Poco despues de las once llegue al bungalow de los Morgan. No habia senales de vida exceptuando la puerta abierta.
Sali del coche, atravese el accidentado camino y me asome a la sala.
Rhea estaba sentada junto a la mesa leyendo el periodico. Levanto la mirada y quedo sorprendida.
Verla desperto en mi la desesperada necesidad que tenia de poseerla. «?Dios, esto si es una mujer!», me dije. «La mas excitante, la mas endiablada, la mas deseable del mundo!» Llevaba el mismo vestido de algodon y las mismas perlas azules baratas; parecia el simbolo de la lujuria decadente.
– ?Tu? -exclamo, y se reclino contra la silla-. ?Que es lo que quieres, Rata?
Entonces, surgio dentro de mi aquella furia loca que era incapaz de controlar. Avance tres pasos y le pegue en la cara, haciendola caer.
– ?No me llames asi! -le grite, y me prepare esperando que saltara sobre ?ni, pero no lo hizo. Permanecio sentada, tocandose la cara con los ojos abiertos por la sorpresa.
– Buen trabajo, amigo -dijo Fel, entrando en la habitacion-. Asi hay que tratar a esta perra. Suponia que volveriamos a verte pronto. Ponte comodo. Esta es tu casa.
Le ignore y segui mirando a Rhea.
– Si alguna vez vuelves a ponerme la mano encima, te arrepentiras -me dijo, sin demasiada conviccion. Cuando mi rabia comenzo a calmarse, tuve la sensacion de que la habia estado manejando mal, con mis ruegos y suplicas. Recorde como le habia pegado su hermano. Tal vez ella respetara a un hombre que la tratara con rudeza.
– Si vuelves a llamarme Rata volvere a golpearte -le dije, y fui a sentarme en el destartalado sillon-. He venido a hablar con vosotros. Quiza, si teneis pelotas suficientes podamos robar unos diamantes.
Rhea me miro como si me hubiese vuelto loco y Fel solto una carcajada.
– ?Lo ves? Te dije que este tipo tenia pelotas, perra estupida -dijo a Rhea-, y no querias creerme. Te dije que estaba bien. Lo se… puedo olerlos a un kilometro de distancia.
– ?Callate! -le ordeno Rhea, sin apartar la mirada de mi-. ?Que quieres decir?
– A pesar de que tengo dinero -empece-, no tengo lo suficiente… ?Quien lo tiene? ?Vosotros quereis dinero? ?Por que no os unis a mi y lo conseguimos?
Se inclino hacia delante con los ojos brillantes.
– ?Como?
– Os molestasteis en averiguar quien era yo -les dije- y yo, evidentemente, me moleste en averiguar quienes erais vosotros. Se que estuviste en dos pequenos atracos y que os dieron cuatro y cuatro anos. Poco tiempo. Si tu y tu hermano teneis pelotas para volar alto, podria haber medio millon para vosotros.
Fel contuvo el aliento al oir la cifra y Rhea apreto los punos, excitada.
– ?En serio? ?Medio millon? -pregunto Fel, con voz ahogada.
– No he venido a perder el tiempo. Hablo en serio. Medio millon para vosotros y medio para mi.
– A mi no me enganas -declaro Rhea-. ?Que hay detras de toda esta mierda? No creeras que me enrollas con toda esa palabreria, ?no? ?No he nacido ayer! ?Medio millon! ?Ja, ja!
– ?Cierra ese maldito pico! -le grito Fel-. ?La mierda eres tu! Te dije que este tipo era de los buenos. Trabajaba con los grandes. -Se volvio hacia mi-. Cuentame algo mas, no la escuches a ella… Siempre ha tenido el cerebro enano. ?Que es esa historia del medio millon? ?Dios mio! ?Todo lo que haria con tanto dinero!
– Esta alli para que nos sirvamos -dije-. Lo unico que tendreis que hacer es entrar a robarlo y listo.
– ?Te refieres a entrar en tu tienda y limpiarla? -pregunto Fel, asombrado.
– ?No seas idiota! Si hicieras eso estarias en la carcel tan rapido que ni siquiera te darias cuenta de como habias llegado alli. No… este trabajo es facil, seguro y limpio.
– ?Y tu, que haras? -me pregunto Rhea, mientras me estudiaba con sus ojos frios cargados de sospecha-. ?Quedarte a un lado mientras nosotros hacemos el trabajo y si todo sale mal esconderte?
– Nada puede salir mal. Es simple -dije-. Yo organizo el trabajo y vendo los diamantes. Sin mi, no hay dinero. Pero si no teneis las pelotas suficientes para hacerlo, decidmelo y encontrare a otro.
– ?Demonios! ?Como ha cambiado este tio desde la ultima vez que lo vimos! -Habia una nota de admiracion en la voz de Fel-. ?Que le ha pasado, caballero?
– Os metisteis dentro de mi… Me hicisteis pensar. -Mire a Rhea-. He decidido no esperar a convertirme en un viejo decrepito y estupido. He decidido ser rico ahora.
