Me llamo Juan Anguera, pero poca gente, aparte de mis padres o los profes, me conocen por el nombre. Algunos de mis amigos me llaman Johnny o Flanagan, a causa de mi trabajo. Otros me llaman Anguila, y si hubierais estado aquella tarde en La Tasca, sabriais por que.
No les permiti iniciar la frase: -Te crees muy listo, ?eh?
Aun no habian empezado a pronunciar el «te crees», cuando salia volando hacia donde menos lo esperaban. Pase por debajo de una mesa que lance por los aires al incorporarme y, acto seguido, me vi haciendo una finta y unos cuantos zig-zags en un espacio donde apenas si podrian haber estado sentadas dos personas, y me vi en la puerta y fffzzzuuuummmmm, me converti en un Objeto Volante No Identificado calle abajo, hacia el Centro, donde habia mas gente y mas policia a la que pedir auxilio. Para demostrar que yo no era mas que un pobre nino perseguido por monstruos, mientras bajaba aterrorizado, esquivando un buzon, un farol y una cabina telefonica, me quite las gafas y la cazadora acribillada de chapas.
Note que los monstruos me seguian a unos metros de distancia. Tambien oi el grito desesperado del camarero que se parecia a Fernando Esteso: -Dejadlo, tios, dejadlo… Habia tenido muchos problemas con la policia y supongo que no queria que le acusaran de linchamiento en las proximidades de su local.
Me dejaron en paz, pues, y podeis creer que corri con toda mi alma, primero hasta la plaza del Mercado y, despues, campo a traves, subiendo la pendiente de los Jardines hasta la montana. Alli me detuve, contemplando la ciudad a mis pies y jadeando como un galgo.
Y, no obstante, una vez pasado el susto, las piernas me llevaron de nuevo, sin ninguna prisa, hacia el Centro, hacia los bloques donde estaba La Tasca.
Por supuesto que no deberia haberlo hecho. Lo miraras como lo miraras, era un riesgo innecesario. Si lo que queria era volver a casa, podia haber bajado desde la Montana, dando un rodeo por los Chalets y la escuela. Y si lo que queria era comprobar si Elias Gual habia mentido, tampoco valia la pena, porque yo sabia de sobra que lo habia hecho.
Lo tenia tan claro que empece a elaborar mi teoria antes de llegar al edificio en construccion y hablar con el obrero.
Precisamente, los obreros estaban saliendo, con prisas para coger el metro que los llevaria a alguna ciudad-dormitorio de la otra punta de Barcelona. Seguramente, por el camino se cruzarian con otros obreros que trabajaban en aquel barrio y vivian en este.
Pregunte por el hombre que manejaba la perforadora.
– ?Que quieres?
– Mire: soy el hermano del chico que anoche se peleo con usted…
– ?Quien dices que se peleo conmigo?
– Mi hermano. El chico de la moto. El que siempre estaba haciendo ruido y decia que su perforadora…
– Ah, ya se a quien te refieres. No soy yo. Me estas hablando de Nunez. El manejaba la perforadora, pero se fue ayer por la manana. Por la noche ya no estaba aqui. Ahora soy yo quien se encarga de la maquina… Dile a tu hermano que se libro por un pelo, ?eh? ?Lo has entendido, chico? ?Se lo diras…?
– Si senor.
Yo estaba pensando en despedirme. Pero el todavia tenia algo que decirme:
– Que se libro por un pelo y que estuvo de suerte.
– Si, senor, ya se lo dire…
– Porque…, vamos a ver, ?por que buscaba tu hermano al Nunez este mediodia? ?Que queria? ?Bronca…?
– ?Que mi hermano ha estado preguntando por Nunez este mediodia?
– Si, ha estado aqui…
– Ah, no se…
– ?Que queria? ?Bronca? Porque si es eso lo que buscaba, le dices que el Nunez ya no esta, pero que hay otros, ?eh?
– Muy bien -dije.
– En cuanto a eso que decias acerca de la pelea anoche… -El hombre no tenia ninguna intencion de acabar la conversacion sin dejarlo todo aclarado.
– Bien, no, que yo pensaba que… De hecho…
– Le dices a tu hermano que si de verdad quiere lena, aqui tenemos de sobra, ?eh?
– Si, senor. Se lo dire.
– ?Y que estamos hasta las narices de ninos pijos, y de sus motos y de sus aires de gallitos!
– Y de sus aires de gallitos. Si.
Yo iba tomando nota mental de todos y cada uno de los apartados que componian el complicado mensaje.
– Que le esperamos aqui.
– Bien.
– ?Se lo diras?
– Si.
– Muy bien. Entonces, diselo.
Por fin pude marcharme.
