Ante todo deseo dar las gracias una vez más a mi esposo, Micke, que, como es costumbre en él, antepone siempre a todo mi labor literaria y constituye mi principal apoyo.
Muchas gracias, cómo no, a Mikael Nordin, así como a Bengt y Jenny Nordin, de la agencia literaria Bengt Nordin Agency que, de forma incansable, han trabajado sin cesar para que mis libros alcancen a un público más amplio.
Mención especial merecen los policías de Tanumshede y su jefe, Folke Åsberg, pues no sólo se tomaron la molestia de leer mi material y de aportar opiniones, sino que además aceptaron de forma ecuánime el que a mí se me ocurriese colocar en su lugar de trabajo a un par de policías especialmente incompetentes. ¡En este caso, la realidad no se parece en nada a la ficción!
Una persona cuya colaboración ha sido de un valor incalculable durante el trabajo con esta novela es mi redactora y editora, Karin Linge Nordh, que revisó el manuscrito con más prolijidad de lo que yo misma habría podido hacer, además de hacerme observaciones más que razonables. Asimismo, también me ha inculcado la valiosísima expresión: when in doubt, delete.
Otras personas cuyo apoyo ha resultado fundamental en la elaboración de este libro, así como del anterior, son Gunilla Sandin e Ingrid Kampås, Martin y Helena Persson, mi suegra Gunnel Läckberg y Åsa Bohman, que leyeron y comentaron gustosos el manuscrito.
Finalmente quisiera expresar aquí mi agradecimiento a Berith y Anders Torevi, que no sólo comercializaron La princesa de hielo con el mayor entusiasmo, sino que además le dedicaron parte de su tiempo a leer y comentar el manuscrito de esta novela.
Todos los personajes y los sucesos que figuran en el libro son ficticios. En cambio, Fjällbacka y sus alrededores son reales, aunque en más de una ocasión también me he tomado ciertas libertades con algunos lugares.
CAMILLA LÄCKBERG-ERIKSSON
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