– DEJA de moverte tanto.
Emma dejó salir el aliento en un largo siseo.
– Si una persona más me dice eso, le voy a pegar en la cabeza -fulminó a Jake con la mirada-. Tú especialmente. ¿No tienes trabajo que hacer? Estoy bien. He estado sentada en este cuarto sin hacer nada. Ni siquiera me has dejado levantar a los niños. Si le gruñes a Andraya una vez más, va a pensar que te convertiste en un viejo oso gruñón -presionó los labios juntos, consciente de que sonaba malhumorada, pero no lo podía evitar. Se sentía atrapada, como si las paredes se cerraran encima de ella.
– ¿Te has visto? Estás llena de contusiones -Jake le acarició muy suavemente con la yema del dedo el hombro izquierdo y el brazo, amoratados por haber sido pateados por un caballo. Había tenido suerte de que el brazo no se hubiera roto. Debido a los golpes de un caballo tenía contusiones en una pierna y en la cadera al haber caído muy duramente contra el suelo.
– ¿Puedo decir que estás sobre reaccionando?
– Yo no sobre reacciono -negó Jake.
– Ibas a dispararle a todos los caballos de la propiedad, maniaco. Yo llamaría a eso sobre reaccionar, y mantenerme aquí sentada es definitivamente sobre reaccionar -suspiró cuando él sólo permaneció amenazante sobre ella como un neandertal-. Jake. Vamos. Me estoy volviendo loca -hizo una mueca de dolor ante el pequeño gimoteo en su voz.
Estaba tensa, malhumorada, quería rasgar y romper algo. Jake había insistido en que fuera al hospital para ser examinada. Se había tomado muy seriamente las instrucciones del doctor. Cuando dijo que ella estuviera en reposo, Jake había pensado que eso significaba completamente inmóvil. Dejó que los niños la besaran y hablaran, pero sólo visitas cortas. Durmió en la cama de ella con el brazo alrededor de su cintura, pero eso había sido todo, ningún otro toque. Sus besos la volvían loca y su cuerpo dolía por el de él, pero Jake insistía en tratarla como si se fuera a romper en cualquier momento.
– ¿Tu dolor de cabeza se ha ido completamente?
– Absolutamente. Totalmente -comenzó a levantarse y él dejó caer una pesada mano en su hombro previniendo el movimiento.
– El doctor viene hoy. Si dice que estás bien, entonces veremos.
– Dirá que estoy bien. -Emma dudó y se zambulló en el siguiente tema-. Jake, justo antes que mi caballo se asustara, olí algo. Suena tonto, pero tengo sentido del olfato muy fino y el viento cambió, por un minuto olí a un felino salvaje. Tal vez un león de montaña. ¿Puede haber un felino grande en los alrededores?
Jake se quedó muy quieto.
Emma bajó los ojos y se encogió de hombros.
– Sé que suena tonto pero puedo oler cosas que otros no. Siempre he sido capaz de hacerlo, y últimamente mi sentido del olfato ha sido aún más agudo. Puedo decir quién va a entrar antes de que estén en la misma habitación conmigo.
Tomó la barbilla de ella.
– No hagas eso. No tengas miedo de decirme cualquier cosa. Nunca te menospreciaré, Emma. Has estado pensando sobre esto durante días. Sabía que tenías algo en la mente. No quiero que me ocultes cosas. No tus miedos u opiniones, ni siquiera esas que difieran de las mías -la yema de de su pulgar se deslizaba arriba y abajo por su barbilla-. Sé que piensas que me he vuelto un poco loco por este accidente, pero estás negra y azul. Pudiste haber muerto. Y si me dices que oliste a un felino salvaje, entonces te creo. Drake y Conner han estado buscando huellas. Algo debió haber asustado a los caballos. Dejamos a ese rebaño correr libremente por la propiedad pero debían estar a kilómetros. El semental los mantiene a unos cuarenta y ocho kilómetros de la casa y siempre se queda a la misma distancia.
Algo en la voz de él le llamó la atención.
– ¿Estás diciendo que los caballos fueron arreados a propósito o llevados al sendero donde llevamos a los niños a cabalgar?
– No lo sé, cariño, pero tengo la intención de averiguarlo. Creo que lo mejor es mantener a los niños muy cerca de la casa. Estoy aumentando la seguridad cuando los niños están afuera.
El corazón de ella martilleó duramente contra su pecho, y por un momento no pudo respirar.
– ¿Crees qué alguien está tratando de lastimarlos? Dime la verdad, Jake. Tienes que decirme qué está pasando. No me gusta que me mantengan en la oscuridad como a una niña.
Jake se hundió en la silla de respaldo alto ubicada frente a ella y dejó escapar un suspiro.
– No te quiero asustar.
– Jake, si algo fuera a asustarme eso serías tú. Eres un hombre muy intimidante, pero ¿parece que te tengo miedo?
Un ligero humor le iluminó los ojos. Sonrió con suficiencia.
– Algunas veces.
Ella le sonrió.
– Está bien. Algunas lo estoy, pero tú no suenas muy arrepentido.
– Un poco de miedo es bueno para ti de vez en cuando, de otra manera me darías órdenes como lo haces con todos los demás.
Se rehusó a permitirle que la distrajera.
– No huiré. Dime.
Él tiró de la silla acercándose hasta que sus rodillas estuvieron tocándose.
