Groombridge. Lunes, 24 de noviembre de 1924
El establecimiento era un lugar lúgubre. Gruesas cortinas de encaje colgaban de las ventanas y las paredes estaban forradas de paneles de madera oscura. Norman había llevado allí a Elsie durante el primer verano que pasó en la granja. La había montado sobre el travesaño de la bicicleta y habían recorrido los ocho kilómetros que los separaban de Groombridge. Se habían besado mientras cruzaban los campos de Sussex. A Elsie le había encantado, aunque el culo le había dolido durante días después de la excursión.
Norman acudió a la cita antes de la hora fijada, pero Elsie ya estaba allí. La distinguió de inmediato. Ocupaba una mesa situada en un rincón; se mordía las uñas con aire nervioso. Se preguntó cuánto debía de llevar esperando. Probablemente horas. Supuso que ella había estado ensayando qué decide desde el mismo momento en que redactó la carta.
Elsie le saludó con un gesto nada más vede y bajó la mano en cuanto la miró. ¿Qué sentido tenía hablar con ella? ¿De verdad creía que era tan tonto como para aceptar un bebé que no existía, ni podía existir?
– Sabía que vendrías -dijo ella mientras le invitaba a sentarse en la silla que tenía delante.
– No me dejaste demasiada elección. No quiero que arrastres a mi padre a tus mentiras.
– No estoy mintiendo. -Con ademán protector posó una mano sobre la barriga-. Llevo dentro a tu hijo, Norman.
En contra de su voluntad, orman fijó la mirada a donde ella señalaba.
– Te 10 estás inventando, Elsie.
– Pues no es eso lo que el médico dice.
– ¿Cómo puede saberlo? Apenas tenías una falta de dos semanas cuando le viste. Eso asumiendo que hayas ido a ver a un médico. Puede ser tan falso corno este cuento del bebé.
Elsie esbozó una sonrisa radiante cuando la camarera se acercó a la mesa.
– Desearíamos té y unos bollos. Mi marido dice que ahora debo comer por dos.
– Me alegro por usted -dijo la camarera, riéndose, y preguntó a Norman-: ¿Para cuándo 10 espera?
– No lo sé -dijo él, con los ojos clavados en Elsie-. ¿Cuándo tiene que nacer, Elsie?
– El próximo verano, claro. No puedes haberte olvidado ya. -Levantó los ojos hacia el techo corno queriendo decir: «¡Hombres!».
– Si quieren un consejo, disfruten mientras puedan -dijo la camarera, tornando nota del pedido-. Después te cambia la vida -añadió antes de dirigirse a otra mesa.
– Si crees que voy a casarme contigo sin pruebas es que no estás en tus cabales -dijo Norman en voz baja-. ¿Qué crees que voy a hacer cuando el bebé no llegue nunca? ¿Reírme? Me pondré como una fiera.
Elsie mantuvo la sonrisa, falsa y radiante.
– Claro que llegará el bebé. Mamá dice que es un varón por las tremendas náuseas que tengo por las mañanas. Ella lo pasó igual de mal cuando esperaba a mi hermano.
Intentó coger a Norman de la mano, pero él se apartó.
– Deberías consolarme -dijo ella-. Es horrible descubrir que estás embarazada si no tienes marido.
– No estás embarazada, Elsie.
Un atisbo de furia asomó a sus ojos.
– Deja de repetir eso.
– Es la verdad.
– No, no lo es -murmuró ella-. La verdad es que hiciste algo que ahora desearías no haber hecho… pero ya es demasiado tarde, Norman. Ahora tendrás que casarte conmigo lo quieras o no. -Se acarició el vientre-. A menos que prefieras que tu hijo nazca corno un bastardo.
No lo quería. Deseaba un hijo del que poder sentirse orgulloso. Con Bessie. Pero la ira de Elsie le hizo vacilar.
– No comprendo cómo puedes estar encinta -dijo dócilmente-. No tiene sentido. ¿Cómo sucedió?
Era la pregunta que ella había estado esperando. Se lanzó a hablar de un modo torrencial, buscando desesperadamente que la creyera. El médico le había dicho que las caricias eran mucho más peligrosas de lo que la gente creía. Eran más los bebés en el mundo fruto de accidentes que los realmente buscados. Una chica sólo tenía que tocar a un hombre y el esperma de éste encontraba la manera de penetrar en ella.
Norman sacudió la cabeza en un gesto de incredulidad.
– ¿Cómo?
– Si ella se pone la mano dentro de sí después. Aquí… -Se señaló la ingle.
«¿Era verdad?»
– Te desabroché el pantalón -dijo ella-. Fue entonces cuando debió de suceder. -Bajó la voz hasta transformarla en un susurro furtivo-. Yo estaba desnuda, ¿lo recuerdas?
