La pronunciación de Schlossgarten

El trayecto desde Munich a Stuttgart. La pronunciación de Schwdbische Alb, la tierra de labor con las coles rojas, azules y verdes. En Stuttgart, el hotel está en la Schillerstrasse, un hotel moderno con mucho cristal.


Las preguntas que formulan los jóvenes del público, después de mi lectura, giran todas alrededor de los problemas sociales en Estados Unidos. Puesto que consideran que mis libros son críticos con la sociedad norteamericana, me invitan a que exprese el antiamericanismo que perciben en mí. (Los entrevistadores me hacen la misma invitación.) Y ahora, en vista de su reunificación inminente, los alemanes también quieren saber lo que pienso de ellos. ¿Qué piensan los norteamericanos, en general, de los alemanes? ¿Nos alegra la reunificación alemana?


Les digo que prefiero hablar de literatura. Ellos no quieren. Todo lo que puedo decir es que mi falta de interés por lo que a ellos les interesa es auténtica. No les gusta mi respuesta


La prostituta de la nueva novela debería ser una mujer mayor, a quien la escritora no intimidase demasiado. Su novio granuja desea una furcia más joven y agraciada que la elegida finalmente por la novelista. El lector debería prever que el amigo es una bestia, pero la escritora no lo ve venir. Está concentrada en observar de la prostituta, no sólo en el cliente de ésta y mucho menos en el acto mecánico y familiar, sino en los detalles que rodean la habitación de la prostituta


Debería figurar algo relativo a lo que a la escritora le gusta y le desagrada de los hombres. Posiblemente pregunta a la prostituta cómo consigue superar el aborrecimiento que siente hacia cierta clase de hombres. ¿Se niega a acostarse con alguno de ellos? ¡Sin duda! Las prostitutas no pueden ser totalmente indiferentes a…, bueno, las "peculiaridades" de los hombres


Debería suceder en Amsterdam. A) porque allí las prostitutas están muy disponibles; B) porque voy a ir a esa ciudad, y C) porque mi editor holandés es un hombre simpático y puedo persuadirle para que me acompañe a ver a una prostituta y hablar con ella


No, estúpida, deberías ver a la prostituta tú sola


Lo que me gusta: casi siempre la agresividad de Allan. (También me gustan los límites de su agresividad.) Y su crítica, por lo menos sobre mi narrativa. A su lado puedo ser yo misma. Me tolera, me perdona (tal vez demasiado). Me siento segura con él. Haría más cosas, leería más, saldría más con él. No me impondría su presencia (nunca lo ha hecho). Sería un buen padre


Lo que no me gusta: me interrumpe, pero lo cierto es que interrumpe a todo el mundo. No es que sus hábitos al comer, quiero decir sus modales en la mesa, me avergüencen, sino más bien que su manera de comer me resulta repugnante. Y temo encontrarle también sexualmente repelente. Luego está la cuestión del espeso vello en el dorso de sus manos… ¡Bueno, supéralo ya!


[En una postal dirigida a Allan, con una imagen de un Daimler de 1885 en el Museo Mercedes-Benz de Stuttgart.]


¿NECESITAS UN COCHE NUEVO? ME GUSTARÍA HACER UN LARGO VIAJE EN COCHE CONTIGO. TE QUIERO, RUTH


El vuelo de Stuttgart a Hamburgo, y luego el viaje por carretera desde Hamburgo hasta Kiel. Hay muchas vacas. Nos hallamos en el estado de Schleswig-Holstein, de donde procede el nombre de las vacas. Quien conduce es un representante de ventas de mi editorial. Siempre aprendo algo de esos profesionales. Éste me explica que mis lectores alemanes esperan que sea más "política" de lo que soy. Me dice que mis novelas son políticas en el sentido de que todo comentario social es político, y concluye: "¡Sus libros son políticos, pero usted no lo es!"


No estoy segura de si me dice eso como una crítica o si se limita a constatar un hecho, pero le creo. Y el tema sale a relucir durante el coloquio con el público, tras la lectura en la Kunsthalle de Kiel.


