Mientras leía el pliego de descargos de Teresa, fui subrayando los pasajes que me parecían más significativos. Era un texto largo, de unas cuarenta cuartillas en apretada caligrafía, y se me ocurrió que recurrir a esa vieja técnica escolar me ayudaría a captar mejor el sentido y los matices de su argumentación. A veces tenía que releer las frases cuatro y cinco veces antes de entenderlas: a la dificultad que siempre impone descifrar una lengua que no es la propia, se sumaba en este caso la de los abundantes arcaísmos, frente a los que comprobé que me encontraba francamente desentrenada. Tampoco faltaban en el vocabulario de la priora los tecnicismos propios de la jerga inquisitorial, con los que también había perdido bastante soltura, así como con las expresiones relacionadas con el dogma católico y la vida religiosa. Para terminar de complicarlo todo, la letra del manuscrito era en algunos pasajes poco menos que ilegible.
Me tomé el trabajo de pasar a limpio los fragmentos que había subrayado, para poder releerlos con más fluidez y hacerme una idea más precisa de las razones de Teresa. He estado rebuscando en el disco duro del ordenador y he encontrado el fichero con las transcripciones. No son más que una parte del memorial, aquella que mi particular interés me hizo entresacar del conjunto. Pero he pensado que puede ser útil copiarla aquí, para que quien esté leyendo esta historia pueda tener una impresión del personaje en su propia voz. De nuevo pido disculpas a quienes no entiendan bien el castellano. No tengo otra excusa para mi descortesía que la pereza.
Habla Teresa Valle:
… E callado y sufrido el deshonor y descrédito que V.A. save, pues no a quedado parte del mundo donde no se ha entendido, creyendo lo que permite nuestro Señor por justos juicios suios, por castigos de mis pecados, muy justo y muy menor de lo que ellos merecen. Con este conocimiento no he querido hacer esto en siete años que ha que se me dio la sentencia, aunque personas muy Sanctas y Doctas me lo ayan aconsejado y cargádome la conciencia en no hacerlo. Ahora a entrado el mandato de mis superiores y, haviendo visto y examinado despacio hasta el menor asomo de las cosas que sucedieron, y viendo la ignorancia y sinceridad que en todo hubo, me mandan con precepto que haga esto y assí, no pudiendo resistirme más, suplico a V.A. mire con la piedad que siempre se alla en su piadoso pecho esta causa, que ya no por mía sino de Dios me dispongo a bolberla a representar a V.A., con gran constancia de que a de quedar entendida la verdad de lo que sucedió…
… Los deseos que Dios nuestro Señor me dio de que este convento se fundase y las dificultades que tubo, ya habrán llegado a oydos de V.A. Con todo, tubo efecto la fundación, y la orden nos dio un Religioso por prior y vicario, con tanta opinión de letras y virtud que, según entonces entendía fundada en la información que del tenía, no avía otro que se le adelantase. Rendímonos todas las Religiosas y yo a su obediencia, procurando con todas veras no tener resistencia a cosa que nos ordenasse, por estar obligadas a esto por título de Prior, confesor y Padre espiritual…
… Aunque víamos algunas acciones a nuestro parecer imprudentes, juzgábamos que no lo eran y que quizá las acía con intención de probar nuestro rendimiento, siendo estas cosas de poca importancia y no en ninguna que pueda haver reparo en si hera ofensa de Dios…
… Después de haverse fundado este convento y pasado para ello artos travajos y disgustos, y llegando a profesar contentas de verle ya hecho y deseosas de que llegase a mucha perfección, estando descuydadas el día de la Natividad de nuestra Señora vimos a una Religiosa hacer tales visages, dar tales golpes arrojando las reliquias y imágenes que juzgábamos que estava loca. Llamose al Doctor, fue curándola y a dos días nos dijo que según las cosas que hacía y decía, y lo buena que quedava arratos, le parecía no era mal natural y que así se procurase curalla con conjuros…