– Las personas que son mis padres biológicos estaban envueltos en un raro experimento. Lo que trataban de hacer realmente no importa. El punto es que querían un niño con ciertos talentos, y cuando yo nací no fui lo que ellos habían ordenado. Tienen una cierta alianza con los Trents, y creó que los Trents han estado llevando a cabo la misma clase de experimentos de reproducción, más bien como rivales amistosos. Ambas familias son muy poderosas, tanto política como socialmente. Estoy seguro que has leído los periódicos y las sospechas que rodean a ambas familias. Nada ha sido probado, pero los Bannaconni y los Trent han estado bajo sospecha por la desaparición de mujeres jóvenes.
Notó que él siempre se refería a su padre como Bannaconni, nunca como papá o padre. Jake siempre era consistente en eso. Entrelazó los dedos con los de él cuando continuó.
– Digamos que no sólo creo que los Bannaconni y Trent son culpables por las desapariciones de las mujeres, sino también de otras que nunca han sido descubiertas. Tienen mujeres que han levantado cargos de violación y tortura contra ellos en dos incidentes separados, pero fueron absueltos cuando de hecho eran culpables. ¿Cómo sé que eran culpables? Los conozco y los vi asesinar a alguien, una niñera mía, a la que culparon del abuso al que ellos me sometieron. Sus esposas son absolutamente tan depravadas, crueles y sedientas de sangre como ellos. Son asesinos en serie aunque nunca han sido atrapados. -Apartó las manos lejos de las de ella, como si no soportara siquiera tener contacto físico cuando mencionaba su infancia.
Ella se puso pálida, lo sabía. Podía sentir el color drenarse de su rostro. Le creía. Respiró profundamente.
– ¿Trataron de matarte, Jake?
– Hubo ocasiones en que deseé que lo hubieran hecho.
– ¿Todas las cicatrices?
Asintió lentamente.
– No todas ellas necesariamente, pero sí, les gustaba infligir dolor. Por el poder y la descarga de adrenalina. Es todo sobre el poder. -Esperó un latido. Dos. Queriendo que ella supiera la verdad. Queriendo que supiera en qué se estaba metiendo, o tal vez quería que probara que realmente le pertenecía a él-. Tengo el mismo carácter. Su sangre corre por mis venas.
Ella trató de no ver la comprensión de la pervertida necesidad de sus padres por el poder en los ojos de él. Los despiadados rasgos en él que lo hacían un encarnizado e implacable enemigo estaban estampados en su rostro. Destruía compañías como otros sacaban la basura. Se deleitaba en su habilidad para oler las debilidades y las rodeaba, como un tiburón ante el olor de la sangre, antes de ir a matar. Sus ataques eran siempre rápidos, inesperados y feroces. Emma humedeció sus repentinamente labios secos y trató de respirar normalmente.
– ¿Te gusta infligir dolor, Jake? ¿Para sentir el poder? ¿Por la descarga de adrenalina?
La mirada de él se movió rápidamente a la de ella, la atrapó y sostuvo.
– Sí -quería que supiera la verdad sobre él, acerca del monstruo viviendo en él. No enterrado profundamente, sino cerca de la superficie. Tenía que saber. No había comenzado a pensar que alguna vez revelaría a alguien la fealdad dentro de él, pero ella se merecía la verdad. Le debía eso.
El aliento de Emma salió de sus pulmones en una ráfaga, como sí hubiera sido golpeada y no pudiera tomar aire. Él cogió sus manos otra vez, encerrándolas juntas, y ella tuvo que luchar para no alejarse. No podía apartar la mirada de los ojos de él, del rechazo en ellos. Había desnudado su alma y esperado el rechazo, tal vez hasta estaba medio esperándolo.
– ¿Has matado a alguien? ¿Has hecho algo como tus padres?
– Los enemigos -corrigió.
Ella respiró superficialmente. Era lo mejor que podía hacer.
– Los enemigos, entonces. ¿Has alguna vez dañado a otro ser humano?
– No como los enemigos lo hacen, pero maté a un hombre que quería asesinar a Drake. Sentí que no tenía elección. Todo pasó tan rápido y no hubo tiempo para pensar.
Emma estaba silenciosa, tratando de que su mente asumiera cómo la conversación había tomado un giro tan inesperado y espantoso, aunque no estaba cerca de lo espantada que debería estar.
– Emma -Jake esperó hasta que estuviera enfocada totalmente en él-. No tuve elección.
Estaba diciendo la verdad. Solamente por su esencia, ella sabía que lo estaba haciendo.
– ¿Alguna vez has sido cruel con los animales?
– No, claro que no. Nunca haría tal cosa, o jamás he querido hacerlo.
– ¿Qué hay de los niños? ¿Los has querido lastimar? -sostuvo el aliento, aterrada por su respuesta. Él nunca apartó la mirada, aunque debió dolerle que ella hubiera preguntado.
Jake sintió su estomago revolverse.
– Nunca. Nunca, Emma. ¿Recuerdas cuando te dije que si alguna vez les pegaba a ellos o a ti, quería que me dejaras y se lo contaras a Drake? Lo decía en serio.
– ¿Qué hay de mí, Jake? ¿Has querido lastimarme?
Allí estaba. La pregunta que sabía iba a venir. La única que esperaba que no llegara. Mantuvo su mirada fija en la de ella. No pudo retirarla, incluso si hubiera querido. Tenía que juzgar la reacción a su respuesta. Tenía que ver el disgusto y el horror por sí mismo.
– Algunas veces -la voz de él apenas era un hilo susurrado audiblemente.
