destartaladas del muelle—. ¿Hay buenas noticias?

— Creo que es así como tu lo describirías — dijo Felleth, que con un año de práctica podía hablar con cierta fluidez, aunque la voz era siempre baja y gangosa.

— Habéis descubierto otro planeta…

— Sí — la boca de Felleth ondeó en una expresión que Snook no había visto antes y no sabía interpretar—. Ha sido con cierta colaboración…

Snook meneó la cabeza.

— No te entiendo, Felleth.

— Tal vez esto aclare las cosas.

Felleth le mostró claramente el objeto que traía, y Snook se dio cuenta con el corazón palpitante, de que era una botella verde que en la Tierra habría reconocido de inmediato como un envase de ginebra. Pegado a un extremo de la etiqueta había un papel manuscrito. Felleth ofreció la botella a Snook, y él la tomó con manos trémulas. Estaba llena de líquido transparente.

— Felleth — dijo con un hilo de voz—, ¿qué es esto?

— No lo sé — repuso Felleth—. El mensaje está escrito en inglés u otra lengua humana, y por lo tanto no puedo leerlo. Supongo que está dirigido a ti.

— Pero… — Snook fijó los ojos perplejos en Felleth y luego decidió leer la apretada escritura del mensaje. Leyó:

Querido Gil:

Este es otro de mis famosos disparos de largo alcance, pero usted sabe que estoy dispuesto a intentar cualquier cosa por la causa de la ciencia. Hemos descubierto otros dos planetas antineutrínicos; uno dentro de Plutón, y otro dentro de Urano. Tienen la masa suficiente para modificar la órbita del Planeta de Thornton en forma considerable. Averno sufrirá mareas muy altas en 2091, pero con las precauciones adecuadas no habrá que lamentar víctimas. He puesto toda la información relevante en forma de diagramas que Felleth sin duda podrá descifrar, y la envió en una boya equipada con señal de radio. Sé que los avernianos no utilizan los fenómenos electromagnéticos para comunicarse, pero tengo esperanzas de que detectarán la boya de algún modo…, siempre que llegue a Averno sin dificultades. Durante todo este año hemos progresado muchísimo en física nuclear y en física interuniversal, y ahora estamos en condiciones de intentar la transferencia unilateral a escala limitada. Escribo esto a bordo de un barco en el Mar Arábigo, que es lo más cerca de usted que puedo llegar en el circulo de emergencia, y estoy casi seguro de que podremos establecer suficiente contacto para efectuar la transferencia. Si está leyendo esto, sabrá que el experimento tuvo éxito, y por la presente le ordeno que lo celebre bebiéndose el contenido de la botella. Tal vez le interese saber que todos salimos a salvo de Barandi, poco antes que estallara una revolución obrera en gran escala durante la cual Ogilvie y Freeborn desaparecieron. Prudence ha vuelto a su trabajo en la UNESCO, pero sé que apreciaría mucho los saludos de usted. Des Quig está trabajando conmigo constantemente, y también él le envía saludos. Además, tal vez le interese saber que me he casado con una adorable muchacha llamada Jody, que habla muchísimo pero impide que me envanezca demasiado con toda la publicidad que me hacen en estos días. Hay muchísimo interés por todo cuanto se refiere a la transferencia interuniversal, y estamos recaudando gran cantidad de fondos para las investigaciones. Incluso se habla de una expedición científica tripulada en gran escala a Averno, uno de estos años, y si todavía no me han eclipsado en la profesión, tendré que considerar la posibilidad de ir, pese a mi cobardía. No quiero prometerle demasiado, Gil, pero si la botella le llega en buenas condiciones, haga con ella un candelabro, póngale una vela y enciéndala junto a su ventana.

Suyo,

Boyce.

Snook terminó de leer y dirigió los ojos a Felleth, cuya figura delgada se recortaba contra un fondo de islas brumosas. Abrió la boca para explicarle lo que había leído, pero entonces recordó que el averniano habría absorbido la información directamente de su mente. Se miraron en silencio mientras la brisa oceánica susurraba en su viaje alrededor del mundo.

— Parece que el futuro puede ser diferente de lo que yo esperaba — dijo Snook.

— El presente también ha cambiado — dijo Felleth—. Si quieres vivir con el Pueblo y viajar por las islas mayores, eso podrá arreglarse. Ahora te llevaré a mi hogar.

— Me gustaría, pero no quiero dejar esta isla hasta mañana — Snook alzó la botella de ginebra—. Hoy tengo una vieja amiga que me hará compañía.

Se despidió de Felleth y caminó de regreso hacia la casa solitaria, pisando con cuidado el sendero empinado y pedregoso.

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