Ella seguia mirandome con desconfianza.
– ?Y cual es el trabajo? -me pregunto con el entrecejo fruncido, pero yo sabia que habia despertado su interes-. No des mas rodeos. Di de que se trata.
Habia ido preparado. Saque una fotografia del collar de la senora P. y la puse sobre la mesa, frente a ella.
– Se trata de esto: un millon ochocientos mil dolares en diamantes.
Fel se inclino sobre el hombro de su hermana. Los observe y por sus repentinas miradas de avaricia supe que los habia enganchado, como a Sydney.
Luego, Rhea me miro.
– Si saliera mal nos podrian caer veinte anos.
– ?Mierda! -grito Fel-. ?No puedes cerrar el pico? ?Siempre tienes que dar la nota de pesimismo en todos los trabajos? ?Por que no te callas?
– Porque yo he estado en la carcel… y tu no -respondio ella-. Hablas como el estupido que eres.
– No habra carcel -interrumpi-. Dejadme explicaros.
Pase entonces a relatarles la historia del collar de la senora P., les mostre los recortes de los periodicos y las fotos de la prensa en que ella llevaba el collar. Les conte como se habia endeudado en el juego y por que tenia que vender el collar en secreto. Como mi jefe lo habia comprado por un precio irrisorio y como pensaba transformar los diamantes en otro collar y obtener una buena ganancia.
– Ese egoista hijo de puta solo me ofrece el dos por ciento de la venta -conclui-, asi que pienso llevarme el collar. En mi posicion, puedo vender las piedras por un millon. Lo repartire a medias con vosotros dos. ?Es mas que justo, no? -dije, repitiendo las palabras de Sydney.
Rhea me estudio.
– Eres bastante generoso, ?no? -Me miro otra vez con desconfianza-. ?Y cual es la idea? Sabes que hubiesemos aceptado por la decima parte de lo que ofreces.
Me di cuenta de que se me habia ido la mano. Ella tenia razon. Si les hubiera ofrecido cincuenta mil dolares tambien lo habrian aceptado brincando, pero ahora era demasiado tarde para volver atras. Habia cometido un error y ahora tenia que borrar sus sospechas. Trate de mostrarme indiferente y le devolvia la mirada.
– En mi opinion -explique-, como vosotros hareis la parte mas peligrosa del trabajo, os pagare la mitad para que no esteis disconformes y mantengais la boca cerrada. Lo ultimo que deseo es que intenteis chantajearme por dinero cuando el trabajo este hecho. Para impedirlo y asegurarme, divido las ganancias en dos.
– Este tipo lo piensa bien… usa la cabeza -comento Fel, excitado-. Tiene razon, caballero. Con medio millon, nunca volvera a oir hablar de nosotros.
– ?La parte mas peligrosa del trabajo? -pregunto Rhea, intentando volver a ponerme en aprietos-. Dijiste que era un trabajo simple y facil. ?Donde esta el peligro, entonces?
– Debi haber dicho que la parte activa del trabajo seria… no peligrosa, pero si con mucha tension. -Pense que debia tener cuidado con ella. Mientras que su hermano era un completo estupido, ella ponia continuas trampas.
Siguio mirandome durante un tiempo y, por fin, pregunto:
– ?Y que tenemos que hacer?
– Primero, teneis que tener aspecto respetable: un hermano y una hermana de vacaciones. Comprad ropa adecuada con el dinero que me robasteis. Luego, id a Paradise City y alojaos en el Motel Pyramid. Registraos como John y Mary Hall. -Saque mi boligrafo de oro y les anote mi numero de telefono en el periodico que estaba sobre la mesa. -Llamadme el martes despues de medianoche y dadme el numero de vuestra habitacion. No quiero preguntar por vosotros en recepcion. El miercoles por la noche ire a veros a las diez en punto con todos los detalles que necesitareis. Podriais hacer el trabajo el viernes siguiente, pero os lo dire con seguridad cuando nos reunamos el miercoles.
– Todavia no nos has dicho como lo haremos -dijo Rhea-. Quiero saberlo.
– Mi jefe y yo estaremos trabajando en el diseno del collar en su apartamento, y el collar estara sobre su mesa. Lo necesitamos para el diseno. Lo unico que tendreis que hacer es entrar, atarnos para que no podamos alcanzar la alarma y huir. Asi de simple y de facil.
– ?De veras va a ser tan facil? -pregunto Fel, excitado-. ?Nada por lo que preocuparnos? ?Entramos y nos vamos con la cosa?
– Asi es -respondi, poniendome en pie-. ?Alguna otra pregunta?
– ?Tenemos que ir armados? -pregunto Fel.
– Por supuesto, llevad armas pero no cargadas. No habra lucha. Usadlas para amenazarnos, ?entendido? ?Sin cargar!
– Claro. Puedo conseguir un par de armas.