Ella no se estremeció. Tenía coraje, pero ya sabía eso de ella. Parpadeó hacia él, digiriendo su respuesta, sabiendo que decía la verdad. No lo miró como si fuera un monstruo, ni siquiera apartó sus manos de las suyas, pero la sintió temblar.
– ¿Por qué?
Le tomó cada onza de coraje que tenía mirarla a los ojos, para responderle, para dejarla ver dentro de él la oscura y fea verdad que le estaba exponiendo.
– Para probar tu lealtad hacia mí. Para saber que te quedarás sin importar qué, que me deseas lo suficiente para tomar cualquier cosa que te dé. En otras ocasiones ha sido a causa de otro hombre demasiado cerca de ti y necesito mostrarle que tú eres mía.
Otra vez estaba silenciosa, pero aún no había vuelto la mirada. Su mirada fija permanecía firme en la de él.
– Tú nunca me lastimarías -señaló ella.
– Eso no significa que no quiera hacerlo, Emma. Eso significa que yo elegí no ser como los enemigos. Es una elección consciente que hago todos los días. Elijo mis blancos en los negocios, personas que han herido a otros, y no arruino a aquellos más débiles que yo. O aquellos que son honestos. He decidido que si voy a ser un monstruo, al menos me voy a asegurar de que no me controle.
– No me someteré a ti, Jake. Nunca me someteré por ti.
– Sé eso.
– Puedo verte manipulándome en ocasiones y lo permito porque lo que sea que quieras no es nada del otro mundo para mí, pero si alguna vez lo fuera, si alguna vez yo quisiera algo, nada me detendría -se inclinó hacia él-. Piensa larga y detenidamente antes de decidir lastimarme, Jake. Si me golpeas me iré. Tengo mucho respeto por mí misma para soportar esa clase de mierda, sin importar cuánto te ame. Y te amo. Sé que lo hago, lo creas o no.
– Si alguna vez te golpeo, Emma, sabré que es tiempo de renunciar. No valdré mucho como un ser humano.
– Y nunca, bajo ninguna circunstancia, toleraré a otra mujer. Si decides herirme emocionalmente, debes saber que me iré si eliges eso como tú prueba de lo que haré o no por ti. Estoy tratando de ser tan honesta contigo como tú lo estas siendo conmigo.
Lo estaba matando. Destruyéndolo. Haciéndolo vulnerable por dentro, se sentía como un papel en el viento. Lo ponía del revés. Debería estar odiándolo, despreciando todo lo que él era, pero en cambio lo miraba con sus suaves ojos, el cálido corazón de ella en ellos, y lo amaba. Allí estaba. Esa mirada. La que él estaba esperando. Ella no hizo ninguna pretensión de esconderla. Se sentó, expuesta, sin miedo, valiente, dejándolo ver el interior. Y eso lo hacía débil y lo asustaba. No sólo miedo. Aterrorizado.
Soltó las manos de ella y se levantó, tirando la pesada silla hacia atrás, paseándose de un lado a otro como un animal enjaulado.
– ¿Qué demonios está mal contigo, Emma? Deberías estar saliendo de aquí corriendo y gritando. Te acabo de contar sobre mi línea sanguínea. Te he dicho que algunas veces quiero lastimarte, ponerte a prueba, y todavía estás sentada ahí, toda ojos abiertos como una virgen inocente, pensando que el amor lo conquista todo. Yo ni siquiera creo en el amor. Sabes eso, ¿verdad? Deberías estar huyendo, maldición. ¿De verdad piensas que serás capaz de vivir conmigo? Tu idea del amor…
– ¿Es adolescente? -levantó una ceja mientras lo citaba a él de vuelta-. ¿Por qué no sé sobre la clase de sexo que tú quieres? -No levantó ni un poco la voz.
Ella se levantó también, cruzando la pequeña distancia que él había puesto entre ellos. La cabeza de él estaba baja en modo de acecho, los ojos feroces y enfocados, aterradores en su intensidad. Ignoró la pared que intentaba construir y fue directamente a él, obviando las señales de peligro, levantando su rostro hacía él, el calor de ella rodeándolo, su esencia envolviéndolo deliberadamente. Mantuvo la voz baja, en un tono intimo, pero asegurándose de que articulaba cada palabra.
– Podré no saber sobre tu sexo adulto. Pero sé sobre amor, Jake y tú no sabes. Tú puedes enseñarme sobre sexo duro y pervertido, yo te enseñare sobre hacer el amor. Estar enamorado, amor real, de la clase que perdura. La clase por la que vale la pena pelear. La clase de amor donde yo te veo y tú me ves, nos podemos ver el uno al otro durante todo el camino, hasta el fondo de todo lo escondido, y saber que somos todo lo que se supone que somos. Lo bueno y lo malo, las fuerzas y las debilidades, todo lo que somos y conocemos. Y al final del día sabremos que somos en verdad amados.
Emma puso la palma en el pecho de él, sobre su corazón.
– No tengo miedo de ir adonde me lleves. Creo en ti. Y confío en ti con mi vida, pero más importante, con las vidas de nuestros niños. Estoy dispuesta a poner todo lo que soy en tus manos porque tanto así confío en ti. Confío que me pondrás primero, me protegerás y cuidarás con todo lo que eres. No tengo miedo de dónde vienes o del monstruo que tú crees que vive en ti. Has aprendido muchas cosas sobre la vida que son feas, pero eso tampoco me hace temer. ¿Por qué? Porque te conozco. Te veo. No te estás escondiendo de mí. He vivido contigo durante dos años y te conozco.
