Capítulo 30

El camarero apareció manteniendo una bandeja en equilibrio con la yema de los dedos, y Filipe se vio obligado a poner la carpeta de cartulina sobre el sofá vacío de al lado, como para hacer espacio en la mesa. El australiano depositó delante de los clientes las dos jarras de cerveza y los platos indonesio y tailandés que le habían encargado y, después de un «enjoy, mates» con acento fuertemente australiano, se alejó tan deprisa como había venido.

– No está mal, ¿no? -comentó el geólogo, después de probar un trozo del saté balinés.

– Buena comida, sí -confirmó Tomás-. Pero aún no has respondido a mi pregunta.

Su amigo acarició la cartulina apoyada en el sofá vecino.

– ¿Quieres saber qué guardo en esta carpeta?

– Sí.

Filipe hizo girar el tenedor en el aire, con un trozo de carne sazonada clavado en la punta.

– Sólo puedes entender lo que hay aquí si tienes una noción exacta de lo que es el petróleo saudí y de cómo funciona la ingeniería implicada en su extracción.

– Por lo que me has contado, no hay nada más sencillo. Se hace un hoyo y el petróleo salta hacia fuera.

El geólogo se rio.

– En líneas generales, es así -confirmó-. El petróleo se descubrió en Arabia Saudí en 1938, en un lugar llamado Daininam. Los campos eran tan abundantes que los geólogos estadounidenses llegaron a detectar pozos mientras sobrevolaban el desierto en avión, fíjate.

– ¿Eso es posible?

– Sí, siempre que lo permitan las características topográficas del terreno, como en este caso. El hecho es que los campos se revelaron fácilmente identificables desde el aire. Arabia Saudí presentó un perfil tan interesante que las compañías petroleras acudieron en masa y nació así la Arabian America Oil Company, Aramco, cuyos accionistas eran la Standard Oil, la Shell, la BP, la Mobil, la Chevron, la Texaco y la Gulf Oil.

– Todos grandes tiburones, en definitiva.

– Huy, ni te lo imaginas. Y venían todos con los dientes afilados. Claro que la Segunda Guerra Mundial puso el negocio al baño María; no obstante, en cuanto la guerra acabó, se reanudó la prospección y se fueron descubriendo más campos aún mayores. La Aramco acabó nacionalizada y echaron a los tiburones, pero Arabia Saudí ya tenía, a esas alturas, una posición firmemente establecida en el mapa geoestratégico. -Bebió un trago de cerveza y encaró a Tomás con una sonrisa maliciosa-. Ahora tengo una pregunta para ti.

– Dime cuál es.

– Teniendo en cuenta que Arabia Saudí es el mayor productor mundial, ¿cuántos campos imaginas que producen el setenta y cinco por ciento de su petróleo?

El historiador adoptó una actitud pensativa.

– Qué sé yo… Unos quinientos.

Filipe frunció la nariz.

– Anda, sé razonable -lo exhortó-. Recuerda que el setenta y cinco por ciento corresponde a tres cuartos de todo el petróleo de Arabia Saudí. Es mucho. ¿Crees que quinientos campos llegan para llenar tres cuartos de esa cantidad colosal?

– Tienes razón, pues -coincidió Tomás, rascándose la cabeza, y arriesgó un número que le pareció más realista-. ¿Mil campos?

– No.

– ¿Cinco mil?

– No.

– ¿Diez mil?

– Tampoco.

– Oye, tío. Desisto.

– Inténtalo, anda. Sugiere una cantidad por intervalos, tal vez sea más fácil.

Tomás sugirió un intervalo amplio.

– Entre mil y cinco mil campos.

– No.

– Mira, no lo sé. No tengo la menor idea y no voy a quedarme aquí todo el día soltando números.

El geólogo sonrió y alzó el índice y el medio, como si formase la V de victoria.

– Dos.

Tomás lo miró, sin entender.

– ¿Dos qué?

– Dos campos.

– ¿Cómo?

– Dos campos -repitió Filipe-. El setenta y cinco por ciento del petróleo que produce Arabia Saudí proviene de sólo dos campos.

El historiador meneó la cabeza, como si estuviese aturdido.

– No puede ser.

– Se llaman Ghawar y Safaniya.

– ¿Estás hablando en serio?