Por la noche, en casa, despues de cenar, Pili y yo bajamos al almacen/despacho con la excusa de hacer los deberes. Se lo explique todo detenidamente a mi hermana. Asi, repitiendolo en voz alta, yo le seguia la pista al razonamiento y comprobaba que detalles encajaban y cuales no.
De modo que aquel mediodia, Elias Gual habia ido a la obra y habia preguntado por el albanil de la perforadora. Cuando le dijeron que ya no trabajaba alli, a Elias le habia faltado tiempo, aquel mismo mediodia, para ir en busca del Puti y alardear de haberse partido la cara con el obrero. De este modo, se me dibujaba el perfil de un pobre desgraciado que queria hacer meritos ante los duros, a fin de que lo aceptaran en la banda, y que para conseguirlo se inventaba fabulosas peleas con obreros que ya se habian ido del barrio.
– Pero alguien tiene que haberle hecho eso en la cara a Elias -dijo Pili-. Y si no fueron ni el albanil ni los punkies de las Casas Buenas, porque ayer no hubo bronca… ?quien fue?
– Este es el primer misterio de dolor -le dije-. Pero creo que todavia nos faltan muchos datos para encontrar la respuesta. Me preocupa mas el otro interrogante.
– ?Que otro interrogante?
Dije:
– ?Como se lo monta Elias Gual para aprobar todos los examenes?
Pili se quedo mirandome. No dijo nada. Tal vez aquello le pareciera secundario, teniendo, como teniamos, otros temas mas apasionantes entre manos.
– Cuando le investigamos porque rondaba a Clara -prosegui-, descubrimos que dedicaba todo su tiempo a su moto, a hacer fotos, a beber cerveza y a dormir. Ahora resulta que ademas necesita horas para hacer meritos delante del Puti. ?Como se las arregla para aprobar?
– Quizas… -Pili queria decir algo, pero se lo repenso.
– Porque no es que apruebe por los pelos… Fijate: A principios de curso, el profe de Mates anuncio que programaria un examen semanal para que nosotros mismos pudieramos apreciar nuestros progresos en la asignatura. Daba por descontado que nadie lograria ni tan solo acabar el primer examen… Y, de hecho, nadie lo consiguio…, excepto Gual. ?Vivir para ver! Y asi con todas las asignaturas: En todas las evaluaciones ha resultado ser el mas brillante, el rey de reyes…
– Es el tercer ano que repite -intento Pili -. Algo le habra quedado, despues de oir lo mismo tres anos seguidos…
– ?No tiene ni idea! -salte yo-. ?No lo has visto este mediodia, cuando hemos hablado de el? ?Tu habias visto alguna vez una cara como aquella? -«?Polinomios? ?Que es eso…?»
– Bueno, pues… -murmuro Pili.
La mire fijamente.
– ?Como aprueba? -repeti.
– ?Copiando? -sugirio ella, sin demasiada conviccion.
Negue con la cabeza.
– No. Quien aprueba copiando no tiene los exitos tan regulares. No siempre se puede copiar. Siempre llega el momento en que el profe se planta a tu lado, y ese dia tienes que resignarte…
Quizas han decidido regalarle de una vez el Graduado Escolar para que pueda ir a BUP, y hacen un poco de trampa… Como su padre insistio tanto…
– No -dije-. Precisamente porque su padre insistio tanto y se convirtio en un pelmazo, los de la escuela deberian estar interesados en demostrarles lo contrario, que mas hubiera valido que Elias dejara la escuela el ano pasado… Ahora, el padre no deja de atolondrar a los profes con la cantinela del «ya os lo dije yo: si os hubiera hecho caso, mi hijo se habria desgraciado para siempre…»
– Pues… -dijo Pili.
– Pues… -dije yo.
Quedamos unos momentos en silencio.
– Le ayuda un profe -dije de repente. Improvisando, lentamente, silaba a silaba-: Un profe le pasa fotocopias de los examenes…
– ?Que profe? -pregunto Pili.
Pensabamos: ?Isabel, la de Sociales? ?El Chepas, que era el director de la escuela y profe de Lenguas? ?El de Mates? Ninguno de los tres nos cuadraba. Ademas…
– … Ademas -dije-, que yo sepa, los profes no tienen acceso a todos los examenes. Cada uno conoce los suyos, solo los suyos. Si a Elias le ayudara el de Mates, Gual solo aprobaria los examenes de Mates… Si fuera Isabel, solo aprobaria los de Sociales…
Y, curiosamente, tenia la sensacion de estar acercandome a la solucion del problema.
– Ademas -dijo Pili-, ?por que tendria que ayudarle un profe? Gual no es precisamente ni simpatico ni halagador. Si alguna virtud tiene, es la de no ser un pelota…
– Chantaje -replique con naturalidad-. Imaginate que ha descubierto algo comprometedor para algun profe y le tiene atornillado, y por eso el profe se ve obligado a ayudarle.