Ladeó la cabeza a un lado, estudiando el rostro de él.
– ¿Confías tú en mí? Creo que esa es la pregunta real aquí. ¿Confías en mí lo suficiente para poner tu vida en mis manos y seguirme a donde yo vaya? ¿Tienes el suficiente coraje para dejarte a ti mismo amar? Esa es la clase de hombre que yo necesito, Jake; un hombre con el valor para dejarse a sí mismo aprender de mí. Porque si hay alguna cosa que yo hago bien, es amar -se paró en sus pies y besó la esquina de la boca de él-. Tienes que decidir. Ahora mismo voy a subir y prepararme para que el doctor pueda asegurarte que estoy lo suficientemente bien para tener mi casa de vuelta. Y compraré el más hermoso vestido de cóctel que alguna vez hayas visto para que puedas tener toda clase de ideas interesantes más tarde. En caso de que no lo entiendas, estoy muy orgullosa del hombre en que te has convertido -se giró para alejarse y él atrapó su muñeca.
– Emma, espera. Ya veremos sobre ti yendo a cualquier parte. No pongas tu corazón en ello.
Ella le hizo una mueca.
– No veremos. La Enfermera Dime-Qué-Hacer puede irse y yo puedo tener mi casa de vuelta.
– Veremos -repitió él.
– Si el doctor dice que estoy bien, entonces quiero ir a la ciudad y escoger un vestido para la fiesta -cuando él frunció el ceño, ella lo fulminó con la mirada-. A menos que hayas cambiado de opinión -dijo ella con esperanza-, y hayas decidido que no tengo que ir contigo -aunque aún así iba a salir de la casa, del rancho y sólo respirar un rato.
Él le masajeó la nuca.
– No te estás zafando de ello. Si yo tengo que ir, tú tienes que ir. No voy a sufrir solo.
– Bien, entonces creo que iremos. Así que necesito un vestido. Nunca he tenido algo como lo que quiero para este evento.
Él tamborileó una pluma en una mesita auxiliar, las líneas de su entrecejo no sólo alrededor de su rostro sino también arrugando su frente, le daban a ella una advertencia de lo que estaba por venir.
– No tienes que salir. Algunas tiendas han enviado vestidos y puedes escoger.
Ella casi rechinó los dientes.
– Quiero salir. Susan y yo hemos estado deseando salir de compras. Estoy harta de estar encerrada.
– Nunca te has sentido encerrada antes.
– Bueno, me siento ahora. Quiero ir a la ciudad e ir de compras y alejarme de toda esta… -Testosterona. Se sentía abrumada por él en algunas ocasiones, especialmente cuando se cernía muy cerca cuando estaba herida. Se sentía como uno de los niños. Muy bien ella podría ser uno de ellos, recostada junto a él sin que la tocara. No, eso estaba equivocado, tocándola sin hacer nada acerca de ello. Hizo un mohín rebelde con la boca-. Voy a ir de compras.
Las cejas de él se alzaron rápidamente.
– En verdad. Dudo que vayas después de que Drake hable contigo -hizo una pausa y llamó a Drake por intercomunicador-. A Emma le gustaría ir a la ciudad… de compras.
Jake escuchó a Drake sisear y dobló los brazos sobre su pecho e inclinó su cadera contra la pared, esperando. Había plena satisfacción en saber que Drake se iba a llevar lo peor de la ira de ella, no él. Lo cual era una cosa buena; se estaba poniendo tensa otra vez y su experiencia con Emma era que si se sentía presionada hasta cierto punto, sus pequeñas y puntiagudas garras salían.
El equipo de seguridad estaba en su lugar, el equipo de seguridad de ella, y si Emma quería salir a comprar su vestido en lugar de que se los mandaran al rancho para que se los probara, iba a tener que aceptar lo que Drake le estaba diciendo. Las cosas habían cambiado significativamente desde que él había puesto ese anillo en su dedo, aunque a ella no le iba a gustar cómo. Suspiró, deseando que su vida no fuera tan complicada. Esto iba añadir más presión, una cosa más y Emma se echaría para atrás.
Emma no dijo nada, se dejó caer de vuelta en la silla, alargando el silencio hasta que Drake llegó junto con Joshua. Entró y tomó la silla opuesta a Emma. Joshua cerró la puerta y se quedó parado cerca de ella.
Emma levantó la barbilla y cambio su mirada del rostro severo de Drake de regreso a Jake. No parecía como si fuera a culpar de algo a Drake.
– ¿Quieres ir de compras hoy? -preguntó Drake.
– Sí -su voz más firme que nunca-. Si no salgo de aquí juro que me voy a volver loca y va haber sangre derramada, preferiblemente la de Jake -por su piel andaban miles de pequeñas hormigas, y le tomó cada onza de control que tenía permanecer sentada y no lanzarse sobre alguien y desgarrarlos hasta que estuvieran fuera de su rostro. Tenía unas oleadas de calor que parecían traspasarla, hasta que estaba tan caliente que necesitaba quitarse la ropa de encima y pararse afuera en el aire frío-. Me estoy poniendo irascible con los niños y más de una vez he pensado en sacarle los ojos a alguien con mis garras -una vez más miró a Jake.
Las cejas de Drake se alzaron rápidamente y le echó un vistazo rápido a Joshua y luego a Jake.