… Nuestro confesor y superior entró dentro del convento a ver qué hera lo que el Dotor decía, y por haver curado algunos endemoniados tenía experiencia del modo de conocer si lo estava. Comenzó a conjurarla y al punto se manifestó ser demonio el mal que tenía, y conocíase tan claro en la ferocidad del rostro, en las palabras y en todas sus acciones…
… Sucediome que me empecé a ver tal y a sentir dentro de mí un modo y una cosa que totalmente juzgava que no hera cosa natural la que me causaba aquellos sentimientos. Hice muchas oraciones pidiendo a Dios me librase de tan grande trabajo. Viendo que continuava lo que sentía, pedí al Prior me conjurasse diversas veces, él, no queriéndome admitir, procurava disuadirme de aquello diciendo era imaginación, y yo hacía cuanto podía para creerlo, pero el mal hacíame experimentar otra cosa…
… En un instante me vi casi privado el sentido y haciendo acciones y diciendo cosas que en mi vida a mi imaginación abían llegado. Naturalmente he sido tan asegurada que aun siendo niña no lo parecía en mis acciones, porque ni juegos ni burlas ni travesuras propias de aquella edad nunca las tuve, y verme cuando tenía más de veinte y seis años con las obligaciones de Religiosa (que solas esas bastaban) hacer locuras y acciones que desdecían a todo lo que se devía hacer… Vastantemente se podía conocer que no era cosa natural la que me movía…
… En mi acusación se me dice que era muy verisímil que todo lo que decíamos que eran Demonios era embuste y embeleco que yo y las demás abíamos hecho para lograr algunos fines de vanagloria y para poseher los ánimos de mis súbditas y otras personas graves. Cosa es esta que da vien a entender la presunción, pues si éramos treinta religiosas y las veinte y cinco eran cómplices, quales eran las súbditas a quienes quería ganar, porque de las cinco que quedaron las tres eran las mayores amigas que yo tenía, y para ganar los ánimos de los de fuera, mal embeleco era decir estaba endemoniada pues les dava más motivo a que huiesen de mí…
… Las acciones y palabras que decíamos quando estábamos poseídas del mal espíritu no fueron libres y de propio albedrío sino forçadas, compelidas a decirlas por causa interior y superior a nuestras fuerzas. No tengo que responder a todos los cargos que se me hacen de dichos y acciones a los quales sólo Dios puede responder por mí pues save mi coraçón y lo fuera que estube de los cargos que se me hicieron, puestos con tal trabazón y malicia que a mi raçón y verdad del suceso acobarda por no allar palabras para declararla. También se me hace cargo de un apostolado que el Demonio Peregrino dixo que avía de haver en once de nosotras; el mismo cargo me descarga porque si el Demonio lo dijo, qué culpa tengo yo. Quando esto dixo, el demonio estaba tanvién manifiesto en mí, y así no me acuerdo bien de lo que pasó…
… Nunca llegó a mi imaginación que fuese menester segunda redempzión, que la primera era suficiente para redimir mil mundos y que una sola gota de sangre vastaría para redimirlos, que tiene precio infinito; esto me enseñaron de niña, esto creí cuando pasavan estas cosas de que me acusan, esto creo ahora y daré mil vidas en defensa de esta verdad…
… Peregrino, que era él solo casi siempre el que de noche delante del Santísimo Sacramento se manifestaba, allí decía todas las cosas de mis cargos de la muerte del Papa y las demás cosas. Fray Francisco estava de hordinario disputando con él, y él le dava raçón de todo y hacía una exclamación a Dios y llorava unas lágrimas que es increhíble cómo eran, quexándose que le avía Dios mandado decir tales cosas…