Pero, una vez más, intento hablarles de la creación literaria.


– Me gustan los artesanos que hacen muebles -les digo-, así que hablemos de cosas relacionadas con las sillas o las mesas. -Veo por sus expresiones que quieren que sea más complicada, más simbólica-. Estoy pensando en una nueva novela -les explico-, centrada en ese momento de la vida de una mujer en que decide casarse, no porque haya un hombre con quien realmente quiera compartir su vida, sino porque está harta y cansada de los novios granujas


Las risas son esporádicas y desalentadoras. Intento decirlo en alemán. Las risas aumentan, pero sospecho que se debe a la comicidad de mi alemán


– Podría ser mi primer libro con una narradora en primera persona -les digo. Ahora veo que han perdido todo interés, tanto en inglés como en alemán-. Y se titularía Mi último novio granuja


El título es terrible en alemán, y lo reciben con más consternación que regocijo: Mein letzer schlimmer Freund. Parece una novela sobre una enfermedad de adolescentes


Hago una pausa para beber agua y veo que el público se escabulle, sobre todo el de las filas del fondo. Y los que permanecen en sus asientos aguardan penosamente a que finalice. No me atrevo a decirles que la mujer sobre la que voy a escribir es escritora, pues eso sería como el tiro de gracia a su interés agonizante. ¡Ya está bien de ocuparme del oficio literario y las preocupaciones concretas del narrador! Incluso a mí me aburre el intento de entretener a los lectores hablando sobre el tema de lo que hago realmente


Desde mi habitación de hotel en Kiel, veo la bahía con los transbordadores que cubren la línea de Suecia y Dinamarca. Tal vez algún día iré allí con Allan. Tal vez algún día podré viajar con un marido y un hijo, y con una niñera para el pequeño


La escritora en la que estoy pensando: ¿cree de veras que el matrimonio significará el final de su libertad de observar el mundo? ¡Si ya estuviera casada, podría haber ido con su marido al encuentro con la prostituta! A una escritora, el marido puede proporcionarle más libertad de observación. Tal vez la mujer sobre la que escribo no lo sabe


Me pregunto si Allan se opondría, si se lo pidiera, a observar conmigo a una prostituta y a su cliente. ¡Claro que no!


Pero la persona a la que debería pedirle ese favor es mi padre


[En una postal a su padre, de las prostitutas en sus escaparates en la Herberstrasse, San Pauli, el barrio chino de Hamburgo.]


PIENSO EN TI, PAPÁ. LAMENTO LO QUE TE DIJE. HE SIDO MEZQUINA. ¡TE QUIERO! RUTHIE


El vuelo de Hamburgo a Colonia, el viaje por carretera de Colonia a Bonn, la magnificencia de la universidad


Por primera vez alguien del público se interesó por mi ojo. (En las entrevistas, todos los periodistas me han interrogado al respecto.) Era una mujer joven que parecía estudiante y hablaba un inglés casi perfecto


– ¿Quién la golpeó?


– Mi padre -respondí. El público quedó repentinamente en completo silencio-. Me dio con el codo. Estábamos jugando a squash


– ¿Su padre es lo bastante joven para jugar a squash con usted? -quiso saber la joven


– No, no es lo bastante joven, pero está en muy buena forma para su edad


– Entonces supongo que usted le derrotó -dijo la estudiante


– Sí, le derroté


Pero, después de la lectura, la misma joven me entregó una nota que decía: "No la creo. Alguien le ha pegado"


Ésa es otra cosa que también me gusta de los alemanes, que llegan a sus propias conclusiones


Por supuesto, si escribo una novela en primera persona sobre una escritora, invito a los críticos a que me apliquen la etiqueta autobiográfica, a concluir que escribo sobre mí misma. Pero una nunca debe dejar de escribir cierta clase de novela por temor a la reacción que suscitará


Y es como si oyera a Allan enjuiciando el hecho de haber escrito dos novelas consecutivas cuyos personajes principales son escritoras. Sin embargo, también le he oído decir que el asesoramiento editorial no debería incluir recomendaciones o advertencias al autor sobre los asuntos de sus obras. Sin duda tendré que recordárselo


Pero hay algo más importante con respecto a esta nueva novela: ¿qué hace el novio granuja, como consecuencia de observar a la prostituta con su cliente, que resulta tan degradante para la novelista? ¿Qué sucede que le hace sentirse tan avergonzada como para que cambie de vida?