– Voy a repetírtelo, Casanova -insistió el geólogo, tan lentamente que casi deletreaba las palabras-. El setenta y cinco por ciento del petróleo saudí lo producen solamente dos campos. ¿Has entendido? Esto significa que el futuro inmediato del mundo depende de algo que se llama Ghawar y de otra cosa que se llama Safaniya.

– ¡Dios mío! ¿Cómo es posible?

– Es así, como te lo acabo de decir.

– Pero ¿tienen alguna noción de eso los Gobiernos occidentales?

– Yo creo que nadie ha entendido muy bien lo que ocurre en Arabia Saudí, amigo. Las personas tienen esa idea fantasiosa de que hay millares de campos casi inagotables dispersos por el desierto, todos ellos con una enorme producción, capaces de dar respuesta a la creciente demanda mundial y a los múltiples problemas de los restantes grandes productores. Lo que nadie ha entendido todavía es que, si la economía global depende esencialmente de Arabia Saudí, eso representa una dependencia en relación con sólo dos campos.

Tomás casi tembló al preguntar:

– Y…, y esos campos, ¿cómo están? ¿Funcionan bien?

– Buena pregunta -repuso su amigo con un tono sibilino-. La verdad es que nadie sabe lo que pasa en Arabia Saudí, ¿no? Los datos son confidenciales y no hay comprobación independiente de la capacidad de producción instalada ni de las evaluaciones de las reservas. Lo único que tenemos son las extravagantes afirmaciones de los saudíes. Nada más.

El historiador apoyó los codos en la mesa y se sostuvo la cabeza con la palma de las manos.

– Dos campos -murmuró, aún estupefacto-. Todo está concentrado en dos campos. -Miró a Filipe con una expresión inquisitiva-. Pero ¿qué demonios de campos son ésos, en definitiva?

El geólogo hojeó uno de los folletos, localizó una imagen con el mapa de Arabia Saudí e indicó un punto en la costa del golfo Pérsico, justo al sur de Kuwait.

– Aquí está Safaniya -dijo-. Es el mayor campo petrolífero offshore del mundo y el segundo más productivo de Arabia Saudí. Lo llaman la Reina de la Arena, porque su extremo sur se sitúa por debajo de las playas doradas de la costa arábiga del golfo Pérsico. Safaniya fue descubierto en 1951 y produce sobre todo petróleo pesado. En el mapa tiene el formato de una gota estrecha, con setenta kilómetros de un extremo al otro.

– ¿Setenta kilómetros? -se sorprendió Tomás-. Es grande, ¿eh?

– Muy grande. Este campo produce aproximadamente un quince por ciento de todo el petróleo del país.

– ¿Sólo el quince por ciento? Pero ¿no has dicho que esos dos campos representan el setenta y cinco por ciento del petróleo saudí?

– Lo he dicho, y es verdad.

– ¿Y el resto, entonces?

– Lo produce el otro campo.

El historiador adoptó una expresión incrédula.

– Estás bromeando.

– Se llama Ghawar y equivale al sesenta por ciento del petróleo existente en Arabia Saudí. Es el único campo petrolífero supergigante del mundo, el mayor depósito de petróleo jamás encontrado en el planeta. Lo llaman Rey de Reyes, pero hasta esa definición peca de demasiado modesta. Si Ghawar fuese un emperador, junto a él los campos supergigantes no serían reyes, sino meros príncipes.

Tomás analizó el mapa del folleto.

– ¿Y dónde está situada esa maravilla?

El geólogo señaló una franja en el desierto, paralela a la costa saudí, junto a Bahréin y a Qatar.

– Aquí -dijo-. Es un campo largo y estrecho, con la forma de una pierna. Si el extremo sur de Ghawar estuviese en Lisboa, el extremo norte llegaría a Aveiro.

– Caramba.

– Son más de doscientos kilómetros de una punta a la otra, y la parte más ancha alcanza casi cincuenta kilómetros. Ghawar entró en actividad en 1951 y, desde entonces, ya ha producido más de cincuenta y cinco mil millones de barriles. -Sonrió complacido-. Sé que es un número de tal magnitud que se vuelve absolutamente incomprensible. Vamos a plantear las cosas de modo más sencillo: en este momento, uno de cada doce barriles consumidos en todo el mundo viene de Ghawar.

– ¡Impresionante!