… Algunas totalmente las tuve por mentira, en otras suspendí el juicio, ni podía decir será o no será, porque como naturalmente podían ser y no eran contra nuestra Santa fee, dexávalas correr. Fray Francisco de ordinario nos decía que eran padres de mentiras, que ellos no podían decir verdad pero que muchas veces se abía visto que compelidos de Dios la decían, y para esto solía gostar artos ratos en decirnos ejemplos de cosas que se habían visto que los demonios habían dicho parafines de la onrra de Dios y del vien de las almas y con ejemplos de la Sagrada escriptura, pero que era menester mucha atención para conocerlos, porque eran sus astucias grandes y que él estava siempre mirando…
… En el cargo que se me hace de oyr Dogmas y Doctrinas a fray Francisco de verdadero alumbrado como eran que los tactos y ósculos libidinosos no eran pecado y que antes ayudavan a la perfección, esto lo niego todo porque juro devajo de los juramentos que se pueden hacer que tal cosa no oy jamás y que toda la Doctrina que lo oy era la misma que enseña en los Púlpitos la Santa Madre Yglesia, y así en esta parte ni aun ignorancias confieso. Imprudencias sí que tuve, tantas y algunas acciones con menos atención que deviera que pudieran causar, a las que con malicia las miraron, juzgarlas menos puras de lo que delante de Dios, que save la intención más secreta del coraçón, fueron. Era persona que su trato ordinariamente era tan llano que a todas llamava de tú y tomaba las manos y llegava a los rostros, y esto tan enteramente y con tanta compostura y tanta severidad que a nadie vi jamás que reparase en ello asomo de pecado, por la opinión tan recivida como se ha visto en otros muchos Santos Religiosos que han hecho lo mismo, y a no tenerla yo, juzgara por muy mucho y desde mil leguas no lo consintiera…
… Bien savia que mientras se vive no está ninguno conservado en gracia, pero entendía que era uno de los varones perfectos que havía en el mundo, a él yba con quantas cosas me pasaban. Siempre dava gracias a Dios que me le abía dado, con esta fee nunca reparé en si eran malas o buenas las caricias que me hacía. Alguna vez podía ser que le llamase de tú, pero teníale tan grande reverencia que serían pocas veces. Conmigo tenía de ordinario tanta severidad que fuera largo de referir lo que me hiciera padecer, pero en espacio de ocho años que le traté nunca me dijo cosa por donde pudiesse juzgar su trato por impuro. Llamávame muchas veces mi Reyna, mi Chiquilla, y eso mismo llamava a todas…
… El primer año que le conocí me dijo un día estando hablando cosas matemáticas que luego que la ayas aprendido yo te enseñaré muchas cosas de Philosophia natural, y entre algunas cosas que me dijo fue cómo podía creer que es cosa natural que tiene menos vergüença una muger y un hombre desnudos que dos mugeres o dos hombres. Yo le dije, dificultosa cosa es eso de creer, dándome vergüença sólo el oyrlo. No me dijo más que esto y después en ocho años no me volvió a tomar palabra en la voca de todas estas, ni yo se la volvía preguntar…
… Quando me tomaba don Diego Serrano el dicho diciéndome lo malo que este Religioso hera, y asegurándole yo que nunca le avía oydo cosa mala me dijo que aría mucho serbicio a Dios si se acuerda de algo aunque lo tubiese por santo y bueno, que de una palabra a otra se colige la Verdad, y procuré hacer memoria de las palabras que le avía oydo y acordeme de esta y pedí audiencia. Diéronmela y híçola escribir y dijo al secretario diga que esto lo ha dicho y lo tubo por doctrina llana y asentada. Yo no lo tuve por doctrina, sino que lo oy que era secreto de naturaleza, ni le di crédito ni hice más caso y así lo depongo. Dijo él todo es uno, yo cay tan poco en la malicia que no repliqué. Quando la ratificación del dicho yo estava mui mala y cuando vajé vi allí dos frailes Dominicos, diome tanta vergüença que procuré recogerme interiormente y admitir nada de quanto me leyan. Desde que salí de casa para Toledo hice concepto de que no me habían de creer cosa que dixese. Sobre aquello respondía que pusiessen lo que quisieren que yo no sabía más de lo que decía…