Consideramos seriamente esta posibilidad y, despues, nos echamos a reir.
– Vamos, vamos a la cama, que ya empezamos a desbarrar…
Subiendo las escaleras, Pili apunto una nueva posibilidad.
– Lo mas probable es que Gual haya logrado entrar en el despacho de la fotocopiadora, donde se guardan los examenes. Tal vez tenga una ganzua… ?Que viene un examen? Espera a que el conserje haga las fotocopias, que las deja todas en los estantes, y despues entra y se hace con una copia…
– ?Y eso lo hace cada semana? -pregunte, esceptico-. Porque el de Mates nos ha estado metiendo un examen cada semana, desde principios de curso. ?Lo hace cada semana y nunca le han pillado?
Despues, en la cama, le estuve dando vueltas y mas vueltas a todo lo que habiamos hablado. Mi intuicion seleccionaba palabras y conceptos caprichosamente, porque si, al azar. Chantaje, sonaba bien. Si, no se por que, pero me cuadraba el que Elias tuviera a un profe entre la espada y la pared y le obligara a ayudarle. Y lo que habia dicho Pili subiendo las escaleras: -«En el despacho de la fotocopiadora, donde se guardan los examenes, el conserje deja las fotocopias en los estantes…»-. Y otra cosa que habia dicho yo: Ios profes no tienen acceso a todos los examenes. Cada cual conoce los suyos, solo los suyos…»
El dia siguiente fue muy intenso.
Como si hubiera digerido y elaborado en suenos todo lo hablado con Pili la noche anterior, ya desde primera hora de la manana tuve la sensacion de saber mas de lo que sabia. Fui a la escuela con otro aire, mire al conserje de otra manera y reconoci ante Isabel que no habia hecho los deberes.
– No, Isabel, no he hecho los deberes, lo lamento profundamente, se que no tengo excusa, pero pienso que despues de todo no llevo tan mal la asignatura en lo que va de curso…
– Esta bien, esta bien, sientate -me corto ella. Y llamo a otro que si habia hecho los deberes.
Yo me sente y mire por la ventana. Aquella sensacion de estar acariciando con la punta de los dedos mi objetivo sin poder atraparlo, me producia cierta desazon…
El conserje salia de la escuela. Me llamo la atencion porque aquello no era habitual. Alguna vez lo hacia: dejaba a su madre vigilando la puerta y el salia a hacer algun recado. Pero, en realidad, no podia hacerlo.
Con su guardapolvo gris, sus andares desangelados, con su pelo negrisimo untado de brillantina, caminaba por la acera rodeando el edificio, probablemente para dirigirse hacia el Centro.
Entonces se me encendio la bombilla.
Me levante e interrumpi lo que estaba diciendo Isabel para pedirle que me permitiera ir al lavabo.
– ?Se puede saber que te pasa, Anguera? -me pregunto, haciendome perder unos segundos valiosisimos-. Te veo inquieto.
– Me encuentro mal -replique en tono amenazante, como aquel que dice: «Si no me dejas salir inmediatamente, vomitare sobre tus zapatos.»
– Anda, ve -concedio ella.
Sali corriendo. Recorri todo el pasillo hacia la parte posterior, donde estan los lavabos que dan a la calle del super. Si me cruce con alguien, yo no le vi, y seguro que el tampoco me vio a mi. Entre en los lavabos como una flecha, pase entre dos de BUP antes de que alcanzaran a esconder los cigarrillos y el «Playboy» que hojeaban con sonrisas extasiadas. Y, antes de que pudieran insultarme o decirme algo ingenioso, yo ya me habia subido a una taza de water, habia trepado hasta la ventana que tenia las rejas rotas y me habia escurrido por la brecha, dejandome un jiron de chandal entre los hierros. Me imagino a los dos de BUP con cara de besugo, mirando la ventana como si por alli acabara de aparecerseles el Abominable Hombre de las Nieves.
Salte de la ventana a la calle. Casi fui a parar al carrito de una senora, que intercambiaba chismes con otra.
En pleno vuelo, localice la figura del conserje, con su guardapolvo gris, doblando la esquina, hacia el Mercado. Sin hacer caso de los rulos de las mujeres ni de los ladridos de un perro que tambien se habia sobresaltado, me lance tras el como si fuera a disputar los cien metros lisos y acabasen de dar el pistoletazo de salida.
A mi edad, cuando corres avanzas mas que un adulto caminando. Esa ventaja me permitio volver a localizar el guardapolvo gris, entre el maremagnum de amas de casa regateadoras, antes que entrara en la Caja de Ahorros.