Tras observar a la prostituta con su cliente, el amigo podría excitarse tanto que, por la manera en que le hace el amor a la escritora, ésta sospecha que está pensando en otra. Pero ésa no es más que una posible versión de unas relaciones sexuales incorrectas. Debe ser algo más atroz, más humillante que eso


En cierta manera, esta fase de una novela me gusta más que el período de la redacción. Al comienzo hay muchas posibilidades. Con cada detalle que eliges, con cada palabra por la que te inclinas, tus opciones se reducen


La cuestión de buscar o no a mi madre, la confianza en que algún día ella me buscará. ¿Cuáles son los restantes grandes acontecimientos de mi vida? Me refiero a los acontecimientos capaces de hacer que mi madre viniera a mi encuentro. La muerte de mi padre, mi boda, si llego a casarme, el nacimiento de un hijo, si lo tengo. (Si alguna vez me atrevo a tener hijos, sólo querré uno.) Tal vez debería anunciar mi próximo matrimonio con Eddie O'Hare. Eso sí que llamaría la atención de mi madre. ¿Estaría Eddie de acuerdo? ¡Al fin y al cabo, él también quiere verla!


[En una postal dirigida a Eddie O'Hare, en la que se ve la gran catedral de Colonia, la espléndida Dom, la mayor catedral gótica de Alemania.]


ESTAR CONTIGO, HABLAR CONTIGO… FUE LA VELADA MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA HASTA AHORA. CONFÍO EN VERTE PRONTO DE NUEVO. SINCERAMENTE, RUTH COLE


[En una postal dirigida a Allan, de un magnífico castillo a orillas del Rin.]


ACTÚA COMO EDITOR Y ELIGE ENTRE ESTOS DOS TÍTULOS: SU ÚLTIMO NOVIO GRANUJA O MI ÚLTIMO NOVIO GRANUJA. EN CUALQUIER CASO, ME GUSTA LA IDEA. TE QUIERO, RUTH


P.D. CÓMPRAME ESTA CASA Y ME CASARÉ CONTIGO. ¡DE TODOS MODOS CREO QUE PODRÍA CASARME CONTIGO!


En el tren, durante el trayecto desde Bonn a Francfort, se me ocurre otro título para la nueva novela, tal vez más atractivo que Mi último novio granuja, pero sólo porque me permitiría escribir otro libro en tercera persona. Lo que ella vio, lo que no sabía. Supongo que es demasiado largo y literal. Incluso sería más exacto con un punto y coma: Lo que ella vio; lo que no sabía. Imagino la opinión de Allan acerca de un punto y coma en el título. En cualquier caso, ve con malos ojos ese signo de puntuación. "Ya nadie sabe para qué sirven -argumenta-. Si no tienes la costumbre de leer novelas del siglo XIX, crees que el autor ha matado una mosca de la fruta directamente encima de una coma. El punto y coma se ha convertido en una mera distracción." ¡No obstante, creo que quiero casarme con él!


El viaje de Bonn a Francfort dura dos horas. Mi programa en Francfort es el más largo y ajetreado. Sólo dos lecturas, pero una entrevista tras otra, y en la misma Feria del Libro hay una mesa redonda que me da mala espina, pues el tema es la reunificación de Alemania


"Soy novelista -diré sin duda en algún momento-. No soy más que una narradora."


Al examinar la lista de mis compañeros en la mesa redonda (otros autores, todos ellos promocionando sus libros en la feria), veo que hay un atroz autor norteamericano de la especie Intelectual Insoportable. Y hay otra escritora también americana, no tan conocida pero no menos atroz, perteneciente a la escuela La Pornografía Viola Mis Derechos Civiles. (Si no ha escrito todavía un artículo sobre No apto para menores, lo hará… y no será precisamente amable.)