… Llegándome a confesar, tenía necesidad de preguntarle algún escrúpulo y solía darme tanta vergüença el decirlo que decía no puedo, y algunas veces riñéndome de aquello me decía de qué tienes vergüença, quien viene en caridad no se turba ni tiene vergüença de confesarse de ninguna cosa. Como otras veces si entre nosotras abía algún disgusto nos reñía y diciéndonos que viviéramos en caridad solía muchas veces repetir una epístola de San Pablo que dice que la caridad todo lo sufre y a todo espera y no se alborota. Estas cosas no las decía enseñando torpeças como decían los cargos, sino corrigiendo nuestras faltas, esto es tan verdad que dejaré me agan pedazos antes que negarlo…
… En quanto a entrar dentro de la clausura a comer, no lo juzgué por malo porque el mal que teníamos era tanto que nos parecía imposible podernos averiguar si no era estando él presente. El darme los bocados mordidos es mucha verdad que yo solía pedírselo muchas veces porque, como me hace tanto mal lo que como, me parecía que con haver llegado a ello no me aría y con esta fee y devoción los comía. Artas veces experimenté mejorárseme el estómago, que la fe que yo tenía lo devía de hacer. Tomarme las manos y llegarme al rostro, es verdad, lo hizo algunas veces en el modo que lo he dicho arriba, pero las demás del cuerpo es engaño; alguna vez estando dando gritos del estómago que siempre padezco, le pedía me le santiguase, esto era sobre los vestidos. También teniendo una fuente de una pierna mui mala estando en casa de mi madre le pedí me la santiguase, estando con el recato que para que el cirujano me la curase ponía. No solo no le oy las palabras que dicen mis cargos sino tan contrarias que siempre nos estava diciendo la compostura y recato que las Religiosas deven tener en acciones y palabras…
… Dios nuestro señor conoce los corazones de cada uno y save las intenciones, sería posible devajo de la capa de este recato exterior se encubriese alguna malicia, y así no digo esto para escusar a este Religioso sino para que mi confesión no quede más cargada de lo que constase por otros indicios, y para que se entienda que si hubo de mi parte alguna imprudencia la intención fue pura y sincera fundada en el concepto de la santidad i pureça que yo presumía de su persona. Y quando me acuerdo de la suerte que esto hera, se me parte el coraçón de verlo tan diferente entendido. Dios que es suma Verdad debe entender la que en esto digo y la sinceridad con que todo se obró, que por no alargarme y no cansar a VA., no digo las demás cosas de que se me hacen cargo porque todas tienen la misma sustancia y yo la misma salida para ellas…
… En otro cargo que se me hace de que publicaba tenía grandes revelaciones y mercedes de Dios y lo escribía a personas graves, yo, Señor, nunca e manifestado cosa interior que me pase sino con mis confesores. El fundamento que este cargo tiene es que quando V.A. embió dos frailes trinitarios a este convento me dijeron que V.A. mandaba devajo de juramento y de censuras que dijesen todas las revelaciones que habían tenido y las que de otras personas supiesen. Yo, deseosa de obedecer a V.A. como al mismo Dios que en su nombre reverencio como Ministro suyo, dixe las cosas que me acordé que en el discurso de mi vida me habían pasado, entendiendo que si no lo hiciera ofendiera a nuestro Señor y como digo sólo a mis confesores lo he dicho, que en esta parte ha sido tanto mi encogimiento que antes e faltado en callar que en hablar…