Jake se encogió de hombros.
– Hace un minuto estaba siendo muy dulce, Drake. Yo no hice nada.
– Si el doctor dice que está bien que vayas…
– Lo juro, Drake, si una persona más me dice eso -contestó bruscamente-, le voy a pegar en la cabeza. No me importa lo que el estúpido doctor diga. No me voy a quedar en este cuarto otro minuto. Nadie más va a cuidar de mis niños. Y todos van a parar de decirme qué hacer. -Ella misma se estaba comenzando a sentir como una niña, con sus padres vigilándola y diciéndole qué podía hacer o no-. Y Joshua, te puedes ir alejando de la maldita puerta antes de que te lance algo.
Podía escuchar su voz oscilando fuera de control, pero se sentía enjaulada, los tres hombres amenazantes sobre ella, intimidándola.
– Cariño -Jake habló suavemente-. Yo soy tu blanco, no él.
Eso la hizo sentirse avergonzada. Una niña regañada haciendo una rabieta. Sólo quería… salir. Lejos. Irse.
– Emma -la voz de Drake era totalmente baja, pero tenía la misma nota de mando que a menudo Jake usaba cuando hablaba muy en serio-, Emma estás comprometida con Jake. Eso te convierte en blanco. No te tiene que gustar, a nadie le gusta, pero es la realidad. Jake no deja la casa sin un guardaespaldas, y tú tampoco puedes. Si quieres ir de compras, bueno, ve, pero nosotros nos tenemos que cerciorar de que sea seguro. Nunca he querido que te sientas como una prisionera aquí.
– Estoy acostumbrada a que vayas conmigo Drake, y nunca me he opuesto. Sé que tú tienes que estar ahí si llevamos a los niños, pero pensé que Susan y yo saldríamos juntas. Si tú quieres venir, ciertamente no me opondré.
Él negó con la cabeza.
– Susan no. Es demasiado arriesgado Es una niña impredecible y la hija de un senador. Si los enemigos de Jake intentan algo hacia ti, ella estará en la línea de fuego y tú no quieres eso.
– Esto es tonto -empujó ambas manos a través de su cabello-. Nadie sabe. Nada ha cambiado. Sólo quiero salir de aquí -quería llorar. Se sentía como si apenas pudiera respirar y ahora, si insistía, se sentiría infantil por molestar a todo el mundo por protegerla. Todo el asunto era ridículo-. Me quitaré el anillo.
– Mantendrás el maldito anillo en tu dedo, Emma -Jake dijo bruscamente, sus ojos brillando hacia ella. Él se enderezó, la fachada perezosa se había ido-. Puedes mantener tu trasero en casa.
– Entonces no voy a ir a la fiesta -dijo Emma, empujándose fuera de la silla.
Antes de que Jake pudiera decir algo, Drake intervino, mandando una mirada de advertencia a su amigo.
– Emma, no tengo problemas sacándote de compras. Jake, yo puedo manejarlo desde aquí.
Era una despedida, y una que Jake no hubiera tomado de nadie excepto de Drake. Sabía que el hombre estaba tratando de ayudarlo, para salvarlo a él de sí mismo. Trató de no reaccionar al pensar en dejar a Emma sola en la habitación con dos hombres leopardo en la flor de la vida.
Podía sentir a su felino muy cerca, demasiado cerca. Saltaba y arañaba buscando la libertad, rasgando por dentro su estómago. Sus manos dolían, sus dedos se curvaban y los nudillos se endurecían. La quería debajo de él con cada célula de su cuerpo. ¿Dominación o amor? No tenía idea, sólo que a su manera, Emma era tan peligrosa como él lo era.
Ella pensaba que lo conocía, que conocía sus secretos, pero si supiera sobre su felino, escondido de su vista, desgarrándolo para llegar a ella, no estaría tan segura de sí misma o de Jake, más de lo que él estaba. Sabía, después de que admitiera ver huellas de felino cerca del coche de los padres de ella, que nunca confiaría en él una vez que supiera la verdad. Incluso si por un milagro ella tenía un felino dentro, se preguntaría si él tenía algo que ver con la muerte de sus padres, si su encuentro había sido planeado desde el comienzo. Ella sabía que la había manipulado para que viviera con él. No estaba más lejos que un paso llevar la conspiración más allá.
Trató de advertirle, de mostrarle la fealdad que era parte de él, y no pudo evitar admitir que Emma podía haber visto algo de ella, pero ¿cómo podría alguna vez mostrarle el resto? Además de intentar de vivir con él, iba a tener que vivir con la locura de su mundo. Él tenía protección personal. Era una forma de vida que también iba a ser para ella, para sus hijos. Sacudió la cabeza, sabiendo que le estaba pidiendo mucho. Necesitaba perderse a sí mismo en su otra forma, para sólo correr lejos de quién y qué era.
– Voy a salir entonces, siento ganas de correr. -Miró a Drake a los ojos. De hombre a hombre-. La estoy poniendo en tus manos -y era la cosa más difícil que había hecho, confiando en otro hombre con Emma, con su vida, porque sabía que eso era lo estaba haciendo.
Drake asintió, entendiendo. Miró a Jake dejar un beso en la cima de la cabeza de Emma, preguntándose si Jake sabía cuán lejos había llegado desde su primer encuentro.
– Sólo terminemos con ello, Drake -dijo Emma, luciendo cerca de las lágrimas-. Haré lo que quieras que haga. Haz que las tiendas manden los vestidos aquí.