– El miercoles ultimaremos los detalles. Dejadme a mi la organizacion de todo. Lo unico que teneis que hacer es comprar ropa adecuada, tener apariencia elegante y no llamar la atencion. -Mire a Rhea-: ?Alguna pregunta?
Me miro con el ceno fruncido.
– ?Donde esta la trampa? -pregunto-. Esa es mi pregunta. Este trabajo apesta: medio millon de dolares por algo tan facil… ?Apesta! ?Cual es el juego?
Me volvi hacia Fel.
– ?Puedes encontrar a alguien que trabaje contigo? Estoy cansandome de ella. Despues de todo, dos hombres son mejores que uno y una perra llena de sospechas.
Fel sonrio.
– No le hagas caso. Siempre habla de mas. Estaremos en el motel el martes.
– Si no tengo noticias vuestras el martes despues de la medianoche, sabre que no tuvisteis el coraje y buscare a otras personas.
Y con estas palabras me retire.
Durante los cinco anos que habia trabajado con Sydney, tuve miles de oportunidades de ir a su casa. El portero, Bert Lawson, me conocia y me saludaba siempre con mucha amabilidad.
A las diez de la noche, se cerraban con llave las puertas de cristal de la entrada. Lawson se retiraba a su diminuta conserjeria y se pasaba el resto de la noche viendo la television. Solo aparecia para abrir la puerta a alguna visita ocasional y para atender al telefono, que rara vez sonaba.
Los cuatro ricos propietarios, incluyendo a Sydney, tenian su llave de la entrada. Aparte de Sydney, los otros tres eran personas mayores y casi nunca salian de noche. La cerradura de la puerta de entrada era una Yale. Lawson la trababa cuando era hora de cerrar y solo podia abrirse con una llave. No habria ningun problema cuando fuera a ver a Sydney despues de las diez. Lawson me dejaria entrar. Subiria en el ascensor hasta el ultimo piso y atravesaria el pasillo. Para entonces, Lawson ya habia vuelto a la porteria a ver la television. Lo unico que tenia que hacer era volver a la entrada sin que me viera, sacar la traba y volver a subir por la escalera al apartamento de Sydney.
Sydney tambien tenia una cerradura Yale en la puerta. Como siempre olvidaba la llave, rara vez dejaba la puerta cerrada, sabiendo que la entrada al edificio estaba siempre vigilada y, durante la noche, trabada. Si aquella noche hallaba alguna excusa para cerrarla, yo me las ingeniaria para abrirla. Podria dejar mi maletin en el vestibulo y salir a buscarlo mientras el estuviera en su despacho y asi tendria la oportunidad de hacerlo. Era esencial que Rhea y Fel entraran en el apartamento y sorprendieran a Sydney. Estaba seguro de que se desmayaria de miedo. Temblaria con solo ver un arma. Estaba convencido de que no tendria problemas con el, pero, para evitar toda sospecha, tendria que hacerme el valiente. Tendria que recibir algun golpe de Fel con la pistola. Aquella idea no me gustaba demasiado, pero resultaba esencial para mantenerme libre de toda sospecha. Ya habia sufrido una contusion en el accidente. No debia golpearme en la cabeza sino en la cara.
Todas estas ideas rondaban mi cabeza mientras me dirigia de vuelta a Paradise City. Estaba convencido de que tanto Rhea como Fel estaban de acuerdo, a pesar de las sospechas de ella. Pero si creian que iba a dejarlos marchar con un millon ochocientos mil dolares en diamantes estaban mal de la cabeza.
La trampa del plan consistia en hacer que robaran el collar de vidrio. Durante el vuelo de regreso a Paradise City habia empezado a darme cuenta de que tenia ciertas dudas respecto a Rhea. Ahora, mientras volvia en el Buick me pregunte si de veras queria enredarme con ella. La deseaba mucho, si, pero descubri que deseaba mas el millon ochocientos mil dolares. Podia haberla poseido como la prostituta que era, lo habria hecho, pero me habia dado cuenta de que era una mujer dura, sin ningun atisbo de sentimientos en su interior. A cada kilometro que me alejaba, me convencia mas la idea de utilizarlos tanto a ella como a su hermano. Pero, a diferencia del estupido de su hermano, ella sospechaba. Tendria que manejarla muy cuidadosamente el miercoles por la noche.
Seria un gran fracaso que oliera a gato encerrado y se negara a hacer el trabajo. Sin ella y Fel el plan no tenia sentido.
No podia andar buscando por ahi a dos tipos que robaran una joya para mi.
Todo dependia entonces de como la manejara el miercoles por la noche. Estaba seguro de que iria al motel, pero para entonces ya habria tenido tiempo de reflexionar y tratar de averiguar por que le habia ofrecido estupidamente medio millon. Por la expresion de sus ojos, note que no la habia convencido mucho mi explicacion.
Sin embargo, estaba seguro de algo: nunca se le ocurriria que el collar era falso. Como iba a dejarles llevarse el collar, pensaba que sus sospechas se aquietarian. Dejar que se llevaran el collar era el anzuelo para que cayeran en la trampa y estaba seguro de que ella no reconoceria ese anzuelo. Pensaria que llevaba las de ganar con el collar en su poder. Estaria segura de que asi yo no podria hacerle una jugada.
