4

Carvajal está ahora muerto; murió exactamente cuándo y cómo sabía que moriría. Yo estoy aún aquí, y creo que sé también cómo moriré, pero no estoy del todo seguro, y, en cualquier caso, no parece importarme tanto como a él. Nunca tuvo la fuerza que era necesaria para sustentar sus visiones. Se trataba de un hombrecillo gastado, con ojos cansados y una sonrisa escurridiza, poseedor de un don demasiado grande para su alma y que, más que cualquier otra cosa, fue quien le mató. Si yo lo he heredado verdaderamente, espero conseguir convivir con él mucho mejor de lo que él lo hizo.

Carvajal está muerto, pero yo estoy vivo y lo estaré todavía durante algún tiempo. A mi alrededor se agitan las indefinidas torres del Nueva York de dentro de veinte años, centelleantes en la pálida luz de mañanas todavía sin nacer. Miro el mate recipiente de porcelana del cielo invernal y veo imágenes de mi propio rostro, considerablemente avejentado. Así pues, no estoy a punto de desaparecer. Me queda bastante futuro. Sé que el futuro es un lugar tan fijo, intransitorio y accesible como el pasado. Porque lo sé he abandonado a la esposa que amaba, renunciado a la profesión que me estaba convirtiendo en rico y ganado la inquina de Paul Quinn, en potencia el hombre más poderoso del mundo, quien, dentro de cuatro años, será elegido presidente de Estados Unidos. No temo a Quinn personalmente. No será capaz de perjudicarme. Puede perjudicar a la democracia y a la libre expresión, pero no a mí. Me siento culpable, porque habré contribuido a llevar a Quinn a la Casa Blanca, pero al menos comparto esa culpabilidad con usted, con usted y con usted, con sus ciegos e insensatos votos que llegarán a desear no haber emitido nunca. No se preocupen. Podemos sobrevivir a Quinn. Les enseñaré mi forma de expiación. Puedo salvarles a todos del caos, incluso ahora, incluso con Quinn resplandeciente en el horizonte y haciéndose más y más gigantesco cada día.

Загрузка...