– La producción de Ghawar se convirtió en un secreto de Estado en 1982; la única información segura que se ha filtrado entre tanto es que este supergigante producía en 1994 el sesenta y tres por ciento de todo el petróleo de Arabia Saudí. Por otra parte, se sabe muy poco más. Pero hay algo de lo que todos tenemos certidumbre: la longevidad del campo de Ghawar está en el corazón del problema de la sostenibilidad del petróleo como fuente energética. Cualquier análisis de la producción petrolífera global pasa inevitablemente por Ghawar. Si este campo sigue siendo rico, queda salvaguardado el abastecimiento mundial. -Alzó la mano como si lanzase un alerta-. No obstante, si por casualidad hubiera problemas en Ghawar… sería el fin de la línea.

– ¿Y los hay? -Hizo la pregunta muy apresuradamente, con un asomo de ansiedad que le alteró el tono.

Filipe no respondió de inmediato. Se inclinó hacia la izquierda, estiró el brazo y cogió la carpeta de cartulina azul bebé, que apoyó en su regazo. Abrió la carpeta y mostró el contenido: eran pliegos de folios con texto en inglés y en árabe, grapadas en grupos.

– Estos son los documentos que saqué del despacho de uno de los jefes de ingeniería de la Aramco, en Dhahran. Como ya te he explicado, todo estaba archivado en una carpeta bajo el título Problems in Production Operations, Saudi Fields.

– ¿Y qué son, en fin, esos documentos?

– Son informes de ingenieros. -Cerró la carpeta de nuevo, como si no hubiese llegado la hora de mostrar los papeles-. Hay algunas cosas técnicas que tienes que saber para que puedas comprender mejor lo que aquí aparece escrito.

– ¿Como por ejemplo?

– Los problemas de ingeniería que implica todo el proceso -aclaró Filipe-. ¿Cómo crees que el petróleo sale hacia fuera?

– Bien, es el sistema de la perforación, ¿no? Se hace una perforación en el suelo y el petróleo comienza a manar, supongo.

– Esa es la idea que tiene todo el mundo. Lo que ocurre, en realidad, es que el proceso de extracción de petróleo abarca tres elementos: el petróleo, el gas y el agua. Había un amigo mío que decía que si el proceso de extracción fuese una película de Hollywood, el petróleo sería la estrella principal, el galán que atrae a los espectadores para ir al cine, y los papeles de actor y actriz secundarios quedarían a cargo del gas y del agua. En realidad, en líneas generales un depósito consiste en petróleo mezclado con gas y un depósito de agua situado por debajo. El gas funciona en el petróleo como en el champán: es lo que le da fuerza, son esas burbujas que lo hacen moverse y le otorgan vitalidad. El petróleo sin gas es como el champán sin gas: apenas un líquido inerte. Son el gas mezclado con el petróleo y el agua que empuja desde abajo los que hacen que el depósito esté lleno de presión, un poco como una botella de champán agitada antes de ser abierta, ¿me entiendes?

– Sí.

– Cuando se hace la perforación en el depósito es como cuando se quita el tapón de la botella de champán. El petróleo salta hacia fuera con gran presión y es en ese momento cuando se da la extracción primaria. El petróleo viene en grandes cantidades, es una maravilla. -Cambió la expresión del rostro, como quien dice que todo lo que es bueno se acaba-. El problema es que, una vez hecha la perforación, al cabo de algún tiempo la presión comienza a bajar, ¿no?

– Como el champán fuera de la botella…

– Exactamente. -Estiró el dedo y señaló un punto invisible en el aire-. Es entonces cuando comienzan los contratiempos. La presión empieza a bajar y el petróleo deja de manar con la misma intensidad. En realidad, hasta va perdiendo gradualmente fuerza, dado que abajo, y a medida que sale cada vez más petróleo, la presión del depósito sigue bajando, hasta un punto en que se vuelve inferior a la presión de la superficie y el petróleo deja de salir.

– ¿El petróleo se ha acabado?

– No, no se ha acabado. Aún queda petróleo abajo. El problema es que el depósito ha dejado de empujar hacia arriba.

– Cuando eso ocurre, ¿cuánto petróleo ha salido ya?

– ¿En el caso de la extracción primaria? Cerca de un cuarto de todo el petróleo existente en el depósito. Lo que significa que abajo han quedado unos tres cuartos.

– ¿Y cómo se hace para ir a buscar el resto?

– Entra en acción la extracción secundaria. Recurriendo a la tecnología, se intenta aumentar la presión en el depósito, con el fin de hacer que el petróleo vuelva a manar. Uno de los métodos que se pueden utilizar es lanzar gas en el depósito, especialmente dióxido de carbono, que se mezcla con el petróleo y lo hace de nuevo enérgico, como el champán. Otro método, muy utilizado en Arabia Saudí, es infiltrar agua en el depósito.