Interviene también un joven novelista alemán cuya obra ha sido prohibida en Canadá. Hubo una acusación de obscenidad, y lo más probable es que no fuese inmerecida. Resulta difícil olvidar en qué consistía la acusación concreta de obscenidad. Un personaje de la novela escrita por el joven alemán lleva a cabo el acto sexual con gallinas, y le sorprenden haciéndolo en un hotel elegante. Un cacareo terrible lleva al personal del hotel a descubrirlo…, eso y el hecho de que la camarera del hotel se quejara de que había plumas en la habitación


Pero el novelista alemán es interesante en comparación con los demás participantes en la mesa redonda


"Soy una novelista cómica", diré sin duda en algún momento, como siempre hago. La mitad del público (y más de la mitad de mis colegas) interpretarán esto en el sentido de que no soy una novelista seria. Pero llevo la comedia en la masa de la sangre. Un escritor no elige ser cómico. Puedes elegir uno u otro argumento, puedes elegir a los personajes, pero la comedia no es una elección. Te sale así


Otra participante es una inglesa que ha escrito un libro sobre la llamada memoria recuperada, en este caso la suya. Una mañana, al despertar, "recordó" que su padre la había violado, lo mismo que sus hermanos y todos sus tíos. ¡El abuelo también! Cada mañana, al despertar, "recuerda" a alguien que la ha violado. ¡Debe de estar exhausta!


Al margen de lo acalorado que sea el debate, el joven novelista alemán tendrá una expresión distraída, como si algo sereno y romántico acabara de cruzar por su mente. Probablemente una gallina


"No soy más que una narradora -diré una y otra vez-. No se me dan bien las generalizaciones."


Sólo el amante de las gallinas me comprenderá. Me mirará benévolamente, tal vez con cierto deseo. Sus ojos me dirán: "Tendrías mucho mejor aspecto con algunas plumas de color marrón rojizo"


En Francfort, en mi pequeña habitación del Hessischer Hof, tomando una cerveza que no está muy fría. Llega la medianoche, ya es el 1 de octubre: Alemania se ha reunificado. Contemplo en la pantalla del televisor las celebraciones en Bonn y Berlín. Un momento histórico, a solas en una habitación de hotel. ¿Qué puede una decir acerca de la reunificación alemana? Ya ha sucedido


Me he pasado la noche tosiendo. Por la mañana llamé al editor y al encargado de la publicidad. Es una lástima que cancele mi intervención en la mesa redonda, pero debo conservar la voz para las lecturas. El editor me ha enviado más flores. El jefe del departamento de prensa me ha traído una caja de pastillas para la tos, "con hierbas alpinas suizas cultivadas orgánicamente". Ahora puedo toser mientras me entrevistan y mi aliento tendrá una fragancia a limón y tomillo silvestre. Nunca había estado tan contenta por tener tos


En el ascensor he coincidido con la inglesa tragicómica. A juzgar por su aspecto, sin duda se ha despertado con el recuerdo recobrado de una violación más


Durante la comida, en el Hessischer Hof, he visto en otra mesa al novelista alemán que lo hace con las gallinas. Le estaba entrevistando una mujer que esta misma mañana me había sometido a sus preguntas. El que me ha entrevistado durante la comida era un hombre que tosía más que yo. Y cuando me quedé sola, sentada a la mesa y tomando café, el novelista alemán me miraba cada vez que podía… como si se me hubiera metido una plumita en la garganta


Me encanta mi tos, de veras. Puedo darme un largo baño y pensar en la nueva novela


En el ascensor, como un hombrecillo inflado hasta adquirir un aspecto grotesco, está el atroz escritor norteamericano, el Intelectual Insoportable. Parece ofendido cuando entro en el ascensor con él


– No ha participado en la mesa, me han dicho que estaba indispuesta


– Así es


– Aquí todo el mundo enferma, es un sitio terrible.


– Sí.


– Espero que no me contagie su resfriado.


