Nota de la autora

Me parece relevante señalar el hecho de que Norman Thorne nunca confesó haber matado a Elsie Cameron. Ni siquiera antes de su ejecución. Juró hasta el final que la encontró ahorcada en la viga de la cabaña. Eso no prueba su inocencia, pero para un joven que creía en Dios, se trataba de un riesgo enorme si era declarado culpable: Norman sabía que los pecadores deben arrepentirse si quieren ir al cielo.

Creo que la verdad es la que he sugerido en este relato. La intención de Elsie era asustar a Norman y para ello se subió a una silla y se colocó la cuerda en torno al cuello. Pero la jugada le salió mal: tal vez el frío le entorpeciera los dedos; tal vez apretó demasiado el nudo…

En algunas personas el reflejo vagal, o presión sobre la carótida, mata rápidamente. La presión sobre los nervios y arterias del cuello hace que el cerebro se bloquee y que se pare el corazón. Esta forma de muerte «accidental» puede ocurrir durante ciertas prácticas sexuales en solitario, cuando se utilizan lazos corredizos para aumentar el orgasmo. Las víctimas -en su mayoría hombres- tienden a ser calificadas como suicidas para evitar así un disgusto a sus familiares. Sin embargo, el uso más célebre de asfixia por presión en la carótida es el que provoca Mr. Spock, de la serie Star Trek, cuando aprieta los dedos en torno al cuello de alguien. Aunque se trate de ficción, el principio es el mismo.

En 1924 el psicoanálisis aún estaba en pañales, pero los que conocían a Elsie Cameron la describieron como una persona mentalmente inestable. La calificaban de «deprimida», «neurótica» y «nerviosa». Sentía pavor ante la posibilidad de quedarse soltera y creía que la gente se reía de ella. Sus compañeras de trabajo se quejaban de que era «variable» y «difícil».

Sus problemas aumentaron durante los cuatro años de relación con Norman. No conseguía mantener ningún empleo. Deseaba ser amada al estilo de los «cuentos de hadas» y la obsesionaba el matrimonio. Cuando no se salía con la suya oscilaba entre estados de ira y depresión. Un médico intentó curar su estado con sedantes, probablemente el precedente de los barbitúricos.

La conducta de Elsie sugiere que sufría un trastorno de personalidad neurótico-depresivo. Los enfermos que sufren dicho síndrome tienen una baja autoestima y a menudo se sienten deprimidos. Resulta complicado convivir con ellos; presentan constantes cambios de humor y se enfadan cuando se sienten decepcionados por alguien. Lo ven todo en términos absolutos, y generan relaciones intensas y marcadas por el conflicto. Las amenazas de suicidio son comunes.

Sucediera lo que sucediese la noche de la muerte de Elsie, estoy segura de que su perturbado estado mental fue un elemento clave. O bien su obstinada negación a marcharse provocó que Norman la golpeara, o bien escenificó un «suicidio» para hacerle sentir lo bastante culpable para que renunciara a Bessie.

En el juicio de Norman el jurado quedó marcado por el testimonio de sir Bernard Spilsbury. Concluyó que Elsie sufrió un colapso como resultado de una agresión física y que Norman había tenido la intención de matarla. Sin embargo, aun en el caso de que le hubiera pegado, no había prueba alguna que demostrara que estaba muerta cuando él salió de la cabaña. Ni de que él hubiera podido prever que moriría de un colapso nervioso.

Lo que más me convence es una frase de la declaración de Norman. Dijo que encontró a Elsie colgando de una viga, «desnuda y con el pelo suelto». Se trataba, sin embargo, de una fría noche de diciembre. El propio Norman debía de haberse puesto un abrigo. ¿Por qué iba a ocurrírsele decir que encontró a Elsie desnuda… a menos que fuera cierto?

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