LUNES 11 DE JUNIO

Para Johan, la semana iba a ser más dura de lo que había calculado. E1 lunes, apenas había puesto el pie en la redacción, cuando lo llamó Grenfors.

– Oye, buen trabajo el de Gotland.

– Gracias -respondió Johan a la expectativa, por cuanto siempre tenía la impresión de que cuando los redactores empezaban una conversación haciéndole elogios era porque querían pedirle algo.

– Supongo que allí no pasará nada más, ya que al parecer el novio es el culpable.

– Puede ser.

– Lo malo es que ahora estamos empantanados -prosiguió Grenfors.

– Bueno, eso ya lo he oído otras veces -comentó Johan cortante.

El otro ignoró el tono.

– El reportaje largo que íbamos a emitir el sábado se ha ido al garete. No sabemos qué hacer. Tú habías hablado de preparar un trabajo sobre la guerra de bandas rivales en Estocolmo. ¿Crees que te dará tiempo a hacerlo?

Johan comprendía el problema y no quería cerrarse en banda, aunque había contado con disponer de al menos un día tranquilo después del viaje a Gotland. El recuerdo de Emma Winarve le había rondado por la cabeza todo el fin de semana y no pudo dormir bien. No entendía qué le estaba pasando. Una mujer de Gotland, casada y madre de hijos pequeños y a la que apenas conocía. Aquello era absurdo. Miró a Grenfors.

– Bueno, a lo mejor puedo. Ya tengo una parte grabada de antes. No me dará tiempo a hacer un reportaje largo, pero siete u ocho minutos seguro que salen, sin duda.

Grenfors parecía aliviado.

– Bien. Entonces quedamos en eso. Ya sabía que podía contar contigo.


En cuanto se volvió a sentar delante de su mesa en la sala general de redacción, Johan empezó a repasar el material que tenía. Disparos en Várberg, donde una persona con antecedentes criminales murió asesinada en plena calle con tres balas en la cabeza. Pura ejecución. La víctima había estado implicada dos meses antes en la muerte del dueño de una pizzería en Högdalen, quien fue acribillado a balazos en su coche dentro de un aparcamiento. El dueño de la pizzería, a su vez, tenía una gran deuda pendiente con el oscuro dueño de un bar de los bajos fondos de Estocolmo, del cual todos sabían que tenía contactos con la mafia rusa. Además, participó en el asesinato del dueño de un gimnasio de Farsta, liquidado a tiros en el hipódromo de Täby unos años antes. Y así seguía el material. Disparos, robos a punta de pistola, e incluso asesinatos, se habían convertido en algo cotidiano en Estocolmo. La redacción había dejado de informar de todos los atracos a mano armada. Ocurrían tan a menudo que ya no eran clasificados como noticia dentro de los informativos. La mayor parte de los asesinatos y de los delitos graves en Estocolmo los cometía una pequeña camarilla de criminales duros, ésa era la tesis que Johan pensaba sostener en su reportaje.

Tenía buena relación con la novia de una de las víctimas de los últimos años. Marcó su número de teléfono. Ella le había prometido anteriormente concederle una entrevista.

Había llegado el momento de cumplir aquella promesa.

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