– Espero que no


– Probablemente ya estoy algo enfermo…, llevo aquí mucho tiempo -añade


Al igual que sucede en su obra, no está claro lo que quiere decir. ¿Se refiere a que lleva en Francfort suficiente tiempo para haber atrapado alguna dolencia o que lleva bastante tiempo en el ascensor para que le contagie lo mío?


– ¿Todavía no se ha casado? -me pregunta


No es que me eche un tiento, sino que es una de esas incongruencias por las que el Intelectual Insoportable se ha hecho famoso


– Todavía no, respondo pero quizás estoy a punto de hacerlo -le respondo


– ¡Ah, cuánto me alegro! -exclama, y me sorprende con esa auténtica efusión ante mi respuesta-. Bueno, siento que no pudiera asistir a la mesa redonda.


– Yo también


Ah, el poco difundido encuentro casual entre autores mundialmente famosos… ¿Acaso existe algo comparable?


La escritora debería conocer al novio pelirrojo en la Feria del Libro de Francfort. El novio granuja es un narrador muy minimalista. Sólo ha publicado dos volúmenes de relatos; unos relatos frágiles, tan parcos que la mayor parte de la historia no se cuenta. Sus libros se venden poco, pero le ha compensado esa adoración incondicional de la crítica que acompaña con frecuencia a la vaguedad


La novelista debería ser una escritora de novelas "gruesas". Serán una parodia de ese principio según el cual los opuestos se atraen. En este caso, ninguno de los dos soporta la manera de escribir del otro, y su atracción es estrictamente sexual


Él debería ser más joven que ella


Inician una aventura en Francfort y él la acompaña a Holanda, adonde ella viaja tras la Feria del Libro para promocionar una traducción holandesa. Él carece de editorial holandesa, y en Francfort ha estado muchísimo menos solicitado que ella. Eso es algo que a ella le ha pasado desapercibido, al contrario que a su pareja. Él no ha estado en Amsterdam desde sus tiempos de estudiante, cuando pasó un verano en el extranjero. Se acuerda de las prostitutas y quiere llevarla a verlas. Tal vez también a un espectáculo con actos sexuales auténticos


– No creo que quiera ver uno de esos espectáculos -objeta la novelista


Él podría tener la idea de pagar a una prostituta para que les permita mirar


– Podríamos montar nuestro espectáculo particular -le comenta el escritor de relatos breves. Lo dice como si fuera casi indiferente a la idea, y dando a entender que a ella podría interesarle más que a él-. Como escritores -añade-, a modo de investigación


Y cuando están en Amsterdam y él la acompaña al barrio chino, bromea de una manera desenfadada y alegre. "No querría ver a ésa haciéndolo, parece inclinada al sadomasoquismo." (Esa clase de cosas.) El minimalista le hace creer que contemplar a una prostituta no será más que una travesura jocosa. Le da la impresión de que lo más difícil será el intento de reprimir la risa, porque, naturalmente, no pueden revelar su presencia oculta al cliente


Pero ¿cómo los ocultaría la prostituta de modo que pudieran ver sin ser vistos?


Ésa será mi investigación. Pediré a mi editor holandés que me acompañe a recorrer el barrio chino, pues, a fin de cuentas, eso es lo que hacen los turistas. Probablemente se lo piden todas sus autoras. Todas queremos que nos acompañen a través de lo escandaloso, sórdido, sexual y desviado. (La última vez que estuve en Amsterdam, un periodista me acompañó en el recorrido por el barrio chino. Fue idea suya.)


Así pues, echaré un vistazo a las mujeres. Recuerdo que no les gusta que otras mujeres las miren, pero estoy segura de que encontraré una o dos que no me darán miedo alguno y con las que podré reunirme de nuevo más tarde yo sola. Tendrá que ser alguna que hable inglés, o por lo menos un poco de alemán


Una prostituta podría bastar, si no le incomoda hablar conmigo. Por supuesto, puedo imaginar el acto sin verlo y, por otro lado, lo que más me preocupa es lo que le sucede a la mujer escondida. Supongamos que el novio granuja se excita, incluso que se masturba mientras están ocultos. Y ella no puede protestar, ni siquiera puede hacer el más ligero movimiento para apartarse de él, pues de lo contrario el cliente de la prostituta sabría que le están observando. (Entonces, ¿cómo puede masturbarse? Eso es un problema que habrá que resolver.)