Cuando llegue a la tienda el martes por la manana, Jane Barlow, mi secretaria, me dijo que Sydney no iba a ir a trabajar. No se encontraba bien. Supe que estaria luchando con el diseno del collar y que le resultaba dificil. Pense en llamarlo, pero con Terry observandome todo el tiempo decidi que lo llamaria durante la hora del almuerzo.
La manana fue bastante movida y vendi un broche de diamantes, un brazalete y un anillo de compromiso antes del almuerzo.
Llame a Sydney desde un telefono publico. Parecia deprimido.
– Larry, querido, esto no va a ser facil. Lo he intentado una y otra vez todo el fin de semana y estoy empezando a desesperarme.
Eso no era muy propio de Sydney, pero sabia que era un trabajo dificil.
– No es facil hacer dos millones de dolares, Sydney -le dije-. ?Tienes algo que ensenarme esta noche?
– ?Ensenarte? -pregunto, elevando el tono de su voz hasta casi convertirlo en un grito-. ?Cientos y cientos de disenos y ya estoy cansado de tanto mirarlos!
– No te preocupes. Estare ahi como a las nueve y elegiremos… ?te parece?
– ?Pareces tan confiado! Si… hare que Claude prepare una buena cena… Ven mas temprano, a las ocho.
– Lo siento, pero tengo otro compromiso. Te vere a las nueve. -Y corte.
Queria que fuera bastante tarde cuando nos pusieramos a trabajar en el collar, era esencial para mi plan.
Claude, un homosexual gordo y gentil, habia trabajado con el chef del Maxim's de Paris. Cocinaba excelentemente y mantenia el lujoso hogar de Sydney inmaculado con la ayuda de dos mujeres de color que se encargaban del trabajo pesado. Aquella noche, al filo de las nueve, abrio la puerta y me recibio con una sonrisa. Yo era uno de sus raros favoritos.
– Buenas noches, senor Larry. Permitame decirle que me alegro de que este mejor. -Su satisfaccion era autentica-. Pase, por favor, el senor Sydney lo esta esperando. -Bajo el tono de voz y agrego-: La cena esta casi lista, asi que no se retrasen con los aperitivos.
Le dije que no se preocupara y me dirigi al inmenso salon donde halle a Sydney en su mesa de trabajo con un martini doble.
– ?Larry! ?Me alegro de verte!… ?Esto es el infierno! Ven y mira.
Me acerque al bar y me servi una generosa cantidad de martini; despues, me deje caer en uno de los enormes sofas.
– Ahora no, Sydney. Primero, comamos. Tenemos toda la noche por delante.
– La cabeza me da vueltas como un trompo. -Sydney cogio su bebida y se sento junto a mi-. Empiezo a preguntarme si esto resultara. ?Anoche no pude dormir! ?No podia dejar de pensar que le he dado a esa mujer tres cuartos de millon! ?No debo de estar en mis cabales! Comienzo a preguntarme si recuperare mi dinero alguna vez…
– Calmate, lo recuperaras y mucho mas tambien. No enloquezcas, Sydney. Lo resolveremos despues de la cena. -A pesar de que no lo note muy interesado, le conte lo sucedido en la tienda durante el dia, lo que habia vendido, quien lo habia comprado y toda la gente que habia preguntado por el.
Seguimos conversando y bebiendo hasta que Claude nos aviso de que la cena estaba lista. Fue una comida extraordinaria: huevos rellenos seguidos de noisette d'agneau Edouard VII, una de las grandes especialidades de Maxim's.
Despues de cenar, volvimos al salon. Oi a Claude retirarse y el click de la puerta. Me pregunte si habria corrido el pestillo.
– Voy un momento al bano -dije a Sydney-, y luego nos pondremos a trabajar.
Mientras Sydney se dirigia a su mesa de trabajo, fui al vestibulo y comprobe que la puerta no estaba trabada. Luego fui al bano, hice correr el agua y volvi al salon.
La siguiente media hora la dedicamos a hojear los disenos de Sydney. Para mi, todo aquello era una perdida de tiempo pues sabia que no habria collar alguno, pero tenia que representar mi papel. Entre todos los disenos, seleccione tres que se acercaban bastante a la idea.
– ?De veras lo dices, Larry? ?No lo haces por amabilidad? -Sydney me miro con ansiedad.
– ?Trabajas con el collar al lado?
– Eh… no. -Me miro sorprendido-. Lo tengo en la caja fuerte.
– ?Ahi esta! -exclame-. ?Por eso tienes tanto problema! Trae el collar y colocalo sobre la mesa. Te inspirara.
Me miro y su rostro se ilumino con una sonrisa de alegria.
– ?Nunca se me habia ocurrido! ?Que inteligente! ?Tienes razon!