Y, al mismo tiempo, todo lo que hasta entonces habian sido meras intuiciones iban convirtiendose en razonamientos impecables. «Los profes no tienen acceso a todos los examenes. Cada cual conoce tan solo los suyos. En cambio, el conserje, en el despacho de la fotocopiadora, hace copias de todos los examenes.» Si existiera alguien que conociera o pudiera conocer las preguntas de todos los examenes, ese era el conserje. Y en mi cerebro resonaba la palabra chantaje. Y ahora le habia visto haciendo algo que no debia hacer, abandonar su puesto de trabajo, y ese habia sido el motivo de mi salida instintiva y precipitada.
Si me preguntaban por que habia tardado tanto, diria que me encontraba mal, que la noche anterior comimos algo en malas condiciones que intoxico a toda la familia.
La Caja de Ahorros estaba llena de senoras, de ninos atolondrados y de viejecitos que iban a solucionar sus problemas de las pensiones y a pasar cantidades insignificantes de dinero de libretas rojas a libretas verdes, o al reves. El conserje se habia puesto al final de una cola larguisima. Con la libreta en la mano, daba muestras de impaciencia.
Le estuve observando.
Se llamaba Miguel, y nosotros le llamabamos Pantasma, porque era muy extravagante. Alto, de rostro blanquisimo, color leche tirando a ceniza, en contraste con el pelo, muy negro, peinado hacia atras y aplastado con brillantina. Caminaba de puntillas, como al ralenti, sin tocar con los pies en el suelo, con los brazos desmadejados, igual que el malo de una pelicula titulada Pantasma que se habia estrenado poco antes de que el llegara a la escuela. De alli le venia el mote.
Al conserje anterior le habian despedido porque manoseaba a las ninas. Cuando vimos a este por primera vez, todos pensamos que seria peor. Como un violador, o un vampiro, o un asesino, algo por el estilo. Despues, habia resultado inofensivo. Un poco raro, eso si. Vivia solo con su mama, pero la unica excentricidad que se le conocia era la de ponerse en el centro del vestibulo, tarareando una ampulosa sinfonia y dirigiendo una orquesta imaginaria con los brazos muy abiertos.
Ahora era el momento de decir: «Ya me lo veia venir yo que habia alguna cosa rara en este hombre…»
Tenia para rato en la cola de la ventanilla, y yo no podia esperar mas tiempo. Si hacia durar mucho mas aquella intoxicacion, me llevarian del cole en ambulancia. Tenso por los nervios, de mala gana, regrese corriendo a la escuela. Aun faltaban ocho minutos para el recreo. Para entonces, el Pantasma ya habria acabado su tramite. Tendria que pedirle a Pili que hiciera lo mismo que yo habia hecho para relevarme en la vigilancia.
Entre por la puerta principal. La madre del Pantasma tenia ordenes de no dejar entrar a nadie, pero no de prohibir la entrada a los alumnos, de modo que ni me miro.
Desde la puerta del aula llame la atencion de Isabel. Estaba tan concentrada en su explicacion que tuve que insistir un par de veces. Puse cara de intoxicado.
– ?Que quieres, Anguera? Entra y deja de hacer muecas. Sientate y escucha…
– ?Puedo hablar un momento con mi hermana? -Isabel hizo un gesto de contrariedad. Dije para convencerla-: Es por una cosa de la familia.
Isabel accedio porque no queria perder el hilo de lo que estaba diciendo. Salio Pili. En menos de lo que canta un gallo le explique por donde tenia que salir y lo que debia hacer.
– Pero eso es el lavabo de chicos -protesto-. No se si podre hacerlo en el de chicas…
– Pues sal por el de chicos, Pili, no me vengas ahora con problemas sin importancia…
– Problemas sin importancia… Pues mira que si me pillan metiendome en el lavabo de hombres…
– Les dices que eres un travesti -acabe la discusion-. ?Corre!
– ?Y la seno?
– ?Ya hablare yo con ella! ?Corre!
Isabel estaba dibujando el perfil de un iceberg para demostrar que ocho novenas partes de su volumen permanecian sumergidas…
– Isabel… -dije. Me miro con la tiza en la mano, a la altura de la cabeza-. Que mi hermana tambien ha ido al lavabo… -Ella no se movia, como esperando alguna cosa mas-. Es que… nos encontramos un poco mal del estomago a causa de algo que comimos ayer y… quiza estemos un poco intoxicados… Toda la familia… Por eso ahora, cuando se lo he dicho… Ella ha ido al lavabo.
– ?Me estas diciendo que, si no se lo hubieras dicho, ella no se habria dado cuenta de que estaba intoxicada…? -dijo Isabel.
– Se lo he dicho por si las moscas…
Los companeros rieron de buena gana, e Isabel tenia muchas ganas de ensenarnos que era un iceberg, de modo que dijo:
– Anda, va, pasa, pasa…
Y continuamos la clase.