Robert Silverberg El hombre estocástico

«Es muy significativo que una ciencia que comenzó con el estudio de los juegos de azar haya llegado a convertirse en el objetivo más importante del conocimiento humano… En su mayor parte, las cuestiones más trascendentales de la vida no son en realidad sino problemas de probabilidad.»

LAPLACE, Théorie Analityque des Probabilités


«En cuanto un ser humano aprende a ver, se encuentra solo en el mundo, rodeado únicamente de locura.»

CASTAÑEDA, A Separate Reality

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Nacemos por accidente en un universo puramente casual. Nuestras vidas están determinadas por combinaciones totalmente fortuitas de genes. Cualquier cosa que ocurre, ocurre por casualidad. Los conceptos de causa y efecto no son sino falacias. Existen sólo causas exteriores que conducen a efectos aparentes. Como en realidad ninguna cosa se deriva de otra, nadamos todos los días en los mares del caos, y no se puede predecir nada, ni siquiera lo que va a ocurrir el instante inmediato.

¿Piensa usted de esa forma?

En ese caso, le compadezco, pues su vida debe resultar lúgubre, aterradora e incómoda.

Creo que, en una determinada etapa de mi vida, yo pensaba así; cuando tenía unos diecisiete años y el mundo me parecía hostil e incomprensible. Creo que pensaba que el universo es como un gigantesco juego de dados, sin sentido ni pautas, en el que nosotros, necios mortales, introducimos la tranquilizante noción de causalidad con el fin de apoyar en ella nuestra frágil y precaria cordura. Creo que pensaba que, en este cosmos aleatorio y caprichoso, podemos considerarnos afortunados si conseguimos sobrevivir de una hora a otra, cuanto más si lo logramos de año en año, pues, en cualquier momento, sin aviso ni razón, el sol puede pasar al estado de nova o la tierra convertirse en una enorme burbuja de petróleo. La fe y las buenas obras son insuficientes, de hecho irrelevantes; a uno le puede acaecer cualquier cosa en cualquier momento; vive, pues, al día y no le prestes ninguna atención al mañana, ya que él tampoco te la presta a ti.

Una filosofía que suena mucho a cínica y también a adolescente. El cinismo adolescente es fundamentalmente una defensa contra el miedo. Supongo que, según he ido creciendo, fui encontrando el mundo menos aterrador, pues me hice menos cínico. Recobré algo de la inocencia de la infancia y acepté, como lo acepta cualquier niño, el concepto de causalidad. Si empujas al bebé se caerá. Causa y efecto. Si dejas la begonia una semana sin regar empezará a marchitarse. Causa y efecto. Dale una fuerte patada a la pelota y volará rauda por el aire. Causa y efecto, causa y efecto. Admitía que el universo podía carecer de objetivo, pero ciertamente no de pautas. Di así los primeros pasos por el camino que habría de conducirme a mi profesión, y de ahí a la política, y de ahí a las enseñanzas del omnividente Martín Carvajal, aquel hombre sombrío y atormentado que descansa ahora en la paz que tanto temía. Fue Carvajal quien me trajo al lugar en el espacio y el tiempo que ocupo actualmente.

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