Paso a descolgar el Picasso y abrir la caja. A pesar de que sabia que confiaba plenamente en mi, mantuvo su cuerpo entre la caja y yo para que no pudiera ver como la abria. Habia gastado mucho dinero en aquella caja y su clave era su exclusivo secreto.
Puso el collar sobre la mesa. Cambie de posicion la lampara para que la luz diera directamente sobre las piedras falsas. Parecian verdaderas.
Se sento y permanecio algunos minutos observando el collar, despues tomo el diseno mejor y lo estudio.
– Tienes razon, Larry, querido. Aqui me he equivocado de gradacion. ?Que estupido! Si, creo que puedo hacer algo mejor que esto. -Se puso a bosquejar mientras yo fumaba y lo observaba. En media hora, despues de tres intentos fallidos, produjo un diseno tan impresionante que pense que si no aplacaba un poco su entusiasmo no habria necesidad de una segunda reunion y tenia que haber una segunda reunion sin duda.
– ?Esto es! ?Lo siento! ?Miralo! -exclamo, entusiasmado.
Por supuesto que estaba en lo cierto.
– Es bueno -dije, con tono indiferente.
– ?Bueno! ?Pero no ves como puse la piedra mas grande! ?Por que no habia pensado en eso antes?
– Es excelente. -Despues, frunci el ceno.
– ?No crees que esta bien? -me pregunto, ansioso.
– Casi. Podria venderlo por un millon y medio, pero nosotros queremos dos millones.
– No pienso comprar mas piedras -declaro Sydney, con voz opulenta-, si eso es lo que estas pensando.
– No… no. Claro que no. La disposicion es perfecta. Pero no me convence el diseno. Tal vez sea demasiado clasico. No debemos apresurarnos en esto, Sydney. Dejame pensar. Vendre a verte el viernes por la noche. Para entonces, estoy seguro de que habremos hallado la solucion.
– ?El viernes por la noche? -Abrio su agenda y la consulto-. El viernes no. Tengo una cita para ir a cenar y no puedo cancelarla. El jueves esta bien.
– De acuerdo. -Me puse de pie. Estaba pensando que tendria todo el miercoles y el jueves hasta las diez de la noche para atar cualquier cabo suelto… Era mas que suficiente-. Estare aqui a las diez. Luego, el siguiente paso es Hong Kong.
– Ven mas temprano, Larry. Claude te preparara algo especial.
– Lo siento, pero no puedo venir mas temprano. Voy a cenar con los Johnson… ?Que Dios me ayude! Ella esta interesada en un broche de diamantes. Cuando sepa mas o menos lo que quiere, te pedire que hagas los disenos.
– Esa vieja asquerosa… -Sydney suspiro-. Siempre los viejos y gordos.
– Son los que tienen dinero.
Guarde el diseno en mi cartera.
– ?Como te sientes, Larry? Pareces demacrado -me comento Sydney mientras me acompanaba hasta la puerta.
– Muy bien. Estoy cansado. Cuando hayamos vendido este collar, creo que hare un crucero… Si no tienes inconveniente, claro.
– Si vendes este collar, querido, podras irte a la luna si quieres, que yo pagare los gastos.
Cuando cerro la puerta principal, me quede a escuchar si ponia o no la traba. No lo hizo.
Todo parecia estar a mi favor.
Regrese a mi apartamento a eso de las once y veinte. Me prepare un whisky con soda y me sente a esperar.
Suponiendo que Rhea y Fel participaran en el asunto, estaba seguro de que podrian entrar en el edificio y en el apartamento de Sydney sin problemas.
Recorde que Rhea tenia antecedentes. Debia usar guantes. Si dejaba una sola huella, todo mi plan se derrumbaria pues estaba convencido de que si los atrapaban me delatarian.
?Pero entraria la policia en todo aquello?
La posicion de Sydney no era muy solida. Si llamaba a la policia, Plessington se enteraria de que su esposa habia vendido el collar. Esto no le preocuparia mucho, pero si que se enterara su socio Tom Luce. Esto podria causar un dano irreparable entre ellos, pues tanto Sydney como yo sabiamos que su conducta carecia de toda etica. Luce era duro y no perdonaria a Sydney facilmente y sabia que Sydney querria evitar eso a toda costa. Tom era mas importante para el que mis conocimientos.
?Pero estaria dispuesto Sydney a perder tres cuartos de millon sin hacer nada al respecto? A pesar de que sabia que era inmensamente rico, perder una suma asi era desgarrador. Despues de meditarlo, llegue a la conclusion de que no haria nada para no enfrentar la ira de Tom Luce y el dano que la senora P. podria ocasionar entre sus ricos clientes si decia que Sydney no era fiable. Si a el no se le ocurria, yo se lo senalaria.
Si no llamaba a la policia, yo estaria a salvo. Venderia el collar piedra por piedra, guardaria el dinero en Suiza, seguiria trabajando para Sydney tres o cuatro meses mas y luego alegaria mala salud y me despediria. Despues, me iria a Europa y me instalaria en algun lugar, tal vez en los Alpes suizos, con un millon de dolares.