…Después de ser monja, el Conde Duque empezó a visitarme y io, biéndole afligido por no tener sucesión, hice muchas oraciones pidiendo a nuestro Señor se la diese. Todo el convento lo tomó con tantas veras que eran continuas las oraciones generales y particulares que por esto hacíamos todas. Un día, estando en oración, entendí que le daría Dios un hijo por intercesión de nuestro Padre San Benito, díjelo a mi confesor y dibulgose en casa con el ansia que todas tenían. Pasáronse algunos meses que aunque el Conde me benía a ver nunca le decía palabra, sino que fuese muy devoto de nuestro Padre San Venito que mayores milagros havía hecho, que yo esperava él avía de consolarle. Un día entendí que era la voluntad de Dios que le dijese cómo avía entendido que Dios le daría un hijo, fuime a fray Francisco y a él le pareció que no se lo dijesse. Dejelo estar, apretome el sentimiento interior a que se lo dijese, volví a ver a fray Francisco y dijome que se lo escribiese. Bien se bio que era ylusión del demonio y engaño y por tal le tengo, esto y todas las demás cosas que me han pasado, pero save Dios cuanta vergüença me costó el decírselo…
… Nunca traté de adelantar a este Caballero ni a nadie, que en mi vida lo he savido hacer. E sido tan compasiva que en viendo a una persona afligida me hace grande lástima; este caballero lo estava mucho y sólo en el cumplimiento del deseo de tener hijos libraba su desaogo…
… El día de Nuestra Señora de la O me començaron los vómitos que suelo tener, con muchos accidentes y calenturas, vinieron los Dotores y sangráronme cuatro veces. Diéronme de comer y en tomando fueron tales los vómitos y accidentes que me quedé sin pulsos, como muerta. Heché todo quanto abía comido y descansé, volvieron a darme de comer y al mismo punto me sucedió lo mismo. Eso me duró ocho días, haciendo los Dotores cuantas pruebas se puede imaginar. Con qualquier cosa era ponerme a total peligro de muerte, tanto que en una prueva de estas fue tal el aprieto que aprisa me mandaron dar los médicos el viático viendo lo mucho que padecía en comer. Estuve sin tomar cosa ninguna 24 días o 29, que entonces me dieron que ya creieron todos que me moría…
… Un día estando actualmente vomitando llegó una religiosa a quitarme la porcelana porque estava llena y fue a ponerme otra, que era de otro ministerio. Díjela no me dé esta, que es la ora en que biene el Dotor que la a de ver, ella dijo por cierto que quien viese este vómito le parecerá que ha comido. No tuvo otro fundamento para decir que fue embeleco el decir que no comía más que éste; y lo juraré que en todo el proceso no se halla que haya abido persona que me biese comer ni que me lo trujesse, ni que por ningún indicio viese que era fingimiento…
… Todo lo que he referido a V.A. es la pura Verdad, y quanto ruido se ha hecho en el mundo no a tenido más fundamento que enojarse fray Alonso de León con fray Francisco García y publicar estas cosas y ocasionar a que V.A. de oficio entrase a examinarlas. Dio comisión V.A. para hacerlo a un Ministro que se creyó de lo que fray Alonso de León le dijo, y entrando a hacer la información sólo la hiço con las religiosas que eran por algunas raçones contrarias mías, y con una religiosa que es la que dixe arriva que avía llegado a quitarme la porcelana del bómito, persona tan sin juicio, tan arrebatada del Demonio, que oy en día el convento donde está le padece mucho. Ésta se llama Lucía María, que quando se quiera hacer información se verá vien el poco casso que se puede dar a su testimonio, y así desde ahora le tacho y tengo por sospechosa suplicando a V.A. que siendo necesario admita información de tachas. Y lo mismo digo de María Anastasia, que es la religiosa que por reprehenderle algunas niñerías estava tan mal conmigo que, pensando que havía de ser yo Abadesa, decía no lo verán los nacidos, sola yo vasto a hacer que no lo sea en su vida. Ésta era muy amiga de doña Elvira de Prado, y por esta parte, y por no serlo de doña Andrea de Celis, a quien yo quería mucho, entiendo puedo tacharla. También a doña Bernardina; por ser muy amiga de doña Elvira y ser muy poco afecta desde que tomé el óbito temo que en su dicho me habrá ofendido. Y al mismo fray Alonso de León también tacho por los encuentros con fray Francisco García y conmigo…