Él negó con la cabeza.
– No, iremos. Si quieres ir, iremos. No quiero que comiences tu vida con Jake pensando que es mucho problema que dejes el rancho. Sólo seguiremos las reglas. Quiero que escuches muy cuidadosamente, Emma. Cuando salgamos del rancho, yo estoy al cargo. Siempre. Cuando yo diga para, tú pararás. Cuando yo diga muévete, tú te mueves. Cuando yo diga abajo, tú no dudas, no me cuestionas, sólo lo haces. Si tienes alguna pregunta, ahora es el tiempo de hacerlas. Quiero que te sientas cómoda con tu seguridad, sin miedo de ella y ciertamente no peleando contra ella.
Asintió.
– Lo entiendo. Eso no suena muy complicado -los dedos de ella se retorcieron en su regazo, y más de una vez deslizó un dedo sobre el anillo como si lo sintiera incómodo en su mano.
– Nunca, bajo ninguna circunstancia, te apartarás de mí o del equipo. Eso es absoluto. No queremos más riesgos para ti o para el equipo de lo necesario.
– Por supuesto, Drake, pero ¿por qué sigues diciendo «equipo»? Voy a por un vestido.
– Vamos a estar en alto perfil, Emma, porque la amenaza hacía ti es muy real. Tu compromiso con Jake fue anunciado en los diarios. Tendremos un chófer que se quedará en el coche. Yo caminaré enfrente de ti, Joshua detrás, Evan y Sean estarán a cada lado tuyo. Nos quedaremos juntos cuando nos estemos moviendo y siempre estarás en el centro en todas las ocasiones que estemos en la calle. Iremos con el fluido del tráfico pero trataremos de no parar. No tenemos una mujer y Jake debería empezar a pensar en conseguir una.
Ella se revolvió con su mirada moviéndose rápidamente sobre él, el repentino pensamiento de una mujer alrededor de Jake todo el tiempo la irritó irracionalmente.
– No creo que eso sea necesario.
– Es necesario si vamos a salir y necesitas entrar al servicio de señoras. No estarás muy feliz cuando vaya contigo y le dé el visto bueno. Lo mismo con el vestidor.
Para la hora en que el doctor llegó y se fue, dándole permiso para reanudar sus actividades normales, Emma lamentaba haber decidido ir de compras. Estaba aún más tensa y emocional, en ocasiones cercana a las lágrimas. No se había dado cuenta de cuánto había llegado a estimar a Joshua y Drake como sus amigos y ahora, gracias al anillo en su dedo, era algo más para ellos, alguien a quien tenían que proteger a donde quiera que fuera. Se sentó en el enorme SUV [1], un Cadillac negro, y torció el anillo atrás y adelante, sintiéndose sola.
Ésta se suponía que iba a ser una salida divertida, para alejarse de los niños y de la abrumadora personalidad de Jake, pero en su lugar se sentía como una carga, y peor, estaba avergonzada porque iba a caminar en público con unos hombres que muy obviamente la estaban protegiendo. Normalmente estaba muy feliz en casa, pero como temía, repentinamente todas las cosas estaban cambiando y Jake estaba más pendiente de su vida. Sentada en el auto, rodeada no sólo por los amigos con quien reía, bromeaba y compartía su vida, sino con guardaespaldas, hombres a quienes tenía que obedecer, se sentía muy sola.
El conductor aparcó en el estacionamiento y Drake salió inadvertidamente del vehículo. Lo vio escanear el área, con su mirada pasando sobre los peatones y una furgoneta detenida en una esquina del estacionamiento con el motor encendido. Él esperó a que se alejara y saliera del estacionamiento antes de abrir la puerta.
– Vamos Emma, hagámoslo esta primera vez y verás que no es tan malo.
Parada en el medio de la formación en diamante que el equipo hizo a su alrededor, siguió a Drake, con Joshua detrás y los otros dos hombres uno a cada lado. Caminó con ellos manteniendo su paso, con la cabeza gacha y sin mirar alrededor. Era consciente del tráfico en la calle y las personas en la acera. Ésta iba a ser su vida. Peor, ésta iba a ser la forma en la que sus hijos tendrían que vivir.
Jake. Suspiró pensando en él, acerca de cómo la vida de él tenía que ser tan difícil, aunque en los dos años pasados nunca había pensado en ello.
– Deja de quitarte el anillo -Joshua siseó detrás de ella mientras esperaban a que Drake revisara la primera tienda de su lista.
Lo miró sobre su hombro.
– No me di cuenta de que lo estaba haciendo.
– No queremos tener que gatear alrededor con nuestras manos y rodillas para buscarlo si lo pierdes.
Tenía una nota burlona en su voz, pero el estómago de ella se contrajo. ¿Quería perderlo? Tal vez sí subconscientemente. Realmente estaba enfadada, más de lo que se había dado cuenta. Drake le hizo señas para que entrara en la tienda y entró para echar un vistazo, muy consciente de las cabezas girando mientras Joshua y Drake entraban con ella. No había nada que llamara la atención en ellos; ni siquiera estaban tratando de hacerlo. Lucían como guardaespaldas, nada menos. Sabía que Evan estaba en la entrada trasera y Sean afuera en el frente.
No se podía concentrar para realmente mirar la ropa y apenas se movía a través de los estantes. Quería ir a casa.
– No creo que vaya a encontrar algo aquí, tal vez sólo no estoy de humor.