Recorde a Rhea y a Fel. ?Como reaccionarian al enterarse de que habian robado cristal y no diamantes? Aquellos dos podian ser tan perversos y peligrosos como Spooky. Al estar comprometidos en el robo, no se preocuparian por delatarme sino que vendrian a buscarme.
Pense en eso. Despues recorde que Fel iba a golpearme con la pistola para evitar cualquier sospecha sobre mi. Sacaria ventaja de ello. Podria alegar que mis nervios habian quedado destrozados e intentar huir de inmediato. De esa forma, Rhea y Fel tardarian al menos diez dias en descubrir que habian robado una imitacion. Para entonces, yo estaria ya en Europa, bien lejos de sus vengativas manos. Entonces, le escribiria a Sydney despidiendome definitivamente.
Permaneci sentado meditando, con el vaso en la mano, cuando a las doce y tres minutos sono el telefono.
Mi pulso no era muy firme cuando levante el auricular.
– Habla Carr.
– Bungalow 35 -dijo Fel.
Contuve el aliento.
– ?Ella entra?
Fel rio.
– ?Que te parece?
– Manana, a las diez de la noche -dije, y corte.
El dia siguiente se hizo interminable. Por suerte, no tuvimos mucho trabajo en la tienda y pude dedicarme a pensar.
Terry habia estado observandome. Por fin, sintio curiosidad y se acerco a mi escritorio.
– ?Tienes algo en mente, Larry? -me pregunto, estudiandome con sus ojos malignos-. Estas muy pensativo.
– Me duele la cabeza -conteste, para dejar bien en claro que mi salud no se hallaba muy bien.
– Lo siento. -Lo sentia tanto como un hombre que se encuentra un billete de cien dolares en la calle-. Regresaste demasiado pronto. No entiendo por que Sydney te necesitaba tanto. A veces es tan desconsiderado… Yo era capaz de llevar tu trabajo y el mio. ?Por que no te vas a casa y tomas algo para la jaqueca? La senorita Barlow y yo nos arreglaremos.
Estaba a punto de mandarlo a la mierda cuando me di cuenta de que fingir que me encontraba mal podia favorecer mis planes.
– Creo que lo hare. -Me puse de pie-. Si crees que puedes arreglarte.
Por la expresion de sorpresa de sus ojos, comprendi que no esperaba aquella reaccion. Sin Sydney y ahora tambien sin mi iba a tener mucho trabajo.
Pero era un desafio que aceptaba con gusto. Mientras me dirigia al aparcamiento, me pregunte como le iria a Sydney con el diseno. Pense que tenia que avisarle de que me marchaba a casa. Le llame desde un telefono publico.
– Sydney, tengo una jaqueca terrible. Terry dice que puede arreglarse solo, asi que me voy a casa.
– ?Pobrecito! Ve tranquilo. Ire a la tienda enseguida… No puedo dejar a Terry a cargo de todo. Tengo cuatro disenos magnificos. ?Te encantaran! ?No quieres venir a verlos esta noche?
– Prefiero que no. Quiero descansar, si no te molesta.
– Si, hazlo.
No regrese a mi apartamento inmediatamente. Fui al banco y saque tres mil dolares en cheques de viaje. Despues, visite a mi agente de viajes y le pregunte por los vuelos a San Francisco. Habia uno que salia el viernes por la manana hacia las cinco. Le pregunte si era necesario hacer una reserva pero me dijo que a aquella hora no habia problemas.
Regrese a mi apartamento y me sente a planear el robo. Al mediodia, mande a buscar sandwiches y, para las tres, estaba satisfecho de haber resuelto todos los detalles.
Sydney me llamo a las cuatro para preguntarme como me encontraba. Le dije que se me habia pasado el dolor de cabeza pero que todavia me sentia un poco tembloroso.
Quiso saber si estaria bien el jueves por la noche y le asegure que al dia siguiente estaria en mi escritorio a la hora de siempre.
A las ocho, fui al restaurante de la esquina a comer algo y volvi a casa a ver la television hasta las diez menos cuarto. Saque el bolso con la peluca, las gafas de espejo y la chaqueta roja (sin el revolver de juguete), baje al garaje y me dirigi al motel Pyramid. Habia elegido aquel motel para los Morgan porque tenia cabanas independientes y era frecuentado por la gente joven que recorria Miami. Si Rhea y Fel se habian comprado la ropa adecuada, pasarian inadvertidos entre ellos.
Aparque el coche fuera del motel y entre andando. No me resulto dificil encontrar el bungalow 35. Cada cabana tenia un numero bien iluminado.
El aire de la noche estaba lleno de los sonidos procedentes de radios y televisores. Nadie me vio llamar a la puerta de la cabana 35, que se abrio inmediatamente, ya que Fel me aguardaba con impaciencia. Entre en el cuarto y Fel cerro la puerta.