… No sé que en esta vida tenga otra persona de quien tengo sospecha, éstas eran a quienes más frequentemente comunicava Don Diego Serrano. A las demás muy poco porque para entrar a decirle lo que havía pasado era menester hechar a doña Elvira por rogadora, y lo más común era en las disposiciones no escribir, no admitir lo que escusaba por la inocencia y la sinceridad con que se obró, sino poner lo que en la corteça parecía malicia, con tal traça y enlace que las religiosas no conocían en muchas cosas sus dichos…
… A muchas cosas que me hicieron cargo no respondo por no alargarme y cansar a V.A. y porque el tiempo lo a borrado de la memoria. Puede ser que en las referidas en alguna aya mudado el término en el hablar sin cuidado ni malicia alguna mía, pero en la sustancia juro (como verdadera religiosa que deseo ser) que es la pura Verdad lo que aquí e referido y que no e pretendido disculparme ni culpar a persona alguna, y que si se allare otra cosa que desdiga de esto pido se me hagan todos los cargos que tan grandes delitos merecen…
… Nueve años y más a que me llevaron a las Cárceres Secretas de Toledo, adonde lo que en ellas padecí sólo Dios lo sabe. Dióseme una sentencia en que me mandava V.A. jurar de levi, un destierro por quatro años de mi convento, pribome de voz activa por quatro años y de pasiva por diez. Muy misericordiosa fue, según la relación que a V.A. hizo el ministerio a quien remitió la causa, y que sola su piedad pudiera librarme de la oguera si fueran verdaderos los cargos que se me hicieron, formados con tal trabaçón y engarce que de muchas verdades sencillas y sin culpa y malicia añadieron circunstancias falsas y se compusieron delitos y pecados enormes. Pero no lo siendo como no lo son, los castigos an sido excesivos y yo los he padecido con mucho gusto benerando las acciones de este Santo Tribunal y estaré siempre sugeta a su censura…
… Para que V.A. con el celo de la Justicia que tanto obserba buelba por esta causa, honrra de V.A. que se bea que siempre oye como Padre y que si una vez uvo falta en el descubrimiento de la verdad buelve a inquirirla y no consiente que se dexe de penetrar lo más escondido de ella. No se allará que yo aya hecho cosa contra nuestra Santa fee, sino antes se allará que e vivido como fiel Christiana hija de la Santa Yglesia, creyendo y temiendo todo lo que tiene y cree y los Santos nos enseñan, y en ello deseo vivir y morir. Y no permita V.A. entienda más el mundo lo contrario, pues redunda en desonor de una Religión tan grande como la de nuestro Padre San Benito y de este convento donde se procura vivir cumpliendo con las obligaciones de nuestro instituto y pidiendo a nuestro Señor por el vien de la Cristiandad y aumento de la Religión Cathólica y acierto en sus acciones de V.A., para que en esto se destierren todos los herrores y declare la Verdad. Por bolber por ella me he sacrificado a hacer esto, que por mi particular mui contenta estoy de tener cada día que ofrecerle a Dios nuebos desechos del mundo, que oy como el primer día nunca dejara de ablar contra este convento, y espero en nuestro Señor a de conocer V.A. la Verdad que digo. Por todo lo qual suplico humildemente que no haviendo cosa que resulte contra mí en sospecha de vehementi o levi contra la fee, exercite su misericordia y su Justicia de este convento de la Encarnación de nuestro Señor.
Hasta aquí, Teresa. Su relato, como cualquier otro, no es sino una versión. Pero hasta donde puedo asegurar, su palabra es auténtica. Y, ya que ella nos reunió, no podía dejar de darla a leer aquí. *