– ¿Agua? ¿Ellos mezclan agua con el petróleo?

– No, de ninguna manera. El agua no se inyecta en el petróleo, sino en los depósitos de agua que ya existen por debajo del depósito de petróleo, ¿me entiendes? Con más agua que entra, la presión crece, el agua sube y empuja el petróleo hacia arriba. La consecuencia de todo esto es que, a medida que se va extrayendo el petróleo, es necesario inyectar aún más agua, para mantener elevada la presión en el depósito. Sólo que este proceso acarrea un nuevo gran problema.

– ¿Cuál?

– Lo llaman water cut o tenor de agua. Como hay que inyectar agua en los depósitos para aumentar la presión, en cierto momento esa agua comienza a mezclarse con el petróleo, señal de que el crudo se acerca al agotamiento. En la extracción primaria, el petróleo viene tendencialmente puro, pero, a medida que la extracción secundaria se procesa y se vacía el depósito, comienzan a aparecer dosis de agua mezcladas con el petróleo. Primero un uno por ciento, después un dos por ciento y así sucesivamente. Eso es el water cut. Un pozo llega al fin cuando el tenor de agua absorbe el tenor de petróleo. Se dice entonces que el petróleo se ha ahogado en el agua.

– Quiere decir que se ha acabado.

– No, no se ha acabado. Normalmente sólo se logra extraer la mitad del petróleo existente en un depósito. La otra mitad queda abajo en rincones aislados, pero su extracción se vuelve económicamente inviable y el pozo se cierra.

– Ya veo.

El geólogo reabrió la carpeta que mantenía apoyada en su regazo. Cogió algunas hojas y se las mostró a Tomás.

– Estos documentos son los informes técnicos de la Aramco -dijo-. Casi todos los han preparado ingenieros de la compañía saudí de petróleo, aunque algunos los hayan elaborado consultores de la empresa. Cada informe analiza desafíos específicos de un determinado campo petrolífero, e identifica problemas operacionales que han ido surgiendo o se han ido acumulando.

– ¿Eso dónde? ¿En el supergigante que has mencionado hace poco?

– En varios campos -precisó-. Los informes analizan lo que ocurre en varios campos. -Indicó las posiciones de los depósitos en el mapa del folleto-. Como te he dicho, Ghawar y Safaniya producen, juntos, el setenta y cinco por ciento de todo el petróleo de Arabia Saudí. Pero, si añadimos los otros dos supergigantes saudíes, Abqaiq y Berri, esa cuota asciende al noventa y tres por ciento. O sea, que hay cuatro campos petrolíferos que, en conjunto, producen más del noventa por ciento de todo el petróleo de Arabia Saudí.

– Es increíble.

Filipe hojeó los documentos que tenía entre sus manos, como si buscase uno en especial.

– Veamos lo que pasa con Abqaiq. Este campo comenzó a producir en 1946; su petróleo siempre se ha considerado de excelente calidad, tal vez el mejor que ha existido nunca. -Localizó el folio que buscaba-. Si se analiza este informe, se comprueba que Abqaiq cruzó el pico en 1973, y ya ha producido más del setenta por ciento de sus reservas. -Hizo un gesto de saludo con la mano-. Por tanto, adiós, Abqaiq. -Guardó el folio y buscó el siguiente-. El campo de Berri fue descubierto en 1964, uno de los últimos supergigantes encontrados en el reino, y también tiene petróleo de primera calidad. -Encontró el documento unas páginas más adelante-. Este informe muestra que la presión del depósito de Berri descendió a valores atmosféricos en diez años de explotación, momento en que se puso en marcha la extracción secundaria a través de inyección de agua. Todo anduvo bien hasta 1977, cuando el agua empezó a mezclarse con el petróleo que brotaba del suelo. El water cut fue subiendo hasta el punto de ahogar el petróleo en una cuarta parte de los pozos de Berri, en 1990, lo que obligó a la Aramco a cerrarlos. Este informe revela que los problemas comenzaron entonces a multiplicarse, y en 1994 la producción había declinado en más del sesenta por ciento. En 2001 estuvo claro que ya sólo restaban pequeños segmentos de Berri donde el petróleo aún no se había ahogado en agua. -Ordenó el informe-. Berri se dispone a pasar a la historia. -Recorrió con las manos unos folios, buscando otro informe-. Ahora Safaniya, del que ya te he hablado. Es el mayor campo petrolífero offshore del mundo y el segundo más productivo de Arabia Saudí. -Extrajo nuevos folios-. Entró en producción en 1957 y su petróleo se mantuvo relativamente limpio hasta finales de los años ochenta, momento en que comenzó a aparecer arena en el crudo, señal de que la presión estaba bajando peligrosamente. También apareció agua, y creció hasta tal punto que el water cut se volvió muy elevado en la mayor parte del campo en 2001.