Por un momento, no reconoci a Rhea cuando la vi de pie junto a la mesa, mirandome con sus ojos verdes y frios. Llevaba un traje pantalon rojo sangre con el cuello y los punos blancos. Tenia el cabello limpio y recogido en lo alto de la cabeza. Al verla, volvia a sentir la corriente de deseo en mi interior y supe que ella lo habia percibido por su burlona sonrisa. Mire a Fel. Hasta el tenia un aspecto presentable. Se habia cortado el pelo y vestia una chaqueta beige deportiva y un par de pantalones verde oscuro. Un sueter de cuello polo completaba el atuendo.
– Los dos estais bien -dije, apoyando el bolso sobre la mesa-. ?Teneis algo mas de ropa?
– Si. Pensamos que esta ropa seria muy facil de describir a la policia -dijo Fel, sonriendo-. Despues del trabajo nos haremos hippies.
«Bueno, por lo menos usan la cabeza», pense.
Fui a sentarme.
– Como estais aqui los dos, presumo que la operacion sigue adelante… ?no es asi?
– Estamos aqui para escucharte -repuso Rhea, con frialdad-. Describenos toda la operacion, luego decidiremos.
Esperaba que dijera eso y me encogi de hombros.
– El trabajo se hara manana por la noche.
– ?Manana por la noche? -repitio Fel, levantando la voz-. Es un poco apresurado, ?no te parece?
– ?Que importancia tiene si es manana o la semana que viene? Lo tengo todo organizado. Cuanto antes se haga, antes conseguiremos el dinero.
Fel miro a Rhea.
– Dejale hablar -dijo ella, sentandose lejos de mi y encendiendo un cigarrillo.
– Manana por la noche, exactamente a las diez y media, llegareis a Wellington Court, Roosevelt Boulevard. -Saque una hoja de papel doblada de mi cartera y la puse sobre la mesa-. Lo he escrito todo aqui, con las indicaciones para llegar. Manana por la manana, id a reconocer el lugar: pasad por alli para estar seguros de encontrarlo por la noche. A esa hora de la noche habra varios sitios para aparcar alli. Dejad el coche y andad con indiferencia hasta la puerta de entrada. La encontrareis abierta. Subid rapidamente por la escalera. No utiliceis el ascensor. El sereno estara en la porteria viendo la television y el ascensor puede originar interferencias en la pantalla, asi que usad la escalera. Cuando llegueis al ultimo piso, torced a la derecha y vereis la puerta de entrada de Fremlin… la numero 4. La puerta estara desatrancada. Abridla sin hacer ruido y entrad. Os encontrareis en un pequeno vestibulo que esta frente a la puerta que da a la sala. Escuchad detras de la puerta. Me oireis hablar con Fremlin. Despues, entrad. Hacedlo rapido, con las armas en las manos gritando que nos quedemos quietos. No teneis que preocuparos por Fremlin. Se quedara petrificado, muerto de miedo. Aqui viene la parte mas dificil de la operacion. -Me volvi para mirar a Fel, que estaba sentado con los codos apoyados sobre las rodillas, la cara sobre las manos, escuchando con total concentracion-. Tendre que hacerme el valiente. Eso evitara cualquier sospecha que me relacione con el robo, y eso es esencial para que pueda vender los diamantes. Yo saltare sobre vosotros. Tu me golpearas en la cara con el arma.
Fel me miro, boquiabierto.
– Un golpe en la cara con la pistola puede hacerte dano -dijo.
– Lo se, pero hay que hacerlo y de manera convincente. No me pondre a llorar por perder un diente. Un millon es mucho dinero.
– ?De veras quieres que te pegue con el arma?
– En la cara, no en la cabeza. Quiero dejar eso bien claro. No en la cabeza sino en la cara, ?entendido?
– ?Por que no cuidar las apariencias y recibir el golpe en la cabeza? -pregunto Fel, con el ceno fruncido.
– Porque sufri una conmocion y seria peligroso recibir otro golpe en la cabeza.
– Si… -Miro a Rhea, pero ella permanecia inmovil, con la mirada atenta y la expresion indiferente.
– Caigo al suelo -prosegui-. Vosotros dos os encargais de Sydney. Llevad una cinta adhesiva de unos cinco centimetros de ancho. Atadlo y tapadle la boca. Hace lo mismo conmigo. Encontrareis el collar sobre la mesa. Cogedlo y marchaos. -Hice una pausa-. Eso es todo. Es bastante claro. No habra ningun tipo de lucha, ni policia y si nos atais bien, tendremos que esperar hasta que llegue el criado de Fremlin, a las ocho de la manana siguiente, para que nos suelte. -Encendi un cigarrillo y luego pregunte-: ?Alguna pregunta hasta aqui?
– ?Quieres preguntar algo? -le dijo Fel a Rhea-. Para mi todo esta bien.
– Todavia no. -Tiro la ceniza sobre la alfombra-. Sigue hablando -me dijo.