– Tienes un par de tiendas más. Emma -dijo Drake y mostró el camino hacia afuera. Él habló en su Bluetooth, probablemente para llamar a Evan.
Mientras pasaban dos tiendas y se movían hacia la pequeña tienda de vestidos de la que ella había escuchado, alcanzó a ver un par de zapatos. Olvidándolo, paró para darse la vuelta. Joshua puso una mano en su espalda, moviéndola con el equipo.
– Emma quiere mirar en esa tienda -dijo Joshua.
No estaba en su programa. Drake le había explicado sobre eso y cómo a ellos no les gustaba desviarse. Ella agitó la cabeza, sonrojándose de un brillante rojo.
– Está bien. Realmente sólo necesito un vestido ahora -odiaba esto. ¿Cómo alguien se acostumbraba a ello?
La siguiente tienda no tenía nada de interés y la tercera tienda estaba cerrada, lo cual significaba que ellos tenían que cruzar la calle hacia la pequeña boutique francesa donde Jake la había llevado primero, después de nacer Andraya, lo cual tal vez era parte del encanto. Los diseños expuestos eran algunos de sus favoritos. Encontró un muy sofisticado vestido negro con bajo escote en V, cayendo en una ceñida falda y una atrevida espalda desnuda cortada hasta pasar la cintura, haciendo imposible usar sostén. Lo sostuvo, dudando en probárselo. Parecía demasiado problema.
Drake no le dijo nada pero fue al vestidor, miró dentro y le indicó que entrara. Ella no miró al vendedor, pero siguió su muda señal y se deslizó el suave material. Se le pegaba como si estuviera hecho para ella. Afortunadamente la tienda vendía otros accesorios, así que no fue muy difícil encontrar un cinturón de encaje negro y medias de corte alto. La siguiente tienda tenía los tacones perfectos a juego, y antes de que ella pudiera tomar las compras, Drake dio un paso adelante y arregló que un mensajero llevara las cajas al rancho.
Emma dio un paso atrás de Drake, con Sean y Evan a cada uno de sus lados y Joshua justo detrás de ella.
– Es como un desfile -dijo ella mirando a su alrededor.
Los hombres estaban mirando lejos de ella, observando el tráfico y las personas, incluso los edificios. Suspiró mientras se acercaban al semáforo y fueron forzados a parar y esperar a que la luz cambiara. Podía sentir las miradas curiosas, y sus dedos se deslizaron hasta el anillo, dándole vueltas alrededor de su dedo. No estaba cortada para esta clase de vida. Se sentía absolutamente ridícula y avergonzada. Iba a tener que hablar con Jake y hacerle entender que la seguridad estaba bien para los niños y él, pero definitivamente no para ella, no así. Llevar un sólo guardaespaldas debía ser suficiente.
Bajaron el borde de la acera y cruzaron la calle con los peatones alrededor de ellos. Eran como una pequeña isla en movimiento, pensó. El sonido de una motocicleta apenas se registró cuando sintió la mano de Drake en su brazo empujándola hacia adelante y lejos de los guardaespaldas a sus costados. La motocicleta se dirigió directamente a las piernas de Sean, el conductor con casco saltó mientras ladeaba la moto en un esfuerzo por derribar a Sean y Evan como unos bolos. Joshua arrastró a Evan a salvo y Sean trató de saltar fuera del camino justo cuando un Mini Cooper brincó sobre el césped y frenó para deslizarse de lado con las puertas abiertas. Una segunda motocicleta rugió a través de la multitud que se esparcía, dirigiéndose directamente a Emma, con el conductor estirando su mano para atrapar el hombro de ella, probablemente para empujarla al Mini Cooper que aguardaba.
– Abajo, Emma. -Drake gritó, girándose para enfrentar la nueva amenaza.
Ella se dejó caer y la mano estirada falló. Drake ya estaba alargando la mano para engancharlo y arrancarlo de la moto con una mano, girándolo con su fuerza felina y empujó el cuchillo que había sacado profundamente. La sangre se esparció por el suelo, incluyendo a través de Emma. Sacó la pistola, su cuerpo se puso en cuclillas sobre ella, un brazo para cubrirla tanto como podía mientras apuntaba al chófer del Mini Cooper. El conductor hizo un trompo con el pequeño coche en un cerrado círculo, justo en la muchedumbre. Drake apretó el gatillo el parabrisas se resquebrajó. El Mini Cooper dio un coletazo en la calle, golpeó sobre la acera y el césped antes de detenerse.
El caos estalló alrededor de ellos, personas gritando y corriendo, pero el equipo actuó como una unidad, Joshua acercándose y disparando, deshaciéndose del primer conductor mientras su propio Cadillac se detenía con un chillido, bloqueando la intersección. Evan tiró de la puerta para abrirla y Drake casi lanzó a Emma dentro, brincando después de ella mientras Evan tomaba el asiento delantero y Sean cojeó hasta la parte trasera, detrás del conductor. Se alejaron conduciendo rápidamente, dejando a Joshua para lidiar con la policía.
Drake llamó para informar del incidente, explicándoselo al operador y luego informando a Jake que se acercaban velozmente.
– ¿Estás bien, Emma? -preguntó Drake con voz suave.
Ella asintió, pero había lágrimas en sus ojos y rehusó mirarlo a los ojos.