Norman apretó los puños entre las rodillas y miró la mesa. A pesar de las relaciones sexuales que había mantenido con Bessie, el único conocimiento que tenía del proceso de fecundación era el de las gallinas.
– N o puede ser tan fácil, Elsie. Satán tiene que hacer el acto completo.
– Estás hablando de un gallo, cielito. Los humanos somos distintos.
«¿Lo eran?»
Él deseó poder preguntárselo a Bessie. O incluso a su padre. Mientras la camarera les servía el té y los bollos, escuchó cómo Elsie divagaba sobre el hecho de que serían una familia completa el verano próximo. Pero su voz denotaba una falsa alegría, como si anhelara convencer a los extraños más que al propio Norman.
Más tarde, mientras la acompañaba a la estación, ella le ordenó que hiciera todos los preparativos para la boda lo antes posible.
– Les diré a mis padres que se celebrará antes de Navidad.
Él se negó a dejarse besar.
– Estás dando muchas cosas por sentadas, Elsie.
– ¿Por qué no iba a hacerlo? -dijo ella con la voz temblorosa de miedo-. Es tu hijo, Norman. Tienes que casarte conmigo.
– ¿Y si no lo hago?
– Me mataré -sollozó ella-. Y tú tendrás la culpa.
Esa misma tarde, cuando Bessie llegó a la cabaña, Norman le preguntó si una chica podía quedarse embarazada sólo con tocar el «miembro» de un hombre vestido. Ella se rió.
– ¿Te refieres a esto? -le preguntó, palpándole el pene a través de los pantalones.
– No. Metiendo la mano por la bragueta y tocándose el coño después.
– ¿Así? -Ella le desabrochó la bragueta y le manoseó antes de meterse la mano bajo la falda.
Él la agarró poda cintura y la besó en el cuello.
– Esta mañana conocí a un tipo que dijo que su hermana se quedó preñada así.
– Pues miente -replicó Bessie, con otra risita-. Esa boba se ha estado divirtiendo y no quiere que sus padres lo sepan.
– Eso supuse yo.
– ¿Y quién es ese hombre?
– Nadie que conozcas -dijo él, derribándola sobre la cama-. Además, tampoco te lo diría. Si la chica quiere mentir, es asunto suyo.
– Ya, pero habria que ser tonto como las piedras para creerse algo así. Si tocar fuera lo único que hace falta… todas las chicas del mundo estarian embarazadas.
Blackness Road
Crowborough
Sussex
25 de noviembre de 1924
Querida Elsie:
He pensado mucho sobre lo que dijiste ayer y me temo que no me creo lo de tu embarazo. Debido a ello no tengo intenciones de llevar a cabo preparativo alguno para la boda durante esta semana. Hay un par de cosas que no te he dicho. La vida ha sido difícil este último año. Tengo deudas en la granja y alguien ha estado ayudándome a superar mis problemas. En este momento me hallo entre dos fuegos y necesito tiempo para pensar quédebo hacer.
Tuyo, Norman
Clifford Gardens, 86
Kensal Rise
Londres
26 de noviembre de 1924
Mi queridísimo Norman:
No entiendo nada. Claro que estoy embarazada. ¿Por qué no me crees? ¿Y de qué persona me hablas? Creo que me debes una explicación.
Devotamente tuya, Elsie
Blackness Road
Crowborough
Sussex
27 de noviembre de 1924
Querida Elsie:
Lo que no te he contado es que hay una chica que viene aquí todas las noches. Empezó cuando sufriste el colapso nervioso y creías que no merecía la pena vivir. Perdí la esperanza de que pudiéramos lograr ser felices los dos juntos. Esta otra chica es distinta. Me hace reír y me ayuda a sobrellevar los malos momentos. Albergo fuertes sentimientos hacia ella o no habría hecho lo que he hecho.
Lamento disgustarte.
Tuyo, Norman
Blackness Road
Crowborough
Sussex
27 de noviembre de 1924
Querido papá:
Necesito consejo. Me he metido en varios problemas tanto en la granja como con Elsie. ¿Existe alguna posibilidad de que pudieras venir a verme en los próximos días?
Siento molestarte.
Tu amado hijo, Norman
Clifford Gardens, 86
Kensal Rise
Londres
28 de noviembre de 1924
Querido Norman:
Me has partido el corazón. Nunca creí que pudieras engañarme así. Te he entregado mi cuerpo y todo mi amor ya cambio me has traicionado. No está bien que un hombre abandone a su esposa sólo porque ésta sufre de los nervios. Mis _entimientos no parecen preocuparte en absoluto. En tu carta no hay ni una palabra de amor, pese al apoyo que recibiste por mi parte cuando te quedaste sin trabajo.
Espero que cortes con esa otra chica y te cases conmigo. Hazme saber por carta la fecha que has fijado. Te amaré eternamente, siempre, a pesar del daño que me has hecho.
Devotamente tuya, Elsie