– Debereis tener una coartada -continue-. Vuestra historia sera que dejasteis Luceville el lunes por la tarde para viajar a San Francisco. Rhea creia que alli podia encontrar un trabajo y tu la llevaste. Esto explicara por que vuestro bungalow permanecio cerrado dos dias y la noche del robo. Rhea tomara el avion hacia San Francisco a las cinco de la manana del viernes. Tu, Fel, regresaras a Luceville en cuanto termine el robo. Deberas estar alli el viernes por la noche. Comenta con cualquiera que se interese que Rhea se ha ido a San Francisco a conseguir trabajo. No creo que necesiteis la coartada, pero debeis tener una por si acaso.
– Si-asintio Fel-. Es sensato.
Saque los cheques de viaje de mi cartera y se los arroje a Rhea.
– Esto cubrira tus gastos. No habra problemas para conseguir pasaje para San Francisco; da un telefono y una direccion falsos. Ve a esa hora. Alojate en un hotel modesto y busca trabajo. Sera importante, en caso de que la policia llegue a investigar. Al cabo de diez dias, regresa a Luceville… Antes no… ?Entiendes? diez dias.
Ahora, hizo su primera pregunta.
– ?Y que pasa con el collar? ?Te lo metemos en el bolsillo antes de desaparecer para que luego puedas venderlo?
– Si crees que eso es una buena idea estando Sydney mirando, estas mal de la cabeza -le dije, alerta-. Os llevareis el collar. Te lo llevas tu o se lo lleva Fel y lo esconde en el bungalow. Lo decidis vosotros.
Me miro, entrecerrando los ojos
– Confias demasiado en nosotros, ?no? Supon que nos vamos con el collar. Harias un estupido papel, ?no?
– Supongamos que lo hicierais -le dije, sonriente- ?Creeis que podriais venderlo? Hay que desmontarlo. Muy bien, lograis desmontarlo. Queremos obtener un millon por la operacion. Os resultara muy dificil encontrar un perista que lo venda y, si lo hiciera, os robaria como un loco. Por eso puedo confiar en vosotros. Yo conozco a las personas que pagaran el mejor precio por las piedras sin hacer preguntas… y vosotros no. Asi de simple.
Lo penso y luego, por primera vez, empezo a relajarse.
– Muy bien -continuo-, ?y que pasara cuando vendas las piedras? Tu te llevas el collar. ?Y si te vas con el collar y nos dejas plantados?
Seguia el esquema de mi plan anterior. Habia anticipado aquella pregunta y estaba preparado para responderla.
– Fel regresa al bungalow para mantener las apariencias -dije-, pero tu vendras como mi secretaria. Estaras presente en todos los tratos. Sabras cuanto me pagan por cada piedra. Me pagaran en efectivo. Te dare la mitad de cada pago que reciba. ?Te asegura eso que no te enganare?
Se inclino hacia atras y me estudio. No se le ocurria ninguna otra objecion.
– Siempre que no desaparezcas en cuanto me de la vuelta.
Volvia a sonreir.
– No podria aunque quisiera. La idea es estar muy juntos. -Hice una pausa y luego prosegui mirandola a los ojos-. Hasta dormiremos juntos… es parte del trato.
Fel dejo escapar una carcajada.
– ?Este tipo es de los mios! ?Hermano! ?Mereces lo que consigues!
De repente, Rhea sonrio: una sonrisa dura y fria, pero sonrisa al fin.
– Trato hecho -dijo, finalmente-. Muy bien, haremos el trabajo.
Suspire profundamente.
– Arreglemos ahora los detalles restantes y luego me ire a casa. Primero, los dos usareis guantes. Esto es de vital importancia. Si dejais una sola huella en la casa de Fremlin no habra millon. -Hice un gesto hacia el bolso-. He traido un disfraz para Fel. Mira.
Fel abrio el bolso y saco la peluca, las gafas y la chaqueta. Sonriendo, se puso la peluca y las gafas y se miro al espejo.
– ?Hermanita! ?Esto es genial! ?Ni siquiera yo me reconozco!
Mire a Rhea.
– Oculta tu cabello bajo el panuelo. Consigue un par de esas gafas para esconder tus ojos verdes. En cuanto el trabajo este terminado, cambiad la ropa que lleveis puesta. Conseguid una maleta barata, meted la ropa dentro y tiradla a algun sitio donde no la encuentren. Fel se encargara de eso… ?entendido?
Ella asintio. Estaba mucho menos hostil y supe que la habia convencido.
Senale el papel que estaba sobre la mesa.
– Todo esta escrito aqui -dije-. Todo lo que os he explicado. Estudiadlo bien y cuando os lo sepais de memoria, destruidlo. -Me puse de pie-. Creo que eso es todo. Manana por la noche, a las diez y media. -Volvi a mirar a Fel-. Recuerda, golpeame en la cara y no en la cabeza. Pega lo bastante fuerte como para que parezca convincente.
Sonrio.
– Mejor tu que yo.
Me detuve junto a la puerta y los mire.
– Mejor yo que un millon de dolares -dije, y me fui.