– No entiendo qué pasó -estaba temblando y cuando la tocó se alejó de él con una sacudida. No sabía si quería volver a casa. Lo que había sido seguro y reconfortante durante tanto tiempo ahora parecía ajeno. Los hombres que habían sido sus amigos, hombres que admiraba y le importaban no eran todo lo que ella pensaba-. ¿Qué quieren ellos conmigo?
– Tú eres el único talón de Aquiles que Jake tiene. Ellos nunca han encontrado una forma para llegar a él. Y ahora tienen los medios para destruirlo.
– ¿Mataste a esos hombres allá atrás?
– Sí -contestó secamente-. No los extrañaremos.
Ella tragó fuertemente y levantó la mirada hacia Sean.
– ¿Estás bien?
– Unos pocos golpes, nada por lo qué preocuparse -le aseguró él.
Emma subió las rodillas hasta su barbilla y se sentó meciéndose adelante y atrás, abrazándose fuerte. Drake puso suavemente una mano en su hombro una segunda vez.
– Sé que la violencia puede ser impactante, Emma, cuando no estás acostumbrado.
– Es una locura -respondió-. Esto es una locura y ni siquiera entiendo por qué -ladeó la cabeza y miró a Drake con los ojos nadando en lágrimas-. ¿Tienes idea de cuan loco lo va a poner esto? Jake va a perder la cabeza. Lo hará, Drake, lo conoces. No va a envolver sus brazos alrededor de mí y decir que hará que todo se vaya -un sollozo escapó y ella presionó la cara contra las rodillas, sacudiendo la cabeza.
– Cuando un hombre pasa su vida entera con nada, Emma, y entonces encuentra una mujer que es su mundo entero, quien es todo para él, hará cualquier cosa para protegerla -dijo Drake-. Incluso si te quitas el anillo, el que te sigues sacando, no hará ninguna diferencia en como él se siente sobre ti. Ellos aún podrían llegar a él a través tuyo.
– No me voy a quitar el anillo -levantó los ojos hacia él, su mirada fija y fiera-. Sólo no dejes que le pase nada Sé que esta fiesta es importante y va insistir en ir, te dirá que yo soy tu primera prioridad, pero no dejes que nada le pase, Drake. Él arriesgaría todo por mí, sé que lo haría. No me lo tienes que decir. Eso no hace más fácil vivir con él, pero no me voy alejar. Lo amo. Ahora ellos me han hecho enojar a mí también. -Frotó la barbilla en la cima de sus rodillas, las manos empuñadas, las lágrimas aún cayendo-. No dejes que nada le pase.
Jake estaba esperando, paseando adelante y atrás, mientras el Cadillac llegaba a la casa.
– ¿Qué demonios pasó, Drake?
– Jake -Emma interrumpió antes que Drake pudiera contestar-, se supone que deberías poner tus brazos alrededor de mí y reconfortarme. Eso es lo que los prometidos hacen cuando alguien trata de secuestrar a su prometida. Drake hizo su trabajo, estoy bien. Tres hombres están muertos y en caso de que estés interesado, Sean está herido.
Jake se permitió mirarla. Por un momento el tiempo pareció detenerse. Estaba viva. Estaba segura. Las lágrimas surcaban su rostro y había sangre en ella. Su mirada rápidamente brincó a Drake.
– No es de ella -confirmó Drake.
Las rodillas de Jake realmente se sintieron débiles y él sólo pudo quedarse allí parado, tratando de detener el rugido en su cabeza y el martilleo de su corazón. La alcanzó, necesitando tocarla, sentir el calor y saber que estaba segura. En el momento en que sus brazos se cerraron alrededor de ella y la sacó del asiento del SUV, se sintió completo.
– Gracias, Drake -su voz sonaba áspera por la emoción, y se giró alejándose de ellos, enterrando el rostro en la sedosidad del cabello de ella, cargándola hasta dentro de la casa-. Lo siento Emma. No debí haber puesto el anuncio en el periódico.
– No habría hecho alguna diferencia, Jake -dijo Drake-. Al menos sabemos que alguien está vigilando el rancho. ¿De qué otra forma sabrían que estábamos en movimiento con ella? Y no mandaron un equipo profesional por nosotros. Fue la hora amateur.
– La policía está de camino -dijo Jake lacónicamente-. Tengo a los abogados esperando. Quiero tu informe. Diles todo y haz todo lo que ellos digan cuando la policía llegue -besó la cima de la cabeza de Emma otra vez-. Van a querer hablar contigo, Emma. Necesitas hablar con los abogados también, y no contestes nada de lo que los policías pregunten hasta que los abogados lo aprueben.
Ella asintió, luciendo un poco asustada.
El proceso con los abogados y la policía llevó largas y agotadoras horas. Emma finalmente cayó dormida, acurrucada en una silla. Las preguntas habían sido interminables, pero sinceramente, todo había pasado tan rápido que ella no les podía decir mucho, sólo cuán asustada había estado. Jake la cubrió con una manta mientras Drake, el abogado y él hablaban con la policía y ella finalmente se quedaba dormida lentamente.
Después de que todos se hubieran ido y la casa estuviera silenciosa y oscura, Jake se paró cerca de Emma por un largo tiempo, sólo viéndola dormir. Los pulmones le quemaban con el solo esfuerzo de respirar. Su visión se emborronó mientras la levantaba, acunándola cerca de él, cobijándola contra su corazón. Ella murmuró suavemente, frunciendo el ceño y enterrándose contra él.
– Sólo te estoy llevando arriba -dijo con el corazón doliéndole. Si esto era amor, dolía como el infierno.