Tal vez la ironía estribe en que por lo menos a la prostituta le han pagado para utilizarla de esa manera, pero también la escritora es utilizada. Ésta ha pagado para que la utilicen. En fin, los escritores deben tener la piel curtida. En esto no hay ninguna ironía


Allan me telefoneó y tosí para que se hiciera una idea de mi estado. Ahora que no existe ninguna posibilidad inmediata de hacer el amor, ya que el océano se interpone entre nosotros, naturalmente tengo ganas de hacerlo con él. ¡Qué perversas somos las mujeres!


No le he hablado del nuevo libro, no le he dicho una sola palabra. Habría echado a perder las postales


[En otra postal, dirigida a Allan, con una vista aérea del edificio donde se celebra la Feria del Libro de Francfort, que se jacta de cobijar a 5.500 editores procedentes de cien países.] NUNCA MÁS SIN TI. TE QUIERO, RUTH


En el vuelo de la KLM de Francfort a Amsterdam: pocos vestigios de la tos y del moretón del ojo. De la tos, sólo queda como un cosquilleo en el fondo de la garganta. El ojo y el pómulo derechos aún no han recuperado su color natural y tienen un tono verde pálido. No hay hinchazón, pero ese color revela que la enfermedad, lo mismo que la tos, es persistente:


Es el aspecto apropiado para una persona que se propone abordar a una prostituta. Parezco tener una vieja enfermedad para compartirla


En mi guía de Amsterdam leo que el barrio chino de la ciudad, conocido como De Walletjes ("los pequeños muros"), fue autorizado oficialmente en el siglo XIV. Hay disimuladas referencias a las "muchachas parcamente vestidas en sus escaparates"


¿Por qué será que la mayor parte de lo que se ha escrito acerca de lo escandaloso, sórdido, sexual y desviado siempre tiene un tono tan superior y poco convincente? (El regocijo es una expresión de superioridad tan fuerte como la indiferencia.) Creo que cualquier expresión de regocijo o indiferencia hacia lo indecoroso suele ser falsa. O bien la gente se siente atraída por lo indecoroso o bien lo desaprueba, o ambas cosas a la vez. No obstante, intentamos parecer superiores a lo indecoroso fingiendo que nos regocija o que somos indiferentes


"Todo el mundo tiene una obsesión sexual, por lo menos una", me dijo Hannah un día. (Pero si ella la tiene, nunca me ha dicho cuál es.)


En Amsterdam me esperan las obligaciones habituales, pero dispongo de tiempo suficiente para lo que necesito hacer. Amsterdam no es Francfort, nada es tan malo como Francfort. ¡Y, a fuerza de ser sincera, ardo en deseos de conocer a mi prostituta! Esta "investigación" conlleva la emoción de algo parecido a la vergüenza. Pero, por supuesto, yo soy la clienta. Estoy dispuesta a pagarle, incluso lo espero con ansiedad


[En otra postal dirigida a Allan, que le envió desde el aeropuerto de Schiphol y que, de manera parecida a la postal anterior que había enviado a su padre, con las prostitutas alemanas en sus escaparates de la Herbertrasse, era de De Walletjes, el barrio chino de Amsterdam: los neones de bares y sex shops reflejados en el canal; los transeúntes, todos ellos hombres con impermeable; el escaparate en primer término de la fotografía, enmarcado por luces de un rojo violáceo, y la mujer en ropa interior al otro lado del cristal… parecida a un maniquí fuera de lugar, como algo tomado en préstamo en una tienda de lencería, como alguien contratado para una fiesta particular.]


OLVIDA MI PREGUNTA ANTERIOR, EL TÍTULO ES MI ÚLTIMO NOVIO GRANUJA. LA PRIMERA NOVELA QUE ESCRIBO CON EL NARRADOR EN PRIMERA PERSONA. Sí, ES OTRA ESCRITORA, ¡PERO CONFÍA EN Mí! TE QUIERO, RUTH

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