– ¿Cuál es el porcentaje?

– ¿En Safaniya? Algunos pozos ya han llegado al cincuenta por ciento de water cut.

– ¡Caramba!

– Safaniya está en manifiesto declive, amigo. Cruzó el pico alrededor de 1980, y los informes muestran que los problemas de agua y arena tienden a agravarse. -Guardó los folios en la carpeta-. Lo que estos informes dicen, en definitiva, es que los tres mayores supergigantes de Arabia Saudí -Safaniya, Abqaiq y Berri- ya han cruzado el pico y están en declive.

– Queda el más grande de todos.

– Sí, queda Ghawar.

Tomás fijó los ojos en la carpeta de cartulina.

– ¿Qué dicen los documentos sobre ese campo?

El geólogo localizó nuevos folios.

– Ghawar es tan grande que todo el depósito se ha dividido en áreas regionales, como Ain Dar, Shedgum, Uthmaniya, Hawiya, Haradh y otras. En consecuencia, la mayor parte de los informes se concentra en el análisis de diferentes aspectos de estos diversos pozos -observó pasando los papeles hasta que indicó un documento-. Este informe, por ejemplo, estudia la misteriosa inclinación del depósito, en particular en la zona de contacto entre el agua y el petróleo. -Se detuvo en un segundo documento-. Este aborda los problemas de inyección horizontal en la sección Árabe D. -Uno más-. Aquí la atención se vuelca en los intervalos de permeabilidad. -Otro-. Mira, éste tiene una simulación numérica que intenta compatibilizar la información sobre la presión de los pozos horizontales en diferentes tipos de heterogeneidades.

Cada vez más impaciente, Tomás observó los papeles.

– Este discurso me suena a chino.

– Sí, la jerga es eminentemente técnica.

– Traducido para niños, ¿qué dicen esos informes?

Filipe paró de ojear los documentos amontonados en un pliego.

– Tenemos aquí múltiples análisis de diferentes aspectos de las operaciones en Ghawar -dijo mirando a su amigo-. Fíjate: ninguno de estos informes presenta una visión de conjunto. Es la suma de todos ellos la que nos revela una imagen relativamente clara de lo que está pasando en este gran coloso.

– ¿Y qué imagen es ésa?

El geólogo consultó el reloj y, sorprendido por la hora, interrumpió bruscamente el diálogo.

– Casanova, ya se hace tarde -exclamó sobresaltado, de repente invadido por la prisa-.Tenemos que irnos.

– ¿Irnos? -Tomás estaba asombrado-. ¿Irnos adonde?

Alzó el brazo y llamó la atención del camarero. Cuando el australiano hizo ademán de acercarse, simuló una firma en el aire y el camarero entendió: era la señal para que trajese la cuenta, y a toda prisa.

– Tengo que ir a la habitación a hacer la maleta y después vamos a salir de la ciudad.

– ¿Adónde vamos?

– Lejos de aquí. Te advierto que ni se te ocurra que pasemos por tu hotel para recoger tus cosas.

– ¿Por qué?

– Es una medida de seguridad. Después de lo que ocurrió en Siberia y de que te siguieran hoy aquí, en Sídney, no podemos correr riesgos innecesarios, ¿no te parece? Tendrás que desaparecer conmigo sin dejar rastro; por eso vas a tener que abandonar todo en el hotel hasta tu regreso.

– Pero ¿adónde vamos?

– Vamos a encontrarnos con James.

– ¿Tu amigo de Oxford?

– Sí, está aquí.

Se hizo la luz en la mente de Tomás.

– Ah, bien. Ya estoy entendiendo para qué has venido a Australia. -Alzó una ceja, intrigado-. ¿Está aquí, en Sídney?

– No.

– Entonces, ¿dónde está?

– Ya lo verás.

Загрузка...